Julio 14 de 2013.
Diana Grajales y el comandante Andrés París, en La Habana
Entrevista con la delegación de Paz de las FARC-EP en La Habana. “Lo de
la Unión Patriótica puede repetirse. Los muertos nunca han disuadido la
burguesía colombiana.”
“A ella le da pena enseñarte sus heridas de combate, ¡enséñaselas!”.
La joven colombiana me desvela, debajo de su elegante chal azul,
impresionantes cicatrices que traducen la intensidad de una guerra que
aún no ha terminado.
Sentados en el vestíbulo del hotel Habana Libre de la Habana, Andrés
París, figura histórica de la guerrilla, y Diana Grajales, joven
combatiente insurgente, intercambian conmigo sus puntos de vista sobre
las perspectivas acerca de las discusiones llevadas con el gobierno de
Colombia. Divididas en varios puntos, estas tienen como temática
principal en estos momentos la cuestión de la participación política del
movimiento armado. ”La participación nuestra en política no es la mera
participación en cargos burocráticos parlamentarios, que es a lo que nos
quieren conducir; primero con un afán de endulzarnos el oído, de
inflamar los egos, con el propósito que caigamos en otra emboscada. Este
concepto encierra la idea de que la guerrilla no hace política.
Nosotros, las FARC, hacemos política desde que nacimos, hacemos política
con las armas, lo que se trata de discutir es como hacer política pero
sin el uso de las armas” explica Andrés París [1].
Como una advertencia añade ”No vamos a ser cooptados por el régimen,
no vamos a apoyar a las clases dominantes y sus partidos, no vamos a
desintegrarnos para fortalecer propuestas burguesas que están dominando
hoy la vida política nacional, como lo hicieron algunos sectores de las
guerrillas anteriores que se desmovilizaron”[2]. La estructura del grupo
armado es el reflejo de lo que es, es decir ”un partido en armas”, como
lo subraya Diana Grajales [3]. Volviendo a sus primeros años en
contacto con la guerrilla, la joven me explica su iniciación ideológica
al marxismo, al leninismo, a la dialéctica y al bolivarismo. ”La
escuadra es la unidad más pequeña en el seno de la organización, está
compuesta por 12 guerrilleros, y cada ‘escuadra’ es a la vez célula
política!”. Fusionado a la estructura del grupo armado, el partido
comunista colombiano clandestino (PC3) y las FARC son una unidad,
respuesta a la ruptura orgánica oficial de la guerrilla con el histórico
partido comunista colombiano en la década de los 90. Semanalmente cada
estructura de base de la guerrilla realiza una reunión política de
partido. Ahí se aplica, como lo predisponen los principios leninistas,
el debate abierto y libre entre militantes/guerrilleros así como la
crítica y autocrítica. ”Esas reuniones para nosotros son vitales”
subraya la joven combatiente.
Jaime Nevado es un guerrillero con una larga experiencia. Barba gris y
gafas, el hombre sabe alzar la voz cuando quiere resaltar sus palabras.
”El guerrillero que no es comunista no es un guerrillero” afirma [4].
Amante del teatro, se une a la insurgencia en la década de los años 80,
en la cual sigue practicando y transmitiendo su arte. Cuando le pregunto
su opinión acerca de los diálogos con Bogotá me contesta: ”Estamos
sentados en la mesa para democratizar el país.
No vamos a entregar las
armas, si quieren quitárnoslas que vengan y que nos las quiten. No han
podido quitárnosla, entonces ¿cómo es eso de que las vamos a entregar?
Es como si les dijéramos a ellos ”¡entréguenos el Estado!”. Nosotros no
hemos podido tomarlo, entonces ¿cómo nos lo van a entregar? Estamos
iguales, somos dos ejércitos que no se han podido derrotar. ¡Ah! ¿Qué
nos han hecho daño? Sí, pero nosotros también les hemos causado daño
¿Por qué las transnacionales están presionando a Santos para sentarse
con nosotros en la mesa de negociación? Porque ellas quieren invertir en
Colombia y la piedra en el zapato somos nosotros (…) El problema hoy en
día son los «no» del gobierno. Se les dice «el campesino necesita
tierra» ellos dicen «No, esto no es negociable», «el campesino necesita
una reforma agraria». «No, esto no es negociable», «el campesino
necesita una zona de reserva y bla, bla, bla…” «No, esto no es
negociable». Ahora, estamos hablando de la participación política,
nosotros decimos que lo que hay que hacer para garantizar esos acuerdos,
es una Asamblea Constituyente. El gobierno responde: «¡No, esto no es
negociable!”.
Sin embargo el régimen colombiano puede ser flexible como lo precisa
Andrés Paris: ”El gobierno había rechazado varias propuestas que le
habíamos hecho, pero fue gradualmente diseñando fórmulas que permitieron
avanzar, y es previsible que frente a la asamblea constituyente también
modifique su postura. En la etapa secreta de los diálogos ellos querían
que las conversaciones permanecieran todo el tiempo secretas, nosotros
exigimos una apertura de la mesa. Cedieron y ahora nos encontramos en la
etapa pública, cosa que no estimaban al comienzo de estos diálogos. Al
principio se negaron a cualquier forma de ratificación de los acuerdos y
ahora Santos habla de un referéndum. Nosotros queremos precisar que la
Asamblea Nacional Constituyente es un mecanismo que se utilizará al
final, cuando todos los acuerdos sean obtenidos (…). Todo esto te lo
digo para que puedas ver que el gobierno ya ha modificado sus posiciones
y que es deseable que también lo haga con respecto a su posición
inicial de decirle “no” a la Asamblea Constituyente”.
Enriquecidas por cerca de 50 años de experiencia en la lucha, las
FARC saben que los acuerdos de paz con el estado colombiano no podrán
ser válidos sin que se establezcan garantías sólidas. El fantasma del
proyecto de la Unión Patriótica sigue siendo la brújula inevitable para
quien quiera llevar a cabo un cese al fuego. La embestida sufrida por la
izquierda en esa época (y que se prosigue actualmente) cimentó la
certeza, en el movimiento armado, de que en el país no existen
condiciones políticas suficientes como para abandonar la lucha armada.
”Hoy en día, después de 30 años, puedo decir que soy un sobreviviente de
una generación de líderes cuya mayoría fueron asesinados. La lucha
guerrillera, siendo aparentemente más peligrosa, le puedo decir que los
que ingresamos a las FARC estamos vivos mientras que los que continuaron
en el ejercicio de la política fueron asesinados” explica Andrés Paris.
Frente a las incesantes exigencias de capitulación formuladas por
Bogotá, aquel contesta ”¿para qué? El primer acto sería: la
desmovilización y la entrega de armas. Segundo acto: salida de un grupo
de guerrilleros a la plaza pública. Y tercer acto: asistir al entierro
de esos líderes”. Dibujando apenas un sonrisa añade ”Entonces cuando
llegue el momento de decir ‘¿Quién sale por las FARC?’ yo digo: Que
salga Diana primero, ¡adelante!”. La joven compañera le responde con una
sonrisa cómplice.
Es evidente que el reto principal de las conversaciones de paz
realizadas en La Habana reside en el seguimiento de éstos cuando
concluyan. Ariel Ávila Martínez, miembro del Observatorio del conflicto
Nuevo Arco Iris me exponía su inquietud en una entrevista en enero de
2013, acerca de las garantías que podría dar el régimen: ”A las FARC no
se les puede asesinar otra vez, hay que dejarlas participar en la vida
política. Después le puedes exigir 60 años de cárcel a Timochenko [5].
después de haber pasado 40 años de su vida en el monte. Hay que
encontrar una combinación jurídica. Pero sobre todo hay que protegerles
la vida. Sabes que los más grandes asesinos de la izquierda en Colombia
han sido los paramilitares instigados por la clase política tradicional.
Entonces yo me hago una pregunta, si en un municipio narco un
comandante de las FARC se lanza en política… ¿será que el alcalde lo va a
dejar? ¿O se va a aliar con narcos para matarlo?”. [6].
El problema paramilitar es uno de los puntos esenciales a la hora de
asentar garantías de participación política abierta. ”El gobierno tiene
primero que desmontar los grupos paramilitares, en segundo lugar tiene
que depurar las fuerzas armadas y en tercer lugar tiene que acabar con
esta doctrina de la seguridad nacional” enumera Jaime Nevado,
refiriéndose a esta tesis proveniente de la época de la Guerra Fría, que
tiene como fin el utilizar el ejército para llevar a cabo una guerra
antisubversiva. Ésta consiste esencialmente en reprimir el movimiento
social con el pretexto de combatir la guerrilla. ”¿Qué es ese rollo que
nosotros estamos hablando de paz y Santos decide afiliarse a la OTAN?
¿Para qué? La OTAN solo sirve exclusivamente para destruir pueblos, ¡eso
no es serio!”, añade mi interlocutor.
”Nosotros estamos convencidos de que lo que sucedió con la Unión
Patriótica puede repetirse. Los muertos nunca han disuadido la burguesía
colombiana” prosigue Andrés Paris. ”La mejor garantía de no ser
asesinados es que en Colombia empiece un proceso de cambios profundos de
la cultura y de las instituciones políticas colombianas, en los cuales
los escuadrones de la muerte sean aislados”. Prevenido, el guerrillero
concluye con un refrán colombiano: ”Al perro no lo capan dos veces”.
(1) Entrevista con Andrés Paris, 30 de junio 2013, La Habana
(2) Referencia a la desmovilización del M19 en 1990 que dio lugar a su conversión en movimiento político y a su participación en la constitución nacional de 1991
(3) Entrevista con Diana Grajales, 30 de junio 2013, La Habana
(4) Entrevista con Jaime Nevado, 29 de junio 2013, La Habana
(5) Timoleón Jiménez, comandante en jefe de las FARC-EP después de la muerte de Alfonso Cano
(6) Entrevista con Ariel Ávila Martínez, 25 de enero 2013, Bogotá
Le Grand Soir/LaMartes
http://www.pazfarc-ep.org/index.php/component/k2/item/1349-si-entregamos-las-armas-asistiriamos-al-entierro-de-nuestros-lideres.html