El Tiempo 24 de Agosto 2013.
Foto: AFP
'Iván Márquez', jefe negociador de las Farc en La Habana, aseguró que la paz debe deslindarse de propósitos electorales.
El jefe de las Farc afirma que parar es necesario y natural.
El impulso de las Farc de hacer un alto en la mesa de negociaciones,
tras la decisión del presidente Juan Manuel Santos de presentar un
proyecto para que el país refrende los eventuales acuerdos de paz en una
de las jornadas electorales del próximo año, parece estar ya reposado.
'Iván Márquez', jefe de la delegación de esta guerrilla en La Habana,
dice que no les parece extraño que el Presidente haya llamado a su
equipo negociador a consultas. También le responde a EL TIEMPO sobre
temas álgidos de la mesa, como el Marco Jurídico para la Paz y el
tratamiento de las víctimas.
Es evidente que la "pausa" de las Farc tiene que ver con que
les cayó mal el proyecto del Gobierno para que el país refrende los
acuerdos de La Habana, cuando ustedes insisten en una asamblea
constituyente...
La pausa busca un tiempo que permita a la delegación de paz de las
Farc analizar serenamente las implicaciones políticas y jurídicas de la
decisión del Gobierno de radicar un proyecto de ley que persigue el
visto bueno del Legislativo para la realización de un referendo el mismo
día de las elecciones parlamentarias, o de las presidenciales. Una
pausa siempre es breve, y de hecho los voceros del Gobierno saben por
cuánto tiempo la solicitamos. De todas maneras, es una oportunidad para
que las dos partes comprometidas en el diálogo, reflexionen.
Nadie desconoce que un acuerdo de paz se construye conjuntamente, y
que la bilateralidad es asunto clave. Pero la fortaleza del acuerdo solo
la puede dar el constituyente primario, verdadero garante de
legitimidad y defensor de su propia soberanía. La voluntad nacional es
la que manda.
Las organizaciones sociales y el pueblo en general, pueden tener la
certeza de que no estamos fraguando nada a sus espaldas. Damos nuestros
pasos de cara al país y hacia él dirigimos nuestras propuestas políticas
y sociales, que no son otra cosa que los mandatos populares surgidos de
los distintos foros organizados en torno a los temas de la agenda.
¿La "pausa" en los diálogos será para encontrar un punto
intermedio con el Gobierno sobre la refrendación de los acuerdos, o es
la constituyente un inamovible de las Farc?
Los inamovibles son inconvenientes. Esta pausa es para la reflexión y
para escuchar el sentir de la población, sobre todo en este momento de
fervor popular donde la gente de todos los rincones de Colombia clama
porque la escuchen. Y en cuanto al mecanismo de refrendación, ese es un
tema de la agenda, que debe abordarse y acordarse de manera bilateral en
la mesa.
¿ Ven en el proyecto del Gobierno una jugada política y
electoral, una presión a las Farc para que aumenten el ritmo en La
Habana o la intención de dejar listo un mecanismo de refrendación con
este Congreso, que apoya el proceso de paz?
No hemos pensado en clausurar la credibilidad en torno al presidente
Santos, pero es necesario contrastar las propuestas que hay en el
escenario del debate nacional: la constituyente y el referendo. Sea lo
que sea, consideramos que la paz debe deslindarse de propósitos
electorales. No nos importa quién sea el presidente, sino que triunfe
alguien que se la juegue por la paz. Pero además, esta debe ser una
política de Estado. La solución a medio siglo de cruenta guerra está por
encima de cualquier interés electoral.
¿Cómo ven la decisión de Santos de llamar a consultas a sus voceros en la mesa?
Consideramos natural que el Presidente llame a consultas a sus
voceros para intercambiar sobre un tema tan crucial como este, que ha
suscitado gran controversia nacional. Lo extraño sería que no lo
hiciera.
Santos dijo que las que decretan las pausas y ponen las condiciones no son las Farc...
La verdad es que si estamos en un proceso serio de concertación, de
aproximaciones, de búsqueda de la concordia, nadie de manera unilateral
puede tomar determinaciones sobre temas en discusión, contenidos en la
agenda, ni colocar ritmos, ni fijar plazos.
¿Cómo debe interpretar el país la carta de 'Timochenko' al
presidente Santos en la que afirma que las dificultades para llegar
pronto a acuerdos están en sus confesiones públicas sobre que no se está
negociando el modelo económico ni lo fundamental en el sistema de
gobierno?
Lo que dice el comandante Timoleón es la posición de las Farc. Un
acuerdo que no aborde la superación de las causas del conflicto sería un
acuerdo inane. Debemos ir más allá de los deberes constitucionales y
legales del Estado, porque se trata de mandatos -sobre todo aquellos que
provienen del poder constituyente-, que el Estado está en la obligación
de materializar. Su cumplimiento no es hacerle la revolución por
decreto a nadie. Es el colmo que se nos exija enarbolar como bandera o
programa partidario derechos consagrados en la Carta Magna, lanzarnos
con esos pendones a la contienda electoral, y que si triunfamos en ella,
siendo ya gobierno, demos vida, nosotros mismos, a la letra muerta de
la Constitución.
¿Y qué es lo que no les cuadra a las Farc del Marco Jurídico para la Paz, aparte de que no fue discutido con ustedes?
Sencillamente que ninguna jurisdicción internacional puede estar por
encima de un tratado de paz rubricado por el constituyente primario.
Colombia no debe renunciar jamás a su soberanía jurídica. Pero, además,
de ninguna manera se puede admitir que el victimario principal, que es
el Estado, pretenda convertirse en juez.
¿Ustedes dicen que un modelo de justicia transicional, como
el Marco para la Paz, solo es posible para países en transición. ¿Acaso
lo que se está intentando con las Farc no es la transición de la guerra a
la paz?
Lo que decimos es que el conflicto no ha cesado; aquí no hay
vencedores ni vencidos. Y en la eventualidad de una transición, esta
debe ser acordada porque de lo que se trata es de cómo pasamos del
terrorismo de Estado a la democracia verdadera.
¿No es un portazo al Gobierno el rechazo público al Marco
para la Paz, cuando el presidente Santos lo defendió personalmente ante
la Corte Constitucional como base legal del proceso de paz que tiene con
ustedes?
El problema es que no se puede defender algo con falencias tan grandes como catedrales.
El país ha tenido un gran debate sobre esta reforma
constitucional y los críticos alegan que provocará impunidad sobre
delitos atroces y crímenes de guerra, que envuelven al grupo
guerrillero...
El presidente Santos ha reconocido algo que hemos venido planteando
con insistencia: que las víctimas son víctimas del conflicto, y que el
Estado es responsable por acción o por omisión. Estamos hablando de una
guerra, y todas las guerras son terribles. Aquí no hay quien esté sin
pecado para que tire la primera piedra. Por eso estamos planteando la
conformación convenida de una gran comisión de la responsabilidad
histórica. Hay algo de perfidia en la pretensión de atribuir a una sola
parte toda la responsabilidad. O todos en la cama o todos en el suelo.
Ya las Farc dijeron concretamente que aspiran a curules
asignadas en el Congreso, las asambleas departamentales y los concejos
municipales. ¿Cuál es la propuesta del grupo guerrillero en términos de
justicia con las víctimas de todos los lados?
Sí, hemos hecho pública esa aspiración y la decisión que tome el
Gobierno respecto a ella indicará su real compromiso con la terminación
del conflicto. Y respecto a la segunda pregunta, quiero recordar que la
confrontación colombiana no ha sido entre Belcebú y serafines
celestiales. Todos tenemos que responder, y la manera de hacerlo debe
convenirse en la mesa, y lo acordado rodearlo de legitimidad con el
visto bueno del constituyente primario.
Una comisión de víctimas de todos los grupos armados,
incluidas las Farc, iría a La Habana para contarles lo que esperan como
personas que han sufrido el conflicto. Algunas han insistido en que haya
un mínimo de cárcel...
Ese asunto aún no se ha definido en la mesa. Los partidos políticos y
algunos candidatos presidenciales también han expresado su interés en
ser escuchados.
En últimas, ¿qué tipo de marco legal quieren para cerrar el conflicto armado del que han hecho parte durante 50 años?
Creo que lo he explicado suficientemente. La responsabilidad pretende
endilgarse a una sola parte, a la que tuvo que alzarse en armas
haciendo uso de un derecho universal. Pero de manera deliberada y hasta
ingenua, no se habla de la responsabilidad de las élites en la
violencia, ni de la responsabilidad de los partidos tradicionales, los
empresarios que financiaron hasta las guerras sucias, ni de los
terratenientes que acumularon mediante la violencia. No se habla de los
cuerpos de inteligencia del Estado, ni de la Iglesia que también jugó su
papel atizando la guerra. Dónde está la responsabilidad de los que
acogieron la doctrina del “enemigo interno”, la guerra de baja
intensidad? Dónde la de los cerebros del paramilitarismo como estrategia
contrainsurgente del Estado? Dónde la responsabilidad de la potencia
del norte que ha adoctrinado y formado en escuelas, financiado y dotado
con armas letales a una de las partes en confrontación?. Y por ahí hay
otros como la gran prensa, que quisieran pasar de agache. A todos ellos
los han desaparecido, como por arte de magia, de la constelación de los
responsables. Debiera idearse un marco jurídico que los arrope con las
penas que piden para una sola de las partes. Teniendo en cuenta todos
estos aspectos, sería más fácil encontrar entre todos una solución que
sane las heridas o, al menos, deje un poquito de paz en el alma.
Ustedes pidieron una comisión independiente para revisar la
Memoria Histórica sobre el Conflicto que acaba de ser publicado. ¿Vieron
esa memoria insuficiente o la consideran parcializada?
Sí, la vemos insuficiente. Debemos ir a las causas, a las
responsabilidades. Esta guerra tiene un contexto histórico que no se
puede pasar por alto, de ahí nuestra propuesta de crear la gran comisión
que se ocupe de estudiar lo que produjo la de Memoria Histórica y la
complemente con otros datos de la responsabilidad histórica, que
consideramos necesarios para tener un panorama completo de la realidad.
Esa memoria, de hecho, sugirió al Gobierno dar el primer paso
y pedir perdón por las víctimas de agentes estatales. El presidente
Santos reconoció la culpa del Estado el día que defendió el Marco para
la Paz. ¿Acaso tampoco consideran este un paso importante?
Sí, es un paso importante, pero ese acto supremo no podemos reducirlo
a un espectáculo meramente mediático y sin ningún efecto tangible.
¿En medio de las diferencias con el Gobierno, qué tan optimistas son frente al éxito del proceso de paz?
Somos optimistas. Estimamos que nadie desconoce que en Colombia
debemos cambiar muchas cosas para darle una oportunidad histórica a la
paz con justicia social, la democracia verdadera y la soberanía
nacional. Mientras nos mantengamos como un país intervenido, ningún
acuerdo sirve para nada. Nadie quiere cambios para que todo siga igual.
Editora de EL TIEMPO
Twitter: @margogir
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