Por: José Francisco Puello-Socarrás
Desde el fallecimiento de Hugo Chávez no ha cesado el tsunami de artículos
y declaraciones, posiciones e interpretaciones, en torno a su figura: el
hombre, el político, el padre, el presidente, el amigo, el enemigo, el déspota,
el dictador, entre otros tantos calificativos. Incluso su imagen, invocada por
sus seguidores como angelical, y convocada demoníaca entre sus más acérrimos
contradictores, marca al menos dos horizontes polémicos sobre lo que despierta
hoy el extinto ex presidente de Venezuela.
Ahora bien, más allá de las simpatías o antipatías que provoque, haya
provocado y siga provocando el extinto líder venezolano, la trágica ocasión (en
mi opinión, la muerte es una tragedia) también ha sido aprovechada para
desplegar una siniestra y vil campaña de mentiras, tergiversaciones,
deformaciones y mal-información por parte de un tipo de “periodismo” al que
califico – no encontrando mejores términos para hacerlo y suponiendo que así
también lo calificaría la víctima de la cascada de improperios – como cachorro:
periodistas que sin ningún tipo de pudor exhiben públicamente su limitada
formación y sus precariedades en lo que tiene que ver con sus capacidades
intelectuales y profesionales – para no entrar directamente en los terrenos más
movedizos de la moral y la ética.
Reforzando esa alegoría, son “periodistas” que teniendo en cuenta los
registros de su desempeño permanecen estacionariamente en un estado subordinado
de simples crías, sin aún desarrollarse hacia una fase adulta; no les llega –
y, al parecer, nunca les llegará - la mayoría de edad como en algún momento
reflexionó un filósofo moderno. Y es que la opinión privada cuando se lleva a
los espacios públicos implica un mínimo de responsabilidades, especialmente y
entre otras cosas, un mínimo de racionalidad y verosimilitud, de lo contrario
se tornaría un verdadero peligro que va en contra de las mismas sociedades. Si
se quiere y para ponerlo en otros términos: en privado uno está facultado para
decir lo que quiera, por más descabellado o ligero que sea; pero en público no.
No se puede decir cualquier cosa.
Desafortunadamente, para la buena salud que debería reinar en el debate
abierto, plural y responsable en la esfera de la comunicación pública, no lo
olvidemos: uno de los requisitos indispensables para construir auténtica
Democracia, la gran mayoría de cachorros gozan de varias tribunas en el
espectro que se autoproclama “informativo”.
Dos ejemplos recientes describen a la perfección el desvergonzado pedigrí
de éste, el periodismo de la desinformación.
Lo constituyen dos columnas aparecidas en el diario colombiano El Tiempo
(edición del 9/03/2013) y escritas, una por la española radicada en Colombia,
Salud Hernández (http://bit.ly/YevJfA) y la otra por la colombiana María Isabel
Rueda (http://bit.ly/YWqIW0), dos cachorras habitúes de los medios de
comunicación masivos criollos – prensa y radio, y últimamente han irrumpido en
blogs y las redes sociales del tipo Facebook y Twitter - y que ahora de manera
oportunista osan “analizar” (abro y cierro comillas) la muerte de Chávez.
De entrada los títulos de los mal llamados artículos de opinión: “Sí hay
muerto malo” dice por un lado Rueda mientras que por el otro Hernández agita:
“Se fue el pirómano”, ya destilan la animadversión de este estilo de
podredumbre periodística al que este diario colombiano autodenomina
“columnistas de opinión”.
Pero basta una lectura superficial – valga decir que no existe otro modo de
aproximarse a esas líneas ya que ninguno de los dos escritos tiene una pizca de
profundidad – para verificar las falaces sentencias que intentan presentarse
como “texto” y en el cual los argumentos, el contenido, en últimas, su
verosimilitud, evidentemente brillan por su ausencia. También por la falta de
decencia intelectual y profesional, habría que añadir.
1 La columna de Rueda es tal vez la más abusiva, en el sentido de abusar de
todo, empezando por el lenguaje. Insustancial, como la que más, y
extraordinariamente charlatana. Eso sí, se encuentra adornada de advenedizas
expresiones sin sentido que, creerá ella ingenuamente, le otorgarían algún
hálito de “impacto”, “contundencia” o “sofisticación” a su nota.
Por ejemplo, es todo un misterio saber qué significa: “simpatía
necrofílica” (sic), una desafortunada expresión con la cual pretende iniciar
sus denuncias contra las interpretaciones desviadas que, en su opinión, muchos
analistas en Colombia realizaron en torno a la muerte de Chávez. Primero,
porque este segundo supuesto término no sería “necrofílico” (sic) – como
escribe Rueda - sino “necrófila”. Errores imperdonables para la gente que
supuestamente “vive de la pluma”; recomendamos a esta cachorra que si no se va
a tomarse el tiempo de visitar un diccionario en físico o vía internet, por lo
menos active el corrector automático de errores de escritura, incorporado en su
respectivo procesador de texto. Increíble. En segundo lugar, el psiquiatra
alemán Krafft-Ebing, quién sí investigó el tema de la necrofilia, la cual trata
sobre una enfermedad consistente en la “atracción sexual hacia los cadáveres”
debe estar revolcándose en su tumba gracias a los despropósitos de esta
cachorra. No sabe siquiera sobre lo que está “escribiendo”. En todo caso la
inválida y desafortunadísima expresión al parecer tiene como objetivo directo
atribuírsela al Ministro de Defensa venezolano, para ella un “chafarote”, por
la “ridiculez” de sugerir “enterrar a Chávez al lado de Bolívar”. ¿Existía una
manera decente de expresarse y hacer conocer su indignación sobre este tema sin
destruir la gramática, la psicología, y otras tantas cosas más? Seguramente,
pero como ya lo comenté, el pudor es una palabra inexistente, incluso pensaría
en estos casos: prohibida, dentro de este estilo de periodismo.
Enseguida, discute las versiones que según ella algunos analistas en
Colombia – no dice quiénes – postulan acerca que: “el mundo perdió al
intérprete de los ideales de Bolívar... (ya predecía Bolívar que iba a ser
víctima de sus caricaturas) [Nota: ¿en dónde? Lo calla]; o que Chávez fue, ante
todo, un caudillo con ideas precisas y claridad conceptual…”.
Sobre Chávez se podría decir cualquier cosa menos que no fuera un hombre
con claridad – ojo: en el sentido más riguroso de ambas palabras – de ideas y
conceptos, políticos específicamente. En los que él creía y adscribía, por
supuesto. Esto sí muestra y demuestra el más grosero desconocimiento del
pensamiento de Chávez por parte de Rueda. Las evidencias en este aspecto
sobran. Empezando por los libros que él mismo escribió, como las miles de
conferencias, los cientos de discursos en Venezuela y fuera de su país, además
de millones de vídeos que consignan las lecturas de Chávez en torno a la
historia universal, la Latinoamericana, la teoría política, etc. Y es que
Chávez a pesar de ser un hombre extraordinariamente ocupado, según se comprueba
casi con unanimidad en las biografías que se han publicado, tanto las críticas
como las que se consideran apologéticas, era un lector empedernido. Y de varios
temas. Sólo en el terreno de las ideas y los conceptos – mundo en el cual la
cachorra Rueda nunca ha puesto un pie - Chávez desarrollaba (no simplemente
recitaba frases, cuidado con esa diferencia) con gran rigor y maestría, teorías
contemporáneas que, incluso, muchos cientistas sociales aún no conocen ni
manejan en relación con pensadores diversos como Mészáros, Wallerstein,
Anderson, Chomski y hasta Zizek, por citar sólo unos cuantos ejemplos que han
traslucido en casi todas sus intervenciones públicas; también y sobre todo del
pensamiento de históricos latinoamericanos y caribeños como José Francisco de San
Martín; José Gervasio Artigas, y obviamente Simón Bolívar, tema en el cual
considero es un gran intérprete, más allá que en algunas cosas – seguro debido
a mi propia e irresponsable ignorancia sobre varios escritos de Bolívar – yo
mismo no estuviera completamente plegado con varias de sus perspectivas.
Lectura seria, sistemática y rigurosa: una actividad que en lo sustancial,
intuyo, ha esquivado la gran mayoría de su vida Rueda. Me pregunto cuántas
biografías sobre Hugo Chávez habrá leído (ni si quiera le exigimos “analizado”,
no somos tan entusiastas) esta cachorra. Porque si ella va a aventurarse a
descifrar a este personaje, o cualquier otro, por lo menos, tendría que
informarse previamente e intentar conseguir información verosímil; en últimas,
conocer lo que va a “contradecir”. Pero aquí Rueda habla desde el
des-conocimiento, como la absoluta mayoría de cachorros. Se trata de una
opinión que exime impunemente la realidad y carece de razón y racionalidad, de
hecho, se inspira en un instinto más bien cavernícola. Y es que – ¡se sabe
desde hace siglos! - no se puede emitir un juicio sobre algo que no se conoce
(Kant dixit!).
La cachorra pretende ratificar - en todo caso - su afirmación diciendo:
“¡Si de algo carecía Chávez era de ideas precisas y de claridad conceptual!
¿Acaso no pasó de amenazar con mandarnos sus tanques a ser nuestro nuevo mejor
amigo?” Insostenible. ¿Qué tiene que ver una cosa con otra? Es más. Si
analizara políticamente y en profundidad el cambio, para ella ininteligible, de
“tanques” hacia “amigos”, tendría por el contrario que aplaudirlo, incluso sin
estar de acuerdo con ese tránsito. Pero estas solas resoluciones dan cuenta de
que las credenciales de la ignorancia de Rueda siguen rodando y no se detienen
en el mal uso del lenguaje, la gramática, la psicología, la historia y la
teoría política sino que también se resbalan en el terreno de la Política
misma. Ya recordaba Bertold Brecht que esta es la peor y la más peligrosa de
las ignorancias. No sorprende.
Pero éstos, los despotismos de la comunicación, no terminan aquí. Rueda, la
cachorra, rueda después hacia el análisis económico sobre Venezuela, en una
suerte de combinación asaz vulgar entre historia y futurología. En este tópico
dice nuevamente cualquier cosa y se torna, tal vez, el más repulsivo. Eso sí,
no aporta una cifra con la cual pueda revalidar sus supuestas aseveraciones. Lo
que más sorprende – pasará lo mismo con el “artículo” de Hernández – es que le
hubiera bastado leer un artículo de la Revista Dinero, de la Casa Editorial del
diario para el cual ella escribe y una publicación de la que puede asegurarse
todo, menos que sea revolucionaria o pro-chavista, para despejar dudas, y, al
menos, haberse informado medianamente sobre la economía venezolana bajo la
versión de sus mismos pares laborales e ideológicos (http://bit.ly/16eOfJe). Ni
siquiera le exigimos que compre en algún lado un libro sobre la economía
venezolana. Simplemente que visite una página web de su mismo lugar de trabajo.
Aquí la desinformación raya en la chabacanería. Incluso, una vez más,
propone: “Si yo fuera venezolana y necesitada, estaría furiosa de que Chávez le
estuviera regalando la riqueza petrolera de mi país a Cuba para sostener el
comunismo de los Castro, lo mismo que a Nicaragua y a unos paisitos del pacto
Petrocaribe”. Venezuela nunca “regaló” petróleo. Falso. Al contrario de lo que
propone la cachorra Rueda, lo que existen son políticas de solidaridad (aunque
si Rueda no quiere entender lo que significaría esa palabra, porque le es
extraña, digamos entonces, política pura de decisiones geoestratégicas; si se
quiere, ambas) y Petrocaribe, valga decir: iniciativa de Venezuela, vendía
petróleo a los países no exportadores de hidrocarburos de esta alianza bajo el
mecanismo de pago preferencial, es decir, a un precio por debajo del que dicta
el mercado mundial, cosa que es distinta a “regalar”. Obviamente, ya lo
mostramos, la ignorancia del lenguaje le impide pensar en una y otra cosa.
También la mediocridad, aquí sí, no por falta de claridad sino por la
incapacidad de ideas y conceptos de Rueda. Esta información no es secreta ni
las fuentes vetadas al público: una simple visita a Wikipedia – insisto -
resuelve el acertijo.
Pero si de “regalos” y solidaridades se trata, la cachorra desconoce (¿esconde
deliberadamente?) una noticia de la Cadena Caracol de su país (¿es que no se
informa ni siquiera desde el par de noticieros que existen en Colombia que ¡se
cuentan con los dedos de la mano y sobran! ¿Ese no es su trabajo?), monopolio
que nunca ocultó su antichavismo pero que publica una nota del 7 de marzo de
este año (sección internacional), tan sólo a unas horas después de la muerte de
Chávez: “El petróleo de Chávez dejó huella entre los más necesitados en EEUU”
(http://bit.ly/ZEjtEi). Allí se reproducía una declaración de Joe Patrick
Kennedy II (Citizens Energy Corporation), hijo de Robert F. Kennedy que fue
enviada a EFE, donde JP Kennedy II sentenciaba:
[Chávez] “se ha preocupado profundamente por la abyecta falta de las más
básicas necesidades de los pobres en Venezuela y otros países en todo el mundo
(…) Gracias al liderazgo del presidente Chávez, cerca de 2 millones de personas
en EEUU han recibido asistencia gratuita en forma de calefacción. Nuestros
rezos van al pueblo de Venezuela, a su familia y a todos los que recibieron el
calor de su generosidad…”. (http://bit.ly/ZEjtEi)
Estaríamos demasiado tiempo intentando enumerar la cantidad de errores,
mentiras, falacias, tergiversaciones, deformaciones y demás horrores en el
“texto” de Rueda. Aunque hay que reconocerle dos cosas. La primera: esta
improvisación tiene, sin lugar a dudas, un lugar privilegiado como guinness
record de la infamia. No sabía que alguien podría ser capaz de tanta torpeza en
un mismo espacio el cual sólo cuenta con ¡700 palabras! (Pero finalmente lo
comprobé cuando revisé el texto de Salud Hernández, a continuación). La
segunda: reconocer que, por lo menos, hacia el final, es sincera – ya lo ha
hecho entre líneas en muchas otras oportunidades pero no lo declara aún
frontalmente - sobre el lugar de enunciación que ella personifica en el
periodismo de cachorros:
“(…) el único comentario sincero de toda esta fanfarria hipócrita producida
por la muerte de Chávez fue el de Álvaro Uribe, que escribió en Twitter:
“Respeto a los designios del Señor”. Que, traducido al español, significa:
“Dios sabe cómo hace sus cosas”. (http://bit.ly/YWqIW0).
2 El artículo de Hernández, por su parte, “Se fue el pirómano”, se declara
desde un principio como un error en sí y por sí mismo.
Al igual que la otra cachorra, en lo que parece ser una patología en esta
especie de periodistas, se hace un uso desastroso de los recursos literarios:
sea la metáfora sea la alegoría (aún no logro descifrar qué pretendía la
autora) confunde pirómano con incendiario.
Seguramente Hernández pensará que ambos son términos que significan lo
mismo; pero no. No son sinónimos y difícilmente son intercambiables. Intuyo que
Hernández intentaba la operación de trasladar esa enfermedad psicológica – de
paso, sucede lo mismo con Rueda, lo veíamos, sin mostrar respeto alguno hacia
aquellas personas que efectivamente la padecen pero otorguémosles el beneficio
de la duda – en una suerte de metáfora para describir la estructura en las
actitudes políticas, según ella: “incendiarias”, de la personalidad de Chávez
¿O tal vez pensó en construir una alegoría? ¿Un símil? ¿Ambas? ¿Sabrá la
diferencia entre una metáfora, una alegoría, un símil? Sabemos de antemano la
respuesta pero no es el punto de la discusión. En todo caso, el déficit
(ciertamente imperdonable porque se supone que, repito, estas cachorras
supuestamente “viven de la pluma”) puede resarcirlo leyendo un diccionario o,
más fácilmente, buscando por Google, de hecho, con una simple visita al portal
Wikipedia. Cinco minutos en internet - les aseguro, quiero ser insistente con
esta recomendación - pueden ser cruciales para empezar a abandonar la negra
noche de la ignorancia y disfrutar de un poco de luz, no importa si es tenue,
en el camino hacia la auto-superación. Al parecer ni siquiera en estos detalles
las cachorras se toman en serio su trabajo.
De otra parte, es un exceso adjudicarle una personalidad incendiaria a
Chávez. Bien es cierto que por momentos Chávez tuvo actitudes fuertes y nada
protocolarias (tengo en mente unas declaraciones de Chávez sobre Israel que si
bien por el contenido, en mi opinión, eran justas, la forma como se expresaron
no fueron muy afortunadas, por decirlo de alguna manera). Pero, a lo largo y ancho
de América Latina y el Caribe cientos de académicos, especialistas en el
análisis de discurso han tratado ese tema en particular y con probada seriedad.
En el balance, ninguno de ellos parece validar que “lo incendiario” es la
esencia de la personalidad de Chávez. Si fuera esa su actitud, habría que
revisar las palabras del “incendiario Chávez”, justo después del golpe de
Estado que le propinaron a él como Presidente y a la decisión soberana del
pueblo venezolano durante 2002. Creo que sólo ese discurso, realizado en una
situación realmente espinosa, se puede estimar todo menos considerarlo
“incendiario”. Entonces se falsea (por lo menos aquí y parcialmente) la tesis
de Hernández y tendrá que retractarse de sus afirmaciones, o cuando menos,
matizarlas. En esto, los ejemplos sobran para seguir falseando fulminantemente
las engañifas de esta cachorra ya que el balance autorizado no deja mentir; la
única que lo hace – en este punto, como en otros - es Hernández.
Lo cierto es que la intentona de Hernández por incursionar y reinventar el
terreno de la psicología política, las letras y recursos literarios
simultáneamente la ha conducido - al igual que Rueda - hacia otro fracaso. Uno
más que tendrían que sumar a la larga lista de errores (y horrores conceptuales
en teoría política, social y económica, pero dejemos esto para más adelante)
que pululan en la gran mayoría de sus “notas de opinión”. Pero, insisto, éste
es un problema que puede tornarse frívolo. La gente escribe con el estilo que
más le place, cuestión que considero aceptable. Eso sí, la anécdota resulta ser
bastante curiosa ya que esta cachorra aunque radicada en Colombia tiene
procedencia española, lugar donde precisamente redactan, editan y distribuyen el
Diccionario Real de la Lengua Española (¡el cual también tiene un sitio en la
red y con acceso gratuito!, si es que esta herramienta está ausente en casa).
Pero suele suceder que en casa de herrero…
En seguida Hernández repite una vez más la retahíla de falsedades de
siempre, incluyendo, que la “megalomanía” y “desmedida ambición de poder” de
Chávez “le hicieron dilapidar su innegable carisma y liderazgo y la mejor
bonanza petrolera que haya existido”. Tampoco presenta cifras para que alguien
se entere en qué consiste la mentada dilapidación. Esto comprueba que Hernández
no se ha enterado que tal “bonanza” no fue un producto de la naturaleza ni una
casualidad cósmica. Tuvo como trasfondo una decisión política para construirse
pacientemente con la remergencia de la OPEP en un proceso en el cual Chávez,
entre otros, fue tal vez la pieza clave más ascendente. En fin. Como no lo sabe
– como en el caso la “aseveración” en torno al petróleo que hiciera Rueda -,
una vez más, dice cualquier cosa. Sin embargo, llama la atención otro punto en
particular del “escrito” de Hernández.
Se trata de otra calumnia que no sólo vincula – después de muerto - a
Chávez en singular y al Estado venezolano en general sino que muestra el
talante de esta cachorra, ya que sin sonrojarse desconoce las sentencias
judiciales, el Estado de Derecho, la Constitución Nacional, entre otras cosas,
en Colombia, irónicamente en el país que la acoge (y que hasta le permite decir
disparates en público).
Hernández afirma que: “(…) Chávez fue un pirómano que alimentó el fuego de
las Farc, les proporcionó un santuario, los cubrió con una áurea de fuerza
política y los financió –según consta en los correos de ‘Raúl Reyes’-” (resalto
y subrayo).
Como todo el mundo sabe – al parecer la única que no, es esta periodista
cachorra – que hace años la Sala de Casación de la Corte Suprema de Justicia en
Colombia determinó:
“6.- Reafirmando el Estado de Derecho que concibe la Constitución Política,
la Corte aprehendió el contenido probatorio logrado durante la "Operación
Fénix", y tras confrontar su recaudo con las normas constitucionales y
legales que regulan la materia, incluidos los tratados internacionales
suscritos por Colombia, concluyó que en ese ejercicio las autoridades que
realizaron el operativo desatendieron el "debido proceso" que
gobierna la producción de pruebas en el exterior, traspasaron las fronteras y
de facto, las recogieron, lo que determinó que la Sala declarara que el
contenido demostrativo de esos elementos es ilegal; por eso aplicó la cláusula
de exclusión prevista en el artículo 29 de la Carta; pues reitera que el
proceso, el recaudo probatorio, su legalidad la ofrecen la Constitución, la Ley
y los Tratados y Convenios internacionales sin ninguna otra consideración”
(subrayo y resalto).
Comunicado de la Sala de Casación de la Corte Suprema de Justicia de la
República de Colombia del 25 de mayo de 2011, disponible en línea en El Tiempo
http://bit.ly/X0Z0YI.
En este punto: o Hernández miente despóticamente o su “argumento” pretende
“constarlo”, basarlo, en la ilegalidad y en llamamientos para desconocer el
debido proceso, la Constitución, en síntesis sumirnos en la arbitrariedad
antidemocrática. Una y otra situación, son, desde luego, bastante graves.
En el único punto en que parcialmente acuerdo con Hernández son tres
palabras consignadas donde afirma: “necesitamos… más Lulas” (sic). Definitivamente.
En esto la cachorra española tiene razón. Pero añado, necesitamos más Lulas y
más gente como Lula. Así se refirió Luiz Inácio Lula Da Silva en relación con
Chávez:
“(…) Yo pienso que no todos los siglos logran producir un hombre de la
calidad de Chávez, no todos los días un país logra elegir una persona que tiene
un compromiso diferente con su Pueblo [2:45 – 3:25]… Yo pienso que las ideas de
Chávez, de la misma forma que las ideas de Bolívar perduraron tanto tiempo, las
ideas de Chávez van a perdurar por muchos años porque América del Sur vive un
momento excepcional y Chávez tiene mucho que ver con eso…[4:15 – 4:36]”
Finalizando su intervención dice el ex presidente brasileño:
“(…) Compañero Chávez, si tú no hubieses existido, deberías volver a nacer
porque el mundo necesita de gente como tú” [6:09 – final]
(http://bit.ly/X1mYTH).
¿Sabe Hernández quién es, qué piensa, Lula? ¿Se habrá enterado Hernández de
esta declaración de Lula? Lo dudo. Una versión escrita fue publicada en el New
York Times y existe un vídeo “colgado” en el sitio www.youtube.com, disponible
también en la cuenta Twitter de Lula; ergo no es un documento clasificado de
acceso imposible, al revés.
Esta sola muestra revela que – no me cansaré de remarcarlo - las cachorras
“opinan” sin leer; incluso, cosa que resulta la más de las veces bastante
fácil: sin escuchar, sin ver, sin verificar. Mucho menos, no somos tan
optimistas ni le pedimos peras al olmo, investigar la(s) realidad(es) para
luego, ahí sí, proponer su propio punto de vista. Eso sí, se autoproclaman como
“analistas”, “periodistas”, “comunicadores” pero no llegan siquiera a
opinólogos.
Son simplemente cachorr@s l@s cuales, como alguna vez justamente dijera
José Vasconcelos: repiten con inconsciencia de loro y, más grave aún, con
servilismo de descastados.
3 El debate, no obstante, tiene un trasfondo mucho más sublime. ¿Qué calidad
de información, insisto, prerrequisito para la progresiva democratización de
las democracias realmente existentes, se está produciendo y ofreciendo a las
sociedades, a los pueblos?
Este tipo de situaciones se constituyen, aquí sí, en hechos profundamente
antidemocráticos, por decirlo suavemente. Cuando desde los monopolios
comunicativos – tan típicos en América Latina y el Caribe, sobre todo – se
generan de manera directa y discrecional “informaciones” que – inclusive - no
son siquiera interpretaciones, versiones, puntos de vista (desde luego, todos
ellos aceptables y completamente válidos, reivindicando una especie de
pluralismo de las posiciones lo cual no impide reconocer que son perspectivas
en lucha) sobre diferentes asuntos de interés general sino que, por el
contrario, se trata de la más aciaga y sistemática industria del engaño y la
mentira, la deformación y la desinformación en las que se combinan todo tipo de
arbitrariedades, se trata de un camino que se siembra hacia el peor de los
escenarios. En ese caso resulta más que urgente demandar popular, social y
políticamente la democratización más amplia y profunda de todos los medios de
comunicación (radiales, escritos, etc.) hoy por hoy existentes. Una necesidad
inminente, sobre todo, en contextos como el colombiano donde – para nadie es un
secreto - el grado de monopolización en la propiedad de los medios y, por
lógica y consecuencia obvia, de las voces, se encuentra gravemente
comprometida. En esto las cifras y estadísticas disponibles no dejan mentir; ni
siquiera relativizar este diagnóstico.
Para terminar con Venezuela, nadie puede desconocer que, como todas las
realidades, la venezolana con Chávez, no estuvo no está ni estará desprovista
de contradicciones. Eso sí, estuvo plagada de muchas más, sin él. Venezuela hoy
no es un Paraíso de Mermelada. Pero tampoco es el Infierno de aceitunas que
muchos intentan convencer, aunque se les ha hecho cada vez más difícil
interponer “no’s” en diferentes temas, sobre todo en los que importan a las
grandes mayorías empobrecidas, ante varias realidades que son imposibles de
negar. Sí, considero en lo personal, la virtud del proceso en el que se vio
involucrado Chávez, y que no depende únicamente de él, estuvo en entender que
el rumbo salvaje del capitalismo era preciso rectificarlo y, más allá,
desandarlo. Sólo el tiempo lo dirá. Pero hoy, analizando la vorágine de
situaciones globales y su posible desarrollo hacia el futuro, la decisión
tomada en Venezuela no sólo será valorada por su virtud sino que es una
esperanza fundamental a seguir.
Pd. No es una curiosidad ociosa la alusión de ambas cachorras en intentar
describir políticamente a Chávez y afines como una “enfermedad”, además, de
orden “psicológico”, una “patología”, en uno de los casos, con contenidos
“sexuales”, cuando él mismo muere fruto de una enfermedad. Las que están
gravemente enfermas son ellas: enfermas de rabia… pero eso suele sucederles a
los cachorr@s.