Jueves Abril 11 2013
“Ni los dioses ni los diablos han condenado a Colombia a una pena de violencia perpetua, que tiene causas terrestres y no es una fatalidad del destino”, expresa el escritor uruguayo Eduardo Galeano en un mensaje a los colombianos publicado este martes.
“Yo amo a ese país y soy uno de los muchos que
queremos dar fe de la solidaridad que merece ese pueblo y su contagiosa
capacidad de belleza y alegría”, declara.
“Ojalá podamos ayudar a que los colombianos rompan
esas jaulas de la violencia, nacida de la injusticia social, la impunidad y el
miedo, y a pleno pulmón respiren los vientos de libertad que con tanto
sacrificio han ganado”, sostiene el mensaje.
El pasado mes de marzo, Galeano, junto a otras
personalidades de la literatura, el arte, la filosofía y el periodismo, firmó
un manifiesto bajo el título “Por la solución política al conflicto
colombiano”, que reproducimos a continuación:
Por la solución política al conflicto colombiano
El conflicto interno en Colombia lleva casi seis
décadas, y se ha convertido en uno de los más antiguos del mundo, junto al de
Palestina y Cachemira.
En esta confrontación la población civil ha sido
la primera víctima. Según las cifras que manejan las organizaciones de derechos
humanos, nacionales e internacionales, son más de sesenta mil los
detenidos-desaparecidos; ocho mil presos políticos; cientos de fosas comunes;
cinco millones de campesinos, indígenas y afrodescendientes violentamente
desplazados de sus tierras en los últimos diez años, y miles de asesinatos
políticos cada año. Instancias internacionales, como la ONU, señalan al Estado,
junto a sus grupos paramilitares, como el máximo responsable de tal violencia.
La insurgencia, representada en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia, FARC, y el Ejército de Liberación Nacional, ELN, aunque en una muy
mínima proporción, también tiene su responsabilidad.
Al analizar la historia política del país, se
puede afirmar que la guerrilla es consecuencia y no causa de una guerra que
tiene raíces económicas, políticas y sociales. También se constata que desde
hace 30 años la insurgencia ha insistido por una salida política negociada al
conflicto. En los intentos de diálogo que ya se han realizado, los sucesivos
gobiernos han utilizado pretextos para romper y no avanzar en la búsqueda de
una paz con dignidad. El asesinato de comandantes de las FARC, y la persecución
con el mismo fin de los del ELN está encaminado a bloquear las demandas de una
negociación.
Igualmente, hemos sido testigos de las grandes
movilizaciones realizadas por extensos sectores del pueblo colombiano clamando
y exigiendo una salida política que lleve a la paz con justicia social.
En los últimos meses el gobierno colombiano repite
que el conflicto sólo concierne a los colombianos. Pero resulta fácil
comprobar, observando la geopolítica, que esto no es así, pues por múltiples
razones ya incumbe a la región y al continente. Igualmente, al repasar la
historia se constata que Estados Unidos tiene una gran responsabilidad en su
recrudecimiento, al pretender convertir esta nación en una base militar
continental, con el fin de contener los proyectos democráticos que se
desarrollan en América Latina. Mientras que instancias regionales como la Unión
de Naciones Suramericanas, UNASUR, han proclamado a la región como un
territorio de paz.
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