Por:Juanita León
Carlos Lozano, uno de los líderes de Marcha Patriótica, se ha convertido en un puente clave para acercarse a las Farc.
Carlos Lozano: líder del Partido Comunista,
directivo de la Marcha Patriótica y sobre todo, una de las personas a las que
han recurrido siempre los gobiernos para hacer un puente con las Farc.
En la época del movimiento estudiantil, Lozano
conoció a varios de los dirigentes de las Farc que pertenecían como él a la
Juventud Comunista (Juco), comenzando por Alfonso Cano. También militó en la
Juco con Andrés París y Pablo Catatumbo. Luego, durante las negociaciones de
paz en el Caguán, Lozano, que ya era director del periódico comunista Voz,
entabló contacto de nuevo con las Farc y logró la única entrevista que Tirofijo
le dio a un medio colombiano. Luego, la guerrilla lo designó como miembro de la
Comisión de Notables que intentó infructuosamente darle un aire a ese proceso
de paz. Después de su fracaso, cuando gran parte del país le hacía barra a la
derrota militar de la guerrilla a través de la Seguridad Democrática, Lozano
seguí insistiendo en una salida negociada. Cuando este escenario volvió a coger
fuerza, Lozano nuevamente fue buscado. Esta vez por el Gobierno cubano.
Timochenko también le concedió a él la única entrevista que ha concedido en
Colombia. Esta entrevista como varias de sus reflexiones sobre la paz aparecen
en el libro "La paz sí es posible" recientemente publicado por
Lozano.
La Silla Vacía: ¿Cuál es su lectura del proceso de paz en este momento, justo cuando
Timochenko y el gobierno están hablando de que el proceso está en un 'pantano'?
C.L: El proceso está en un momento difícil y es
necesario salvarlo con un esfuerzo de las dos partes como lo propone Timochenko
en la carta de estos días.
La Silla Vacía: ¿Por qué cree que está en un momento difícil?
C.L: Porque el gobierno cree que está conversando
con una guerrilla derrotada, quiere humillarla y provocarla. Es una actitud
prepotente que lo lleva a ser contestatario, sin iniciativa. Mientras las FARC
han presentado como seis pliegos de propuestas sobre el primer tema, el
gobierno no ha hecho ni una. En el fondo, los arrebatos del gobierno son
concesiones a los enemigos de la paz, que los tiene inclusive adentro.
L. S.V: En
su libro, usted cuenta que Cuba lo buscó para que estableciera si el proceso
con las Farc tenía alguna posibilidad. ¿Cómo llegó al a conclusión de que sí lo
tenía?
C.L: En realidad los contactos del presidente Santos
comenzaron antes de su posesión a través de un empresario vallecaucano, y eso
al comienzo generó cierta expectativa en las Farc y en algunos de los países
que estuvieron acompañando al gobierno. Esa etapa fue de calentamiento. El
ritmo de todo el proceso era lento y los cubanos tenían la duda de hasta dónde
las Farc estaban dispuestas a comprometerse en un proceso serio. Es cuando yo
aparezco. Querían, a través mío, que yo tratara de establecer con Alfonso Cano
si era una decisión tomada por las Farc y si Cuba se iba a meter en un proceso
que tuviera perspectivas de salir adelante.
L.S. V: ¿Cómo
llega usted a la conclusión de que las Farc están en serio?
Llego a la conclusión porque tengo intercambios
de mensajes con Timoleón una vez él asume después de la muerte de Cano y me doy
cuenta de que tienen ya una decisión tomada. En el mismo hecho de que
permanezcan dispuestos a seguir el proceso de acercamiento a pesar de la muerte
de Cano, que entiendo fue entendida como una traición de Santos. Cuando veo que
persisten en la idea del proceso, me doy cuenta de que puede ser. Sin duda
había debates en las Farc, estos temas no se toman por unanimidad, pero estaban
unidas en lo fundamental, en seguir el legado de Cano de abrir un espacio de
diálogo. Por eso llegué a la conclusión de que iba a ser así. Creo que no me
equivoqué.
L.S. V: ¿Cómo
decidió las Farc que estaba lista para entrar en una negociación que conduzca a
dejar las armas?
Hasta donde entiendo hubo debates dentro de las
Farc pero no tanto sobre si se iba o no a una mesa de diálogo sino sobre si
este era el momento. No es cualquier cosa lo que había pasado con la muerte de
Jojoy y sobre todo con la muerte de Alfonso Cano. Era un trofeo de guerra muy
importante para el gobierno, un golpe muy duro para las Farc. No era fácil que
se siguiera en ese proceso. Hubo debate en el Secretariado y en el Estado
Mayor. Pero al final se logró adoptar la decisión de ir todos juntos, y más o
menos eso se ha visto. No se ha visto en las Farc una actitud de torpedeo a ese
proceso. Tienen un solo libreto.
L.S.V: ¿Por
qué les interesaba a los cubanos facilitar el proceso de paz con las Farc?
C.L: Los cubanos de tiempo atrás vienen interesados
en la solución política al conflicto armado en Colombia. No por una decepción
de la lucha armada sino por las realidades políticas. Los procesos de América
Latina están transitando por otra dimensión y así lo entienden los cubanos.
L.S.V: ¿Cómo
entran ellos en la negociación?
C.L: Como las Farc objetaban el diálogo en Suecia y
Noruega, porque era demasiado lejos, apareció Cuba como una alternativa. Para
las Farc podría haber sido Venezuela, pero no era fácil que el gobierno lo
aceptara. Entonces se abre paso la idea de la Habana y por eso ya el presidente
Santos había hecho contacto con Cuba. Ellos fueron invitados por el gobierno,
no se meten por la puerta de atrás.
L.S.V: ¿Cuba
tiene influencia sobre las Farc?
C.L: Más que influencia, creo que las Farc le
tienen respeto a Cuba y eso es muy importante. Cuba tiene autoridad para
hablarle a las Farc porque ha sido solidaria con todas esas luchas armadas y de
alguna manera su voz es escuchada. No digo que sea atendida, pero por lo menos
tiene facilidad de encontrar receptividad a esa facilitación de Cuba.
“No se ha visto en las Farc una actitud de
torpedeo a ese proceso. Tienen un solo libreto”.
–
Carlos Lozano
L.S.V: ¿Qué
condiciones favorecen la paz ahora que no existían en el pasado?
C.L: Estamos en otro momento. El debate que hay hoy
en la izquierda y en la propia guerrilla colombiana, incluyendo al Eln, no es
la vigencia o no de la lucha armada, que fue el debate de los años 70. Hoy el
debate está en función de una experiencia concreta de América Latina. Los procesos
de renovación van en camino de la lucha no armada. Eso pesa. En lo propio, las
Farc reconocieron algo que antes no les gustaba mucho: que se hablara de un
conflicto degradado, ahora en sus textos hablan de un conflicto degradado. El
debate es que hay que ponerle fin a un conflicto que no tiene futuro, que no
tiene un desenlace rápido y que hay que buscar alternativas para evitarle tanto
sufrimiento a este país por el conflicto y otras razones.
L.S.V: ¿Cómo
vislumbra el Acuerdo ideal que podría salir ahora del proceso de paz?
C.L: El tema agrario es fundamental. En eso el
gobierno no puede cerrar ninguna posibilidad. No está en discusión la propiedad
privada, sino la exagerada concentración de la propiedad sobre la tierra. Lo ha
advertido Naciones Unidas: Colombia tiene las vacas más cómodas del mundo
mientras se amenaza la soberanía alimentaria. El Gobierno no puede decir que el
modelo no es objeto de discusión. En materia política, igual. Me da la
impresión que el gobierno tiene una posición reduccionista del tema político.
Lo limita a que Márquez o Timoleón vayan al Senado. Eso no es el tema
fundamental.
L.S.V: ¿En
concreto, a qué cree que aspiran las Farc en el tema político?
C.L: A reformas políticas: un estatuto de la
oposición, reformas que garanticen la igualdad de todos ante la ley, garantías
para poder participar en la vida nacional. Tiene que haber una reforma de fondo
que no se puede reducir, como cree el Establecimiento, a si el umbral es el 3
por ciento. Ese no es el asunto, es de garantías, de facilidades, que la política
tradicional se libere de tantos vicios. Tiene que haber un sistema de favorecer
más las garantías democráticas de todo el ámbito nacional
L.S.V: ¿Qué
cree que se puede esperar en el tema de víctimas?
C.L: El doctor De la Calle dice todo el tiempo a las
Farc que hay que darles la cara a las víctimas. Yo me pregunto: ¿Es que no hay
víctimas del Estado? En la Unión Patriótica, hay impunidad total y eso no se
puede decir que fue Rodríguez Gacha. Veo que van a presentar una película de
Carlos Castaño y que el argumento es que todo se debió a la venganza de Carlos
Castaño. Tiene que haber un criterio de que todos tienen que aportarle a esa
verdad.
L.S.V: ¿Cree
que las Farc estarían dispuestas a pagar unos años de cárcel?
C.L: Hasta ahora han dicho que no. Pero yo creo que
eso tiene que ser parte del debate. Veo que otros comienzan a mover, vía León
Valencia, que haya amnistía e indultos para los militares. Y por ahí se abre la
brecha para que todos salgan libres.
L.S.V: ¿Qué
opinaría de eso?
CL: Deben debatirlo, no digo que no. Más importante
que eso, que el gobierno no quiere debatir, es crear una nueva doctrina
democrática para las Fuerzas Militares. Que los militares entiendan que su
papel para defender la democracia no pasa por la connivencia con los
paramilitares o con los narcos.
L.S.V: ¿De
qué se trata realmente este proceso?
C.L: Paz con democracia con justicia social. López
Michelsen decía que la guerrilla no podía aspirar a una revolución por
contrato. La bondad de esta agenda es que es muy concreta, que trae un
preámbulo que no puede ignorar el gobierno. Pero con este proceso hay que pasar
a un nuevo estadio de prosperidad y de garantías, y unas mejores condiciones
sociales.
L.S.V: Pero
si de eso se trata el proceso va a durar años.
C.L: Hay una equivocación y es creer que el proceso
de paz es únicamente para resolverle unas cosas a las Farc y al ELN. Pero la
clave de todo esto es que se resuelvan cosas claves de la sociedad. Lo de la
democracia no es para que las Farc vayan a elecciones sino para que todos los
que creemos en una visión alternativa de la sociedad podamos luchar por las
ideas que creemos, sin tener que luchar con armas para hacerlo, con las mismas
garantías con las que cuentan los que se apoyan en las gabelas del poder. Es
una nueva democracia, así suene ostentoso.
L.S.V: Si
este proceso tiene éxito, ¿cómo afectaría el proceso de la izquierda?
C.L: Este proceso de paz tiene sentido no solo si se
avanza en fortalecer la democracia sino si influye para bien en los procesos de
unidad de la izquierda y de los sectores democráticos del país. Hay un nuevo
alinderamiento de la izquierda, en el sentido que hoy ningún partido agota las
posibilidades de la izquierda. No está toda en el Polo, ni en el Congreso de
los Pueblos, ni en la Marcha Patriótica. Tenemos que entender que si queremos
tener una opción de poder, ojalá para el 2014, tenemos que unirnos pero con un
programa de izquierda, de cambios en el país, de ruptura con el mercado
neoliberal.
L.S.V: ¿Como
Petro?
C.L: Con todas las diferencias que tenemos con
Petro, en el debate de fondo de las basuras él tiene razón: es para defender el
interés público. Lo que le ha pasado a la izquierda es que como para ganar hay
que ganar la centro izquierda entonces hay que bajar el tono del discurso para
ser más rosaditos. Pero no: la izquierda debe ser izquierda, y puede ser el
proyecto político de este nuevo aire, ojalá todos lo entendamos, incluyendo el
Polo.
L.S.V: ¿Cómo
fue el proceso de surgimiento de la Marcha Patriótica?
C.L: La Marcha surge en el Encuentro por la Paz de
Barrancabermeja del 2011, que fue convocado por la Asociación de Campesinos del
Carare y atendieron más de mil organizaciones populares, no solo agrarias, y
personalidades como Horacio Serpa, el padre Francisco de Roux, gente que pudo
corroborar que no era un congreso de guerrilleros. Lo que llamó la atención de
este encuentro es que la conclusión fue que había que buscar el camino de la
paz antes de conocerse en el país la fase exploratoria de los diálogos entre
las Farc y el Gobierno. En la medida que avanzó hasta el año pasado cuando tomó
forma, se habló de que Marcha podría ser un movimiento social y político no solo
para la paz sino para promover la unidad de la izquierda. En eso es muy
diferente a la Unión Patriótica, que surge como una organización propuesta por
la guerrilla. Nadie interviene en cómo como se comienza a desarrollar este
movimiento. Son las organizaciones de base.
L.S.V: ¿Qué
porcentaje de la militancia de la Marcha tiene afinidad con la guerrilla?
C.L: Ahí en Marcha Patriótica y aún en gente del
campo que no está con Marcha Patriótica hay mucha gente que tiene simpatía por
la guerrilla, que no son guerrilleros ni milicianos. Es que con esa precariedad
de la democracia que se siente en las regiones, donde en algunos municipios
rige el régimen de estado de sitio de antes de la Constitución de 1991. No
manda el alcalde sino el comandante de la brigada. Uno de los méritos de Santos
es reconocer que la guerrilla es una realidad política del país. Que está ahí y
que no puede tratarse exclusivamente con lo militar, que tiene base social y
que tiene simpatía.
L.S.V: ¿Le
tienen simpatía los campesinos que han tenido que padecer su opresión?
C.L: En esos recorridos con la Marcha, me he dado
cuenta de la falacia de que nadie quiere saber de ellas. Uno ve en regiones que las Farc han estado
ahí y que es una falacia que las hayan expulsado. Están en Cundinamarca, en la
Costa Atlántica, en zonas que supuestamente fueron declaradas libres de la
presencia guerrillera. Eso es lo que me convence de la necesidad de un proceso
de paz. Claro, ha recibido golpes muy fuertes, la Seguridad Democrática fue muy
rigurosa en persistir en esa solución de fuerza, pero no logró aplastarlas, ni
acabarlas, ellos asimilaron esos golpes. En los últimos días atacaron Yacopí;
en Sumpaz hubo un ataque a unos soldados. ¿Cuánto hacía que dijeron que las
Farc habían desaparecido del Sumpaz? No me alegro de esos hechos y lamento las
muertes de soldados y policías, pero es la tragedia de esta guerra.
L.S.V: ¿Por
qué le tienen simpatía a las Farc algunos campesinos?
C.L: Hay regiones donde pueden darse situaciones
fuertes y de abusos por parte de las Farc, y no desconozco que hay gente que ha
perdido la credibilidad en ellos. Pero hay regiones en las que las Farc son los
que dirigen la región, resuelven problemas de linderos, preservan el medio
ambiente, los campesinos incluso van a que les resuelvan los problemas de pareja.
Son una autoridad. Son muchos años de cohabitación de la guerrilla con esos
campesinos, ayudan a resolver quién va a ser la maestra de la escuela. Cobran
peajes, hacen obras públicas. Ante el vacío del Estado, que se preocupó de la
guerra, pero no de la inversión social, ¿a quién acuden los campesinos? Al que
tienen más cerca. Que no es el juez ni el notario, es el comandante de la
guerrilla.
L.S.V: ¿Es posible que la guerrilla financie algunos sectores de la Marcha?
C.L: La Marcha Patriótica se financia como se han
financiado todas las organizaciones populares: con los aportes de cada una de
estas organizaciones. Entre otras cosas, la Marcha es una organización de mucha
pobreza. Nuestras reuniones las hacemos de una manera modesta. ¿Por qué esa
misma pregunta no se la hacen a los partidos que hacen sus reuniones en los
clubes sociales llenos de lujo? Los que ponemos a la gente a venirse en autobús
desde Santa Marta, son los que tenemos que dar explicaciones. Hemos tomado
medidas frente al manejo financiero. Como no somos un partido político
reconocido, no estamos sometidos a ningún control del CNE y sin embargo, hemos
logrado estructurar todo nuestro sistema financiero.
L.S.V: Fuera
de haber llegado a la base social, la Marcha también ha penetrado el mundo
sindical. Dicen que parte de la huelga del Cerrejón lo explica la pelea por la
dirigencia del sindicato entre el Polo y la Marcha.
C.L: La Marcha ha sido muy fuerte en el mundo
sindical, algo de eso hay en el Cerrejón. Ahora vienen las elecciones en el
Comité Ejecutivo de la Cut, en donde Marcha va a jugar un papel muy importante,
en los sindicatos metalúrgicos, en los sindicatos energéticos hay una presencia
importante de Marcha. Y es posible que se cambie el mapa de la presencia
sindical. Marcha tiene fuerza en el sector de los maestros. Marcha no se va
tomar la CUT sola, ojalá fuera así, que irrumpiera con fuerza, pero va a
modificar las alianzas.
L.S.V: ¿Cómo
ve los tiempos políticos de la Marcha con los del proceso de paz?
C.L: En Marcha no nos angustia tanto el tiempo, en
eso coincidimos con las Farc. No estamos de acuerdo con los tiempos fatales,
entendemos al Presidente que tiene el afán de la reelección. Pero la Marcha no
ha decidido si va a elecciones. Mi posición personal es que Marcha tiene que ir
a elecciones, Piedad está en esa misma tónica. Pero hasta ahora está en proceso
de consolidación. La idea de las constituyentes no es convertirlas en
plataformas electorales.
L.S.V: ¿Cuál
es el objetivo entonces de las Constituyentes?
C.L: Son un ejercicio pedagógico que tiene dos
razones: defender la Mesa de la Habana, movilizar la base social que se
incorpore en las regiones, con constituyentes de mujeres, constituyentes de
jóvenes en defensa de lo de la Habana. Por eso cabe todo el mundo. No es un
proyecto político, una persona de derecha que crea en la paz puede estar en las
constituyentes. El objetivo es recoger el planteamiento y la inquietud de la
gente del común para plantearla frente al tema de la participación ciudadana.
Eso va en la línea de lo que dijo Iván Márquez
en Oslo de que el pueblo marcaría el camino de la negociación..
Queremos que se abra el debate, que se entienda
que hay una flexibilidad en la agenda, que tiene un preámbulo que para nosotros
es fundamental. No pretendemos que la Mesa de la Habana defina si hay que
cobrar valorización, pero sí tiene que resolver problemas que siente la gente.
Nos parece un contrasentido que el Gobierno esté allá hablando de cambios y
aquí pasando una agenda legislativa neoliberal. Hemos hablado de un foro
permanente por la paz.
L.S.V: ¿Quieren
que se convierta en una presión sobre la Mesa en la Habana?
C.L: Si, es una presión sobre la Habana para llegar
a unos acuerdos. Las constituyentes tienen que contribuir a dinamizar el
proceso, diciendo, bueno, resuelvan esto. Hablamos de un tiempo razonable, que
es aquel que no es eterno pero tampoco es perentorio.
L.S.V: ¿Cuál
es su pronóstico sobre cuánto tiempo durará la negociación?
C.L: Al acuerdo puede que se llegue en noviembre o
en un año, no creo que se tome mucho tiempo. Me estimula que en tres o cuatro
comunicados se habla de coincidencias. Y eso es importante: nos indica que se
puede llegar a un acuerdo. Luego viene la etapa de ejecución de los acuerdos.
En Irlanda duraron 10 años implementando los acuerdos antes de dejar las armas.
L.S.V: ¿Entonces,
usted cree que llegan a un acuerdo y no dejan las armas sino hasta que se hagan
todas las reformas?
C.L: No creo que firmen el acuerdo y entreguen las
armas. Y creo que el gobierno así lo ha entendido. Cuando el gobierno dice que
un cese del fuego es más adelante yo creo que es para mientras se ejecutan los
acuerdos.
L.S.V: Quizás
la única entrevista que ha concedido Timochenko a un medio colombiano fue a
usted. ¿Cómo es él?
C.L: Lo había conocido en el Caguán, muy
superficialmente. No tuve una idea muy clara de él. Ahora cuando ya lo vi en
esta entrevista, me pareció un líder, un hombre inteligente, que sabe para
dónde va, que es consciente de la responsabilidad que tiene frente al país y el
mundo, que ha logrado cohesionar al Secretariado. Conoce la realidad del país y
es muy rápido para resolver cosas, eso es muy importante.
L.S.V: ¿Y
cómo es la relación entre él e Iván Márquez?
C.L: De respeto, de cariño, le pregunté off the
record, por todos esos rumores. Él me decía: ‘Yo con Márquez me converso mucho,
porque somos los dos dirigentes más antiguos. Y no digo que pensemos igual,
pero es fluida la conversación en función de tomar decisiones, hasta el punto
que fue el propio Timoleón el que lo propuso para que encabezara la
negociación.
No creo que firmen el acuerdo y entreguen las
armas."Cuando el gobierno dice que un cese del fuego es más adelante yo
creo que es para mientras se ejecutan los acuerdos.”– Carlos Lozano
L.S.V: Las
Farc y el Partido Comunista rompieron cobijas a finales de los 80. ¿Cómo se
recompuso la relación?
C.L: Sí hubo un distanciamiento en posiciones, pero
nunca hubo una ruptura,. El Partido Comunista entendió que no podía dirigir a
las Farc, que no era su misión porque era una organización pública legal, su
condición no era ser el aparato político de las Farc, y mucho menos creer que
las Farc era el brazo militar del partido. Sin embargo, siempre hubo un respeto
mutuo, muchos gobiernos acudieron a nosotros para buscar una salida con ellos:
Samper, para no hablar de los más recientes, incluyendo a Uribe, que nos puso a
trabajar en eso y después nos quiso meter a la cárcel. Hubo distanciamiento
profundo en el tema del secuestro, en el tema de la solución política, hubo
distanciamientos que a veces generaron que durante mucho tiempo no se tuviera
ningún tipo de contacto. Ahora no hay una fluidez de reuniones, de poder
conversar con ellos como se quisiera muchas veces. Hay un entendimiento de que
cada quien está en lo suyo. El partido aprovecha estas oportunidades para
insistir en su tema de paz, escuchan y respetan al partido.
L.S.V: ¿Pero
el Partido Comunista y las Farc no tenían una relación orgánica?
C.L: No, jamás. Lo que el partido tuvo fue una
lectura sociológica del movimiento guerrillero. Está lejos de creer que son
unos bandidos, o unos narcotraficantes. Eso no quiere decir que seamos lo
mismo. Imagínese un partido que tuviera un brazo militar.
L.S.V: Pero
ustedes profesaban la combinación de las formas de lucha
C.L: Ese es un criterio que nos han acomodado en el
sentido de que fuera el mismo partido el que hiciera ambas cosas. No es así. Es
como si quienes dirigimos el partido, estuvieramos participando en elecciones
por la mañana y por la noche con un fusil. En la realidad política, la lucha popular
se expresaba en una multiplicidad de formas. La lucha armada era una.
L.S.V: ¿Cree
que esa forma de lucha todavía se justifica?
C.L: Creemos que la guerra existe por unas causas y
mientras no desaparezcan esas causas va a ser difícil. ¿Cómo puede desparecer?
En un proceso de diálogo. Es la interpretación de una realidad.
L.S.V: ¿Sería
deseable que no existiera?
Exacto, ni el Partido Comunista está estimulando
eso. A la guerrilla no se le va a someter por la vía de la desmovilización
porque hay una causa, y mientras no se erradique esa causa, puede desaparecer o
bien por la lucha armada o por el proceso político. Por eso no estimulamos la
lucha armada, defendemos que hay que crear las condiciones para traer a la
guerrilla sin armas.
Nota de la editora, domingo 24, 11.30 a.m.:
después de publicada esta historia, fue actualizada con las dos preguntas
iniciales y cambió el título inicial.