Por: Sergio de Zubiría Samper
El proceso de las conversaciones en La
Habana para acordar el fin del conflicto colombiano es el tema central
de nuestra realidad política. En medio de grandes dificultades y
esperanzas, continúa la mesa de negociación entre la insurgencia y el
gobierno. En el horizonte ya aparece una importante discusión sobre la
necesidad de refrendar los acuerdos por algún mecanismo de soberanía
popular. El gobierno actual ha abierto la puerta para un referendo. Los
motivos para anticipar este debate son sinceramente profundos y van más
allá de una simple polémica formal o jurídica.
La primera razón es el
reconocimiento que la solución del conflicto y los caminos de la paz no
son “propiedad” de un gobierno o de la insurgencia. La paz con justicia
social es potestad indelegable del pueblo colombiano y sólo con el
ejercicio de su participación directa es posible esa paz estable,
duradera y democrática. Un acuerdo entre “dos” partes, no representa la
soberanía plena del poder constituyente.
El segundo motivo es
ratificar que el tipo y actores de refrendación de los acuerdos es
determinante para las garantías, profundidad y legitimidad de todo el
proceso de finalización del conflicto, porque la institución de
refrendación es fundamental. Si se suplanta la soberanía popular, se
pierde necesariamente poder vinculante y legitimidad. Dejar, por
ejemplo, a un “Marco Jurídico” o al Congreso de la República o al Poder
Judicial, la prioridad en otorgar legalidad al acuerdo, tendría
consecuencias negativas como: pérdida tendencial de legitimidad y
eficacia; identificación exclusiva con un gobierno o gobernante; falta
de compromiso y participación; desconocimiento de la soberanía popular;
excusas para los saboteadores de la paz; etc.
El tercer motivo es la necesidad de analizar con rigor que esta tarea histórica exige una amplia discusión sobre las virtudes y defectos de los diferentes mecanismos de validación democrática. La dimensión del problema también exige mayor concentración reflexiva y discusión colectiva.
Además de los mecanismos de participación contemplados en la Constitución Política (voto, cabildo abierto, iniciativa legislativa, revocatoria, consulta popular, plebiscito, referendo), tenemos que analizar distintas opciones para sembrar los verdaderos caminos hacia la paz. Por ejemplo, en el referendo se convoca al pueblo para que a través de su voto apruebe o rechace un proyecto de norma jurídica, pero esta última no es elaborada directamente por el pueblo, como tampoco puede ser modificada.
La discusión hasta ahora empieza. Están convocadas las “constituyentes por la paz con justicia social”. Se trata de reflexionar y deliberar sobre el contenido de los cambios necesarios para cultivar la paz en Colombia.