Todelar. Miercoles 22 Mayo 2013.
Mientras otros diez concejales hacen cola para ir a la cárcel
(favorecidos por una fiscalía lenta, que de manera inexplicable demora
las decisiones), Hipolítico Moreno aceptó los primeros cargos,
seguramente para agilizar un camino que desde hace meses consideraba
inevitable.
Por eso no se lanzó al concejo, por eso dijo marginarse de la
política, aunque siguió manipulando dentro y fuera del concejo y la
administración de Bogotá.
Desde hace más de dos décadas lo he visto desenvolverse en la
política de la ciudad. En 2008 publiqué un perfil suyo y de todos los
concejales de la época, la mitad bribones, pero ninguno tan hábil como
él.
Tanto que el entonces alcalde Samuel Moreno, componedor diplomático y
sagaz, que siempre eludía el choque frontal, hizo saber –sin asumirlo
abiertamente- que no quería que Hipólito fuera presidente del Concejo.
Si bien era obligatorio entregarle el cargo a un uribista, prefería que
fuera uno menos mañoso (parece que se conocían a fondo).
Pero Hipólito se impuso al otro Moreno, para corroborar lo que
siempre han dicho de él: que Maquiavelo es un pobre diablo –si se le
compara- y que además de astuto y marrullero. El rey de la intriga y la
maldad personificada.
Varios políticos consultados sobre Hipolítico me dijeron:
¡Es un jodido!
Es el único colombiano que en 50 años ocupó la presidencia del
concejo capitalino en dos oportunidades. Dedicado por completo a la
política y también, por los hechos conocidos, al saqueo de la ciudad.
Impuso a su hermana –Araminta- Representante a la Cámara, sin apoyo
de ningún congresista (no la mantuvo porque ella se enfermó). Es dueño
de su propio movimiento y de sus votos.
Le pregunté sobre el porqué tan reiterados ataques del periódico El Tiempo y consideró que “por cuestiones elitistas”.
-“A mí me atacan por negro, por flaco, por feo, por provinciano,
porque triunfo, porque gano, porque no soy pobre, porque no soy rico. No
quiero dármelas de ingenuo, pero todos los días me pregunto porqué El
Tiempo no me quiere. Debe ser porque no me gustan los toros, tampoco la
hípica, porque no voy a clubes, porque no tengo apellidos”.
Y hasta tenía discurso para declararse víctima:
-“No hay cosa más odiosa que la concentración y ésta se ha venido
tomando a Colombia. Yo represento a quienes pedimos espacio, a quienes
nos sentimos excluidos, a quienes nos vemos limitados.
-¿Qué soy clientelista?. -¿Y cómo puede sobrevivir un concejal clientelista sin un alcalde también clientelista?.
Hipólito Moreno, desvengozado, me dio estas declaraciones:
-Si El Tiempo me ayudara, la Alcaldía de Bogotá sería para mí un buen destino.
-No soy ni rico ni pobre. Me gasto la plata en buenos vestidos y
finas corbatas. Tengo un local comercial. No tengo dinero guardado ni
escondido.
-Me siento orgulloso de mí mismo. El éxito alcanzado es un sacrificio personal.
-Mockus es un soñador. Peñalosa un visionario.
-Lucho Garzón, un buen populista, que se ganó el cariño del
establecimiento. Era y sigue siendo un consentido de la oligarquía,
conciliador de cuanto proceso sindical ha habido en el país. No apareció
de la exclusión.
-Uribe es una enfermedad para los colombianos, contagiosa.
-Es bueno ser amigo del Alcalde, pero no es bueno perder la independencia.
Nunca se le conoció novia, a sus cincuenta y tantos años. No tiene
hijos. No pertenece a clubes, no parrandea, no juega tenis, golf, fútbol
o parqués. ¡Nada!. Dice que no conoce tabernas ni discotecas.
-No armo desórdenes ni orgías. Tengo una vida aburrida. Entre un
coctel e irme para la casa, prefiero lo segundo. Mi matrimonio es con la
política.
Se hacen muchos chistes sobre su sexualidad, que Hipólito toma con calma.
Dicen que no es de Purificación, Tolima, como asegura. Sino mariquiteño, de Mariquita.
-De serlo, no lo escondería, pero tampoco lo promocionaría. Prefiero
ser un político soltero y no un político 20 veces divorciado. Me gusta
la soledad, la disfruto. Llevo una vida tranquila. Soy padre de todos
mis sobrinos, que son mi orgullo.
-¿Homosexual?
-Esto es como el sida. Nadie puede decir lo contrario, hasta que no se demuestre.
Hipólito Moreno, hasta hace poco figura de la política bogotana y
nacional, pasará a la cárcel en las suguientes horas. Para algunos iba
demasiado rápido este obrero de la construcción, en su juventud.
Después de pegar ladrillo, en sus inicios, montó la panadería
“Pipo-Pan”, en el barrio San Fernando. Antes de graduarse como
periodista en INPAHU, lo nombraron Alcalde Local de San Cristóbal, donde
comenzó a hacer su primer gran capital politico y económico. Después se
doctoró en la gerencia de la Caja de Vivienda Popular y la gerencia del
Fondo de Ahorro y Vivienda del Distrito.
Dicen que en sus casi 30 años de vida pública logró amasar una formidable fortuna, no propiamente con los sueldos.
Como los sicarios de Fernando Vallejo, Hipólito Moreno se confiesa
devoto de la Vírgen (es mariano) y dice haber tenido encuentros
personales con Ella.
En la cárcel, donde será confinado por decisión de un juez, será la
avanzada de una veintena de políticos que se robaron a Bogotá en la
Alcaldía de Samuel Moreno Rojas, en desarrollo del llamado carrusel de
la contratación. Hipólito no era nuevo en la materia.