Prebsa Rural. Lunes 08 de Julio 2013.
Foto: Efraín Patiño. El Tiempo
Ante la
contundente movilización del campesinado del Catatumbo, el cual
protagoniza una amplia acción social desde hace ya casi un mes,
sustentada en un justo y adecuado pliego de peticiones sociales,
económicas, políticas , culturales y ambientales, la respuesta del
gobierno nacional en cabeza del señor Santos ha sido un desatino
absoluto.
La actitud de la Casa de Nariño no es diferente a la clásica postura
de todos los gobiernos de la oligarquía frente a la movilización social y
popular. Menudean las mentiras, el desgaste, la manipulación, la
represión y la más descarada violencia contra los campesinos. Ya van 4
muertes a manos de la policía, muchos heridos y encarcelados.
Sin duda, esta movilización campesina en el Catatumbo es un hecho
social y político extraordinario. Histórico, se podrá afirmar, sin
exageración.
Que 12 mil campesinos, hombres, mujeres y jóvenes, de una población
de casi 200 mil habitantes realicen un despliegue de las proporciones
vistas, no tiene muchos antecedentes en la historia colombiana y
latinoamericana Basta hacer la comparación con las recientes
manifestaciones del Brasil, una nación de casi 200 millones de
habitantes, que despegaron con pequeñas concentraciones de 2000
personas, hasta llegar al millón registrado en los eventos más cercanos.
La organización y la potencia de este movimiento reside en la justeza de sus exigencias. Desde luego, en el alto nivel de conciencia de dicha subjetividad agraria y democrática, conformada en la lucha y el trabajo heroico de líderes muy probados.
Son diversos los aspectos de este movimiento socio-político que deben
ser analizados. Por ahora solo me interesa destacar la posición del
gobierno del señor Santos frente al mismo.
En principio, prevaleció el desconocimiento y el menosprecio por la
lucha campesina. Se jugó al desgaste y a la muerte de la acción rural.
Pero dada la envergadura de la protesta, de las manifestaciones y de la eficacia de las formas de lucha utilizadas, se recurrió a una feroz carga de violencia con grupos especiales de la policía, del ESMAD (Escuadrón antidisturbios) para masacrar la protesta. Fruto de tal acción terrorista policíaca fue la muerte de varios campesinos, ultimados por tiros de gracia de francotiradores apostados en lugares estratégicos de Ocaña y Tibu.
Como quiera que este escenario desnudó la naturaleza del régimen
colombiano ante los ojos del mundo, a renglón seguido se adoptó un tono
de conciliación y se improvisó una comisión de altos funcionarios de
Bogotá, que derivaron en un fiasco por la frivolidad y cinismo de su
coordinador, un consejero social acostumbrado a banalizar los reclamos
sociales por la evidente degradación de su comportamiento social y
político, luego de haber sido por cierto tiempo un reconocido líder
sindical, ahora emblema del transformismo político promovido por la
élite dominante.
Todo fue un fracaso y a renglón seguido se dio un salto "metodológico" para acudir a los servicios de un "experto" en solución negociada de conflictos que sirvió de antesala del nuevo y tenebroso capitulo.
Me refiero al que hemos visto en los últimos tres días.
El nuevo escenario mezcla guerra mediática, estigmatización, amenazas y criminalización.
El primer paso consistió en difundir un infame reporte periodístico
sobre César Jerez, uno de los líderes de los campesinos, para endilgarle
vínculos con grupos guerrilleros y asociarlo con planes diabólicos para
sabotear el Estado.
La movida siguiente consistió en apurar el despliegue de organismos
judiciales para precipitar la penalización y captura de los dirigentes
que encabezan la protesta.
Ahora estamos, por cuenta del "experto" negociador de conflictos,
abocados a una clásica jugada de estos "técnicos", que consiste en
emplazar a una de las partes a que renuncie a sus recursos ofensivos
para derivar en la destrucción y fracaso de la movilización.
Obviamente, nada de esto va a doblegar el formidable alzamiento rural
del Catatumbo. Este potente movimiento social muestra otros niveles de
desarrollo dado que constituye una subjetividad política surgida en un
largo proceso de luchas y educación.
Adicionalmente, las condiciones políticas del gobierno Santos están
en su peor momento dado el enorme desprestigio de su administración.
Los campesinos del Catatumbo tendrán que avanzar en su protesta dado
que no existe la menor intención de Santos de atender sus demandas.
A la vista están nuevas acciones campesinas que regresarán a las
manifestaciones para exigir el cumplimiento de recientes acuerdos
después de grandes huelgas y bloqueos de vías para exigir subsidios para
los cafeteros, arroceros, paperos, paneleros, camioneros y ganaderos
lecheros. Santos no ha cumplido lo pactado y tendrá que vérselas con la
indignación de millones de labriegos y conductores de tractomulas.
Es grotesca y brutal la posición gubernamental de estigmatizar,
criminalizar y asesinar en el Catatumbo. Nada coherente con las
conversaciones de paz que se adelantan en La Habana para resolver el
prolongado conflicto social y armado. Queda al desnudo la demagogia y
mentira del régimen de la denominada Prosperidad Democrática. Estamos
notificados de su "paz".
Al tiempo con la protesta campesina del Catatumbo ha ocurrido una amplia solidaridad nacional con las reivindicaciones agrarias y democráticas proclamadas. Es el apoyo generoso del movimiento social nacional sensible con la heroica batalla campesina e indígena/Bari.