jueves, 25 de octubre de 2012

LA PAZ ES POSIBLE

Carlos Lozano Guillén.
Director del semanario 'Voz'
Columna de Opinión el Tiempo
20 de Octubre 2012.
Las intervenciones de Humberto de la Calle e 'Iván Márquez' en la instalación de los diálogos plantearon las contradicciones políticas e ideológicas de las partes, que permiten avizorar la complejidad de los debates y discusiones en Cuba.
 Era previsible, pues se trata de partes antagónicas que no se reúnen para intercambiar elogios, sino a discutir diferencias. 'Márquez' representa a una guerrilla que ha buscado el poder por las armas, con un planteamiento revolucionario de transformación avanzada de la sociedad. Mientras que De la Calle es portavoz de un gobierno que considera inamovible el modelo de acumulación de economía de libre mercado, por cierto en crisis. No hay razón, entonces, para tanta protesta ni para el desespero.


El discurso de las Farc no dista mucho del de un partido de izquierda o un sindicato u organización contestataria en el marco de la precariedad de la democracia. El establecimiento debería pensar hasta dónde está dispuesto a llegar, si es que quiere la paz, en cambios políticos, sociales y económicos para erradicar las causas del conflicto.

Causas del conflicto

La agenda no excluye la posibilidad de que en su desarrollo se tengan en cuenta los graves problemas nacionales, como lo están exigiendo sectores sociales que son excluidos del proceso. No se trata de reformas maximalistas, pero sí de acuerdos que fortalezcan la democracia y la justicia social. Son las causas del conflicto y la razón de ser de un nuevo pacto político y social para la paz estable y duradera.

Al establecimiento y al gran capital no les gustan los cambios progresistas y de mayor equidad; sienten fobia por reformas democráticas porque amenazan su enorme poder político y económico. Quedó demostrado en pasados procesos con las Farc y el Eln, porque cuando era inevitable abordar temas de fondo buscaron con afán el pretexto para la ruptura. En esta ocasión, como existe la agenda acordada y de entrada tiene que abordarse, pretenden reducirla.

Con todo, el inicio fue el destape de posiciones; no hay por qué entrar en desespero, ambas partes declararon la voluntad de paz. Es imprescindible creatividad y audacia para allanar la salida política. Lo más importante es buscar el silencio de los fusiles, y ello dependerá de la profundidad de los cambios. Ambas partes están en pie de igualdad. El Gobierno y los grandes medios deben abandonar el cuento falaz de que la guerrilla está derrotada. Ese método fracasó durante cinco décadas y solo sirvió para prolongar el conflicto. Sobra la advertencia con tufo a ultimátum de que el Gobierno no es rehén del proceso. El balance periódico debe ser para dinamizar el diálogo, no para acabarlo. El tiempo debe ser el necesario para abordar una agenda de discusión. El Gobierno no puede presentar al Estado como víctima cuando es el principal depredador de los derechos humanos en el conflicto.