viernes, 5 de julio de 2013

ESTOS SON LOS VERDADEROS PERFILES DE LOS VOCEROS DE LA MOVILIZACION CAMPESINA DEL CATATUMBO.

Por: Asociación Campesina del Catatumbo.
Prensa Rural. Jueves 4 de Julio 2013

Ha empezado una campaña de desprestigio los voceros de la movilización campesina del Catatumbo, las fuentes son oficinas y archivos de inteligencia militar. Los medios de comunicación hacen parte de la campaña, preguntando de manera incidiosa, a veces con rabia, mezclando las declaraciones de los campesinos con los informes de inteligencia para que al final de la lectura el ciudadano concluya: "no son lo que dicen ser". La versión es la misma de siempre: "no son campesinos, son guerilleros". Se busca deslegitimar la protesta, a sus voceros y dar carta blanca para el uso de las armas de fuego contra los manifestantes campesinos y abrir el camino a futuras judicializaciones y encarcelamientos. Hasta el momento son cinco los campesinos judicializados y encarcelados irregularmante.

Estas son las vidas verdaderas de los voceros del campesinado del Catatumbo:


Elizabeth Pabón Guerrero “Chavela”




Esta mujer de 42 años estudió hasta quinto de primaria y logró validar hasta noveno grado. Hace parte de la directiva de ASCAMCAT desde el 2010, cuando, luego de dos años de ser parte del equipo de apoyo de la asociación, fue destacada para asumir el cargo de secretaria.

Alrededor de los dos años de edad llegó al Catatumbo junto a sus padres y tres hermanos; huyendo de la violencia que azotaba sus tierras en San Alberto, Cesar.

Esta esposa y madre de tres hijas cuenta que las masacres paramilitares, de las que fue víctima el Catatumbo en los noventa, dejaron como huella miedo y zozobra en la población. Sin embargo, no le tiembla la voz al afirmar que “la necesidad y lo que se lleva en la sangre lo hacen seguir adelante y lo motivan a uno a hacerle frente a la violencia. Había que entre todos dar la lucha, de uno a uno no se podía… Pero nos podíamos unir”.


Elizabeth es clara cuando señala que, pese a los cuatro compañeros asesinados por la fuerza pública en Ocaña, el paro es la única forma que le queda al campesinado del Catatumbo para reclamar y hacer valer sus derechos.


“Los muertos nos duelen; pero no nos desaniman, es por ellos que seguimos luchando. Resistimos por la tierra, por la permanencia en el territorio, por la flora, por la fauna, porque no nos desplacen. El Catatumbo es lo único que conocemos, y si nos desplazan ¿Para dónde nos vamos a ir?”, dice, cuando se le pregunta por los compañeros ejecutados extrajudicialmente en Ocaña.


Gilma Téllez Carrascal




A sus 48 años y siendo madre de 6 hijos su preocupación principal es “no caer a la cárcel por un montaje judicial del gobierno”. Ella sabe que, aunque esta violencia le ha quitado un esposo, dos tíos, una tía y un hermano; su inconformidad con la pobreza, la desigualdad y la falta de democracia, no la dejan parar de pelear por los derechos de la “clase pobre”.


Con una sonrisa pintada en la cara, recuerda que en la época en la que su papá sembraba café “se compraba comida por bultos”; al tiempo, asegura que ahora “con la coca vivimos mendinguiando cualquier pedacito de comida”. Sus padres hace más de 50 años salieron de La Playa de Belén, buscando tierra libre y fértil; ellos llegaron al Catatumbo adentro abriendo montaña con un niño de brazos, una escopeta, un burro, una gallina y cuarenta pesos en el bolsillo; sin embargo, con la fuerza de sus brazos hicieron de su montaña una “hermosa vereda”.


“Porque valoramos esta tierra, este territorio; es que queremos Zona de Reserva Campesina. Para que así no nos desplacen del territorio para que nos mantengamos en el lugar que estamos acostumbrados a estar y con la gente con la que queremos estar”, dice cuando se le pregunta por el sentido de esta lucha.


José del Cármen Abril Abril (Carmito)




Carmito tiene 43 años, nació en el corregimiento de la Trinidad, en el municipio de Convención, un lugar donde “todos somos Abriles”. Es padre de ocho hijos y empezó a trabajar como jornalero a los 9 años. Pese a no tener ningún tipo de estudio, él asegura que no se avergüenza, y que por el contrario se siente orgulloso de ser un líder campesino que trabaja por la vida digna del Catatumbo.


“Yo nunca pasé por debajo del techo de una escuela, es que aquí no hay dónde estudiar y eso es muy triste. Pero, ¿sabe qué es más triste? Que la gente estudie para matar, porque aquí los que mandan a matar a los campesinos son personas que han estudiado mucho y que tienen títulos. Si uno no estudia para ayudar a la gente, pues es mejor no hacerlo”


Carmito tuvo que salir huyendo de Convención junto con otras 48 familias porque los paramilitares ya habían masacrado más de 11000 campesinos en el Catatumbo.


Él asegura que en este país nadie protesta sin motivos. “Nadie porque sí. Yo tenía once hermanos y mi papá era jornalero, la paga de un jornal no alcanzaba y muchas veces tuvimos que pedir para comer. ¿Usted cree que es eso justo? No es justo ver como una persona come y tres familias tienen que pedir para comer. Por eso es que nosotros protestamos, porque aquí llegan las multinacionales y se roban nuestros recursos y nosotros seguimos sin tener agua potable, vías, escuelas, ni comida.“


José del Carmen habla con toda propiedad, está seguro que una Zona de Reserva Campesina en el Catatumbo sería el primer paso para la vida digna del campesinado. Este líder campesino está cansado de las mentiras que el Estado le ha dicho a los campesinos y de que no se cumplan los compromisos que han adquirido con ellos. También sabe que la resistencia no la van a dar solos, que la lucha no es sólo de los campesinos, sino de los trabajadores y los estudiantes. De los oprimidos.


“Aquí el Estado dice que va a reparar a las víctimas de la violencia, de esas víctimas hacen parte los asesinados y mutilados en Ocaña. Esas víctimas que Santos quiere reparar también son los niños huérfanos, las mujeres viudas y las familias rotas que el Estado ha dejado en nuestra región. El espíritu de lucha no se contiene a plomo, se contiene dialogando y quitándole el hambre a los campesinos”, expresa.


Juan Carlos Quintero Sierra 




Tiene 27 años. De padres campesinos, fue desplazado por primera vez a los 15 años junto con su familia a causa del conflicto armado. Después de tres desplazamientos más, hoy vive en el corregimiento de Aserrío, municipio de Teorama. Terminó el bachillerato, actualmente estudia Zootecnia en la UNAD (Universidad Nacional Abierta y a Distancia).


Fue partícipe de la fundación de ASCAMCAT en el año 2005, después del desplazamiento forzado de una comunidad campesina llamada El Suspiro. Durante esa época Juan Carlos y otros habitantes de la región participaron en un foro llamado “Por La Vida del Nororiente Colombiano” organizado por la Universidad Nacional de Colombia. En el marco de este foro los asistentes y posteriores fundadores de ASCAMCAT conocieron experiencias de otras organizaciones, que sirvieron de inspiración para la organización de esta asociación campesina. Juan Carlos es el actual vicepresidente de ASCAMCAT y miembro de la Junta Directiva de la Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina - Anzorc.


Eugenio Guerrero Rodríguez 




Nació el 18 de Mayo de 1972 en Tibú-Norte de Santander. Es campesino, padre de familia de tres hijos.

Fue víctima de múltiples abusos tales como el desplazamiento forzado a causa del paramilitarismo en la región del Catatumbo. Entre el 2000-2006 estuvo viviendo en diferentes lugares, sin trabajo ni vivienda fija y regresó su vereda junto con 60 de las aproximadamente 80 familias que fueron desplazadas.


Eugenio entró a ASCAMCAT porque sintió la necesidad de defender los derechos del pueblo y del territorio al que pertenece. Se hizo entonces socio de ASCAMCAT desde el 2008. En 2010, pasó a ser parte de la Junta Directiva, rol que hoy cumple con la satisfacción de estar en una organización campesina que lucha por la defensa de los derechos humanos y la permanencia en el territorio.


César Jerez




Es hijo de campesinos liberales y conservadores, desplazados de Málaga y Piedecuesta, en Santander, durante "la violencia". Estudió en una escuela que construyó su madre y se aficionó a la lectura en una biblioteca que ella fundó. Terminó el Bachillerarto en el Colegio Santander de Bucaramanga. Inició estudios de Ingeniería Eléctrica en la Universidad Industrial de Santander - UIS. Con una beca se fué a estudiar a la Unión Soviética en 1985. Es geólogo de la Academia Estatal Azerbaijana de Petróleos (exURSS). En Bakú obtuvo una maestría en geología industrial de petróleo y gas. Es profesor y traductor de idioma ruso. Realizó estudios de gestión y planificación del desarrollo urbano y regional en la Escuela Superior de Administración Pública -ESAP de Bogotá.


Actualmente es miembro de la Junta Directiva de la Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina – Anzorc. Coordina el equipo dinamizador de esta asociación, que aglutina a 54 procesos de Zonas de Reserva Campesina del país. Desde 1998 es miembro de la Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra – ACVC, organización que ganó el Premio Nacional de Paz en 2010. Es co-fundador y redactor de la Agencia Prensa Rural http://prensarural.org/spip/. Investiga y escribe para diversos medios de comunicación alternativa.