Jueves 04 Abril 2013
Foto:AP
"Las diatribas incendiaras de Uribe
asperjan todos los días la sospecha de que quiere prolongar la guerra
con la ilusión vana de que a través de ella tendrá seguridad jurídica.
No quiere verse como Ríos Montt respondiendo ante los tribunales".
A continuación PCC reproduce el texto completo del artículo de opinión por el comandante Iván Márquez
Los alacranes
Por Iván Márquez
Por Iván Márquez
Integrante del Secretariado de las FARC-EP
Durante
las grandes tempestades la fuerza subterránea es mucho más poderosa, y
esta tiene el poder de imponer la paz cuando quienes están obligados a
imponerla no la imponen.
De la oración por la Paz de Jorge Eliécer Gaitán
De la oración por la Paz de Jorge Eliécer Gaitán
Colombia
es un país con ex presidentes venenosos como alacranes, que aunque no
pudieron ganar la guerra, tampoco permiten hacer la paz.
Las
diatribas incendiaras de Uribe asperjan todos los días la sospecha de
que quiere prolongar la guerra con la ilusión vana de que a través de
ella tendrá seguridad jurídica. No quiere verse como Ríos Montt
respondiendo ante los tribunales, lo cual es humano y comprensible, pero
no se pueden ahogar crímenes de lesa humanidad bajo el estruendo de
sonoridades bélicas. Ni siquiera sirven a ese propósito bancadas
parlamentarias, ni cuotas de magistrados afines, ni efímeras
condecoraciones gringas.
Por otro lado tenemos al ex
presidente Pastrana disparando con escopeta de regadera contra el
proceso de paz en La Habana. Es tan sulfurado como Uribe. Suelta ráfagas
y después piensa. O tal vez no. Por lo menos deja en claro que el
proceso de paz del Caguán no buscaba la paz, sino tiempo para la
reingeniería del ejército y los ajustes del Plan Colombia, es decir, la
guerra. Se solaza reconociendo que le abrió camino a Uribe con su estela
sangrienta, y que dejó instalado el calificativo de “terrorista” a la
guerrilla para obstruir el entendimiento.
Dios los crea y el diablo los junta. Pastrana y Uribe quieren una Colombia aprisionada eternamente en la oscura noche de la violencia. La descalificación mediática de la guerrilla como “bandidos” y “terroristas” es un intento de volver a la estigmatización primitiva. Todos queremos superar la época aciaga de los “pájaros”, los “collarejos”, la “chulavita” y los “chusmeros”, que acentuaron el enfrentamiento sectario y fratricida.
Dios los crea y el diablo los junta. Pastrana y Uribe quieren una Colombia aprisionada eternamente en la oscura noche de la violencia. La descalificación mediática de la guerrilla como “bandidos” y “terroristas” es un intento de volver a la estigmatización primitiva. Todos queremos superar la época aciaga de los “pájaros”, los “collarejos”, la “chulavita” y los “chusmeros”, que acentuaron el enfrentamiento sectario y fratricida.
Si
“Caguanizar” los diálogos de La Habana, como pide Andrés Pastrana,
significa abandonar el secretismo, podemos proclamar nuestro acuerdo.
Nuestro corazón siempre estará del lado de la participación ciudadana en
los diálogos, como en las Audiencias Públicas del Caguán. Queremos que
la gente, las organizaciones sociales y políticas, expresen directamente
su visión sobre la paz, y que sus sueños de nuevo país sean tenidos en
cuenta a la hora del Acuerdo Final. Desmintiendo la campaña mediática la
gente añora la zona de distensión de San Vicente, porque tuvo paz, la
ciudadanía se dio normas de convivencia que redujeron el asesinato y el
robo a cero, porque se construyeron carreteras, acueductos, se
incrementó el comercio, se pavimentaron calles, se construyeron puentes,
se fomentó la solidaridad, lo que nunca hizo el Estado, y sí la
guerrilla, en una zona condenada al olvido por el poder central.
El
destino de Colombia, señores ex presidentes, no puede ser la guerra.
Las gentes del común, las grandes mayorías, están de acuerdo con este
aserto del comandante Jacobo Arenas.
La política no puede
reducirse a la práctica de sacarse los trapos al sol, ni a disparar
contra la reconciliación. Necesitamos reunir voluntades para edificar la
paz con justicia social, democracia y soberanía. No rebajen el
lenguaje. Con insultos y recriminaciones mutuas no se les va a devolver
el mar territorial a los Sanandresanos. Sindéresis y compostura,
caballeros de banda presidencial. Por lo demás, debemos reconocernos
recíprocamente como partes de un conflicto. Resolvámoslo sin el plomo de
las palabras, sin injerencias extranjeras, y si las hay, que sean para
ayudarnos a alcanzar la paz, no para incendiar el país o imponerle
trabas jurídicas a la posibilidad de acabar con la guerra. La fuerza
irresistible de la movilización social por la paz, será fundamental para
tener patria.La Habana, abril 2 de 2013
Delegación de paz FARC-EP