Viernes 31 de Mayo 2013.
Miguel Pascuas Marquetaliano y Jesús Santrich
Foto Archivo FARC
49 Años de resistencia: 27 de Mayo de 1964 – 2013
Primera parte.
En homenaje y honor a los héroes insurgentes, que han entregado su vida por la causa de la colombia nueva.
Nota. Esta entrevista se inició en el mes de diciembre del 2012 y concluyó el 27 de mayo 2013.
Estamos con el camarada Miguel Pascuas, legendario combatiente marquetaliano, quien al lado de los camaradas Jaime Guaracas son los últimos sobrevivientes de los llamados fundadores históricos de las FARC-EP.
Estamos con el camarada Miguel Pascuas, legendario combatiente marquetaliano, quien al lado de los camaradas Jaime Guaracas son los últimos sobrevivientes de los llamados fundadores históricos de las FARC-EP.
El Comandante Pascuas integra en el
presente la Delegación de Paz de las FARC-EP que en La Habana dialoga
con los voceros del gobierno de Juan Manuel Santos, en busca de una
salida no violenta al conflicto colombiano.
Jesús Santrich: Comandante Pascuas, buenos días, espero que esté disfrutando de esta brisa fresca decembrina que ha tomado como por asalto esta bella isla de libertad y justicia social.
Miguel Pascuas: Buenos
días camarada, gracias por esta entrevista y mi saludo para todos los
que en Colombia mantienen viva la resistencia a la opresión en la
búsqueda de la emancipación; y mi saludo también para la Delegación de
Paz de las FARC y para nuestros amables anfitriones cubanos.
JS. Vamos a comenzar este
intercambio que tiene el propósito de que la gente sepa de manera más
directa y concreta quién es el Sargento Pascuas, preguntándole algunos
datos personales como de dónde es usted, cuándo nació, quiénes eran sus
padres, cómo era su entorno familiar; es decir, asuntos como para irnos a
lo que son las raíces de un combatiente legendario como lo es usted.
- MP. Pues obviamente
yo soy colombiano, nací el 20 de Noviembre de 1940 en Neiva, la capital
del departamento del Huila; o sea que en el momento ya tengo 72 años que
los acabo de cumplir en estas tierras, afortunadamente en compañía de
todos ustedes cumpliendo esta importante misión de buscar la
reconciliación de los colombianos.
Mis padres fueron Anais Pascuas Aldana
Trilleras y Darío Dusán, que como pareja tuvieron 6 hijos, tres hembras y
tres varones de los cuales sólo quedamos vivos dos.
Mi hermana Graciela que ya murió, y yo, estuvimos juntos siempre al lado de mi mamá hasta el día que ella también falleció; los otros hermanos mantenían por fuera trabajando y sólo cuando las condiciones económicas lo permitían venían a vernos, pues nosotros éramos bastante pobres, escasamente teníamos en Órganos un rancho de techo de Palmiche, que era donde vivíamos.
Mi hermana Graciela que ya murió, y yo, estuvimos juntos siempre al lado de mi mamá hasta el día que ella también falleció; los otros hermanos mantenían por fuera trabajando y sólo cuando las condiciones económicas lo permitían venían a vernos, pues nosotros éramos bastante pobres, escasamente teníamos en Órganos un rancho de techo de Palmiche, que era donde vivíamos.
- JS. Cuéntenos, camarada Miguel, dónde queda Órganos y qué hacía su familia, cómo era su vida en aquel lugar?
- MP. Órganos queda en
el departamento del Huila, entre territorios ubicados entre la
cordillera Central y el río Magdalena unas, rodeado de lomas. Cerca le
quedan poblados como San Luis, Aipe, Praga, Palermo y Santa María. De
Neiva queda a unas dos horas en carro por una vía que saliendo de
Órganos es destapada hasta llegar a Paleromo que es donde empieza la
pavimentada. Órganos es un pueblo pequeño, muy rural; quizás son unas
treinta familias dedicadas a la agricultura, a la ganadería, a cosechar
café.
En cuanto a mi familia, qué le cuento. Mi mamá trabajaba en la casa con lo que se pudiera; ella preparaba muy bien las comidas, tenía una fama bien ganada, y quizá por eso un cura al que lo llamaban el padre Monar la buscó para que le cocinara; entonces mi madre tenía que estar en juntas partes; o sea, en la casa nuestra y en la casa cural, y eso rezando dia y noche, porque mi mamá rezaba mucho. Mi papá, Darío Dusán, no estuvo, solo me crié al lado de mi mamá Anais y cuando tuve un poquito de más conocimiento me propuse buscar a la guerrilla para ingresar.
El pueblo era tranquilo. Las casas todas
eran con techo de palmiche. Lleno de gente buena, noble, trabajadora:
campesinos, encargados de trabajar la tierra, como ya le dije. Lo malo
ocurrió con la llegada de los chulavitas, con la discordia entre
liberales y conservadores. La policía con el solo hecho de sospechar que
alguno fuera de la chusma, como le decían a la guerrilla en ese
entonces, asesinaba y torturaba con crueldad. De hecho, tenía yo 8 años,
cuando me metieron a la escuela; eso fue con una profesora, no recuerdo
el nombre, había que escribir en una pizarra pero el estudio fue por
muy poco tiempo, porque ya llegó la Policía e hizo cuartel en la Escuela
donde yo estudiaba y entonces hasta ahí llegó el estudio, porque a los
pocos días el cura del pueblo, Monar, le dijo a mi mamá que fuera a
ayudar a hacer un almuerzo al cuartel de la Policía. Estando allá en el
cuartel llegaron unos policías con 6 presos amarrados; mi mamá pidió
permiso para darles agua, eran conocidos de ella, unos que eran de
apellido Chala. A mí me mandaron a traer agua a un manantial muy próximo
que llamábamos El Caracolí y estando allá llenado el calabazo escuché
un poco de tiros. Me vine corriendo con poca agua y ya no miré a los
presos y vi a mi mamá rezando; entonces le pregunté que pasaba, no me
contestó nada; le pregunté a mi hermana y me dijo que a los presos se
los habían llevado así como los trajeron: amarrados; que ella no sabía
para dónde, al momento llegaron unos policías riéndose y comenzaron a cordelear los fusiles, ya nosotros salíamos para la casa.
Durante los días que siguieron mi mamá
hablaba con los vecinos y yo ponía cuidado. Comentaban que a la gente
que la policía había llevado amarrada a la escuela la habían matado en
el Charco del Remolino, que es un sitio donde se juntan los ríos Jagual y
San Luis, como a diez minutos del pueblo, y la razón que argumentaban
sencillamente es que los mataron porque eran chusmeros. Eso decía la
policía. Solo un viejito que también había sido capturado pudo escapar
herido por el río abajo; los vecinos lo ayudaron a salir a escondidas;
las detonaciones de los tiros las oyeron en todo el pueblo.
- JS. Camarada, cuéntenos qué tan hostigante era la persecución de la época, qué circunstancias rodearon a sus paisanos.
- MP. A veces en la
noche yo miraba al cura Monar vestido de Policía y con carabina. Un día
el cura Monar en la misa le dijo a la gente que tenían que ser
conservadores, dio 15 días de plazo si no que se fueran o los mataban. A
consecuencia de eso unos se volvieron conservadores a la fuerza y otros
se fueron dejando todo lo que tenían; por ejemplo, el señor Felipe
Pérez dejó una tienda y el hijo Enrique la talabartería.
- JS. Los párrocos en las
comunidades siempre son una figura influyente, por lo que representan,
lo cual hace muy común que poblaciones como la de donde usted es oriundo
procuren siempre la concreción de un ideal de virtudes a partir de la
obediencia que se desprendan de las instrucciones sacerdotales, ¿qué
influjo tuvieron las palabras del párroco en ustedes?
- MP. Bueno, mi madre
veía eso como algo malo, sobre todo mirando que ya había muertos y
violencia que afectaban directamente gente que conocíamos. Pero eso
entraba en choque también con sus sentimientos religiosos, ella era muy
creyente, muy rezandera y le parecía increíble que ocurrieran esas
cosas; y por otro lado estaba la terrible situación de miseria que
teníamos y no nos permitía darnos el lujo de que mi madre no fuera a
cocinarle más al cura; por eso cuando la violencia se agravó en Organos
y el padre Monar se salió para San Luis, nosotros nos fuimos con él a
la casa cural.
Mi mamá siguió preparándole la comida al
padre Monar. Entre tanto, a mí me matricularon para estudiar en la
escuela de primaria, con un profesor de apellido Moya, que después que
se fue de San Luis a otro lugar, me contó mi mamá que lo habían
torturado de manera muy fuerte y grave por ser Liberal. En una ocasión
el Padre Monar mandó a un acólito para Organos con 2 caballos y una
remesa y un fusil de caballería punto 30 de los corticos muy nuevecito;
el acólito me convidó para que le ayudara, mi mama estaba de acuerdo que
yo fuera con ese muchacho que tenía apellido Calderón. Cuando llegamos a
Órganos entramos a la iglesia y allí Calderón le entregó el fusil al
sacristán para que lo guardara dentro de la virgen; era una estatua
hueca, grande de la virgen del Carmen. Con el fusil metieron también
harta munición y ya eso indicaba que la iglesia también estaba metida
directamente haciendo la guerra contra los liberales. Ese mismo día nos
regresamos a San Luis con los caballos.
A los pocos días, la guerrilla o chusma
como le decían ante los enemigos, comandada por Marulanda y sus tropas
atacaron la policía de Órganos. Con el camarada Manuel iba el cabo
Martínez a quien por chanza le decían el cabo Martillo, iba Simón Chala,
Abelardo Trilleras, Jaime Guaracas, y otros más. Ellos atacaron el
cuartel de policía que quedaba en la vieja escuelita donde yo había
empezado a aprender a leer. No hubo más escuela y ya ese día tampoco
hubo más cuartel.
La guerrilla de Marulanda por esos
tiempos cargaba más bombas que armas de fuego; las armas que llevaban
eran machetes y bombas. El cabo Martillo que tenía una gran fama como
explosivista, obviamente orientado por el camarada Manuel, con sus
bombas hechizas puso un contundente toque de fuerza que les permitió
acabar con el cuartel y dominar la policía chulavita. Ese día lograron
recoger varios fusiles perillas punto 30 y fusiles 7 mm. Supe tiempo
después, que entre el armamento y la munición que recuperó la guerrilla
estaba lo que el sacristán guardó dentro de la virgen. Cuando ingresé a
las FARC, dos antiguos guerrillero del Davis, Lozano y Mundo Viejo, me
contaron que el propio Marulanda recuperó el fusil punto 30; un arma muy
linda, de caballería.
En aquel combate murieron varios
policías, otros huyeron, y en medio de la balacera murieron tres
civiles. Todas las consecuencias de la guerra siempre son lamentables,
porque hay muertes de lado y lado, cae gente también que nada tiene que
ver con los bandos en confrontación, hay daños y dolor; pero en esta
historia hubo algo más lamentable y fue que los policías que lograron
escapar, en la huida le metieron candela a varias casas y el fuego se
propagó rápidamente por todos lados. Al final, todo el pueblito se
incendió, quedando sólo en pie la casa cural y la iglesia que tenían
techos de cinc. Todo quedó en cenizas, incluyendo la casa donde yo me
crié, pero nosotros, mi mamá, mi hermana Graciela y yo ya estábamos en
San Luis.
Antes que se comenzara a reconstruir el
pueblo, el gobierno montó otro cuartel un poco fuera del espacio donde
había estado el pueblo. Ese sitio se llamaba Piedra Negra, pero hasta
allí, quizás antes de cumplirse un año del primer ataque, llegó
nuevamente la guerrilla comandada por Abelardo Trilleras. Con él estaba
Mundo Viejo y otra vez apareció Martillo con sus bombas avanzando sobre
las fortificaciones; el ataque fue contundente pero difícil, porque el
atrincheramiento de los policías estaba bien organizado. Al final se
logró dominar la situación, varios policías murieron, otros huyeron, se
recuperaron unos cuantos fusiles 7 milímetros y punto 30, pero dos
guerrilleros murieron.
- JS. ¿Después del asalto al cuartel las cosas mejoraron?
- MP. No camarada, las
cosas empeoraron, se recrudecieron. Como al año de estar en San Luis,
viviendo todavía en la casa cural con el padre Monar ocurrieron varias
hechos desagradables que hicieron parte de esa terrible violencia que se
configuró en los años cuarenta. Yo tendría unos nueve años, era un niño
pero estaba muy pendiente de lo que ocurría, y escuchaba también a la
gente hablando de las muertes y los abusos que había por cuenta de la
guerra entre liberales y conservadores, y claramente se hablaba también
de que había comunistas. Un día, por ejemplo, vi cuando la policía
capturó a un señor habitante del mismo pueblo llamado Guillermo Vega. Él
tenía una tienda bien surtida y por eso la gente lo conocía y lo quería
mucho; entonces, al señor lo sacaron de su casa por la fuerza y lo
llevaron a punta de patadas y culatazos hasta el cuartel; ahí lo
encarcelaron unos pocos días, y luego lo remitieron a Neiva a la
estación central de policía en esa ciudad. En últimas, a toda esa
familia le tocó salir para Neiva a darse cuenta de don Guillermo, pues
había mucho temor porque lo que acostumbraba la policía era llevar los
detenidos hasta el río Magdalena, que era donde acostumbraban asesinar y
desaparecer a quien se les antojara.
Había mucha desconfianza y miedo entre
todos. Cuando se fue la señora esposa de don Guillermo, le dejó
encargada la tienda a mi mamá, pero la policía por las noches se
entraba al lugar y tomaban arbitrariamente las cosas que allí se
vendían; mejor dicho se robaban todo y mi mamá no podía decir nada. Ese
negocio lo acabaron y la familia no volvió más, todas sus pertenencias
las dejaron abandonadas. Entonces, fíjese, ese es un caso, pero como ése
hay muchos otros y así se puede ver que la guerra va causando
desplazamientos, desarticulación familiar y social.
Otro día, domingo por la tarde, se oyó
una detonación, el ruido como de un tiro al frente del cuartel de la
policía, en la casa de la señora Diocelina González. Ella alquilaba o
daba posada a gente que fuera de paso o no tuviera dónde quedarse;
entonces ahí vivía un señor que era matarife del pueblo y lo llamaban
Pío Quinto, liberal, de apellido Narváez. Lo concreto es que al otro día
de haberse escuchado el tiro, amaneció un muerto en la quebrada San
Luis, la misma que bajaba hacia Órganos. Ahí solía ir la gente a
bañarse; yo también iba a nadar, la quebrada se prestaba para eso y a mi
me gustaba mucho, todavía me agrada bastante la natación. Pero bueno,
lo que ocurrió entonces es que el muerto era el viejito Pío Quinto. Lo
asesinaron sin saberse por qué, pues él no tenía problemas con nadie;
era un señor muy respetuoso, amigo de mi mamá y de mucha gente del
pueblo. Entonces no había más que pensar para saber que la policía lo
había matado quizás para robarle, porque también hacían eso.
Yo recuerdo que la cárcel quedaba cerca
de la casa cural que era donde yo vivía, entonces me podía dar cuenta
que de noche traían presos de varias partes, hasta de Neiva, y ahí los
torturaban con garrote y quién sabe qué otras cosas porque los gritos de
dolor se escuchaban claritos; es decir que el cura también se daba
cuenta, pero ni se inmutaba, parecía de acuerdo con todo lo que ocurría
en el pueblo por órdenes del sargento García. Todo lo ordenaba este
sujeto, pero las torturas las hacía el comisario Serrato en las noches;
después los mismos agentes salían a tirar los muertos a la quebrada, un
poco más abajo del caserío.
Estando en la plaza miré un día cuando
pasó un muchacho hijo de Cipriano Huila; iba corriendo con las manos
sosteniéndose las tripas para que no se le salieran, de la tanda de
tiros que le habían pegado y detrás venía la policía dándole bala y más
adelante lo remataron, él era de familia indígena, había venido del
campo al pueblo a hacer un mercado, luego al otro día la gente lo
recogió para llevarlo al cementerio y darle sepultura. Pocos días
después, un domingo llegó don Cipriano al pueblo y se encontró con el
comisario Serrato, a quien le hizo el reclamo sobre la muerte de su
hijo; entonces Serrato entró en cólera y lo trato muy mal, lo ultrajó y
le dijo al señor Cipriano que era otro chusmero, que no molestara y que
se quitara de su vista, lo cual molestó demasiado a Cipriano, y entonces
sin mediar más palabra sacó una navaja, cortó a Serrato y salió huyendo
rápidamente. La gente de una u otra manera ayudó a que el señor
Ciprioano saliera escondido del pueblo porque la policía comenzó a
buscarlo para matarlo.
- JS. Nunca tuvo en esa etapa de su vida alguna persecución directa sobre usted o su familia?
- MP. A mí la policía
me miraba en la casa del cura, creo que por eso no me molestaban y
estaba yo muy pequeño, pero yo les tenía miedo y rabia, todo era cruel e
injusto. Una vez me di cuenta cuando fue la policía a La Julia y
capturaron a varios campesinos; me alcancé a fijar que a uno de ellos
llamado Agapito Cruz, le pegaron un tiro en una pierna sólo para
maltratarlo; con los otros no sé que hicieron porque los sacaron en la
noche y nunca se supo para dónde se los llevaron, no aparecieron más,
entonces no hay más que imaginar lo peor.
Un domingo miré cuando un señor de
nombre Tico Ramírez junto con otro amigo de él llamado David Ramírez se
agarraron a pelear con la Policía. A uno de los agentes de apellido
Amaya le rompieron la cabeza de una pedrada porque iba a disparar contra
Tico. Mas adelante en la finca la Argelia llegó la Policía y Tico y
David desarmaron varios policías, pero después estos señores decidieron
devolverles las armas. Lo cierto es que había gente que con todo y la
represión grande que se daba, no le tenía miedo a la policía, se les
enfrentaban. Sin embargo en este caso, al final a los señores les tocó
irse del pueblo para que no los mataran.
En esa época de mi vida, tuve un evento
bastante incomodo y de zozobra. Resulta que me capturó un policía que
iba a caballo y me hizo subir al anca; yo no quería pero me habló duro y
me obligó. Salimos del pueblo y la idea era que yo le ayudara a recoger
otros caballos de un potrero, pero los caballos no eran de ellos, sino
que a las malas se los llevaban. En total conseguimos tres caballos y
los llevamos al cuartel. La verdad yo le tenía pánico a esa gente por
todo lo que había alcanzado a ver qué hacían con la población, contra
los campesinos desarmados, inocentes de todo; no había razones de por
medio y la policía mataba indiscriminadamente, actuaba contra los
campesinos, contra los indígenas, sin importarles el valor de la vida ni
la situación en que dejaban a las familias. La gente de esa región era
muy humilde, y pienso que demasiado resignada. Había muchas atrocidades;
imagínese un espectáculo terrible como el de 2 policías arriando como
animales un día cualquiera a 15 campesinos que habían capturado por
puras especulaciones o sospechas de cualquier cosa, o simplemente porque
era gente que para ellos no tenía valor; los llevaban a empellones y
golpes hasta el cuartel; luego, a la vista de la población, en la noche
los amarraban, los interrogaban torturándolos y los mataban con
garrotes. El ritual de siempre es que terminaban tirándolos al río con
el argumento de que eran chusmeros.
La gente, generalmente por temor, no
reaccionaba en contra de la policía chulavita. La gente humilde se
dejaba matar miserablemente, pero fue tanta la criminalidad y el descaro
que poco a poco se fue organizando resistencia a esas agresiones. Los
núcleos más esclarecidos aparecieron como autodefensas de campesinos que
se veía que tenían una orientación política, como ocurre por ejemplo
con un grupo dirigido por Isauro Yosa o Líster en Irco, o grupos como
los que conducían Jacobo Prías (Charro Negro), y del camarada Manuel
Marulanda que venían de Ceilán en el Valle del Cauca. Estos grupos
posteriormente serán los que se reúnen en la vereda del Davis,
departamento del Tolima en alianza con las guerrillas liberales de
Gerardo Loiza y Leopoldo García.
- JS. ¿Usted sabe cómo se produjo la vinculación del comandante Manuel Marulanda a la guerrilla?
- MP. Pues, sé lo que
él mismo contaba de su historia. Cuando matan a Gaitán el camarada
estaba en Ceilán (Valle), no era que vivía en ese lugar sino que estaba
haciendo una diligencia a un tío que era jefe liberal de Puerto Valle.
Entonces, ahí en Ceilán que eran de mayoría liberal, éstos tomaron el
control, creando lo que llamaban “policía del pueblo”, pero a los dos
tres o cuatro días el ejército retomo el control y apresó una gran
cantidad de gente, entonces varios de los liberales se retiraron hacia
el Davis para evitar represalias. Entre los que se fueron sacándole el
cuerpo a la violencia estaba Marulanda, pero en el Davis también la cosa
se puso fea porque mataron a un liberal y el pueblo se rebotó; entonces
el camarada se traslado para otro lugar que llamaban Primavera, allí
mismo en el Valle, pero allí también la matanza era evidente, ya estaban
los “pájaros” haciendo desastres. De ahí unos varios, quizás unos mil
liberales, se fueron a refugiar a otro lugar de nombre Betania, pero
también en ese sitio se hizo sentir la violencia de los pájaros y los
militares. En Betania, entiendo que hubo varios ataques del ejército y
los “pájaros” y todo eso terminó en una matanza terrible y en que el
caserón fue incendiado.
Entonces esos acontecimientos obligaron al
camarada Manuel nuevamente a irse para otro lugar nombrado La Tulia, y
de esa parte, cuando os liberales se había reorganizado un poco volvió a
Ceilan como en un recorrido de sobrevivencia en el que la violencia y
la muerte no le daban tranquilidad a al camarada Manuel. Esa situación
era sumamente grave, porque ya era evidente que había una persecución a
muerte del gobierno conservador contra la población liberal y la gente
tenía que enmontarse, refugiarse, huir, esconderse o pelear. Bajo esas
circunstancia que dura casi medio año es que Marulanda se mantiene en
los alrededores de Ceilán con su tío Manuel María, con quien tiene una
buena relación y orientación política hasta cuando se va para Génova en
el departamento de Caldas a buscar a su familia, pero hasta ahí también
había llegado llegado la violencia de los llamados ”pájaros”. La
consigna de sectarismo muerte que gritaban contra los liberales era
“viva la virgen del Carmen, viva Cristo Rey, viva Laureano Gómez y abajo
el partido liberal” o “muera el partido liberal”.
La situación era difícil para los
liberales, y el camarada Manuel era liberal. La violencia los estaba
persiguiendo sin tregua y había que defenderse, entonces él se reúne con
sus primos, que eran alrededor de diez y con otra gente entre los que
estaba la familia de Modesto Ávila y otros a los que apellidaban los
González. Entiendo que con esta gente organizaron una especie de
autodefensa que se creció como a cincuenta personas, pero la mayoría aún
desarmados. Entonces decidieron ya abrirse a pelear para conseguir más
armas; ahí mismo en Génova tuvieron que pelear contra la policía para
hacerse a un par de fusiles y dos revólveres. Entonces, como ve, por las
circunstancias de guerra impuestas por el ejército y los pájaros estos
liberales se tenia que alzar en armas, ya estaban en la pelea,
guerreando, porque de ahí pasan a Cedrales golpeando y escapando a las
fuerzas del gobierno conservador; a los pocos días atacaron a los
pájaros de un sitio llamado Santa Helena, después los de Pijao, y
volvieron a Génova también a enfrentar a los “pájaros” que estaban
dirigidos por el juez de nombre Miguel Pareja. En esa incursión a este
señor lo ajusticiaron. Bueno, como usted verá esto dicho así muy
apretado es lo que cuenta el camarada, pero con muchos detalles de lo
que era la persecución conservadora de esos tiempo que siguieron al
asesinato de Gitán. Pero ahí ocurrió que cuando ya estaba próxima la
posesión de Laureano Gómez como presidente y Carlos Lleras, desde la
Dirección del partido liberal le había hecho saber del plan que tenía
este partido de no dejar tomar el cargo a Laureano Gómez porque decían
que la elección había sido inconstitucional, y que entonces eso lo iban a
hacer con unos militares y que a nosotros nos tocaba tomar el control
de Génova en la fecha del 7 de agosto que era el día de la ceremonia.
Pero lo cierto es que eso fue un
tremendo fracaso porque la policía los estaba esperando y el combate que
se trenzó desde las dos de la mañana, se prolongó hasta las diez, y en
ese lapso desde Manizales les llegaron refuerzos y los “pájaros” también
pusieron cerca de trecientos efectivos. Total que ahí la gente de los
liberales tuvieron veinte muerte y un número más o menos igual de
heridos, generándose una situación de crisis que no les permitió
recuperarse, y más bien la gente misma que los apoyaba se desmoralizó y
eso se fue tornando maluco, entonces les toca salir de ese sector para
una zona del Tolima en pequeños grupos de tres personas.
De esa manera es que el camarada llega a Gaitania con otro compañero de nombre Alfonso María y ellos comienzan como a reorganizar su sobrevivencia entre ese sitio y Planadas. Ya los Loaiza, que también eran originarios de Génova, estaban alzados en armas, resistiendo a la agresión conservadora que en Planadas la dirigía un tal Pomponio, que era inspector de policía y en general en la zona se presentaban los ataques de la policía de Rioblanco contra lo que los conservadores llamaban despectivamente “nueveabrileños”. Obviamente, los Loaiza eran perseguidos como como “nueveabrileños”. Ellos eran parientes del camarada Manuel y por eso se le hizo como más sencillo al camarada tomar contacto. El jefe de los Loaiza era Gerardo Loaiza y en su grupo estaban incluidos sus hijos que tenían los apodos de Tarzán, Agarre y Veneno, todos peleadores duros. Entonces, para no alargarle el cuento, lo que le quiero decir es que el camarada Manuel, obligado por la violencia conservadora es que se ve obligado una y otra vez a tomar las armas como guerrillero liberal, y así como tal es que desarrolla su prestigio en esa región que es influida por los Loaiza. Dentro de estos mismos que de todas maneras habían ido creciendo con la fuerza guerrillera liberal, el camarada hace su prestigio porque él era un hombre serio, valiente, justo, sin mayores conocimientos políticos por su misma juventud, pero con mucha inteligencia y ecuanimidad.
De esa manera es que el camarada llega a Gaitania con otro compañero de nombre Alfonso María y ellos comienzan como a reorganizar su sobrevivencia entre ese sitio y Planadas. Ya los Loaiza, que también eran originarios de Génova, estaban alzados en armas, resistiendo a la agresión conservadora que en Planadas la dirigía un tal Pomponio, que era inspector de policía y en general en la zona se presentaban los ataques de la policía de Rioblanco contra lo que los conservadores llamaban despectivamente “nueveabrileños”. Obviamente, los Loaiza eran perseguidos como como “nueveabrileños”. Ellos eran parientes del camarada Manuel y por eso se le hizo como más sencillo al camarada tomar contacto. El jefe de los Loaiza era Gerardo Loaiza y en su grupo estaban incluidos sus hijos que tenían los apodos de Tarzán, Agarre y Veneno, todos peleadores duros. Entonces, para no alargarle el cuento, lo que le quiero decir es que el camarada Manuel, obligado por la violencia conservadora es que se ve obligado una y otra vez a tomar las armas como guerrillero liberal, y así como tal es que desarrolla su prestigio en esa región que es influida por los Loaiza. Dentro de estos mismos que de todas maneras habían ido creciendo con la fuerza guerrillera liberal, el camarada hace su prestigio porque él era un hombre serio, valiente, justo, sin mayores conocimientos políticos por su misma juventud, pero con mucha inteligencia y ecuanimidad.
En esa dinámica mucha fue la gente que
se vinculó a las guerrillas liberales, o creo pequeños grupos que así de
rápido como surgían desaparecían, pero el grupo de los Loaiza y la
gente misma del camarada Manuel se sostuvieron haciendo acciones de
defensa y también de ataque, contando con el aval de la Dirección
Nacional Liberal. Las acciones que resonaron por esa època las hicieron
en La Profunda, La Trigueña. Las Pavas, Rioblanco, el mismo Gaitania,
etc. pero el comando de Dirección lo organizaron los Loaiza en un sittio
denominado La Ocasión. Y aunque ahí casi les desintegran el comando con
un ataque sorpresivo del enemigo, finalmente lograron consolidarse y
dirigir grupos que se crearon en La Profunda, la Quebrada y el Horizonte
cerca a Herrera.
Entre tanto, ya los comunistas también
se estaban organizando en autodefensas por los lados de Chaparral. Se
escuchaba con fama de su valor, de su orden en el trabajo y de su
prestigio. Y como la situación requería de unir fuerzas, finalmente se
produjo un contacto y la unificación del comando de los Loaiza y los
comunistas de Chaparral, generándose el traslado de estos hasta la
región de la ocasión ya por acuerdos entre ambas partes. Es así como se
unifican los comandos por un buen tiempo en que los comunistas,
entonces, se instalan en la región del Davis. Y bueno ya eso es una
larga historia que la ha narrado muy bien el camarada Manuel y que fue
recogida excelentemente por el escritor Arturo Alape.
Usted sabrá que también en los llanos
surgieron las guerrillas con Guadalupe Salcedo y Dumar Aljure (este
guerrillero liberal murió en abril de 1968 en combate contra soldados
del batallón Vargas, de la Séptima Brigada en el área de Puerto Limón,
en Granada Meta). Por los lados del Cauca ocurrió igual porque allí
también la represión se desbocó en contra de los indígnas de Tacueyó,
Toribío y otros lugares, donde acabaron con la vida del dirigente
indígena de apellido Hílamo, el capitán del cabildo y otros gobernadores
indígenas.
- JS. ¿La gente que sufría
la persecusión qué comentaba, qué tanto conocían de las razones del
conflicto, y por qué la denominación de chusma?
- MP. Quizás porque la
resistencia de los campesinos comenzó con machetes, lanzas, escopetas de
fisto, bombas artesanales y otros armamentos muy caseros...; mejor
dicho, con lo que se tenía a la mano, siempre en condiciones de mucha
miseria. Entonces decirnos chusma para nuestros enemigos, sobre todo
para los ricos, era una forma despectiva de tratarnos, era una manera
más de discriminarnos por nuestra pobreza y colocarnos en la condición
de bandidos, de criminales. Pero la gente a la que llamaban chusma en
realidad lo que hacía era defenderse, organizarse para sobrevivir y
defender su tierra. Esa necesidad de defender la vida y la tierra le
daba legitimidad a la lucha de resistencia y fue su cualificación lo que
definió el surgimiento de las guerrillas como ejércitos populares que
defienden los intereses de los más desfavorecidos.
- JS. ¿Podemos decir que
estos grupos efectivamente eran, entonces, autodefensas campesinas; su
propósito fundamental era defenderse?
- MP. Si, eso es así, y
es con el nombre de autodefensas que se organizan. Desafortunadamente
ya en épocas más recientes el nombre de autodefensa ha sido demeritado
por el uso que le dieron los paramilitares llamándose a si mismos
autodefensas, lo cual no tiene nada que ver con el sentido originario de
esta palabra, pues los paramilitares no están para defender al
campesino sino los intereses de los terratenientes; mejor dicho a los
despojadores.
Por otro lado, hay que decir que si bien
la esencia de la autodefensa y hasta buena parte de su desarrollo las
guerrillas mismas tenían una función defensiva, desde el principio se
practicó de alguna manera las acciones ofensivas, como se ve por ejemplo
en el ataque a San Luis, el cual recuerdo con algunos detalles. Una tía
me había llevado para la vereda la Julia. Por unos días dejé a mi mamá y
a mi hermana para viajar con mi tía, y fue estando por allá en la Julia
que conocí la guerrilla comandada por Marulanda, Jaime Guaraca,
Pajarito, Mundo Viejo, Abanico y otros cuando atacaron a la policía de
San Luis. Después de ese ataque yo nuevamente a San Luis. Mi mama y mi
hermana me contaron el susto que habían pasado cuando la toma de la
guerrilla al cuartel de la policía. El cuartel quedaba cerca a la casa
cural entonces el ataque se sintió pleno. El susto fue tremendo; me
cuentan que habían salido unos policías heridos, que uno al que le
decían el loco salió con un tremendo machetazo en la cabeza y otro
policía al que llamaban Lozada tenia la espalda llena de tiros y otros
policías quedaron muertos con esquirlas y metralla de las bombas que la
guerrilla lanzaba. Una vez fue tomado el cuartel, la guerrilla recuperó
el armamento, fusiles punto 30 y 7 milímetros y mucha munición.
Entonces, en el mismo pueblo la gente
comentaba que eso era una guerra política entre godos, que era como se
le llamaba a despectivamente a los conservadores, por lo reaccionarios y
plegados a las posiciones atrasadas, feudales, de la iglesia y los
cachiporros, que era como los conservadores llamaba a los liberales. En
aquel pueblo, entre la gente que ya tenía algún conocimiento más claro
de la política y una posición favorable a los liberales, se decía
además, que esa era una guerra preventiva de la seguridad de las
naciones hecha por los militares fascistas de los Estados Unidos y que
el gobierno de Mariano Ospina Pérez apoyaba contra el pueblo colombiano
con el propósito de favorecer al latifundio y al capitalismo. Pero hay
un momento, que es cuando asesinan a Jorge Eliecer Gaitán, a quien la
gente humilde llamaba el tribuno del Pueblo, en que los liberales se
levantan con mucha fuerza contra los conservadores, porque lo cierto es
que se pensaba que este crimen era obra del gobierno de Ospina. Entonces
resultó que mucho pueblo conservador también se levantó en protesta por
el asesinato de Gaitán, y este es un fenómeno que ocurre porque este
caudillo liberal, que ya traía una importante rayectoria política y un
discurso en favor de los pobres, había logrado calar en los corazones de
los humildes más allá del color de su bandera partidista.
J. S. Camarada Efraín,
hábleme un poco de Jorge Eliécer Gaitán, su visión política de esta
importante personalidad de la historia nacional.
M. P. Cuando asesinan a
Gaitán yo no tenía edad todavía como para tener opinión política, pero
sí era evidente que el país se estaba sacudiendo por ese crimen. La
violencia que ya venía de años atrás se desbocó. Y creo que sía habían
razones para que la gente se levantara con ese ímpetu, tal como ocurrió
en Bogotá y muchos otros lugares de Colombia. Yo más tarde, unos pocos
años después, ya en la guerrilla y a partir del conocimiento político
que se adquiere con el estudio analizo que ese dirigente desde el mismo
año 36 quizás ates, pero digo este año porque es cuando se posesiona
como alcalde de Bogotá comenzó a mostrar con hechos concretos su
sensibilidad social adelantando reformas como la municipalización de los
servicios públicos que buscaba llevar estos servicios a los lugares más
apartados donde vivía la gente más necesitada, la gente a la que nadie
de la oligarquía volteaba a ver.
Gaitán inventó crear comedores
escolares, y ya siendo ministro de Educación durante el gobierno de
Eduardo Santos adelantó una importante campaña de alfabetización, se
preocupó porque los niños que acudían a las escuelas tuvieran zapatos
entregados por el gobierno, y bueno estas eran pequeñas cosas que para
la gente pobre tenían mucho significado, entre otras como eso de llevar
la educación al mayor número de personas usando el cine ambulante como
medio; o eso de querer masificar la cultura, o inventarse un salón
nacional para impulsar a los artistas. Todas estas cosas unidas a su
prestigio como abogado y a su discurso político dirigido por la
“restauración moral”, claramente contra la oligarquía liberal y
conservadora le hizo ganar el corazón de muchísimos colombianos.
Indudablemente Gaitán como jefe único del partido Liberal y como
candidato a la presidencia iba a ser el ganador, un ganador que
reivindicaba los intereses populares, un ganador contra la oligarquía,
lo cual era inaceptable para las élites dirigente y para el imperio
gringo que siempre a metido sus manos en nuestros asuntos internos. Las
razones que le hicieron ganar el favorecimiento de las mayorías
populares fueron las que le hicieron ganar el odio de la oligarquía.
La oligarquía liberal y conservadora
sabía que Gaitán estaba en contra de sus privilegios y tenia el apoyo
del pueblo y, sencillamente por eso lo mandaron a matar.
- JS. Bien, volviendo a la
historia de su vida, coméntenos en qué momento toma la decisión de
vincularse a la insurgencia y cuales fueron las razones de más peso que
lo llevaron a tomar tal determinación.
MP. Las razones fueron
muchas. Desde la misma situación de miseria que padecía mi familia y el
choque constante con múltiples circunstancias de injusticia y dolor,
hasta eventos donde salía a relucir esa solidaridad de mi madre,
inclusive a riesgo propio. Esos son asuntos que a uno lo van empujando.
Pero creo que especialmente la muerte de ella, su ausencia en medio de
aquellas circunstancias y ya conociendo y admirando a Marulanda,
entonces la decisión no podía ser otra que tomar el camino de la
guerrilla.
- J. S. ¿Qué cosas recuerda que nos puedan dar una imagen sobre esa solidaridad de su madre que para usted fue tan importante?
M. P. Generalmente toda
madre se desvive por sus hijos, es cierto, y yo aprecio mucho esa
condición en la mía. Ella se desvelaba por conseguirnos qué comer cómo
vestirnos en medio de tanta miseria; mejor dicho vivía para sus hijos;
pero es que además ella se preocupaba por todo el que llegara a la casa
más necesitado que nosotros, o por la suerte que correrían las personas
que capturaba la policía; ella sufría en silencio todos esos crímenes
que se sucedían a nuestra vista. Yo lo notaba, lloraba, se lamentaba
entre dientes sin poder compartir con nadie su sufrimiento. Pero al
respecto de esa solidaridad, tengo una anécdota muy importante para mi,
no propiamente lo fue en el momento en que ocurre sino ya cuando estaba
en la guerrilla y logro entender el problema de las luchas de los
indígenas, su justeza y su largo calvario. Y el caso es que resulta que
en San Luis, el ejercito reemplazó a la policía. Estando yo ahí con mi
mamá, un domingo me mandó al cuartel del ejército a dejarle agua de
panela y pan a un preso que lo habían llevado el día anterior y era
conocido de ella.
Yo llegué al cuartel y pedí permiso para darle el agua
de panela al detenido; el guardia me habló en voz alta, como
asustándome, preguntándome quién mandaba eso, que de dónde venía. Le
dije que de allá de la casa del cura, que mi mamá y el padre me habían
enviado a hacer la diligencia, pero en realidad el cura no sabía nada.
De todas maneras me dejaron pasar hasta donde estaba el detenido. Él
estaba sentado en el piso, cuando me le arrimé a entregarle el agua de
parte de mi mamá le vi la cabeza y la tenía rapada de mala manera. Él me
agradeció y se tomó toda el agua, entonces me despedí le conté lo que
vi. Ella me dijo que el señor que estaba preso era un buen hombre, que
venía de la vereda Palmar, una comunidad de indígenas; me explicó que él
era indígena también y que tenía el pelo en el estilo como lo usan los
indígenas de por allá; es decir el pelo largo, tanto que le llegaba
hasta la cintura, pero que el ejército lo había capturado y lo había
pelado a la fuerza, porque el pelo largo no era de gente civilizada y
que ese pelo así era de gente chusmera, haciendo alusión a la gente que
actuaba como guerrilla. Mi mamá siguió pendiente del señor, pero en la
mañana del día siguiente lo dejaron en libertad. Cuando el señor ya se
había ido del pueblo, ella me dijo que se llamaba Quintín Lame, el indio
Manuel Quintín Lame Chantre, que como usted sabe fue uno de los más
grandes luchadores por la tierra que ha tenido Colombia. Gracias a su
lucha los pueblos originarios lograron la restitución de resguardos como
el de Ortega y Chaparral.
El terror y la injusticia siguieron.
Después cambiaron al padre Munar, él se fue y en su reemplazo llegó el
padre Tarsicio Camero. A los pocos días, un domingo, dos soldados se
agarraron a pelear a trompadas en la calle con los hermanos Agusto y
David Ramírez, quienes salieron triunfantes tirando a tierra a sus
contrincantes, pero de la nada salieron otros soldados armados,
aparecieron como si estuvieran escondidos esperando para ver quien
ganaba la pelea; entonces al instante en que el pleito terminó
irrumpieron disparando contra los hermanos Ramírez. Los asesinaron
fríamente, allí quedaron tendidos en la calle sin qiue nadie se
atreviera a recogerlos. San Luis, se volvió invivible. Nosotros
decidimos irnos.
Al padre Camero también lo trasladaron
en poco tiempo para Algeciras en el departamento del Huila. Él nos
convidó para Algeciras, entonces decidimos irnos para allá, pero como mi
mamá tenía amigas en una vereda que llaman Aleluyas, en ese sitio
estuvimos unos días como de vacaciones. Pero allí también un día
cualquiera vimos que la policía traían amarrado a un campesino de nombre
Juan Ángel Ramírez. Ése señor era conocido de mi mamá, entonces ya
usted se imaginará, enseguida ella se preocupó y se fue para el cuartel
de policía a llevarle agua de panela con pan, pero un cabo al que
llamaban Veguita no dejó darle comida, le dijo a mi mamá que ese
chusmero hijo de puta ya se iba a morir ahora mismo, así que para qué
gastar comida en él.
El cabo Veguita portaba una Carabina de
la U; la gente de Aleluya decía que él pasaba el tiempo matando
tominejos y otras cosas, refiriéndose a gente inocente de otros lugares
que aparecía muerta en los caminos sin que se supiera por qué. Esa
situación impactó más a mi mamá y por eso apresuramos el viaje para
Algeciras en busca del padre Camero. No volvimos a saber nada de Juan
Ángel Ramírez.
- J. S. ¿Como siguieron las cosas con el nuevo sacerdote?
- M. P. Las cosas
cambiaron mucho. Llegamos a Algeciras a la casa cural, mi mamá y mi
hermana Graciela. Ese sacerdote era como mi papá, se portaba muy
diferente al padre Munar, comenzando porque a este le destilaba la
maldad. El padre Tarsicio Camero buscó la forma de ayudarle a mi mamá
para que yo siguiera estudiando, entonces pude hacer hasta el segundo de
primaria. El padre Camero tenia la familia por Palermo en el Huila,
pero en Algeciras estaban con nosotros el sacristán que se llamaba
Carmelo y una muchacha que se llamaba Blanca, ambos hermanos del padre.
Ahí en Algeciras también tuve contacto
la guerrilla, no en el sentido de tener una relación intensa con ellos
sino que estaba su presencia, se sentía. Varias veces miré comandantes
de la guerrilla liberal que salía al pueblo con varios de sus
subalternos.
- J. S. ¿Recuerda nombres de esos comandantes?
- M. P. Si, al menos
sus seudónimos, porque lo general es que los guerrilleros se cambiaban
el nombre para evitar que hubiera represalias contra sus familias. Por
allá estaba uno que llamaban Sangre Negra, otro al que le decían
Relámpago y otro nombrado Sansón. Pero esa gente estaba como en
pacificación, porque a pesar que la policía tenía presencia permanente
ellos pasaban por el frente del cuartel con revolver terciado, armados.
Esta es la época en que ya el general Rojas Pinilla había dado el golpe
de estado al presidente conservador Laureano Gómez y decidió decretar
una amnistía para los guerrilleros liberales.
Habían sucedido muchos acontecimientos
políticos que agitaron la vida del país profundamente. Primero lo del
asesinato de Jorge Eliecer Gaitán el 9 de abril de 1948, el Bogotazo,
los alzamientos de la multitud contra todo lo que le olía al partido del
gobierno de mariano Ospina, el aumento de la represión por este
gobierno reaccionario, la decisión del partido Liberal de no participar
en las elecciones de 1950, lo cual le permitió al conservador Laureano
Gómez tomar la silla presidencial y continuar la represión contra
liberales y comunistas y entonces con todo eso la decisión de los
liberales de alzarse en armas contra ese gobierno. De verdad que la
violencia se había recrudecido y entonces se suma el golpe militar de
junio de 1953 de Gustavo Rojas contra Laureano Gómez.
Bueno, entonces a partir de ese golpe es
que viene el asunto de la amnistía para los alzados liberales, pero al
mismo tiempo una mayor persecución contra las guerrillas comunistas y
contra los comunistas en general llevando el anticomunismo incluso a
formulaciones de ley.
Hay que decir que el gobierno de Rojas,
obviamente como producto de acuerdos por lo alto con la dirigencia
liberal, logró la desmovilización y reinserción de la mayor parte de las
guerrillas liberales, pero la violencia continuó porque en Rojas se
concentraron los mecanismos y procedimiento de represión bipartidista.
Como decía, la persecución a comunistas continuó, el cierre de los
espacios democráticos se acentuó, la represión contra los estudiantes
aumentos, los límites a la libertad de expresión también, etc.; hasta
que este gobierno se ganó en serio el descontento de la gente. Rojas
había cerrado periódicos y tomado medidas que en mucho ya estaban
incomodando a los propios oligarcas que lo sostenían y todo ello
conllevó a que se fraguara con el concurso del empresariado y las élites
liberales y conservadoras el paro cívico de mayo de 1957 que lo obligó a
renunciar.
- J. S. Entonces usted me
diacía que había observado varias veces algunos de los jefes
guerrilleros liberales de la zona; ¿Ese contacto le permitió también
hacer su acercamiento a la idea de vincularse a la guerrilla, usted
logró algún relacionamiento?
- M. P. Vea, le cuento
que un día estando yo ahí en la casa cural llegó Sangre Negra y le dijo
al padre que fuera a hacerle una misa allá al comando de la guerrilla;
El padre fue pero a mi no me llevó, seguramente porque estaba en la
escuela. El comando guerrillero quedaba por un sitio llamado Rioblanco
(Huila), había que pasar por la hacienda Satías. Nunca olvido aquella
época, se me hace una mezcla de recuerdos, de sentimientos porque por
entonces a mi mamá le dio la enfermedad de tifoidea, se empeoró
rapidamente, entonces tocó llevarla a Neiva, pero nada se pudo hacer
para salvarla; allá murió, enseguida la regresaron para Algeciras para
darle sepultura. Fue algo muy triste para mi.
Después de eso la hermana mía se fue al
convento de monjas, a mi me recogió un hermano y me llevó de nuevo a San
Luis a trabajar, pero como estaba pequeño no me pagaban bien, ahí me
contrataron por meses, cada mes me pagaban 30 pesos, ó sea a un pesos
por día.
Entonces todo eso iba ocurriendo y las
circunstancias como que me empujaban: la pacificación de Rojas Pinilla
respecto a los guerrilleros liberales, la presencia de ellos en uno u
otro poblado, la ausencia de mi madre, la necesidad de trabajar para
sobrevivir, la dureza de la vida, en fin... En medio de esa realidad
cruda me hice amigo de los guerrilleros. Yo conocí a Mundo Viejo, que
era de lo guerrilleros comunistas; él tenía un primo de nombre Joselo y
en últimas resultamos hasta familia por parte del apellido Dusán.
También conocí a Tarzán, y a Pan Quemado. Tambien estuve un tiempo con
Ramiro Trujillo, que era guerrillero de los que llamaban Limpios, es
decir un guerrillero liberal “limpio” de ideas comunistas. Con Ramiro y
su hermano Omar Trujillo éramos paisanos y conocidos desde pequeños en
el pueblo de San Luis Huila y Ramiro como guerrillero de los liberales
limpios de Leopoldo García, había entrado en el grupo de los que
negociaron la paz con el gobierno. Leopoldo García que era llamado por
su gente General Peligr, era uno de los jefes más fuertes de la región,
quizás el segundo después de Gerardo Loaiza, quien también negoció y
firmó la paz con el gobierno y después entró en pactos con el mismo para
actuar en el plan de aniquilamiento de los comunistas.
Así yo tenía amigos en ambas guerrillas,
pero luego me fui a trabajar donde unos familiares de mi papá. La
verdad, la vida me había obligado desde niño a ponerle el pecho al
trabajo, aprendí a trabajar para sobrevivir y en ese andar para un lado
y otro encontré más familiares con los que no había tenido antes
relación, como fue como Dago Dusán y con Rafael Dusán que eran
trabajadores, comerciantes, tenían finca cafetera.
Un tiempo después, aún en el gobierno de
Rojas Pinilla, entré a trabajar en la carretera que se estaba abriendo
de la vereda el Carmen y el municipio de Gaitanía Tolima y San Luis
hasta Aleluyas, siendo inspector de carreteras el camarada Marulanda. En
esa época, en una salida que hicimos hasta Neiva, me hice amigo de
varios muchachos que trabajamos en la carretera. Por entonces nos
notificaron para que nos presentáramos al examen médico para resolver el
asunto del servicio militar. Tocaba tener la Libreta Militar como parte
de la identificación y posibilidad de enganche laboral. Nos presentamos
varios, unos salieron aptos para el servicio y quedaron reclutados, yo
no. A mi me dijeron que no servía para el ejército porque tenía
problemas de varices en las venas.
El cabo Livardo Ángel y los Esquiveles,
eran guerrilleros de los comunistas también de San Luis, de las
guerrillas de Charro Negro, Marulanda y Jaime Guaracas, que era la gente
con la que yo de verdad quería organizarme. Yo mantenía muy buena
relación con ese guerrillero antiguo comunista al que llamaban Mundo
Viejo, nunca perdí el contacto con él y quizás eso también hacía que me
inclinara por su grupo, pero aún no ingresé sino que me puse a trabajar
en la construcción de la carretera Gaitanía - el Carmen.
- J. S. Y el momento preciso del ingreso, en qué circunstancias se da.
- M. P. Marulanda, como
era inspector de carreteras de esa zona, pasaba mucho por donde se
estaba haciendo los trabajos de los que yo participaba. Cuando pasaba
nos saludaba, pero él andaba como civil, no como guerrillero. Al poco
tiempo lo volví a ver armado, andaba con varios muchachos conocidos
míos del pueblo de San Luis y otros de Marquetalia. Marulanda me habló
directamente y me dijo que era hora de ingresar porque habían matado a
Charro Negro, que no había justicia y que en eso tenía las manos metidas
el gobierno. Me dijo que él iba a enfrentarse al gobierno, que a él lo
estaban buscando para matarlo también y que no se iba a dejar matar sin
hacer nada. Me dijo que él estaba recogiendo gente para formar la
autodefensa regular y para hacerle frente al gobierno. Me izó una buena
charla política, de convencimiento, con argumentos serios mientras yo
estaba haciendo un alcantarilla.
Yo tenía toda la vivencia de mi infancia
presente, latente, todos esos sucesos al lado de mi mamá, así que desde
antes de los 9 años, tenía una idea de lo que debía hacer, de qué lado
ponerme. A mi me impactaron mucho todos esos crímenes de la policía
chulavita tan mala, asesinando a la gente indígena, a la gente pobre, a
la gente humilde, a la gente amiga de mi mamá, me acuerdo como si fuera
ayer que me daba cuenta lo que hacían con la gente Indefensa. Entonces,
cunado el camarada Marulanda me está hablando yo ya tenía idea de que
en 1928 había habido una masacre en la zona bananera del magdalena que
acabó con la vida de centenares de obreros, que ahí el gobierno se puso
en contra de los trabajadores para favorecer a una compañía extranjera
que los explotaba si misericordia; yo ya sabía que ese señor al que
mataron el 9 de abril de 1948, Jorge Eliécer Gaitán, había sido uno de
los principales políticos que denunció la masacre de las bananeras
criticando al gobierno por ponerse de rodillas frente a los yanquis,
pero al mismo tiempo disparando con fuego de ametralladoras contra el
pueblo inerme, tenía claro que a Gaitán lo mandaron a matar los
oligarcas y ahora, ahí de bulto asesinaron al Charro el 11 de enero de
1960 traicionando el gobierno su palabra de paz dada a los guerrilleros
que habían optado por un camino de reconciliación. A Jacobo Prías, el
coronel Charro, lo asesinaron por la espalda, a mansalva, y lo hizo el
gobierno mediante los mariachistas que era la banda paramilitar de José
María Oviedo al que llamaban Mariachi. Todo eso que de una u otra forma
veníamos hablándolo con Mundo Viejo, Tarzán, Joselo y Pan Quemado, me lo
volvía a poner de presente el camarada Manuel diciéndome con claridad
que había que retomar las armas para proseguir la resistencia.
Entonces en ese momento tomo la
desición. Es en ese año y en ese mes, enero de 1960, que ingreso a las
filas guerrilleras revolucionarias de Manuel Marulanda Vélez; el
entrenamiento fue directro con la práctica. Muy pronto logramos hacernos
a un armamento bueno: un fusil M1, un fusil G3, una carabina San
Cristóbal, una Carabina M2, algunos fusiles punto 30, fusiles 7mm que
llaman perillas, algunos fusiles austriacos y peruanos, un fusil cortico
de caballería, algunas granadas de mano y bombas de tubo con mecha,
carabinas M1 y buena munición. Esto es lo que recuerdo así de golpe, era
un armamento que se consiguió peleando contra el ejército, la policía y
bandas.
- J. S. ¿Luego del ingreso, qué vino camarada. Cómo se desarrollaron sus primeros días en la guerrilla?
- M. P. Como le dije,
el entrenamiento mío fue directamente con la práctica porque lo que se
vino fue una serie de combates, muchos combates. Tras esos sucesivos e
intensos enfrentamientos con el ejército, y luego de haber recuperado un
buen número de armas ya se nos asignan grados militares, por ejemplo a
Israel, a Federico, a Evelio y a mi nos dan el rango de cabo, y
Marulanda, con el grado de Mayor orienta la lucha contra los “pájaros”,
que era como se le llamaba a los integrantes de las bandas armadas,
protegidos y financiados por políticos conservadores por allá entre los
años cuarenta y cincuenta para actuar con violencia, totalmente impunes,
asesinando, torturando, destrozando a militantes liberales y
comunistas, a protestantes, a masones, aterrorizando a la población y
tomando control sobre la tierra y de los bienes de la gente a la que
victimizaban, inicialmente en el Valle del Cauca. Se decía que su
epicentro era Tuluá pero los estragos lo hicieron por toda la región.
Quizás usted debe recordar un “pájaro”
reconocido como uno de los más terribles sobre el que el escritor
Gustavo Álvarez Gardeazábal escribió un libro titulado Cóndores no
entierran todos los días, y se hizo una película, me refiero a León
María Lozano, apodado “El Cóndor”.
Pero el caso es que cuando el camarada
Marulanda orienta esa lucha contra los “pájaros” lo hacía para defender
su vida, sí, pero había una razón ya superior que era defender al
colectivo, a los campesinos que venían siendo agredidos, masacrados sin
piedad por la policía chulavita, por los “pájaros”, por la propia
policía y por el ejército.
Un exguerrillero liberal llamado José María Oviedo, quien con el sobrenombre de General Mariachi se había convertido en “pájaro” al servicio del gobierno, fue el que asesinó a Charro Negro abaleándolo por la espalda, habiendo él y su gente firmado un pacto de paz. Mariachi y sus hombres, y otros pájaros, así como exguerrilleros liberales ahora conducidos por el régimen, como era el caso de Canario o el de Leopoldo García tenían amenazada a la población y perseguidos a los comunistas, entonces Marulanda creía que a esta gente había que combatirla, y entre los grupos que pensaba debían ser enfrentados estaban también el grupos de Tres Espadas y el grupo del Mico, que eran conservadores que operaban por Iquira, Teruel, Tezalia, Guasirco, Peñas Blancas, Bache y Santa María.
Ya en 1961 la autodefensa regular se
había endurecido con más apoyo de masas con buenas experiencia militar y
política y con buena moral. Y a pesar de que no teníamos recursos
seguíamos golpeando al enemigo.
Las masas campesinas nos ayudaban con
recursos económicos, nosotros trabajábamos para sacar la panela. Lo que
más nos favorecía era que en ese tiempo había buen ganado y siempre nos
daban una que otra vaca cunado la necesitabamos.
Dormíamos en las enramadas, porque no
teníamos plásticos para carpa, no lo había en ninguna tienda para
comprarlo. Usábamos alpargatas de fique primero, pero al poco tiempo
comenzamos a usar zapatos tenis, de tela; había que remendarlos con
alambre para que durará un poco más, lo mismo la ropa; había que
remendar las cartucheras, algunas con cuero de vaca sin curtirlo. Los
equipos, eran morrales de cabuya y los uniforme s y gorras se usaban de
color verde o caqui; a algunos de nosotros nos tocaba ir a trabajar
para ganar dinero para comprar la ropa . En el morral de cabuya
cargábamos la cobija, plátanos, yuca, arracachas, sal, panela, cuero de
vaca cosido, maíz, arepa, chachafrutos, aguacates, piñas, naranjas.
Había que cargar el ají que remplazaba la carne, cargábamos el molino
para moler el maíz que nos servía para hacer las arepas o el cuchuco.
Había temporadas en que la alimentación era solamente guarapo; en eso
durábamos hasta 8 días seguidos solo tomando guarapo de caña porque no
teníamos nada más para alimentarnos.
También había ocasiones en que lo único
que se comía era yuca o solamente plátano, entonces había que preparar
el ají para que remplazara la carne, y como para darle más sabor a la
comida.
- J. S. ¿La escasez no generaba contradicciones o desmotivación entre ustedes, cómo resolvían las dificultades?
M. P. Cuando hay orden,
disciplina y camaradería., por más escasez que exista lo que impera es
la fraternidad. En nuestro grupo Marulanda daba ejemplo de sacrificio
como el primero y desde el comienzo enseñó y practicó principios de
igualdad y justicia, ahí lo que se conseguía llegaba al campamento, o
donde estuviéramos y era para todos. Hubo un tiempo en que el asunto
de la movilidad y la sobrevivencia se resolvió organizándonos por
pequeños grupos o sociedades; se juntaban cinco, o cuatro, o seis
combatientes y la rancha se rotaba. Cada sociedad cargaba su olla, y el
ecónomo o persona que administraba los alimentos si era uno solo que
funcionaba para todos los grupos; él repartía por igual a cada grupo lo
que se iba a consumir, pero a los que salían a la masa, a hacer tareas
entre la población siempre les iba mejor, la gente les mostraba
solidaridad, amistad, cariño y les brindaba un café , un agua de panela
caliente o cualquier comidita, etc., pero en esos pequeños grupos
organizar la guardia era un problema, la gente no alcanzaba. Al poco
tiempo superamos eso, ya era Ranchero para todos y economía por igual, y
todo lo que conseguíamos por igual.
- J. S. Camarada Miguel, la
insurgencia ha estado siempre ligada a sentimientos de apego a las
comunidades de donde han surgido, de apego a las pobrerías y se mueve
dentro de normas de solidaridad, de igualdad, de respeto y mutuo
reconocimiento en convivencia comunitaria. ¿Como se va fortaleciendo,
cualificando ese carácter y la estructuración de la identidad
ideológica y política del movimiento?.
M. P. Bueno, sí, eso de
la solidaridad, de compartir las cosas por igual, sí, sí eso es como
muy natural entre nosotros los campesinos, son normas naturales digamos,
como que entendemos que tenemos que ayudarnos unos con otros para poder
sobrevivir y salir adelante, y además nos sentimos complacidos
haciéndolo, actuando así. Nosotros, un camino para ir de un caserío a
otro, o de la finca de un campesino a otro, tenemos que hacerlo y
mantenerlo en comunidad porque la fuerza de uno solo no da para eso, y
entonces tenemos que organizarnos y acordar cuanto trabajo pone cada
quien y de donde a donde le toca arreglarlo, hacerle mantenimiento para
que eso no se deteriore, o aquién hay que ayudarle porque no tiene
condiciones de trabajar igual que el resto, etc, y así hay otras cosas
simples pero muy importantes como que si un campesino se enferma su
vecino le brinda apoyo, porque mañana o más tarde le puede ocurrir lo
mismo y también necesitará de la solidaridad de otro.
Fíjese que en esas lejuras donde están muchos poblados rurales en Colombia no hay posibilidad de un médico y la gente tiene que salir a las pequeñas y medianas ciudades a hacerse atender la salud y para eso se saca el tiempo y se hacen los ahorros, pero a veces alguien se agrava de repente y no se puede valer por si mismo, entonces si en el lugar no hay carretera, a la persona hay que sacarla en hombros, en hamaca, y para eso no se obliga a nadie, a los lugareños se los entera y de una vez todos corren a ayudar, a meter literalmente el hombro, y eso es espontáneo, eso hace parte de la costumbre y la forma de ser del campesino. Entonces, esas maneras, esas costumbres ya dentro de una disciplina, son propias de la guerrilla desde sus orígenes, desde siempre, es de nuestra naturaleza, eso no se lo inventó nadie en particular, y eso hace parte de nuestra fortaleza interna, entre nosotros la solidaridad es un principio pero nos viene no de la teoría sino de nuestra naturaleza.
Fíjese que en esas lejuras donde están muchos poblados rurales en Colombia no hay posibilidad de un médico y la gente tiene que salir a las pequeñas y medianas ciudades a hacerse atender la salud y para eso se saca el tiempo y se hacen los ahorros, pero a veces alguien se agrava de repente y no se puede valer por si mismo, entonces si en el lugar no hay carretera, a la persona hay que sacarla en hombros, en hamaca, y para eso no se obliga a nadie, a los lugareños se los entera y de una vez todos corren a ayudar, a meter literalmente el hombro, y eso es espontáneo, eso hace parte de la costumbre y la forma de ser del campesino. Entonces, esas maneras, esas costumbres ya dentro de una disciplina, son propias de la guerrilla desde sus orígenes, desde siempre, es de nuestra naturaleza, eso no se lo inventó nadie en particular, y eso hace parte de nuestra fortaleza interna, entre nosotros la solidaridad es un principio pero nos viene no de la teoría sino de nuestra naturaleza.
Pero claro, todo eso luego se organiza
dentro de unas normas y unas ideas políticas que se juntan se integran y
hacen una concepción de la vida. Esa concepción se va construyendo poco
a poco, se va cualificando sobre la base de esa naturaleza solidaria de
la que he hablado y en esa configuración tuvo que ver mucho el influjo
de los comunistas, afortunadamente.
Fíjese en lo siguiente, con nosotros
estuvo desde muy tempranamente aquel personaje, muy respetable, al que
llamaban el Mayor Líster . Él era de los guerrilleros comunistas, y
había tomado su nombre del político y militar español que hizo parte
del Ejército Rojo soviético, alcanzando el grado de General. Enrique
Líster Forján, durante la dictadura franquista en España, entre el 45 y
el 46 ayudó a organizar las guerrillas de la resistencia. Entonces el
nombre tiene esa raíz, su portados colombiano, Isauro Yosa , hacía
honor a lo que significa ser un dirigente comunista; él nos organizó en
células de partido y nos dijo que nosotros éramos comunistas y que por
eso había que luchar.
Nosotros éramos 28 unidades de constante
movilidad y él se preocupó por darnos formación política fundamentada en
propósitos altruistas de preocupación por los demás, ideas que
invitaban a entregarlo uno todo por el bien común, asunto que
indudablemente caló en la conciencia de todos.
Por entonces, cuando yo ingresé, mujeres
no se vinculaban, con el tiempo llegaron y se recibieron a unas pocas.
En Marquetalia estaba la otra parte de guerrilleros que habían venido
del Davis, allá si algunos guerrilleros tenían mujer, tenían sus fincas y
trabajaban; cada uno tenía su fusil.
La autodefensa tenía una extensa área en
departamentos colindantes para moverse; teníamos mucha movilidad,
fundamentalmente andábamos por territorios del Cauca, Tolima y Huila.
Recuerdo que en una ocasión salimos para Rio chiquito, Cauca,
concretamente hacia el comando de Ciro Trujillo, íbamos a pelear, a
combatir por allá, y en ese recorrido nos encontramos al comandante
Isaías Pardo pasando por el Simbula, luego nos encontramos con el
Sargento Quico, ambos veteranos dirigentes agrarios que también habían
tenido que empuñar las armas para resistir al régimen. Entonces recuerdo
que un brujo dijo que dentro de 3 días entraban los chulos, y claro eso
era casi obvio que una zona de esas en cualquier momento podía entrar
el ejército, pero también uno campesino, medio supersticioso como que se
dejaba impactar un poco por lo que decía el brujo, entonces por si o
pro no, nos emboscamos durante cuatro días, pero el ejército no
apareció, entonces decidimos marcharnos para Río Chiquito, y estando
allá casi llegando, recibimos la noticia de que el ejército sí subió a
la región que habíamos dejado atrás que sí habían subido, así que
perdimos esa oportunidad de pelear, y de pronto recuperar algunas armas
que era lo que buscábamos para irnos fortaleciendo más.
En esas andanzas estuvimos cerca a
Tesalia, Iquira y otros lugares, pero no encontramos con quien pelear.
Decidimos, entonces, regresar para el Tolima, pero no se cual era el
plan porque eso tenía un plan que lo manejaba el camarada Manuel y esos
planes se hacían compartimentados , no era para que los manejara todo el
mundo. Entonces, uno podría creer que salíamos de una lado a otro
aventurando peleas, o que nos emboscábamos porque un brujo dijo que el
ejército iba a subir, pero no, eso obedecía a un plan que manejaba la
dirección, concretamente el camarada Manuel. Entonces, ya en territorios
del Tolima y Huila, por ahí si se realizaron varios combates con el
Ejército. En una pelea iban 200, les quitamos 18 mulas, unas con carga
con materiales importantes para nosotros, para nuestro abastecimiento, y
también recuperamos 5 fusiles perillas. Fue una época exitosa, pero
recuerdo claramente que desde el principio supe que en la guerra hasta
los triunfos son dolorosos porque siempre está de promedio la vida.
Decir ganar, en el combate significa que hay muertos y sean del lado que
sean todas las vidas tienen un valor. En ese entonces, repito, aunque
nos fue bien perdimos a un buen geurrillero al que llamabamos Miguel.
Esa pelea en que murió Miguel comenzó a las 09 horasy terminó a eso de
las 16 horas, a las cuatro de la tarde, eso fue en medio de Planadas y
Gaitania, y hubo que pelear con el refuerzo que venía de Planadas en el
puente de Sur de Atá. Al final los soldados se retiraron corriendo
porque la situación se les complicó.
- J. S. Volviendo un poco
atrás, recordemos la intervención del padre Munar en aquella homilía con
la cual exhortaba a la comunidad a enlistarse en las filas del
conservatismo chulavita, ¿según sus vivencias, se podría decir que esa
era una actitud personal de él o era el comportamiento derivado de
directrices de la iglesia; había otros curas que hacían lo mismo?
- M. P. En la mayoría
de veredas veredas se presentaba la misma situación, y si había
comportamientos diferentes era por excepción, casos como el del padre
Tarsicio Camero , por ejemplo que hasta donde yo lo conocí era un hombre
bueno. Pero, repito, lo general era un comportamiento de instigar a la
guerra contra los liberales y comunistas, muy en apego al partido
conservador claro está. Podemos decir que con las arengas amenazantes de
los curas, los feligreses por temor se unían al partido conservador, y
esta ligazón de los curas, de la iglesia digamos, con el conservadurismo
más atrazado se veía en las consignas de los pájaros y chulavitas,
cando desde las matanzas del nueve de abril gritaban ¡que viva cristo
rey y la santa iglesia y que mueran los cachiporros!, que era como le
decían a los liberales; o sencillamente gritaban consigan de muerte
contra los “nueveabrileños”, que era el otro nombre que le daban los
conservadores a los liberales que se habían levantado en protesta por
el asesino ato de Gaitán.
- J. S. Con ese peso y
presión de la iglesia y el partido Conservador ¿qué tan representativa
podía ser la participación y apoyo del campesinado de la época al
movimiento guerrillero?
- M. P. Evidentemente
era una situación difícil, los apoyos tenían que ser reservados, pero se
trataba también de un asunto de sobrevivencia, de defensa frente a la
agresión criminal que desde el régimen se había desatado, entonces en
muchos casos la gente se vinculaba directamente o apoyaba con
determinación. Si vamos al pasado, a los tiempos en que el camarada
Manuel toma las armas, este paso se da por la persecución contra los
liberales y lo que se conforman son las autodefensas armadas de
liberales y comunistas que más tarde se convierten en guerrillas. Pero
cuando yo ingreso, le estoy hablando de una época posterior, le estoy
hablando de los años sesenta y de un momento en que el movimiento armado
estaba en paz, pero esa paz la viola el régimen hostilizando y
asesinando a quienes pactaron la paz, que fue lo que ocurrió en el caso
del asesinato de Charro Negro, y se convirtió en una razón de mucho peso
para que el camarada Manuel, después de acudir a todas partes buscando
justicia de parte del gobierno y no recibir respuesta, decidiera retomar
las armas.
Yo tengo total seguridad que desde el
principio esa decisión del camarada Manuel de tomar las armas en los
tiempos duros posteriores al asesinato de Gaitán, tuvo mucho respaldo de
su gente, de la gente que se sentía perseguida y quería justicia, y
después, cuando estando en paz asesinan a Charro y el camarada Manuel
decide retomar los fierros, también tiene el apoyo de la gente humilde,
de la gente que lo conocía como hombre de paz, pero que entendieron que
no era un asunto de gusto sino de necesidad. La determinación encontró
todo el respaldo del campesinado de la región, por lo menos de las
mayorías que se sentían perseguidas a pesar de las promesas de paz del
gobierno, porque lo que se veía era que la gente caía acribillada y eso
no se podía seguir permitiendo.
Bueno, entonces yo diría que los
campesinos colaboraban mucho, y eso nos ayudó contundentemente, eso, el
apoyo de la población más humilde era lo fundamental para la
resistencia. Algunas persona de más recursos nos daban dinero, otros nos
donaban ganado, y todo eso lo distribuía la dirección de manera
equilibrada; a los combatientes nos daban el 20 por ciento de lo que se
conseguía, y esto era para comprar la ropa, los tenis y lo fundamental
para sobrevivir sin necesidad de volver a pedir permiso para ir a
trabajar, porque ya se lograba una buena colaboración de amigos que
aportaban un considerable apoyo financiero.
- J. S. ¿Por qué lo de mayor o teniente; de donde surgió y cuando empezó a transformarse la nominación de los mandos?
- M. P. En esa época
para dar alguna jerarquía que nos permitiera funcionar como estructura
militar, con órdenes y subordinación, se adoptó el sistema de rangos del
ejército oficial y a quienes recibían el rango se lo llamaba con la
denominación del ascenso antecediendo el nombre, entonces de esa
práctica surgió el hábito de llamar a cada quien por el rango, pero lo
mío, lo de sargento no viene de ahí, alguien, no recuerdo quien, me puso
ese sobrenombre y eso se quedó así con el tiempo.
Bien, pero cuando ya se va cualificando
el movimiento, con la formación política comunista que vamos adquiriendo
vino el cambio de denominación en los rangos. En la Segunda Conferencia
se tomó esa determinación y en adelante usábamos la palabra camarada
para dirigirnos a nuestros compañeros, o los llamábamos Comandante de
guerrilla o según el cargo; ya no decíamos “mi mayor”, sino camarada,
camarada Manuel, por ejemplo, y así ha seguido siendo siempre hasta la
estructuración de la actual línea jerárquica insurgente que comprende
comandantes y reemplazantes de escuadra, guerrilla, compañía, columna y
frente, con cuerpos de dirección política y militar colectiva que
funciona desde la instancia del Estado Mayor Central y su Secretariado,
Estados Mayores de Bloques y los Estados Mayores de Frentes, hasta los
cuerpos de Dirección de pequeñas unidades y comisiones guerrilleras.
- J. S. Camarada, de esos
años gloriosos de formación guerrillera, ¿pudiera usted hablarnos sobre
alguna eventualidad y sobre alguna persona o personas que hubiesen sido
determinantes en su formación como revolucionario?
- M. P. Algunas veces
andaba el camarada Marulanda con nosotros, otras veces los camarada
Isaías, Joselo, Tula, o también Jaime Guaracas. Entonces, así sea de a
poquito anduve con varios comandantes que me han dejado una buena
experiencia y gracias a ello se ha podido también permanecer sirviéndole
a la causa revolucionaria, no olvidando la de los otros comandantes,
pero resalto los tres que nombré primero, eso en cuanto a formación
política, de guerra y camaradería. No obstante, en medio de la guerra
también se tienen momentos que te sustraen de todo el trajinar
combativo: En el páramo, a veces me recuesto sobre un frailejón a
escuchar en las noche los ruidos de la montaña. En ese entonces al igual
que ahora, la camaradería da mucho para compartir, porque eso es el
guerrillero, un hombre de guerra, es decir, de guerra pero siempre
hombre, humano. Con Joselo era que tomábamos trago, y por el trago
estuve en riesgo como unas tres veces. Los otros camaradas sí se tomaban
un trago pero nunca los miré borrachos, en cambio con Joselo por estar
en fiesta en una ocasión perdí los equipos.
De las anécdotas de esa época la que
más rememoro, es aquella en que una vez hubo un accidente de una
avioneta que iba para Planadas, en el Tolima, a sacar café. La avioneta
cayó por una vereda que llaman Chapinero. Nosotros estábamos más o menos
a 3 horas de camino del lugar, entones el teniente Isaías Pardo dijo,
vamos muchachos, dentro de media hora tenemos que llegar allá donde está
accidentada la avioneta. Al instante salimos 16 guerrilleros corriendo
hacia el sitio. Al llegar nos percatamos que estaba sobrevolando un
helicóptero hasta que aterrizó. Nosotros ya habíamos alcanzado a ojear
el aparato y nos habíamos ocultado. Cuando los dos pilotos bajaron del
helicóptero, el teniente Isaías Pardo exclamó: ¡hoy nos vamos para
Marquetalia en helicóptero!.
PRÓXIMAMENTE DAREMOS A CONOCER LO QUE RESTA DEL TOTAL DE LA ENTREVISTA.