Redacción política:
Carlos Lozano Guillén, con una reciente edición de VOZ.
Carlos A. Lozano Guillén, director de VOZ y dirigente del Partido
Comunista Colombiano, está de regreso de un reciente viaje internacional.
Estuvo en Pau, Pirineos franceses, París y Londres, cumpliendo una apretada
agenda de compromisos adquiridos con antelación. Hemos conversado sobre los
resultados de su viaje.
–¿Cuáles fueron las actividades realizadas en el reciente viaje por el
Viejo Continente?
–Estuve en primer lugar, por compromisos adquiridos desde el año pasado,
en la ciudad de Pau, hermosa localidad en los Pirineos franceses, participando
en el XXII Festival de CulturAmérica, organizado por un grupo de solidaridad
muy activo, integrado por franceses de ascendencia española y naturales, que
asumieron la tarea de difundir la realidad cultural y social de América Latina.
El grupo está encabezado por una persona excepcional, se trata de Jean Ortiz,
profesor universitario y colaborador del diario comunista L’Humanité, quien
asumió la tarea de realizar con éxito, cada año, el importante festival.
En esta ocasión, participaron conferencistas de Paraguay, Argentina y
Guatemala, además de Colombia, incluyendo en la agenda actividades culturales,
folclóricas, cine, teatro y música de calidad. Es un evento de singular
trascendencia, porque significa que muy lejos, en Francia, hay la idea de que
existe América Latina con oportunidades de una vida mejor y por otro mundo
posible. Destaco la presencia de la escritora argentina Ana María Shua y del
activista humanitario de Guatemala Aquiles Linares.
Expresiones de solidaridad
–¿Cómo recibieron su presencia en el caso colombiano?
–Bien. Muy bien. Hubo entrevistas de prensa, incluyendo un extenso
reportaje en L’Humanité, uno de los patrocinadores del Festival. En la
Universidad de Pau, con un público de estudiantes y académicos, hicimos la
disertación sobre la situación colombiana y la expectativa de paz. Bien
recibida y lo demostró la solidaridad y el apoyo. Todo el mundo entiende la
oportunidad de que en Colombia surja la paz por la vía del diálogo y de la
construcción política y social. En el auditorio de la Universidad de Pau,
colmado de asistentes, aplaudieron bastante después de la intervención, como
expresión de ánimo y solidaridad.
–¿En París cómo le fue?
–Bien. Con la hospitalidad de Manuel Salamanca y Catherine Marchais,
hubo el tiempo para reunirnos con compañeros colombianos y peruanos para
intercambiar opiniones. También para reunirnos con una grupo de militantes del
Partido Comunista Francés, ávidos de conocer la realidad latinoamericana.
–¿Cuáles fueron las dificultades para viajar a Londres?
–En Colombia no recibí la visa de manera inexplicable. No la negaron
pero tampoco me la dieron. Estando en Pau, por una comunicación de Mariela
Kohon, directora de Justice for Colombia, supe que podía retirarla en el
consulado del Reino Unido en París, por decisión excepcional de la cancillería.
No fue fácil, algo extraño pasó, porque no fue rápida la expedición en la
capital de Francia con el argumento que se requería una “autorización
suplementaria”, nunca se me dijo de quién.
Al llegar a Londres, además, fui interrogado por un agente de
inteligencia británica. Grotesco y provocador este episodio. Poco amistoso de
un país que ha respaldado la guerra y poca colaboración presta a la paz. Ahora
pretende cerrarle las puertas a los facilitadores de la paz en Colombia.
Apoyo pese a la distancia
–¿Qué más hizo en Londres?
–Además de reunirme con Justice for Colombia para acordar los proyectos
de cooperación con la Fundación Semanario VOZ, sostuve reuniones con dirigentes
sindicales y diputados de distintos partidos. Debido a la persistente labor de
JFC, en el Reino Unido existe un fuerte movimiento de solidaridad con Colombia.
También me reuní con el responsable de Colombia en la Cancillería de Reino
Unido, Nick White, quien se mostró interesado por la realidad colombiana.
Trabajan con la versión única y parcial del gobierno de Colombia.
–¿Cómo vieron a la distancia la marcha del 9 de abril?
–La marcha de Bogotá tuvo trascendencia. Fue gigantesca y nadie se
engañó con la falacia de ser para favorecer la reelección de Santos. Ese fue el
cuento de los que buscaron atajos para ocultar posiciones débiles y equivocadas
frente al proceso de paz de La Habana. Hubo marchas en varios países y ciudades
europeas, en España, Bruselas, París, Suiza, Londres. La marcha traspasó las
fronteras. Hay respaldo a la paz y bastantes expectativas por el proceso de La
Habana. No estamos solos.