Escrito por Alberto Buitre..
Marco León Calarcá
Entrevista exclusiva desde La Habana, Cuba, con Marco León Calarcá,
delegado para la paz y comandante de las FARC-EP, acerca del proceso de paz
colombiano, el posible futuro político de la guerrilla y su opinión sobre la
actualidad poítica de México.
- La Habana, Cuba.- Las mesas de diálogo que intentan terminar con 48 años de conflicto armado en Colombia son un triunfo político de las FARC – EP y un reconocimiento a su fuerza militar, considera Marco León Calarcá, comandante del Estado Mayor del Bloque Caribe “Martín Caballero” de la guerrilla de Marquetalia y delegado plenipotenciario para el proceso entre la insurgencia y el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos, que comenzará en Oslo, Noruega, el próximo siete de octubre.
En un hotel de La Habana, Cuba, ciudad donde residen provisionalmente los
siete delegados de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército
del Pueblo (FARC – EP) desde principios de septiembre cuando se dieron los
anuncios que hoy les convocan a dialogar, Calarcá accede a esta entrevista en
exclusiva para exponer las perspectivas y objetivos de la guerrilla en el
presente intento por acabar la guerra en Colombia. Toma un café para comenzar
la conversación, enseguida un vaso con agua, ataviado con una camisa corta,
ligera, para paliar el calor tropical habanero que se ha abochornado por los
chubascos de los últimos días.
Los tres antecedentes al actual intento de pacificación fracasaron por la
traición del Estado colombiano, opina el jefe guerrillero. Los acuerdos de Casa
Verde con Belisario Betancurt ; las de Caracas – Tlaxcala con el presidente
César Gaviria en 1992 y las mesas de San Vicente del Caguán de 1998 al 2002,
durante el gobierno de Andrés Pastrana.
- ¿Qué es diferente en este proceso?
- Calarcá se toma dos segundos y luego responde:
- De hace diez años, han pasado muchas cosas. Las condiciones creemos que
son distintas. Las causas que nos llevaron a tomar las armas, no solamente no
se han solucionado sino que, al contrario, se profundizan. Se han profundizado
más con el desarrollo del neoliberalismo. Nosotros no vemos, más allá de la
profundización, otras diferencias. Es la misma necesidad de la paz. Nosotros
hemos mantenido en alto la bandera de la paz. Siempre hemos insistido y siempre
ha sido el gobierno el que ha negado la posibilidad.
“Ahora el gobierno por la necesidad que tienen que acabar con la guerrilla
para poder profundizar el neoliberalismo piensan que la fórmula es esa (diálogo
para la paz), ante el fracaso de intentar aniquilarnos militarmente.
“Ese es el gran debate, la gran discusión en este momento. Esa es la etapa
que vamos a abordar: Si es de verdad que vamos a solucionar las causas que nos
tienen en guerra, podemos construir la paz; o si lo que se pretende, sencillamente,
es abrir espacios al desarrollo neoliberal, lo que implicaría ahondar y
aumentar las causas. Porque eso implicaría mayores diferencias sociales,
mayores diferencias económicas en una política que se entiende como
neoliberalismo que es simplemente una cuestión administrativa sin atender
realmente las demandas de la población, que es realmente la función del Estado.
“Nosotros tenemos claro que la revolución, nuestro objetivo estratégico
como revolucionarios que somos, como comunistas, no lo vamos la lograr en la
mesa. De eso estamos claros. Lo que sí pretendemos, es que haya posibilidades
de hacer política sin armas. Esa es la situación de ahora.
“El Gobierno dice que ellos tienen voluntad. Nosotros venimos insistiendo
en lo mismo, de nuestro lado hay voluntad. El objetivo es generar las
condiciones, hacer las transformaciones necesarias para que no haya necesidad
de las armas”.
- ¿Tienen confianza luego del fracaso de procesos anteriores?
- Siempre hemos tenido confianza y siempre hemos sido traicionados. No
solamente hemos sido traicionados sino que, además, han querido decir que somos
nosotros los responsables de que no se construya la paz. Pero nosotros hemos
mantenido la bandera de la paz en alto, la bandera de la paz es nuestra, la
solución política es un planteamiento desde nuestros orígenes.
“Entonces hacemos un esfuerzo en confiar. Hacemos un esfuerzo en creer que
sí hay esa voluntad. Pensamos que la guerra ha sido lo suficientemente dura
para convencer a todos aquellos que no se lucran de ella. Los únicos que están
de acuerdo con la guerra son los que reciben ganancias con ella.
“Y después de esos intentos, entonces decimos: ‘Vamos a intentarlo
nuevamente’. Con la misma voluntad y confianza en nuestro pueblo. Y haciendo el
esfuerzo por creer en la voluntad del Gobierno. Esperemos que así sea.”
“El diálogo es producto de la presión popular”
Calarcá, se ha convertido en el portavoz oficial de las FARC-EP. Desde la
capital de Cuba, se encuentra con periodistas del mundo a quienes ha expuesto
las ideas de la guerrilla sobre la pacificación. Pero también aprovecha para
puntualizar el contexto histórico de éste que es el conflicto armado más
antiguo del continente americano y que en 1984 buscó en la Unión Patriótica
llegar a la Presidencia de Colombia, a través de las elecciones, con resultados
mortales para veinte mil de sus militantes, asesinados por fuerza
paramilitares, narcotraficantes y milicias oficiales.
Asegura que la actual voluntad de paz, es producto del apoyo popular a la
guerrilla:
“Tenemos claro que la mesa, el diálogo, la solución diplomática al
conflicto es producto de la presión popular. De un lado, nosotros, como
expresión de la lucha popular armada que resistimos el mayor embate militar que
ha resistido ninguna guerrilla en este hemisferio. Estamos hablando de toda la
parafernalia bélica de Estados Unidos, toda la llamada tecnología de punta, que
han puesto al servicio de las fuerzas militares de Colombia. Peor aún, que
incluso están dirigiendo en el terreno, personalmente, en una agresiva
injerencia. Y más temprano que tarde, eso habrá de resolverse.
“Además, el proceso de descabezamiento del movimiento popular colombiano,
del movimiento social y político de izquierda, viene en ese proceso de
recomposición y recuperación después de todos los asesinatos de los ochentas y
los noventas que, no es que no hayan terminado. La guerra sucia
desafortunadamente no ha terminado. Pero, precisamente, la presión popular
tanto nacional como internacional ha permitido que en este momento tengan que
cuidarse, aunque siguen los asesinatos.
“Entonces, después de casi una década, dos periodos del gobierno de Uribe,
un gobierno narcoparamilitar de corte fascista, de una lumpenburguesía que lo
único que buscaba era entregar totalmente al país; después de las mentiras del
fin del conflicto, después de las mentiras de que habían acabado con la guerrilla
y después de todo eso, entonces les toca reconocer una realidad: nosotros
estamos ahí. Estamos en todo el territorio nacional. Claro, han cambiado las
condiciones porque hace diez años no tenían toda esa parafernalia bélica, sobre
todo la aviación. Y eso hace que, necesariamente, la táctica de combate sea
otra. Pero ahí estamos. Se combate todos los días.
“Esa realidad de la reconstrucción del movimiento popular y armado – que no
han podido judicializar vinculándolo a nosotros aunque sí lo han intentado y lo
siguen intentando-, (de la cual) no se tiene una existencia objetiva, pero no
lo pueden negar tampoco-, genera esa buena posibilidad de ahora.
“Decimos nosotros: sumando la fuerza de la insurgencia, la fuerza de la
guerrilla, la convicción y la entrega nuestra, sumada a la fuerza del
movimiento popular y contando con esa voluntad del Gobierno, es posible llegar
a nuevas situaciones que nos permitan vivir en paz. Cuando menos, sentando las
bases para, parando el conflicto armado, construir las soluciones de lo social,
de lo económico y de lo político.” Un diálogo de frente al mundo
Para Calaracá, las mesas de
diálogo que están por arrancar necesitan ser rodeadas tanto por la sociedad
colombiana como por la comunidad internacional, mediante mecanismos de
participación que hagan valer su opinión. Se necesita, señala, que los
interesados estén “ojo avizor para impedir el accionar de la extrema derecha,
no solo en Colombia, sino en el mundo”.
Negándose a opinar acerca de quienes integran la parte negociadora por el
Gobierno de Colombia, el comandante criticó que se pretenda llevar al cabo la
mesa de diálogo sin un cese a las hostilidades militares, ya que, mientras el
proceso se instala, en las montañas colombianas prevalecen los enfrentamiento
entre la guerrilla y los soldados. Sin embargo, el presidente Juan Manuel
Santos ha rechazado la propuesta de las FARC para conclusión bilateral de los
combates en tanto se desarrollan los diálogos.
“Dicen que el cese al fuego es darnos oxígeno, como si nos estuviéremos
muriendo. Siempre han pensado eso, siempre lo han dicho y siempre por eso es el
fracaso. Los enemigos de la paz dicen que la paz es ‘porque las FARC están
débiles’ y por eso piden tregua, para recuperarse. No es el caso. Ese cuento de
la debilidad de las FARC es desmentido diariamente en combate. Si estuviéramos
derrotados militarmente no estarían creciendo ellos en cantidad de militares ni
en planes militares ni en ayuda de Estados Unidos”, fustiga Calarcá al
ejemplificar que en el mes de julio, un bloque fariano derribó un avión Súper
Tucano en la región del Cauca.
No obstante, el tema del “cese al fuego” está incluido en la agenda de
negociación y para las FARC, señala Calarcá, es la intención insistir en su
necesidad durante la mesa del siete de octubre en Oslo, Noruega, porque éste es
un “símbolo verdadero de voluntad de paz”. Sin embargo, si esto no es posible,
la propuesta “tarde o temprano llegará”.
Ni terroristas ni narcotraficantes
Estados Unidos, Colombia y treinta y un Estados del mundo considera a las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia como “terroristas”. Les vincula con
actividades ilícitas como las de narcotráfico, y utiliza epítetos como
“narcoguerrilla” o “narcoterroristas” para describirle. Sin embargo, las FARC
en voz de Marco León Calarcá rechazan los apelativos y critica el “doble
rasero” con el cual se mira la defensa de los pueblos para defenderse de las
agresiones militares y políticas.
Además, Calarcá apunta a Estados Unidos por aplicar políticas
intervencionistas con el “pretexto del combate al narcotráfico”. Así es que
–señala-, se aprobó en el año 2000 el Plan Colombia como una iniciativa para el
combate a la producción de drogas que escondía un plan contrainsurgente. Eso,
de hecho, fue el motivo que canceló los acuerdos de paz de El Caguán de ese
entonces, sostiene el jefe guerrillero.
“El calificativo de terroristas es una cuestión demasiado subjetiva. Es
más, el mundo todavía no tiene claro qué es ser terrorista. No hay acuerdo. Se
pretende, como dice el escritor español Alfonso Sastre, calificar de terrorismo
a la lucha de los débiles y a las mismas acciones hechas por los poderosos,
entonces justificarlas. Y eso no puede ser así. Nosotros sencillamente nos
estamos defendiendo. Cuando hay un combate y muere un guerrillero, entonces es
un guerrillero dado de baja; muere un soldado, y entonces es un soldado
asesinado. Bombardean con bombas de más de una tonelada de manera
indiscriminada, y entonces sencillamente eso es el ‘desarrollo de la guerra’;
pero cuando nosotros enviamos un cilindro, entonces eso es asesinato. Ellos
ponen minas, y esas minas como son de fabricación industrial, entonces esas sí
valen; las nuestras, como son de fabricación artesanal, entonces son
descalificadas. Hay un doble resero para mirar la actividad y de eso se vale
esa calificación de terroristas. Ese doble rasero implica que quien tiene
poder, los que tienen el respaldo de las transnacionales, pueden hacer y
deshacer y no son terroristas, y simplemente buscan la justicia. Pero los
pueblos, los débiles, que se defienden de esas agresiones, sí son calificados
de terroristas.
”Con el tema del narcotráfico es lo mismo. Es la utilización de ese
fenómeno como pretexto para combatir a los pueblos del mundo. En 1989
invadieron Panamá con el pretexto de la lucha contra el narcotráfico y después
de más de veinte años, cualquiera puede darse cuenta que esa invasión no tiene
nada qué ver con el narcotráfico. En el caso nuestro, en el 200 aprobaron el
Plan Colombia, fue la base para la reingeniería de las fuerzas militares y el
punto de partida para que se desmoronaran los diálogos del Caguán. Y nosotros
lo denunciamos. Y nosotros decíamos: ‘Eso es un plan contrainsurgente, no tiene
nada qué ver con la lucha contra el narcotráfico’. Mentira. Ese gran negocio
(el narcotráfico) no lo han combatido. Siempre dijeron que ‘No’. Y hace pocos
años quedó aprobado como plan contrainsurgente; que (el Plan Colombia) se
extendía al combate contra la insurgencia. La práctica nos ha dado la razón.
“Sobre ese tema del narcotráfico, nosotros hemos presentado propuestas
serias y concretas como por ejemplo la legalización. En su momento fue más o
menos vista como un absurdo, y ahora es la propuesta que se está abriendo paso.
Porque es que el problema no es ni de los campesinos ni de los consumidores, es
más de los negociantes. Y uno se pregunta: ¿esa millonada de dólares donde se
quedan? ¿Dónde se mueve? ¿Será que los sectores populares tienen un sistema
financiero capaz de soportarlo? ¡No, hombre! Si ni siquiera sistema financiero
tenemos nosotros. Todo lo que sea banco depende de esa banca financiera internacional
¿Y donde se mueve el dinero del narcotráfico? ¿A quién beneficia? ¿A quién le
deja ganancias? ¿Quiénes son los que generan el problema fundamental del
narcotráfico? ¿Por qué Estados Unidos no cuida su frontera y sencillamente no
deja entrar la droga, en lugar de ir a perseguir de donde viene? Ah, porque
entonces se le acaba la excusa para invadir a México, que están invadidos; se
le acaba la excusa para invadir a Colombia; se le acaba la excusa para tener
injerencia en todo el mundo. Es sencillamente una herramienta. De paso que les
permite a ellos justificar sus invasiones, les permite desprestigiar
organizaciones que, como FARC, se enfrentan a esas políticas”.
Las FARC sobre México
Marco León Calarcá fungió como titular de la oficina de relaciones de las
FARC-EP en México desde 1993 hasta el 2002, cuando una petición diplomática del
ex presidente colombiano, Álvaro Uribe Vélez, ocasionó la petitoria de desalojo
por parte del entonces mandatario mexicano, Vicente Fox. Durante esos años, el
jefe guerrillero logró conocer bien el devenir político y social de este país y
lo que hoy le acontece, no le es ajeno.
Por tal motivo, afirma que en México se vive una confrontación de clases y
expresa su solidaridad, a nombre de la insurgencia fariana, a las organizaciones
mexicanas que se rebelan a la instauración del neoliberalismo en su territorio.
Luego de la descalificación popular y estudiantil a la elección que impone
a Enrique Peña Nieto en la Presidencia del país, actualmente México se debate
en la aprobación de una reforma laboral que ha sido criticada por expresiones
políticas de oposición, tanto en la Cámara de Diputados como en las calles. El
22 pasado, doscientos obreros del sindicato independiente de la automotriz
Nissan en Morelos bloquearon por horas la autopista México – Acapulco y han
marchado por la ciudad de Cuernavaca en protesta contra la medida.
Frente a esto, Calarcá critica las medidas adoptadas por el Estado mexicano
y advierte que en ese país podría reproducirse los conflictos que Colombia ha
padecido “producto de esas políticas”:
“Nosotros lo que hemos dicho es que México tiene en Colombia un espejo y la
situación que vive el pueblo colombiano es producto de esas políticas que
aplicaron. Y teniendo una realidad tan cercana que se puede conocer y se puede
evaluar, fácilmente se puede concluir que no es el mejor camino. Eso va a ser
parte de la lucha del pueblo mexicano. Brindamos toda nuestra solidaridad con
las organizaciones del pueblo de México
“Independientemente de la confrontación de la lucha de clases en México,
nosotros estuvimos allá nueve años, a pesar que se dice en la gran prensa que
nos echaron, eso no fue cierto. Yo no voy a defender al ex presidente Fox, pero
el comportamiento fue correcto desde el punto de vista diplomático. Simplemente
nos dijeron: ‘hay una solicitud para que ustedes salgan, digan cuando se van’ y
nosotros decidimos cuando nos fuimos. Y entendemos. Pero de ese episodio no nos
queda más que agradecimiento al Gobierno y al pueblo mexicano que fueron solidarios
en ese episodio. Pero la realidad de la lucha social, de la lucha económica, de
la lucha política (de México) es parte de la dinámica nacional.
Seguir luchando por el socialismo
La mesa de paz de ninguna forma significa desmovilizarse para las FARC-EP.
De acuerdo con Calarcá, las decisiones tomadas dentro del proceso tendrán un
impacto en el movimiento obrero y comunista internacional en tanto el triunfo
de unos, es el triunfo de todos. Más –señala-, cuando tanto el pueblo
Colombiano como los del mundo, se encuentran en plena batalla contra el
capitalismo en crisis. Por eso, sentencia: “hay que seguir luchando por la
sociedad socialista”
“Ahora mismo se puede ver la crisis de la crisis del capitalismo. Los
‘países desarrollados’ ya no lo son más. Ahora resulta que los pueblos de los
países subdesarrollados tienen más posibilidades. Es la crisis en todo. Porque
es que la lógica perversa del neoliberalismo lleva a la miseria. Ese punto
donde dijeron que el neoliberalismo genera riqueza como una copa que se derrama
y empieza a echar riqueza a todo mundo, pues eso es carreta.
“Dicen que nosotros por ser comunistas somos incrédulos y no somos capaces
de ver esa realidad; que es que los comunistas somos pro ortodoxos y todo lo
que han dicho; pero es que la realidad nos está mostrando cómo son las cosas
con la gente que no tiene donde vivir, de la gente que antes tenía un nivel de
vida alto y ahora no tiene donde vivir ¿y qué decimos de la gente que tenia
niveles de vida bajos? Unos están empobrecidos y los otros en la miseria. Esas
son las realidades que nosotros estamos confrontando.
“¿Y qué decimos? Hay que luchar por los derechos de los pueblos. Nosotros
estamos convencidos quela única forma de garantizar los derechos de las
mayorías es en la sociedad socialista. Eso es lo único. Donde no haya el
interés personal. Donde lo que importe sea el desarrollo colectivo y el bien
común. Eso es difícil y en esa pelea estamos. Y a esa pelea le hemos dedicado
la vida y en ese seguimos”.
Para el comandante Marco León Calarcá, el objetivo de la revolución
socialista en Colombia a través de la insurgencia política y militar de las
FARC-EP no se pierde. Por el contrario –destaca- “hay que seguir luchando”:
“Frente al proletariado, frente a los sectores empobrecidos y explotados,
lo único que decimos es: hay que seguir luchando. Que no es posible
desesperanzarnos. Y aunque de pronto nos han traicionado o que de pronto esto
se ha alargado o que ya era tiempo, lo único que no podemos hacer es cansarnos.
Porque tenemos la razón.
“Y el enemigo manipula, invierte, miente, mata y todo lo que sea. Pero
tenemos que persistir. Porque sabemos que más temprano que tarde, vamos a
lograr el objetivo revolucionario. Decimos nosotros: una forma de solidaridad,
y de pronto la más importante, es avanzar en nuestros procesos para lograr el
triunfo. La mayor solidaridad es poder triunfar para ayudar a los otros.
“Pero también sabemos y por eso nuestro interés internacionalista, que la
derrota de cualquiera es la derrota para todos. Pero también, el triunfo de
cualquiera es el triunfo de todos.”
El futuro político de las FARC
Uno de los objetivos de las FARC en el establecimiento de las mesas de
diálogo, es encontrar condiciones para hacer “política sin armas”, aunque,
aclara, como organización contemplan “la combinación de todas las formas de
lucha”. Sin embargo, el diálogo no representa la consecución de sus objetivos
políticos tampoco la lucha armada es la única vía “para lograr las
transformaciones sociales revolucionarias”.
“Nosotros estamos alzados en armas porque la violencia, la traición y la
represión de la oligarquía no dejó otro espacio. Si hubieran dejado otro
espacio seguramente no seríamos una guerrilla. Nosotros decimos: si no hay
necesidad de la lucha armada ¿para qué hacerla? Pero en el caso colombiano no
ha habido otra opción por la característica violenta, represiva de la
oligarquía criolla que ha tenido desde sus orígenes el crimen político como
arma.”
En tanto, la posibilidad de participar en elecciones estaría descartada en
tanto no se limpie el sistema electoral colombiano para prohibir el paso del
dinero, la corrupción y la violencia. Si esto se soluciona, dice Calarcá, “otro
tema será”. Pero “por ahora, nosotros como FARC no estamos pensando en
elecciones”.
Para las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, el conflicto entre la
guerrilla y las milicias en su país trasciende de la confrontación armada, para
ser la “confrontación de clases entre los pobres del mundo y la oligarquía”. En
ese sentido, se mantienen optimistas de lograr el triunfo de su revolución
–señala Calarcá-, para la transformación con justicia social de las condiciones
de vida del pueblo colombiano. Y afirma: “Necesariamente el tiempo está
de nuestro lado”.