PacoCol: Miércoles 10 Abril 2013
Foto: Efe
Todo proceso de cambios en un régimen
político tiene un impacto inexorable sobre los aparatos armados del
Estado que son su principal herramienta de dominio violento.
Las conversaciones de paz de La
Habana que adelanta las Farc con el gobierno tienen una proyección
política sobre el sistema de poder establecido por la oligarquía. La paz
es un vector de cambio que oscila entre la reforma y una revolución
social y política.
Por el momento es visible el tono reformista. Es lo que permite la correlación de fuerzas. Empero, hay un principio ético que obliga a los revolucionarios a buscar la conexión natural entre la modificación parcial y la transformación radical de un sistema social soportado en la explotación de los seres humanos por una minoría plutocrática. A establecer los vínculos y flujos entre la reforma y la revolución en una transición que nadie se inventa porque aparece como un curso social natural.
Para lo concerniente al punto de las máquinas de violencia que usan las élites en la conservación del poder, la experiencia histórica indica que cualquier cambio político incide en la cohesión y homogeneidad de los militares y policías.
Me podría extender citando casos. Pero basta con remitirse a la reciente situación del colapso Egipcio, en que el Ejército visibilizó las fracturas propicias a los civiles y religiosos que accedieron al poder.
En Portugal el asunto fue más radical en 1974 y la revolución evaporó la fuerza armada colonial derechista.
La
gigantesca marcha de ayer nueve de abril en apoyo a la paz, con su
tremenda capacidad ontológica política y el funcionamiento de la Mesa de
Conversaciones de La Habana ya se siente al interior de las Fuerzas
Armadas. Es evidente que hasta cierto momento la hegemonía ideológica y
política la ha tenido sobre sus directivos el señor Uribe Vélez, que
las corteja con su monserga anticomunista y retardataria.
La cúpula militar es de extrema derecha, con inclinaciones fascistas, paramilitares, antidemocrática, iliberales y pro gringa hasta la médula. Su incompatibilidad con las claves de la paz democrática es absoluta porque ha construido su poder con la manipulación de la guerra civil, que sirve para apalancar negocios de mucha cuantía y privilegios exorbitantes.
Sin embargo, la realidad es que el gasto militar se tornó insostenible y tiene las dimensiones de una onerosa carga fiscal que la economía no resiste, peor aún cuando el rendimiento en el combate decrece con mayor velocidad, aplazando el triunfo militar sobre la guerrilla revolucionarias y socialistas, por décadas y décadas.
La cúpula militar es de extrema derecha, con inclinaciones fascistas, paramilitares, antidemocrática, iliberales y pro gringa hasta la médula. Su incompatibilidad con las claves de la paz democrática es absoluta porque ha construido su poder con la manipulación de la guerra civil, que sirve para apalancar negocios de mucha cuantía y privilegios exorbitantes.
Sin embargo, la realidad es que el gasto militar se tornó insostenible y tiene las dimensiones de una onerosa carga fiscal que la economía no resiste, peor aún cuando el rendimiento en el combate decrece con mayor velocidad, aplazando el triunfo militar sobre la guerrilla revolucionarias y socialistas, por décadas y décadas.
La
actual élite dominante tomó la determinación de resolver el conflicto
social y armado por la vía del dialogo y los acuerdos. Eso cogió fuera
de base a los generales y los colocó en la encrucijada.
Un debate que parecía sordo, hoy esta perfectamente instalado en la esfera pública.
Los militares ya están divididos y eso es bueno para la paz.
Definitivamente
hay un sector (de generales y almirantes), con el infantil Ministro
que funge, que prefiere suicidarse con su ídolo de papel, el señor del
Uberrimo, de la entraña de los tres caines.
Pero hay otro, más profesional (de pronto), que le ha puesto cabeza fría al dilema y se ha colocado en racionalidades políticas más acordes con lo que está viviendo en estos momentos la nación que tomo la resuelta determinación de superar la guerra civil y construir una paz estable y duradera. Como lo demostraron los millones de ciudadanos que desfilaron ayer 9 de abril de la mano del Alcalde Gustavo Petro y la Marcha Patriótica.
Pero hay otro, más profesional (de pronto), que le ha puesto cabeza fría al dilema y se ha colocado en racionalidades políticas más acordes con lo que está viviendo en estos momentos la nación que tomo la resuelta determinación de superar la guerra civil y construir una paz estable y duradera. Como lo demostraron los millones de ciudadanos que desfilaron ayer 9 de abril de la mano del Alcalde Gustavo Petro y la Marcha Patriótica.
En buena hora.