31Julio 2013
Parece que Obama nos quisiera tomar el pelo. A
todos. Sin siquiera sonrojarse, se ha “comprometido”, en una carta enviada al
gobierno de Rusia, que no torturarán ni condenarán a muerte a Edward Snowden,
actualmente asilado en ese país. ¡Qué generoso el sátrapa de Washington! Por
fin ha hecho una concesión, vaya, después de perseguir ferozmente al ex agente
de la CIA y de la NSA por revelar el proyecto PRISM de espionaje global de EEUU
(con el beneplácito de sus socios europeos), después de amenazar a todo el
mundo si le dan asilo –un deber internacional con los perseguidos-, después de
ordenar a sus cachorros en Portugal, España, Francia e Italia de no permitir el
vuelo del presidente boliviano Evo Morales por su espacio aéreo sospechando que
Snowden podría estar en su avión (violando todos los acuerdos internacionales
sobre la materia y pese al hecho de que no hay una orden de Interpol en su
contra)… orden que fue servilmente obedecida por estos países que, unos años
antes, habían autorizado los vuelos ilegales de la CIA con detenidos para ser
llevados al campo de concentración en Guantánamo y a otros centros de la red
internacional de tortura de EEUU.
Linchamiento Jurídico: todos tras Snowden
Lo
tragicómico del caso es que esta triste maniobra por aparecer como el bueno de
la película, solamente demuestra lo podrido de la “democracia yanqui” y el
hecho de que lo que impera en los EEUU es una versión algo modificada de la
justicia de “Lynch”. Se conocía así a la práctica muy común hasta la década del
’60 en este país, que se cree paladín de los derechos humanos, en la cual una
muchedumbre (por lo general blancos, protestantes, conservadores, derechistas,
racistas) secuestraban a alguien acusado de un crimen cualquiera, real o
ficticio (por lo general negros, inmigrantes, sindicalistas o izquierdistas),
torturándolo hasta matarlo en la vía pública o en una plaza. Luego el cuerpo
era abandonado a vista de todo el mundo, como una advertencia para los
“desviados” y los que no aceptan su condición “inferior”; partes del cadáver
eran por lo general mutiladas para ser vendidas como souvenirs y se tomaban
fotografías que luego eran vendidas como postales. El linchamiento es, ante
todo, un espectáculo público de disciplinamiento, que mezcla el macabro
entretenimiento del circo romano con un mensaje de supremacía racial y
conformismo político. El acusado estaba condenado de antemano y se convertía en
la víctima propiciatoria de una masa cobarde, fanática e irreflexible al
servicio de un orden jerárquico rígido e incuestionable.
Es verdad que ya no se cuelga a negros o
subversivos de puentes ni se les quema en plazas públicas. Pero el principio
básico de disciplinamiento social en la ‘justicia’ en contra de quienes EEUU
considera traidores y apátridas, sigue siendo el principio básico que rige el
ejercicio jurídico en ese país. Ahí está el juicio a Bradley Manning, quien
denunció las masacres y asesinatos perpetrados por tropas norteamericanas en
Irak y Afganistán, muchas de las cuales fueron realizadas por puro
entretenimiento sicopático, como lo revelan las conversaciones que se escuchan
en los videos por él revelados. Mientras los asesinos denunciados no han
recibido castigo, o en el mejor de los casos, han recibido sentencias
irrisorias, Manning enfrenta 136 años de prisión. Lo cual es una advertencia a
todas las fuerzas militares y de seguridad de los EEUU: sean cómplices del
asesinato y la tortura... si no, miren lo que les puede pasar. La muchedumbre
que está detrás de estos linchamientos jurídicos son las instituciones
públicas, los medios, el gobierno, el propio presidente, que ya han juzgado de
antemano, ya han encontrado un culpable y están sedientos de castigarle de
manera ejemplarizante. Esto no es sino que una forma más sutil, menos bruta, de
linchamiento en una parodia de juicio.
Obama lo admite: pena de muerte y tortura en
‘democracia’
Las promesas patéticas de Obama de no torturar y
de no asesinar a Snowden, nos recuerdan que éste es uno de los países en el
mundo donde la pena de muerte se aplica con la mayor ligereza (21 casos en lo
que va del año, 1340 casos desde 1977) y donde, como él mismo lo admite
tácitamente, se tortura. Y no estamos solamente hablando de subcontratar la
tortura enviando a presos a Egipto, Libia, Marruecos, Rumania, Polonia, Israel,
Jordania, Tailandia, Yemen, etc. No, de lo que estamos hablando es de torturas
en territorio norteamericano, practicadas por personal norteamericano, con el
consentimiento de las autoridades norteamericanas, que incluso han pautado
estas prácticas en manuales oficiales de la CIA. Volviendo a Manning, el
informe del relator especial de la ONU sobre tortura, Juan Mendez, ya había
denunciado que el soldado había sido sometido a torturas.
Más allá de lo difícil que es creer en nada de lo
que EEUU promete, lo cierto es que Obama no puede prometer siquiera verbalmente
eso que es lo único que realmente importa en el proceso de asilo: las garantías
para un juicio justo. Snowden ya ha sido sentenciado por esa chusma en la Casa
Blanca y recibirá un castigo lo suficientemente duro como para amedrentar a cualquier
potencial soplón que denuncie las acciones cada vez más ilegales, violentas y
totalitarias de EEUU. No exagera Noam Chomsky cuando afirma que "EE.UU.
está llevando a cabo la campaña terrorista internacional más impresionante
jamás vista […], la de los drones y la campaña de las fuerzas especiales".
Obama no está dispuesto a permitir que nadie se interponga en estos planes que
implementa mientras acaricia su Premio Nóbel de la Paz. El caso Snowden no
tiene nada que ver con la justicia, sino con infundir terror y sumisión en la
ciudadanía. Por ello es imperativo exigir el asilo político para Snowden, quien
hizo un gran servicio a la humanidad revelando estos programas de control
monstruosos por parte de quienes se han autoproclamado gendarmes del mundo, los
cuales nos recuerdan una vez más la moral que se esconde detrás de los elevados
principios y derechos del capitalismo y de sus gobiernos. Como dijera hace más
de siglo y medio el socialista francés Pierre Joseph Proudhon:
“Ser
gobernado significa ser observado, inspeccionado, espiado, dirigido, legislado,
regulado, inscrito, adoctrinado, sermoneado, controlado, medido, sopesado,
censurado e instruido por hombres que no tienen el derecho, los conocimientos,
ni la virtud necesarios para ello. Ser gobernado significa, con motivo de cada
operación, transacción o movimiento, ser anotado, registrado, controlado,
grabado, sellado, medido, evaluado, sopesado, apuntado, patentado, autorizado,
licenciado, aprobado, aumentado, obstaculizado, reformado, reprendido y
detenido.
Es, con
el pretexto del interés general, ser abrumado, disciplinado, puesto en rescate,
explotado, monopolizado, extorsionado, oprimido, falseado y desvalijado, para
ser luego, al menor movimiento de resistencia, a la menor palabra de protesta:
reprimido, multado, objeto de abusos, hostigado, seguido, intimidado a voces,
golpeado, desarmado, estrangulado por el garrote, encarcelado, fusilado,
juzgado, condenado, deportado, flagelado, vendido, traicionado y por último,
sometido a escarnio, ridiculizado, insultado y deshonrado.
¡Eso es
el gobierno, esa es su justicia, esa es su moral!”
Después de lo que hemos visto en torno al caso
Snowden, ¿a alguien le quedan dudas de la justeza de estas apreciaciones?
José Antonio Gutiérrez D.
31 de Julio, 2013