Prensa Rural. Jueves 4 de Julio 2013
Ha empezado
una campaña de desprestigio los voceros de la movilización campesina del
Catatumbo, las fuentes son oficinas y archivos de inteligencia militar.
Los medios de comunicación hacen parte de la campaña, preguntando de
manera incidiosa, a veces con rabia, mezclando las declaraciones de los
campesinos con los informes de inteligencia para que al final de la
lectura el ciudadano concluya: "no son lo que dicen ser". La versión es
la misma de siempre: "no son campesinos, son guerilleros". Se busca
deslegitimar la protesta, a sus voceros y dar carta blanca para el uso
de las armas de fuego contra los manifestantes campesinos y abrir el
camino a futuras judicializaciones y encarcelamientos. Hasta el momento
son cinco los campesinos judicializados y encarcelados irregularmante.
Estas son las vidas verdaderas de los voceros del campesinado del Catatumbo:
Elizabeth Pabón Guerrero “Chavela”
Esta mujer de 42 años estudió hasta quinto de primaria y logró
validar hasta noveno grado. Hace parte de la directiva de ASCAMCAT desde
el 2010, cuando, luego de dos años de ser parte del equipo de apoyo de
la asociación, fue destacada para asumir el cargo de secretaria.
Alrededor de los dos años de edad llegó al Catatumbo junto a sus
padres y tres hermanos; huyendo de la violencia que azotaba sus tierras
en San Alberto, Cesar.
Esta esposa y madre de tres hijas cuenta que las masacres
paramilitares, de las que fue víctima el Catatumbo en los noventa,
dejaron como huella miedo y zozobra en la población. Sin embargo, no le
tiembla la voz al afirmar que “la necesidad y lo que se lleva en la
sangre lo hacen seguir adelante y lo motivan a uno a hacerle frente a la
violencia. Había que entre todos dar la lucha, de uno a uno no se
podía… Pero nos podíamos unir”.
Elizabeth es clara cuando señala que, pese a los cuatro compañeros
asesinados por la fuerza pública en Ocaña, el paro es la única forma que
le queda al campesinado del Catatumbo para reclamar y hacer valer sus
derechos.
“Los muertos nos duelen; pero no nos desaniman, es por ellos que
seguimos luchando. Resistimos por la tierra, por la permanencia en el
territorio, por la flora, por la fauna, porque no nos desplacen. El
Catatumbo es lo único que conocemos, y si nos desplazan ¿Para dónde nos
vamos a ir?”, dice, cuando se le pregunta por los compañeros ejecutados
extrajudicialmente en Ocaña.
Gilma Téllez Carrascal
A sus 48 años y siendo madre de 6 hijos su preocupación principal es
“no caer a la cárcel por un montaje judicial del gobierno”. Ella sabe
que, aunque esta violencia le ha quitado un esposo, dos tíos, una tía y
un hermano; su inconformidad con la pobreza, la desigualdad y la falta
de democracia, no la dejan parar de pelear por los derechos de la
“clase pobre”.
Con una sonrisa pintada en la cara, recuerda que en la época en la
que su papá sembraba café “se compraba comida por bultos”; al tiempo,
asegura que ahora “con la coca vivimos mendinguiando cualquier pedacito
de comida”. Sus padres hace más de 50 años salieron de La Playa de
Belén, buscando tierra libre y fértil; ellos llegaron al Catatumbo
adentro abriendo montaña con un niño de brazos, una escopeta, un burro,
una gallina y cuarenta pesos en el bolsillo; sin embargo, con la fuerza
de sus brazos hicieron de su montaña una “hermosa vereda”.
“Porque valoramos esta tierra, este territorio; es que queremos Zona
de Reserva Campesina. Para que así no nos desplacen del territorio para
que nos mantengamos en el lugar que estamos acostumbrados a estar y con
la gente con la que queremos estar”, dice cuando se le pregunta por el
sentido de esta lucha.
José del Cármen Abril Abril (Carmito)
Carmito tiene 43 años, nació en el corregimiento de la Trinidad, en
el municipio de Convención, un lugar donde “todos somos Abriles”. Es
padre de ocho hijos y empezó a trabajar como jornalero a los 9 años.
Pese a no tener ningún tipo de estudio, él asegura que no se avergüenza,
y que por el contrario se siente orgulloso de ser un líder campesino
que trabaja por la vida digna del Catatumbo.
“Yo nunca pasé por debajo del techo de una escuela, es que aquí no
hay dónde estudiar y eso es muy triste. Pero, ¿sabe qué es más triste?
Que la gente estudie para matar, porque aquí los que mandan a matar a
los campesinos son personas que han estudiado mucho y que tienen
títulos. Si uno no estudia para ayudar a la gente, pues es mejor no
hacerlo”
Carmito tuvo que salir huyendo de Convención junto con otras 48
familias porque los paramilitares ya habían masacrado más de 11000
campesinos en el Catatumbo.
Él asegura que en este país nadie protesta sin motivos. “Nadie
porque sí. Yo tenía once hermanos y mi papá era jornalero, la paga de un
jornal no alcanzaba y muchas veces tuvimos que pedir para comer. ¿Usted
cree que es eso justo? No es justo ver como una persona come y tres
familias tienen que pedir para comer. Por eso es que nosotros
protestamos, porque aquí llegan las multinacionales y se roban nuestros
recursos y nosotros seguimos sin tener agua potable, vías, escuelas, ni
comida.“
José del Carmen habla con toda propiedad, está seguro que una Zona de
Reserva Campesina en el Catatumbo sería el primer paso para la vida
digna del campesinado. Este líder campesino está cansado de las mentiras
que el Estado le ha dicho a los campesinos y de que no se cumplan los
compromisos que han adquirido con ellos. También sabe que la resistencia
no la van a dar solos, que la lucha no es sólo de los campesinos, sino
de los trabajadores y los estudiantes. De los oprimidos.
“Aquí el Estado dice que va a reparar a las víctimas de la violencia,
de esas víctimas hacen parte los asesinados y mutilados en Ocaña. Esas
víctimas que Santos quiere reparar también son los niños huérfanos, las
mujeres viudas y las familias rotas que el Estado ha dejado en nuestra
región. El espíritu de lucha no se contiene a plomo, se contiene
dialogando y quitándole el hambre a los campesinos”, expresa.
Juan Carlos Quintero Sierra
Tiene 27 años. De padres campesinos, fue desplazado por primera vez a
los 15 años junto con su familia a causa del conflicto armado. Después
de tres desplazamientos más, hoy vive en el corregimiento de Aserrío,
municipio de Teorama. Terminó el bachillerato, actualmente estudia
Zootecnia en la UNAD (Universidad Nacional Abierta y a Distancia).
Fue partícipe de la fundación de ASCAMCAT en el año 2005, después del
desplazamiento forzado de una comunidad campesina llamada El Suspiro.
Durante esa época Juan Carlos y otros habitantes de la región
participaron en un foro llamado “Por La Vida del Nororiente Colombiano”
organizado por la Universidad Nacional de Colombia. En el marco de este
foro los asistentes y posteriores fundadores de ASCAMCAT conocieron
experiencias de otras organizaciones, que sirvieron de inspiración para
la organización de esta asociación campesina. Juan Carlos es el actual
vicepresidente de ASCAMCAT y miembro de la Junta Directiva de la
Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina - Anzorc.
Eugenio Guerrero Rodríguez
Nació el 18 de Mayo de 1972 en Tibú-Norte de Santander. Es campesino, padre de familia de tres hijos.
Fue víctima de múltiples abusos tales como el desplazamiento forzado a
causa del paramilitarismo en la región del Catatumbo. Entre el
2000-2006 estuvo viviendo en diferentes lugares, sin trabajo ni vivienda
fija y regresó su vereda junto con 60 de las aproximadamente 80
familias que fueron desplazadas.
Eugenio entró a ASCAMCAT porque sintió la necesidad de defender los
derechos del pueblo y del territorio al que pertenece. Se hizo entonces
socio de ASCAMCAT desde el 2008. En 2010, pasó a ser parte de la Junta
Directiva, rol que hoy cumple con la satisfacción de estar en una
organización campesina que lucha por la defensa de los derechos humanos y
la permanencia en el territorio.
César Jerez
Es hijo de campesinos liberales y conservadores, desplazados de
Málaga y Piedecuesta, en Santander, durante "la violencia". Estudió en
una escuela que construyó su madre y se aficionó a la lectura en una
biblioteca que ella fundó. Terminó el Bachillerarto en el Colegio
Santander de Bucaramanga. Inició estudios de Ingeniería Eléctrica en la
Universidad Industrial de Santander - UIS. Con una beca se fué a
estudiar a la Unión Soviética en 1985. Es geólogo de la Academia Estatal
Azerbaijana de Petróleos (exURSS). En Bakú obtuvo una maestría en
geología industrial de petróleo y gas. Es profesor y traductor de idioma
ruso. Realizó estudios de gestión y planificación del desarrollo urbano
y regional en la Escuela Superior de Administración Pública -ESAP de
Bogotá.
Actualmente es miembro de la Junta Directiva de la Asociación
Nacional de Zonas de Reserva Campesina – Anzorc. Coordina el equipo
dinamizador de esta asociación, que aglutina a 54 procesos de Zonas de
Reserva Campesina del país. Desde 1998 es miembro de la Asociación
Campesina del Valle del Río Cimitarra – ACVC, organización que ganó el
Premio Nacional de Paz en 2010. Es co-fundador y redactor de la Agencia
Prensa Rural http://prensarural.org/spip/. Investiga y escribe para diversos medios de comunicación alternativa.