Por: José Antonio Gutiérrez D.
30 de Agosto 2013
La jornada de protesta del 29 de Agosto, convocada en
Colombia en el contexto del paro agrario y popular que se desarrolla desde el
19 del corriente mes a lo largo y ancho del país, fue un estallido social que
evidenció el malestar profundo que corroe las entrañas de la sociedad
colombiana. No se trata, como dice Santos, de una mera “tormenta” pasajera sino
de una crisis social que está resquebrajando las bases mismas del régimen
impuesto por la violencia y el engaño. Mientras los medios oficiales chillan estridentemente
contra “encapuchados” y “vándalos” [1], buscando azuzar prejuicios asentados en
el subconsciente de las capas medias colombianas contra “patirrajados”, “indios”,
“negros”, y otros “indeseables” que (¡horror de horrores!) viven del trabajo de
sus manos, silencian los verdaderos desmanes hechos por los “vándalos” en
uniforme militar o del ESMAD. Son estos últimos los que han asesinado y abusado
de la población, los que están violando la privacidad de hogares campesinos,
infiltrando las manifestaciones, robando a los más pobres y destruyendo sus
pertenencias.
Como muestra de la violencia inusitada, criminal, con
que ha sido reprimida la protesta social, están los casos de dos localidades en
el departamento de Tolima: el municipio de Cajamarca y el corregimiento de
Castilla, en el municipio de Coyaima. Hay que recalcar que estos casos no son excepcionales,
sino que dos casos más de una violencia oficial, anti-popular, que se ha tomado
por asalto al país completo. Esta violencia, dicho sea de paso, ha sido exacerbada
por las leyes de impunidad que ha impulsado este gobierno: el fuero militar y
el marco jurídico para la paz; así como por la ley, también impulsada por el
gobierno de Santos, para criminalizar la protesta social, la llamada ley de
seguridad ciudadana. Tienen la fuerza bruta, y ahora ya no tienen ningún freno
jurídico para aplicarla contra el descontento popular.
Cajamarca
Cajamarca, que ha sido el epicentro de la lucha contra
la multinacional minera AngloGold Ashanti
[2], también se movilizó en las jornadas de protesta del 29 de Agosto. Desde el
día anterior, los campesinos, los dirigentes de las juntas de acción comunal y
de otras organizaciones sociales venían reuniéndose y discutiendo su
participación en el paro agrario y popular. El día 28, los campesinos se
concentraron en el corregimiento de Anaime y en la vereda Recreo Bajo (El Chuzo).
De esos dos puntos salieron hacia el casco urbano del municipio de Cajamarca,
donde se concentraron unas 5000 personas. Al llegar la noche, muchos de los campesinos
que venían de las veredas se quedaron en la colonia, algunos pernoctando en la
escuela. A las dos de la madrugada, irrumpe el ESMAD en Cajamarca, arrojando
gases y granadas de aturdimiento, disparando y golpeando a las personas que se
encontraban en los puntos de descanso habilitados para los campesinos.
Capturaron a alrededor de 30 campesinos que estaban alojados en la escuela.
Esta situación exacerbó los ánimos de la comunidad, según nos relata un
dirigente campesino, cuya identidad no podemos revelar para proteger su integridad
física:
“A pesar de que
se atravesaron palos y piedras en la vía, todo estaba en completa calma hasta
la llegada del ESMAD… pues llegaron atropellando a los campesinos… los
campesinos capturados mientras dormían fueron llevados a la estación de
policía… iban con las manos en alto y el recibimiento del ESMAD fue con gases
lacrimógenos. A estos campesinos los tenían en un camión y la cuadra estaba que
no se podía respirar con gases. Muchos nos enfrentamos a los policías exigiendo
respeto, furiosos por ese hecho del cual salieron muchos niños y ancianos
afectados por los gases. Las casa aledañas a la estación se llenaron de gas y
se encuentran varios niños en el hospital.”
Por la mañana, nos relata este mismo campesino, la represión
siguió, invadiendo casas particulares y dejando varios heridos con balas de
goma y otro con una granada de aturdimiento que le fue arrojada a la cara. Fue
filmado también un video, que ya circula en las redes sociales, en el cual se
ve al ESMAD golpeando a patadas, bolillo y con culatazos a un muchacho mientras
interviene la comunidad para rescatarlo [3]. Durante el transcurso de la mañana
se unieron a los campesinos de Anaime otros provenientes de las veredas de El
Cedral y El Brasil. Los campesinos hoy temen, particularmente, por la vida del
dirigente comunal Julio Vargas,
presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda El Cedral, quien ha
recibido amenazas y a quien, según relatos de testigos, la policía le disparó
al cuerpo, fallando el blanco.
Un comunicado firmado por los Comités Ambientales y Campesinos del Tolima por la Defensa de la Vida,
el Agua y el Alimento, con fecha 29 de Agosto, denuncia que están
circulando boletas con amenazas de muerte contra los dirigentes de la
movilización. También denuncian el arresto arbitrario en el que todavía se
encuentran 10 campesinos en Cajamarca:
1. Carlos Mario
Fierro
2. Edison Julián
Bermúdez
3. Rubén Darío
Varón
4. Pedro Pablo
Cárdenas
5. José Wilson
Fierro
6. Luis Crisanto
Rodríguez
7. Edwin Jairson
Ferrato
8. Julio Cesar
Velandía
9. Adalver Ospitia
10. José Alveiro
Peralta
En otro comunicado de los mismos comités, se denuncia
la infiltración de las protestas por parte de personas, algunos menores de
edad, que aparecían entre los manifestantes para hacer desmanes, y luego
aparecían apedreando campesinos al lado de la policía. Se ha visto civiles
portando armas de fuego y bombas lacrimógenas. También se ha visto supuestos
“estudiantes” que cuando los compañeros les preguntaban de qué universidad
venían, desparecían para luego ser vistos entre los uniformados, fotografiando
manifestantes. Denunciamos esta infiltración, que tiene como objetivo
estigmatizar, justificar la represión, crear confusión, desmoralizar.
Condenamos la utilización de métodos propios de la “guerra sucia” en contra de
los manifestantes. Condenamos la infiltración por agentes del Estado de una
protesta que ha nacido del pueblo y que solamente convoca al pueblo. Resulta
curioso que el gobierno denuncie la infiltración “insurgente” en la protesta
cuando los únicos que sabemos que están infiltrando estas manifestaciones son
ellos a través de sus fuerzas represivas. Estos hechos denunciados por los Comités Ambientales y Campesinos de Tolima,
tienen un sólo nombre: terrorismo de Estado.
La población se encuentra aterrorizada por el trato salvaje
que se está dando a la comunidad y el terror que se ha sembrado en el seno de
la comunidad. Este sentimiento queda reflejado en la última comunicación que
tuvimos con este dirigente campesino, que nos confesó su temor:
“A estas hora de
la noche el municipio de Cajamarca se encuentra incomunicado… amigo, la verdad
tengo miedo por lo que me pueda pasar, lo que le pueda pasar a mi comunidad,
somos gente buena, gente humilde y gente campesina… nuestro pecado es ser
campesinos, y no tenemos la culpa de las políticas que emplea este Gobierno”.
Castilla
(Coyaima)
En Castilla, la movilización se viene dando con
creciente fuerza desde el mismo 19 de Agosto, convocando a agricultores,
pequeños lecheros, ganaderos, caficultores
y arroceros. Desde el día anterior al inicio del paro, llegaron a
Castilla unos 1800 campesinos provenientes de varios municipios, principalmente
de Chaparral, Roncesvalles, Ataco, Planadas, Ríoblanco, Prado, Natagaima,
Coyaima y Dolores [4]. Esta masa humana fue creciendo hasta llegar a unas 3000
personas hasta el día de ayer, casi todos provenientes del sur y del oriente
del departamento de Tolima.
Desde ese primer momento, la represión se ha ensañado
con los campesinos movilizados. La policía ha destruido y saqueado las
despensas con alimentos de los campesinos, ha invadido viviendas, tumbando
puertas, para sacar a la fuerza a campesinos alojados en ellas y ha obstruido
la movilidad de las personas por la vía pública. El día 20 se bombardeó desde
helicópteros a la comunidad con gases lacrimógenos, asfixiando a ancianos y
bebés, dañando viviendas. En Castilla, hasta el día 28 de Agosto, 46 personas
habían sido heridas por la represión policial. Algunos (tres de ellos) por bala
[5], otros por piedras arrojadas por el ESMAD y otros intoxicados por gases.
También se contaba con tres personas detenidas arbitrariamente: Anderson Pinto (27 de Agosto), Edinson Chaguala y Humberto Montaña (28 de Agosto). También la policía ha infiltrado
las protestas: los campesinos descubrieron a diez agentes infiltrados de civil,
con gases lacrimógenos escondidos en la cintura, que estaban azuzando a los
menores de edad para que hicieran destrozos, para justificar así una arremetida
violenta de las fuerzas del Estado. Se vio a estos infiltrados luego reunirse
con la policía en otro punto.
Se había eventualmente llegado a un acuerdo con el
alcalde y la gobernación de Tolima, que el día 29, durante la jornada nacional
de protesta, se cerrarían las carreteras y luego se abrirían de manera
intermitente. El acuerdo, sin embargo, fue incumplido por parte de las
autoridades: la movilización fue atacada por el ESMAD y por agentes de civil,
que dispararon indiscriminadamente contra los campesinos. Un comunicado de los Comités Campesinos y Ambientales del Tolima,
denuncia que a raíz de estos ataques habrían sido heridas de gravedad cinco
personas (de un total de 24 heridos) y habrían muerto dos campesinos. Hemos
podido corroborar que hubo al menos un muerto, según lo informa el
corresponsal de semanario Voz, Nelson
Lombana. Se trataría de un campesino del municipio de Ataco, llamado Jeiner Mosquera, al que la policía lo
asesinó de un tiro a la cabeza [6]. Sin embargo, al parecer, otro de los
heridos a bala en estos momentos se debatiría entre la vida y la muerte. También
se denunció que el ESMAD impidió el paso de una ambulancia con dos enfermos,
prueba de la gravedad de la arremetida de la fuerza represiva, que, aplastando
todos los derechos de la comunidad, buscar infundir miedo para paralizarla.
Esto es sólo una muestra del terror utilizado contra
los campesinos y la población en apenas dos municipios donde ha habido
protestas, en el departamento del Tolima. Esta situación no es excepcional:
hemos recibido noticias de represión brutal en muchos otros departamentos, como
el Cauca, Nariño, Valle del Cauca, Boyacá, Cundinamarca, Antioquia, Meta, etc.
donde se está dando un trato militar y abiertamente terrorista por parte del
Estado contra los manifestantes. Pese al terror, las protestas siguen en todo
el territorio nacional, alimentadas por la indignación que este proceder y por
los justos reclamos de una población hastiada, cansada del irrespeto de Santos,
de los abusos de su fuerza represiva y de sus políticas de hambre y exterminio.
Algo nuevo está creciendo en Colombia, algo que es a
la vez promesa de una vida nueva e indignación por la vida que el pueblo ha
llevado hasta ahora… algo que ellos no pueden controlar. Ese es el temor del
tirano que, desde la Casa de Nariño, miente, amenaza, da “papaya”, ordena
bombardear y asesinar, vuelve a mentir y a amenazar. Ahora ordena militarizar
Bogotá y saca a 50.000 soldados para despejar las carreteras en todo el país [7].
No sabe hacer otra cosa. Su violencia es la violencia de un tirano débil, solo,
aislado, autista, temeroso. Él sabe, y nosotros sabemos, que pese a su
violencia, es impotente. Algo nuevo está creciendo en Colombia, aunque le duela
a la estirpe de los que, por derecho hereditario, han sido los dueños de
Colombia por doscientos largos años de soledad.
José
Antonio Gutiérrez D.
30
de Agosto, 2013
[1] Ver por ejemplo http://www.semana.com/nacion/ articulo/protestas-furia- vandalismo-dos-muertos/355735- 3
[7] http://www.semana.com/nacion/
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