Integrante del Secretariado Nacional de las FARC-EP y de la Delegación de Paz en La Habana. domingo.21 de abril de 2013
Los
medios electrónicos han reportado unas altisonantes declaraciones
recientes del Ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, en las que
sostiene que el pasado 6 de abril, las Fuerzas Militares estuvieron a
sólo dos horas de darnos de baja, lo cual no fue posible por el
operativo de suspensión de operaciones por 36 horas acordado dentro de
los protocolos de seguridad para el traslado de nuestros delegados en la
mesa de La Habana. Por lo tanto, sugiere el ministro, que yo debería
agradecerle a la divina providencia, y, cómo no, a él mismo, el hecho de
encontrarme vivo e integrando la delegación de Paz de las FARC EP.
Como
en los más bizarros momentos del spaguetti-western, Pinzón pretende
fungir de perdonavidas, el más violento exponente de la fauna de las
películas del Oeste. El perdonavidas, personaje-arquetipo, considera su
capacidad de matar en un nivel tan alto, que se da el lujo de renunciar a
ciertos asesinatos, siendo entonces magnánimo en su labor homicida.
Lo
que parece olvidar Pinzón son los infinitos recursos humanos y
económicos que ha invertido su cartera en los operativos de “búsqueda y
destrucción” que desarrollan desde hace años contra dirigentes
guerrilleros considerados por ellos Blancos de Alto Valor Estratégico,
(BAVE).
Deliberadamente
olvida las innumerables ocasiones en las que han desplegado batallones
enteros para dar el “golpe seguro”, contra comandantes guerrilleros sin
que hayan podido lograr sus objetivos. Olvida también con que sevicia
han realizado numerosos montajes judiciales contra inocentes civiles a
los que han presentado como colaboradores, milicianos o integrantes de
nuestros “anillos de seguridad”.
Olvida
también a los “hombres-zorro”, o “grupos Camaleón” eliminados –a pesar
de su formación de elite en los Estados Unidos-, así como el abundante
material de inteligencia estratégica que nuestras unidades en Huila,
Putumayo, Caquetá, Cauca, Guajira, Valle y Nariño, han recuperado.
Pinzón
se echa flores a sí mismo y a su ministerio, pero a Pinzón, ficha del
militarismo ultramontano dentro del gabinete, le falta mucho para ser el
perdonavidas que pretende ser.
Seguramente
así será porque vive de los laureles militares de su padre y del
cacareado asunto de haber nacido en un cuartel militar. Lo que no debe
llevarnos a olvidar que ni prestó el servicio militar ni conoce mayor
cosa de la vida guerrera, lo que pretende disimular con “galones” de
gomina y horas de fisiculturismo.
Las
actitudes del ministro de guerra dejan pensando hondamente hasta qué
punto sus intenciones representan al gobierno Santos en su conjunto, o
si éste desarrolla sistemáticamente una política de doble discurso.
Afortunadamente
el masivo clamor por la paz expresado el 9 de abril, ha demostrado que
todas esas expresiones de hirsuto militarismo como las de Pinzón, son
hoy rezagos de un pasado que estamos seguros habremos de superar entre
todos y todas. Recapacite Ministro, y comprenda que estamos en la hora
de la paz.
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Delegación de paz FARC-EP