A pesar de los ajetreos de la guerra los libros siempre han estado presentes entre los guerrilleros de las Farc. ¿Qué leen?
Aunque
su afición por la lectura se remonta a los días de juventud, cuando
devoraba la obra de José María Vargas Vila en su casa del barrio
Municipal de Cali, Pablo Catatumbo no se hizo adicto a los libros sino
después de su ingreso a las Farc, en 1973.
Al evocar su viaje de iniciación al mundo insurgente, andando por
páramos y valles entre poemas de Pablo Neruda, piensa que tal vez
aquella travesía fue una señal premonitoria de lo que le esperaba en
materia de lecturas. “Leer en el monte siempre ha sido un bálsamo para
atenuar la rudeza de la vida guerrillera y los avatares de la guerra.
Para mí la lectura siempre ha sido el verdadero reposo del guerrero”"
confiesa el jefe rebelde, al tiempo que aprovecha para agradecer al
Estado por los cuatro años que lo mantuvo recluido en el penal de
Palmira y la cárcel de Villanueva en Cali, entre 1979 y 1983, no sin
antes haber sido colgado y torturado con picana eléctrica.
“Nunca en mi vida he leído tanto como en aquellos años: lo primero que cayó en mis manos fue Muerte en Venecia, de Thomas Mann y de ahí en adelante llegaron La Montaña Mágica y una avalancha de libros de Hemingway. Creo que me leí todo su obra, pero en mi recuerdo se quedaron grabados sobre todo Adiós a las armas y Por quién doblan las campanas“.
La admiración de Catatumbo hacia el prolífico autor estadounidense no
se limita a su obra sino que se extiende a su vida de arrojo y
aventuras. Dice haber experimentado una gran emoción cuando visitó hace
un par de semanas la finca El Vigía, en las afueras de La Habana, donde
Hemingway pasó 22 años de su vida, hasta 1960 cuando, ya muy enfermo,
abandonó la isla para ir a la cita con la muerte que él mismo programó.
“Hemingway hizo todo lo que le dio la gana en la vida, hasta su último
acto: el suicidio”.
Catatumbo nunca ha necesitado gafas para leer y lee en cualquier
parte. “No hay nada que disfrute tanto como el cine y la lectura”.
Siempre está rodeado de libros y a veces se ve en dificultades para
escoger entre una biografía, su género favorito, y una buena novela de
espionaje, su tema predilecto. Se aventura a hacer una lista de
biografías predilectas, que encabeza la de Lenin, por Gerard Walter,
seguida por las de Carlos Marx, Mark Twain, Napoleón, Alejandro Magno,
Julio César, Gengis Kan, Camilo Torres y Jesucristo. Sobre la figura
histórica de Cristo, el comandante insurgente dice haberse impresionado
con las reflexiones que hace el presidente Fidel Castro en su
conversación con el religioso brasilero Frei Betto en el libro titulado Fidel y la religión.
Leyendo novelas de espionaje ha concluido que el mejor del género es, sin duda, Frederick Forsyth, el británico autor de Odessa y Los Perros de la guerra.
El segundo lugar de este pedestal del mundo del espionaje se lo otorga
al también británico John le Carré. “Hay que leerlos para darse cuenta
hasta dónde puede llegar la perversidad del poder. En las tramas de
estos libros hay información muy valiosa que incluso nos sirve para
protegernos del enemigo”, reflexiona Catatumbo y revela que las Farc
tomaron atenta nota de la cantidad de datos útiles contenidos en el
libro Objetivo 4, basado en relatos de oficiales de la fuerza
pública sobre operaciones como la captura de Martín Sombra y la
persecución a algunos capos del narcotráfico.
Los primeros libros que leyó completos fueron dos de Emile Zolá: Germinal y La Taberna
y quizás de ahí se derive su gusto por otros grandes de la literatura
francesa como Balzac y Maupassant. Ha leído decenas de autores rusos y
de todos ellos se queda con Gorky, pero también con los grandes
narradores de la epopeya soviética durante la Segunda Guerra Mundial.
Este episodio de la historia es, después del espionaje, el tema que más
lo apasiona. Se sabe las vidas de Churchill, Stalin y Eisenhower, así
como las de los mariscales Montgomery y Shukov, a quienes se atribuye la
derrota militar del nazismo.
-¿Y de la tierrita?
-A pesar de que suene poco ortodoxo -!toda una herejía!- me encanta
la obra literaria de Vargas Llosa. Otros latinoamericanos que me han
marcado son Roa Bastos, Asturias y Carpentier. Por supuesto, he leído
toda la obra de García Márquez, aunque creo que uno de nuestros más
encumbrados escritores fue Álvaro Cepeda Zamudio…es una lástima que
hubiera muerto tan joven.
Aprovecho la mención a García Márquez para preguntarle si es cierto
que alguna vez el premio Nobel le hizo llegar a Alfonso Cano un ejemplar
de una edición especial de solo 100 libros que se hizo de Cien años de
Soledad. “Eso no es cierto, pero Alfonso sí se reunió con Gabo. Fué en
México, durante los diálogos de paz de Tlaxcala y siempre guardó un
recuerdo muy emocionado de ese encuentro”.
“En la lista de mis favoritos no puede dejar de mencionar a Gustavo
Álvarez Gardeazábal, a quien tengo en alto concepto y cuyos libros he
leído más de una vez, en especial el que se titula El último gamonal que transcurre en nuestro departamento del Valle del Cauca”, advierte el comandante.
Sería imposible y tedioso enumerar aquí la larga lista de obras y
autores que nos ocupó casi una mañana completa durante esta entrevista,
pero es inevitable decir que para Pablo Catatumbo el verdadero éxtasis
en materia de lectura son las revistas. Y no cualquier revista. Por
gajes del oficio se lee Semana y otras de actualidad nacional e internacional, pero las que verdaderamente lo apasionan son las de chismes: Vogue, People, Hola, Jetset y
otras igual de frívolas. “La afición por las revistas se inició con la
lectura semanal de Selecciones, cuando estaba sardino, y de ahí en
adelante ha ido siempre en aumento. Ese sí es un verdadero relax”, dice
uno de los hombres más buscados por las fuerzas militares de Colombia.
-¿Es cierto que usted tiene mucho que ver con la incorporación del discurso bolivariano al mundo guerrillero?
-Yo llegué a Bolívar gracias a un magnífico profesor de historia que
tuve en el colegio y a Jaime Bateman, que dominaba como pocos la vida y
obra del Libertador. Sin embargo, mi pasión por Bolívar se desató luego
de la lectura del libro del general Álvaro Valencia Tovar El ser guerrero del Libertador.
Cuando ese texto cayó en mis manos yo vivía en La Caucha, en el
campamento que en esa época ocupaban los comandantes máximos de las
Farc, Manuel Marulanda y Jacobo Arenas, y apenas terminé de leerlo me
fui para la oficina de Jacobo y le dije: “Camarada, hay que leer este
libro”. “Yo que voy a estar leyendo libros escritos por reaccionarios
como el general Valencia”, me contestó Jacobo, pero fue tanto lo que le
insistí que terminamos leyéndolo los dos, en voz alta, durante varias
noches, al calor de unos cuantos cognacs. El camarada quedó maravillado
con aquel texto y de inmediato ordenó la impresión de miles de
ejemplares, con un prólogo escrito por él, en el que agradecía al
general por haberlo escrito. Luego, la obra se convirtió en materia
obligada de estudio en las filas farianas y tengo entendido que
actualmente circula una nueva edición que hicieron los camaradas de la
Comisión Internacional. Note usted la paradoja: fue el general Valencia
Tovar el que volvió furibundo bolivariano a Jacobo Arenas.
Y ya que está hablando del general retirado y columnista de El Tiempo,
Catatumbo aprovecha para subrayar que Valencia Tovar, “en un gesto
gallardo que exalta el honor militar”, reconoció con todas sus letras la
destreza de Marulanda como conductor de tropas y lo definió como el
guerrillero por excelencia, refiriéndose a táctica y estrategia militar.
Vamos terminando la última de varias sesiones de conversación con
Pablo Catatumbo. Caigo en cuenta de que varias veces en estos días lo he
encontrado pegado a la radio colombiana, vía internet, y le pregunto
por sus hábitos informativos. “Soy un adicto a la radio. La radio es la
gran compañía de la mayoría de los guerrilleros, sobre todo en la
madrugada y en la noche. Creo que la radio colombiana es muy buena,
rápida, ágil, capaz de estar simultáneamente en lugares distintos del
país y del mundo. Está muy bien hecha, es sabrosa de oír, lástima que
manipulen tanto la verdad, sobre todo en el tema de la guerra y, ahora,
en el tema de la paz”.
Nos despedimos con un apretón de manos y vuelve a recordarme que le mande la más reciente novela de Vargas Llosa, El héroe discreto. “Y si puede mande también Temporal, de Tomás González le agradecería…según el camarada Ricardo (Rodrigo Granda), ese man va a ser el próximo Nobel colombiano.