Por: Alfredo Molano Jimeno
EL TITULAR DE ESA
CARTERA ASEGURA QUE ALGUNAS DE LAS PETICIONES DE LAS FARC FRENTE A LA TIERRA
HAN SIDO INCLUIDAS EN LAS POLÍTICAS DEL GOBIERNO Y SERVIRÁN DE INSUMO EN LAS
NEGOCIACIONES.
El ministro de Agricultura, Juan
Camilo Restrepo, sostiene que su cartera cumplirá funciones de apoyo al grupo
de negociadores que se sentará a dialogar con la guerrilla. / Archivo
Sin duda, el ministro de
Agricultura, Juan Camilo Restrepo, es uno de los hombres clave del que el
presidente Santos ha llamado “un gabinete para la paz”. Sobre los hombros de su
cartera reposan dos políticas que aparecen en el Acuerdo general para la
terminación del conflicto, firmado en La Habana (Cuba) por representantes del
Gobierno y la guerrilla de las Farc: el desarrollo rural y la Ley de Víctimas y
Restitución de Tierras. Restrepo tiene muy claro que la solución al conflicto
armado pasa, indefectiblemente, por enfrentar los problemas del agro, asunto
que hoy tiene a Colombia como uno de los países más desiguales del mundo en
materia agraria.
En el acuerdo para la terminación
del conflicto aparecen dos temas muy fuertes que le competen a su cartera: el
desarrollo agrario y la restitución de tierras a las víctimas. ¿cómo se va a
enfrentar ese reto?
La negociación propiamente dicha
corresponde a los negociadores que han sido acreditados por las dos partes.
Ellos son quienes comenzarán próximamente desde Oslo (Noruega) la discusión de
la agenda que se ha señalado; pero no es sorprendente ver que los temas de la
tierra y el desarrollo rural ocupan el primer lugar en la lista de la agenda.
No es sorprendente porque todos los investigadores sociales e históricos de
Colombia coinciden en que, en el fondo, el conflicto colombiano siempre ha
estado asociado al problema de la tierra; además ha sido central en la visión
de las Farc. La manera como se va a afrontar ese tema la tienen los negociadores
en sus manos. Lo que puedo decir es que el Gobierno, aun antes de que
comenzaran estas negociaciones con las Farc, estudió con mucho cuidado lo
agrario. Tiene una política plasmada en el proyecto de ley de desarrollo rural,
que se ha elaborado con los mejores especialistas en desarrollo rural y derecho
agrario del país y es un material que estará a disposición de la mesa de
negociación en Oslo y en La Habana.
No hay duda de que la
distribución y la concentración de la tierra será uno de los aspectos a tratar
en la agenda. ¿Hasta dónde está dispuesto el país a ceder en ese aspecto?
Aun antes de estas negociaciones,
el Gobierno estaba persuadido de que esto es necesario. No porque se vaya a
pactar con las Farc, sino porque desde el comienzo el gobierno Santos dijo que
aquí hay un problema agrario delicado que tiene que ver con tres puntos: la
alta concentración de las tierras y, simultáneamente, la excesiva
microfundización de la propiedad agraria; es decir, hay dos fenómenos
convergentes: la concentración que se dio por la acumulación de tierras del
narcotráfico y un problema endémico de microfundización. Además, hay un
fenómeno de creciente apropiación indebida de baldíos de tierras públicas. Esos
son temas sobre los que seguramente habrá diferencias, pero también
convergencias, en este proceso de negociación.
¿QUÉ ESTRATEGIAS SE VAN
A UTILIZAR PARA REVERTIR ESA CONCENTRACIÓN?
Si queremos encontrar la paz hay
que afrontar el problema agrario, que está en el corazón del conflicto
colombiano. Para eso hay muchos instrumentos: hay que dotar de mayor cantidad
de tierra a los campesinos; trabajar para formalizar la propiedad, que es muy
informal en Colombia; recuperar terrenos baldíos que han sido indebidamente
apropiados; poner a trabajar tierras que han sido decomisadas o incautadas a
los narcotraficantes, Y hay que subsidiar la adquisición de tierras para los
campesinos. También hay que utilizar figuras constitucionales que se han
utilizado muy tímidamente, como la expropiación cuando no se haya utilizado
debidamente la tierra. Y hay que acompañar todo esto con un gigantesco esfuerzo
de desarrollo rural, de dotación de medios de producción, para que la economía
campesina se incorpore a la modernidad.
¿EL GOBIERNO SIENTE QUE
MUCHAS DE LAS PETICIONES DE LAS FARC YA ESTÁN INCLUIDAS EN SUS POLÍTICAS?
El primer punto coincide con
trabajos que el Gobierno ya viene elaborando. No quiere decir que eso vaya a
ser aceptado ciento por ciento por las Farc, pero lo importante es que hay una
materia prima sobre la mesa. En torno de eso habrá mucha discusión, muchas
discrepancias, pero hay algo sobre qué trabajar. El Gobierno no llega a
improvisar con este tema a la mesa de negociación.
El hecho de que el problema
agrario sea uno de los puntos de la agenda es un reto muy grande para su
cartera. ¿Siente mucha presión?
El Ministerio de Agricultura
siente la responsabilidad y tiene el entusiasmo para contribuir en todo lo que
corresponda a la mesa de diálogo. Tomamos la decisión de poner un grano de
arena para la construcción de ese gran propósito nacional que es la búsqueda de
la paz. Pero quien tiene que establecer las minucias, los pormenores o los
matices de la negociación no es el Ministerio de Agricultura, sino los
negociadores. A nosotros nos corresponde una labor de apoyo, más discreta que
protagónica.
¿LOS ENEMIGOS DE LA RESTITUCIÓN DE TIERRAS SON LOS MISMOS ENEMIGOS DE
LA PAZ?
Puede que haya casos en que
coincidan unos y otros, pero no creo que los desganados de la paz sean
necesariamente los mismos que se apoderaron de la tierra a sangre y fuego.
Alfredo Molano Jimeno |
Elespectador.com