Martes 11 de Junio 2013
Queremos reiterar que este proceso de paz no es un
proceso de sometimiento. En La Habana lo que se ha venido dando es el encuentro
de dos partes que se han combatido durante décadas y que han comprendido que la
salida al conflicto social armado interno, no puede ser otra que la del
diálogo, buscando conciliar temas de interés político, económico y social, y
con ello, el bien de la nación entera que entiende que la desigualdad y la
pobreza ha sido la razón de tanta sangre derramada en nuestro suelo. Somos
conscientes que estamos dialogando con un régimen opresivo e injusto, pero el
sagrado propósito de la paz reclama magnanimidad y mucha comprensión.
Para nadie es un secreto que la mayoría del pueblo
colombiano recibió con alegría y optimismo, los avances parciales logrados
respecto al sensible tema de la transformación rural, que incluye un asunto tan
crucial como el acceso y uso de la tierra. Es evidente que las mayorías
reclaman el fin del latifundio y el freno inmediato a la extranjerización de la
tierra y a la desnacionalización de la economía. ¿Por qué entonces no se
protege lo alcanzado y se asegura un camino expedito hacia la culminación
exitosa de lo iniciado?
El país sabe que hemos luchado durante décadas por
ideales que han sido expuestos en la mesa, y que sin duda, han sido reconocidos
con satisfacción plena por enormes sectores de opinión. Más si de lo que se
trata es de producir hechos para llevarnos nuevamente a la guerra sin cuartel,
¿por qué no confesarlo de una vez?
Lo cierto es que hoy, como lo hemos manifestado
reiteradamente, sin olvidar el contexto histórico, nuestra meta es la paz con
justicia social. De allí que insistamos en que, como lo indicamos en nuestro
pronunciamiento del viernes, “tenemos que defender este proceso de paz, esta
esperanza. Todos resueltamente: gobierno, guerrilla de las FARC y las
organizaciones sociales y políticas del país, debemos sumar voluntades para
alcanzar, luego de décadas de confrontación bélica, la anhelada
reconciliación…”.
Insistimos, en que nos preocupa ese molesto
chasquido del látigo del tiempo y de los ritmos en manos del gobierno que está
fastidiando el diálogo y la construcción del acuerdo. Igualmente somos
conscientes de que la progresión de un acuerdo tan trascendental no puede ser
interferida por los tiempos electorales y los plazos legislativos.
Es inquietante que los afanes legislativos
electorales puedan maltratar, marchitar o aniquilar para siempre las esperanzas
de reconciliación. Nuestra reflexión es en torno a situaciones que, de no ser
atendidas con inteligencia y decisión, harán saltar en mil pedazos lo alcanzado
hasta la fecha, y harán imposible la culminación del recorrido que aún falta
para lograr el propósito superior de la paz para todos: para los colombianos en
general, para los combatientes de ambos lados (alzados en armas y fuerza
pública); con reconciliación, y garantías para quienes han perdido la libertad
por motivo de hechos sucedidos por razones de la guerra política-social
interna. Necesario es tener en cuenta la reparación integral para las víctimas
del conflicto generado por el Estado.
Abramos un debate nacional sobre la urgencia y
conveniencia de aplazar el calendario electoral por un año. Nos referimos al
aplazamiento durante dicho término de las elecciones de concejales y alcaldes
de todo el país; de diputados y gobernadores; de representantes a la Cámara, de
senadores y Presidente de la República.
Consideramos que hay que anteponer el interés
colectivo de la paz a cualquier otra circunstancia que enrarezca el fin que nos
ha convocado en La Habana. La fórmula para lograr lo que se propone está en la
Constitución y al alcance de todos, y es quizá uno de los pocos aspectos que
avalamos. Se encuentra en el artículo 376 de la Carta, y es la Constituyente.
Por más de treinta años las FARC han esperado la
convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente para encontrar una
verdadera solución al conflicto con la decisiva participación del pueblo. Está
consagrada esta aspiración en nuestros documentos y en pronunciamientos
efectuados por nuestros comandantes Jacobo Arenas y Alfonso Cano. Pretendimos
hacer parte de la Constituyente del 91 y se nos impidió. Lo manifestamos en los
diálogos de Caracas y se nos desconoció el derecho. Hoy vemos que es la
solución a males que aquejan a la sociedad en su conjunto.
Un acto constituyente permite aplazar las
elecciones. Proponemos un año de aplazamiento sin reelección presidencial. Como
temas adicionales de la Constituyente se incluiría, además de lo que se acuerde
en La Habana, para ser debatidos a fondo y democráticamente en dicho escenario,
aquellos que garanticen la seguridad jurídica para todos los que han sido
combatientes, la segunda instancia para los congresistas; la eliminación de
inhabilidades por única vez para senadores y representantes que aspiraren a ser
candidatos a alcaldías, gobernaciones y Presidencia de la República; la reforma
a la justicia, incluyendo la tesis de señor Fiscal de desvincular el Ministerio
Público de la jurisdicción penal; el reordenamiento territorial de la Nación
que, por ejemplo, permita la creación con claridad y eficacia de las regiones;
la inclusión de los territorios de paz y otras entidades territoriales; el
reordenamiento de la descentralización administrativa y fiscal; derechos de la
oposición como el de réplica y otros; la inclusión del mandato que haga obligatorio
el desarrollo de normas constitucionales; y normas transitorias que conviertan
en realidad las diversas políticas de postconflicto, la creación de una
autentica Comisión de la Verdad de la Historia, y los mecanismos que den cabida
a una plena identificación de las víctimas del conflicto y su consecuente
reparación.
Se entiende que se trata de fundar un verdadero
Estado Social de Derecho.
La temática tendría que ser enriquecida con
iniciativas de las partes en conflicto, priorizando las reivindicaciones de las
mayorías nacionales y las valiosas propuestas de la sociedad.
Lo que reiteramos, es que creemos en la paz, que
estamos comprometidos con ella, y por lo tanto con toda la sociedad colombiana,
que, por lo demás, no puede seguir padeciendo indefinidamente los estragos de
la confrontación armada.
Invitamos a todos y cada uno de los congresistas a
que nos escuchen de manera serena sobre lo que acá se propone. A las directivas
de todos los partidos y movimientos políticos: el Partido Liberal, el Partido
Conservador, el Partido Comunista, el Partido de la U, el Partido Cambio
Radical, el Partido Verde, la Marcha Patriótica, el Congreso de los Pueblos, la
Ruta Social Común por la Paz, el Polo Democrático Alternativo, el Movimiento
Independiente MIRA, el Movimiento Autoridades Indígenas de Colombia AICO y al
movimiento Alianza Social Independiente ASI y el Partido de Integración
Nacional PIN; a las organizaciones afro-colombianas, a las mujeres, a los
jurisconsultos del país, a los gremios, a los sindicatos, trabajadores y
campesinos, a la población LGTBI, a los profesionales de Colombia, y a las
generaciones que se vienen formando en todas las escalas de la educación formal
e informal y en general, a la juventud colombiana. Les pedimos que estén atentos
a la fórmula que queremos plantearle a los congresistas, y partidos y
movimientos de nuestra patria, a fin de darle una pronta y adecuada salida a
los diálogos iniciados en La Habana, con progreso y justicia social. Todo sin
menoscabo de los comisionados oficiales del gobierno que han debatido y
aceptado lo que hasta la fecha se ha logrado.
No permitamos que se hunda lo ya construido y que
se impida construir aún más para así lograr un país mejor para bien de todos y
con paz permanente y definitiva.
Convocamos el interés colectivo para transitar
conjuntamente el camino que nos queda. ¿Para qué correr el riesgo de que los
cantos de cisne de quienes quieren la guerra terminen aniquilando la última
esperanza de paz en Colombia?
Nuestro deseo de paz con justicia social no es de
ahora. Lo expresaron en vida nuestros comandantes Manuel Marulanda Vélez y
Jacobo Arenas. También lo demostró con hechos el comandante Alfonso Cano, antes
de ser vilmente asesinado tras aprobar las conversaciones que hoy adelantamos
en La Habana.
DELEGACIÓN DE PAZ DE LAS FARC-EP