Semanario Voz. Abril 10 2013
Foto: arcketipo Vía Photopin cc
Sintonizada en el momento político que vive el país, la jerarquía
eclesiástica aprovechó el cambio de señales provenientes de Roma para
exhortar a los colombianos a respaldar los diálogos de La Habana. Según
los altos prelados, estos diálogos deben adelantarse con mayor celeridad “porque no podemos permitirnos el lujo de estarnos años ahí sentados dialogando casi de espaldas al país”.
Se trata, por supuesto, de unas prisas que todos quisiéramos que se
dieran, sobre todo por tratarse de un proceso que cada día nos trae
nuevas víctimas. Sin embargo, son apuros que no consultan las muchas
heridas que deben restañarse y las múltiples iniciativas que se deben
acordar para evitar que lo sembrado caiga en campo estéril, pues no se
trata solo de apagar los fuegos, sino de crear las condiciones
económicas, políticas y sociales necesarias para que nadie vuelva a
sentir la necesidad de encenderlos de nuevo.
Estamos, entonces, necesitados de paciencia ante unos negociadores
que están en el deber de entregarnos sabias conclusiones respecto del
“Acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de
una paz estable y duradera”; conclusiones que deben recoger las
múltiples iniciativas que vienen surgiendo de los diversos eventos de la
sociedad civil, como el Foro Política de Desarrollo Agrario Integral
que se realizara en Bogotá bajo el auspicio de la ONU y del Centro de
Pensamiento de la Universidad Nacional.
Entre esas iniciativas, tal vez las más recurrentes han sido las
relacionadas con el cese bilateral de fuegos y el cambio del actual
modelo económico, respecto del cual solo existe el empecinamiento del
Gobierno en defenderlo, pese a las evidencias notorias de su fracaso en
el mundo. Pero como de lo que se trata es de llegar a acuerdos, tal vez
las fuerzas de la paz se conformarían, “por ahora”, con uno relativo a
la defensa del patrimonio nacional, el cual se refiere tanto a los
bienes que se encuentran en manos del Estado y que vienen siendo
privatizados, como a las riquezas del subsuelo, y el suelo mismo, que
están siendo entregadas a manos llenas a las transnacionales.
Sea como sea, esas fuerzas de la paz saben bien que la profundidad de
los logros, incluida la erradicación de las causas del conflicto,
estará en dependencia de su propia movilización. De allí la importancia
del pronunciamiento de la jerarquía eclesiástica y de la movilización de
todo el país en Bogotá este 9 de abril. En homenaje a Jorge Eliécer
Gaitán en el 65 aniversario de su muerte y en reclamo de la paz con
democracia y justicia social, entreguémoslo todo a la preparación de
esta jornada.