Rebelión. 30 de Julio 2013
Entrevista a los comandantes del Secretariado de las FARC en La Habana
“Somos optimistas: es el momento de buscar la paz”
Ni
en La Habana han dejado su costumbre de madrugar. “Nos levantamos a las
4h30 para despertar a los gallos para que canten”, me dice entre
sonrisas Ricardo Téllez, más conocido como “Rodrigo Granda”. Me han
citado a las 7am para entrevistar a tres miembros del Secretariado,
máxima instancia de dirección de las FARC. Ellos están al frente de los
diálogos que adelanta la organización insurgente con la delegación del
gobierno colombiano, en La Habana. A este gran salón de una casa de “El
Laguito”, donde residen (1), llegan también “Iván Márquez” y “Pablo
Catatumbo”. Granda enciende un cigarrillo y bebe la segunda taza de
café. Márquez tiene un gran tabaco cubano en la mano, que encenderá
“después del desayuno”. Catatumbo sorbe el café y me repite: “Si los
tres vamos a decir casi lo mismo, ¿para qué entrevistarme?”. Es la
primera vez que un periodista logra tener a estos tres dirigentes
guerrilleros juntos.
Hernando Calvo Ospina : Comandantes,
llevan siete meses dialogando, negociando con la comisión del gobierno
con miras a un proceso de paz. ¿Aún son optimistas?
Iván Márquez : El optimismo de las FARC lo da la
determinación de buscar una solución política a esta confrontación, que
ya se acerca a los cincuenta años. Como ellos no nos pueden derrotar
militarmente, ni nosotros a ellos, debemos buscar la alternativa. Además
las circunstancias, las realidades de hoy, tanto en Colombia como en el
continente, indican que es el momento de buscar una salida incruenta.
Las guerras no son eternas. Y en este plano hacemos todos los esfuerzos
que sean necesarios para llegar al entendimiento con el gobierno.
HCO : ¿Qué se siente al tener tan cerca al que se caracteriza como enemigo?
IM : Aunque estamos sentados en la misma mesa dos
grupos con visiones muy encontradas, casi antagónicas, ahí tenemos que
tolerarnos para entendernos. En una mesa de negociaciones se debe
observar un respeto por la contraparte, y creo que eso se hace
recíprocamente. Existen momentos con discusiones álgidas, fuertes, pero
muy pronto las cosas vuelven a su nivel pues sabemos que debemos llegar a
entendimientos.
HCO : Las negociaciones en la guerra se bailan entre dos contrincantes. A mí me parece que más emotividad le ponen ustedes.
IM : Tiene razón. En el gobierno siempre ha existido
la tendencia a buscar el sometimiento de la guerrilla como sinónimo de
paz, y no la paz a través de cambios estructurales. Se quiere una paz
gratis para las oligarquías. Nosotros estamos haciendo grandes esfuerzos
para hacer entender que se necesita generar una atmósfera para la paz, y
que ella se puede lograr a través de transformaciones institucionales y
políticas. Nosotros estamos seguros de que lo más importante para
Colombia es garantizar una democracia real donde el soberano, que es el
pueblo, determine las políticas estratégicas; donde la opinión de la
gente sea tenida en cuenta sin que se le estigmatice y asesine.
HCO: Quizás me equivoque, pero me parece que en varios momentos el presidente Juan Manuel Santos se ha querido echar para atrás.
Rodrigo Granda : No creo que se eche para atrás,
pero sí parece acobardado. Es como si le tuviera miedo al ex presidente
Álvaro Uribe, a los ganaderos, al poder narco-paramilitar y al sector
cavernario en las Fuerzas Armadas. Santos se acobarda a pesar de tener
el apoyo de un sector importante de los industriales, de los banqueros y
las Iglesias. Por ejemplo, según informes que manejamos, Sarmiento
Angulo, uno de los hombres más poderosos de Colombia, está con el
proceso de diálogo (2). Las encuestas dicen que el 87% de colombianos
también desea la paz. La correlación de fuerzas a favor de la paz es
indiscutible. Fuera del uribismo nadie más habla de guerra. Pero parece
que Santos no quiere enfrentar a esos sectores liderados por Uribe,
entonces se envalentona con nosotros militarmente, y asume posiciones
intransigentes que no permiten el correcto desenvolvimiento de los
diálogos.
Sabemos que Uribe tiene preparados 13 mil paramilitares, que se
conocen extraoficialmente como el “ejército anti restitución de
tierras”. ¿Es que las Fuerzas Armadas y Santos no lo saben? ¡Claro que
sí! ¿Es a eso que le teme Santos? ¿O es que él lo asume como parte de
una posible maniobra contra nosotros?
HCO: Es claro que Uribe intenta torpedear las negociaciones. ¿Será que quiere volver a la presidencia?
RG : Y lo desea para blindarse, porque tiene temor
de ser enviado a Miami por narcotráfico; o a la Corte Penal
Internacional de La haya por crímenes de Lesa Humanidad. A él le
conviene que las negociaciones fracasen para presentarse ante el país
como la solución. Aunque el “problema” de la guerrilla no lo resolvió en
ocho años de gobierno.
Pablo Catatumbo : De todas maneras Santos y Uribe
tienen la misma idea de las negociaciones: un proceso de paz por
sometimiento. Están ciegos, sordos y bien errados, aunque se creen muy
inteligentes. Y es ahí donde nosotros debemos seguir con sabiduría para
demostrarles que están bien equivocados, y que así la guerra seguirá.
HCO: Por las
declaraciones que han dado, más documentos que he leído, ustedes están
pidiendo reformas en las instituciones estatales y la modernización del
mismo Estado, lo que puede ser contradictorio para una guerrilla
comunista, marxista-leninista.
IM: En la mesa no estamos planteando cambios
radicales a las estructuras políticas ni económicas del Estado. Ahí no
se habla de socialismo ni de comunismo. Lo que buscamos es generar
condiciones para llegar a un entendimiento con el gobierno. Un espacio
donde encontremos las distintas visiones. Sabemos que por eso algunas
organizaciones de izquierda, no sólo colombianas, ya dicen que nos
volvimos una guerrilla reformista.
Hemos hecho propuesta mínimas, como las cien del sistema agrario, que
como usted bien dice no son otra cosa que un proyecto de modernización
del campo colombiano, pero es que allá estamos viviendo todavía en el
feudalismo. Imagine que aún así encontramos resistencias del gobierno.
HCO : ¿Qué se ha firmado hasta ahora entre las partes?
RG : Aquí se han firmado algunas cosas, pero no son
firmas definitivas porque nada está acordado hasta que todo esté
acordado. Existen puntos en los que no logramos ponernos de acuerdo, y
los dejamos para volverlos a discutir más adelante. De lo contrario no
se avanza.
HCO: Diálogos en La Habana, y fuertes confrontaciones militares en Colombia…
RG : Es el gobierno quien no quiere un cese al fuego, por tanto el hecho de dialogar bajo fuego rige para las dos partes.
Nosotros sostenemos fuertes combates diarios, a un promedio de tres
por día. Hemos hecho grandes acciones de carácter militar que ellos
esconden a la nación. Ahora, ambas partes hemos decidido que todo lo que
pase por fuera de la mesa no se debe reflejar ahí.
Nosotros hemos dado muestras de voluntad, como fue la tregua
unilateral por navidad, aunque tuvimos que defendernos de las agresiones
del ejército. Y lo que también se ha escondido es que en ese mismo
lapso de tiempo las transnacionales pudieron aumentar sus ganancias,
pues no tuvieron nuestra presión. Por eso es que uno de los motivos
esenciales de acabar con las guerrillas, y como sea, es para que las
transnacionales puedan robar lo que quieran con absoluta tranquilidad.
HCO : ¿Cuál es, hasta el momento, la principal intransigencia del gobierno en las negociaciones?
IM : Sin lugar a dudas es la determinación de no
tocar la propiedad del latifundio, cuya mayor parte ha sido amasada a
través del despojo violento. Eso le produce temor. Sus representantes,
en los intercambios con nosotros, nos han dicho que se podrían “desatar
los demonios del paramilitarismo”. Les tienen miedo a los ganaderos y
latifundistas, a tocarles un tercio de los 30 millones de hectáreas que
poseen, aunque ni vacas las transitan.
Pero una reforma agraria sin tocar la gran propiedad no es reforma. A
la propiedad de la tierra hay que ponerle límites. El gobierno ni
siquiera ha pensado en poner una tributación como forma de castigo para
disuadir la tenencia de tierras improductivas. Cuando hemos propuesto
gravar esas grandes propiedades, el gobierno responde que no hay censo
confiable, pues no se sabe dónde están ni su extensión. Entonces sugiere
que debe darse primero un catastro, el cual puede demorarse de 7 a 10
años. Lo que no dicen es que durante este tiempo los latifundistas
pueden arrendar o vender esas tierras a las transnacionales, que es la
estrategia en camino.
HCO : Si el gobierno colombiano se
decidió a negociar con las FARC fue porque Washington estuvo de acuerdo.
Ustedes saben que no es una exageración mía . ¿Cuál es la actitud política actualmente?
IM: Recientemente 62 congresistas de Estados Unidos,
entre ellos dos republicanos, encabezados por Jim McGovern,
suscribieron una carta de apoyo a los diálogos. Esta misiva fue enviada
al secretario de Estado John Kerry. Este gesto altruista lo hemos
saludado. Pero también la Casa Blanca y el Departamento de Estado han
expresado su respaldo.
Claro, allá también existen sus divisiones de intereses pues el
conflicto colombiano genera dinero. Las poderosas empresas constructoras
de armamento no quieren dejar perder ese negocio.
HCO : Ustedes están decididos a dejar la
lucha armada. ¿Qué tiene que ofrecerles el gobierno para que ello se
logre? Y ustedes, ¿en qué se transformarían?
RG : El presidente Santos, durante el carteo inicial
que tuvo con nosotros, nos dijo que deseaba abrir las compuertas a una
democracia real en el país. Eso nos llamó la atención, porque nosotros
nunca hemos dicho que la lucha armada sea el único camino para cambiar
al país. Nos levantamos en armas, y seguimos con ellas, porque con
violencia han cerrado las puertas a la participación política.
Es que si se abre la posibilidad de hacer política legal, sin la
amenaza permanente del asesinato, en igualdad de condiciones y se hacen
unas reformas políticas que puedan enrumbar al país hacia la democracia
participativa, nos apuntamos. Porque se podría crear una correlación de
fuerzas favorable al movimiento revolucionario, que encaminen las
transformaciones radicales necesarias. Nosotros aceptamos ese reto.
PC : Se necesita construir un movimiento de masas
fuerte que imponga los cambios, pues el establecimiento no regala. Esa
es una tarea de nosotros, los militantes de izquierda y los demócratas.
La sabiduría está en armar un bloque de poder que aglutine a todos los
que estamos por una nueva Colombia. Ese es el reto, y no es pequeño.
Pero mire usted, mientras hablamos de ello en la mesa de
negociaciones sigue la represión por todo el país. El gobierno no ha
variado un ápice en cuanto al tratamiento de la protesta social: la
estigmatiza, asociándola con las guerrillas para poderla criminalizar y
arremeter a tiros. Y si existe algo que tenemos muy en claro es que no
estamos dispuestos a repetir la experiencia de la Unión Patriótica,
donde asesinaron a casi 4 mil militantes y dirigentes (3).
La historia, cuando no se manipula, no miente: los violentos han sido
ellos. Cuando a los enviados del gobierno en estas negociaciones se la
recordamos nos dicen que no están ahí para saber de eso. ¿Por qué? ¿De
qué les da temor o vergüenza? Si no se conoce la historia de violencia
política en Colombia, ¿cómo vamos a saber el por qué llegamos a la
situación actual y cómo resolverla?
IM : Hay tres puntos en la agenda a tratar:
garantías para ejercer la actividad política, la participación política y
el cese al fuego bilateral y definitivo. En este último se hablará de
la dejación de armas y en qué condiciones. Pero entiéndase bien: no es
entrega de armas. No podemos extendernos ahora en estos puntos hasta que
no se discutan en la mesa, y serán de los últimos en la agenda.
HCO : ¿Y qué va a suceder con el paramilitarismo?
IM : Tiene que erradicarse de manera definitiva,
porque sin ello no habría ninguna certeza para una organización
insurgente que se incorpore a la vida política legal. Esa es una
condición insalvable para poder llegar a un acuerdo de paz. Y es el
gobierno quien tiene que dar la orden a sus generales de detener esa
estrategia contrainsurgente del estado.
HCO : ¿Ustedes están decididos a pedir perdón por la parte de sufrimiento que han causado en esta guerra?
PC : Hemos cometido errores, algunos graves, es
cierto. Pero diga lo que diga la propaganda, la agresión a la población
no ha sido una estrategia de las FARC. Al contrario, la hemos defendido
del ejército y sus paramilitares, principalmente en el campo.
Yo no tengo problema en decirle a una señora, a una familia: “siento
el dolor que le hemos producido con la muerte de su ser querido.” Pero
esto es mucho más complejo. ¿Hay que pedir perdón? Muy bien. Entonces
que se sienten con nosotros los gremios económicos que han financiado la
guerra y a los paramilitares; que vengan todas las instituciones del
Estado, pues ellas están encuadradas para la represión y la impunidad;
también los grandes medios de comunicación, porque reprodujeron las
estigmatizaciones de los organismos de seguridad que antecedieron a los
asesinatos y masacres; los partidos políticos de derecha también deben
sentarse y presentar sus grandes responsabilidades; los ex presidentes
de la república que dieron las ordenes. ¡Es que ni la Iglesia católica
puede eludir sus culpas! Y no pueden quedarse por fuera de ese acto de
responsabilidades los gobiernos de Estados Unidos, Israel, ciertos
países de Europa y los demás que han apoyado a los distintos gobiernos
criminales de Colombia. Sentados todos, sí podemos ver quiénes han sido
los terroristas y asesinos del pueblo.
HCO : Ustedes señalan, y con razón, al
gobierno, sus Fuerzas Armadas y a los grandes medios de comunicación
como responsables de la guerra sicológica y de propaganda contra la
insurgencia. Pero creo que un importante sector de la llamada
intelectualidad se ha ensañado contra la lucha armada que hasta ayer
apoyaban.
PC: La mayoría de intelectuales en Colombia, y
seguramente en el mundo, sufren de cobardía, de acomodamiento o ambos.
Casi todos se dejaron meter por el sistema en la matriz de la mentira, y
los utilizan para “teorizar”, crear y repetir falsedades. Muchos se la
pasan haciendo discursos contra la manipulación de los medios, pero
cuando el sistema arranca en campaña contra un objetivo, ellos empiezan
como los loros.
En el caso colombiano, el sistema les metió a la cabeza que las
guerrillas somos culpables de todo. A pesar de que muchos de ellos se
creían, o se creen, de izquierda, corearon que somos responsables de la
violencia, el narcotráfico, el secuestro, la pobreza, del alza de la
gasolina y de los plátanos. Le aseguro que si mañana los pájaros dejan
de cantar, esos “intelectuales” repetirán lo que diga el gobierno y sus
medios: la guerrilla es culpable. Han caído en tal pobreza investigativa
y de raciocinio tal que sus análisis y teorías no soportan el mínimo
debate, por lo menos con nosotros. Bueno, ellos piensan que si debaten
con nosotros después los matamos. Ni siquiera son capaces de caer en
cuenta que si fuera así, en Colombia ya quedarían poquísimos
“intelectuales”. El cerebro no les da para observar que quienes guardan
su independencia intelectual y política, son a los que el gobierno
señala de ser amigos o cómplices de la subversión.
HCO : Debo reconocer, y ya es para
terminar, que no soy muy optimista con estos diálogos. Yo creo que
Colombia y los colombianos se merecen una paz con justicia social, pero
conozco al Estado colombiano, conozco a Estados Unidos que es su sostén y
quien al final decide. Ojalá que esa larga noche que impuso el
terrorismo de Estado se detenga y por fin amanezca. Lo deseo de todo
corazón.
PC : Mire, las condiciones políticas en América
Latina han cambiado. ¿Quién se iba a imaginar lo que pasó en Venezuela y
Bolivia con la llegada de Chávez y Evo? ¿Quién iba a imaginar que
llegarían otros gobiernos en América Latina para exigirle a Estados
Unidos el respeto a la soberanía? Existen cosas impredecibles, como fue
el fin de la Unión Soviética.
En Colombia existe un acumulado de hambre, exclusión, injusticias y
represión. Llega un momento en que la gente no aguanta más. Existe un
acumulado de procesos larvados que pueden saltar en cualquier momento.
Existe una ebullición que podría estallar mañana mismo.
Además la problemática colombiana no es una isla. Los países vecinos
están presionando al gobierno porque ya están cansados de que el
conflicto les afecte. Venezuela tiene unos 4 millones de desplazados;
Ecuador casi dos millones. Creemos que existen de 13 a 15 millones de
colombianos en los países limítrofes, o sea, la tercera parte de la
población colombiana. Y estos países deben darle vivienda, alimentación y
salud. ¿Hasta cuándo? A ello súmele los gastos para resguardar las
fronteras. ¡Todo porque el Estado colombiano insiste en no negociar un
conflicto que no va a ganar! Nosotros les hemos pedido a los
representantes de esas naciones que le exijan al colombiano que haga la
paz para que regresen los compatriotas.
Somos optimistas. Los revolucionarios debemos de ser optimistas,
hasta en las peores situaciones. Y nosotros creemos que la paz llegará a
Colombia porque la merecemos. La otra perspectiva es la guerra total.
Por eso digo que es el momento, aunque no es fácil. Este proceso de paz
es demasiado complejo, pero creemos que es posible. Insistimos en luchar
por la paz, y por eso no vamos a cruzarnos de brazos.
Yo sí tengo esperanzas, a pesar de que al poder y a la oligarquía
colombiana les hace falta grandeza y humildad para empezar a solucionar
este conflicto.
NOTAS:
-
Como “El Laguito” se conoce un conjunto residencial en La Habana. Sus
casas, casi todas de dos plantas, están separadas por arboles y
jardines. En el centro hay un pequeño lago. Desde noviembre 2012, en
este sereno entorno se alojan las delegaciones de las FARC y del
gobierno colombiano.
-
Según la revista Forbes (edición 2012) Luis Carlos Sarmiento Angulo figura como el primer multimillonario de Colombia, y ocuparía el puesto 64 en el mundo.
-
La Unión Patriótica nació en 1985, como resultado de los diálogos
entre el gobierno de Belisario Betancur y las FARC. Según dictaminó la
justicia colombiana, contra ella existió un “genocidio político".
(*) Hernando Calvo Ospina es periodista y escritor colombiano, residente en Francia y colaborador de Le Monde Diplomatique. Su página web: http://hcalvospina.free.fr/
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