Las Farc no piensan pasar de agache con sus víctimas y dicen que asumen su responsabilidad, pero advierten que en el tema hay hipocresía.
Por: Jorge Enrique Botero
Las2orillas.
Muchas
personas que conocen a Pablo Catatumbo y a las Farc consideran que él
encarna una especie de simbiosis entre Alfonso Cano y el Mono Jojoy.
Esta apreciación no carece de sentido pues él pasó sus primeros años de
vida guerrillera al lado de Jojoy y los más recientes junto a Cano,
quien además fue su amigo de juventud, con el que no solamente compartió
habitación en la escuela del Komsomol leninista, en Moscú, sino que lo
acompañó durante más de una década en la jefatura del llamado Comando
Conjunto de Occidente.
Su temperamento es afable, mamagallista y explosivo; goza de gran
respeto al interior de las Farc como estratega militar y puede alardear
(aunque no lo hace) de haber salido airoso de uno de los más grandes
operativos militares que se hayan emprendido para abatir a un jefe
insurgente. Al mismo tiempo, Catatumbo se defiende muy bien en las lides
de la política, es un agudo analista de la realidad y, con algunas
excepciones, ha erradicado la fuerte carga de dogmatismo que ha
caracterizado a la insurgencia durante décadas. Además, es un devorador
de libros, amante compulsivo de la literatura, adicto a los relatos de
espionaje. “Es mucho lo que se aprende con los libros de John le Carre o
de Frederick Forsyth: además de ser narradores formidables, muchas
veces me han servido para detectar los métodos que usa el enemigo para
tratar de jodernos”.
Pablo Catatumbo, quien tomó el nombre de guerra de su hermano mayor,
fallecido en la guerrilla a finales de los 70, está sentado en un cómodo
sillón de un reservado del Hotel Palco, contiguo a la sede de los
Diálogos de Paz de La Habana. Toma Tropicola (la coca cola cubana)
mientras se adentra en los laberintos de uno de los temas que más
polémica ha suscitado desde el inicio de las conversaciones: las
víctimas.
“Ciertamente, como diría Gaviria, esta guerra tan prolongada ha
causado enorme dolor en muchísimas familias colombianas. Pero los
episodios de la guerra hay que analizarlos con sensatez y en su
contexto. Lo anterior no quiere decir que vayamos a pasar de agache en
el asunto de las víctimas: asumiremos las responsabilidades que nos
correspondan por la cuota de sufrimiento que hayamos podido causar. Le
doy un ejemplo, lo de los diputados del Valle nunca debió suceder. Sin
embargo, vamos a seguir insistiendo en que hay que develar toda la
verdad histórica de más de 50 de años de confrontación”.
Según Catatumbo la responsabilidad principal de las décadas de
violencia que han azotado a Colombia recae en el mal manejo que han dado
las élites al ejercicio de la política. “Históricamente, desde nuestra
fundación como nación, han predominado la intolerancia y el sectarismo. Y
no sólo eso: ellos se acostumbraron desde muy temprano a eliminar
físicamente al adversario. O si no, mire a Obando mandando a matar a
Sucre; a Santander conspirando contra Bolívar o haga cuentas de las
decenas de guerras que han acompañado nuestra corta vida republicana;
recuerde el asesinato de Gaitán, la masacre contra la UP, las muertes de
Galán, Pizarro, Jaramillo y Pardo Leal. En fin, nuestro régimen
político nació con una deformación, un defecto de fábrica, que ha hecho
de la intolerancia su rasgo principal”
Según Catatumbo, en el coro de reclamos que les hacen muchos
dirigentes políticos tradicionales y algunos columnistas sobre el tema
de víctimas hay una gran dosis de hipocresía, “aunque a veces también
sale a relucir una tremenda ignorancia”. Dice el comandante guerrillero
que fueron Marulanda y los jefes guerrilleros que lo acompañaron en la
fundación de las Farc, como Charro Negro y Jaime Guaracas, quienes le
pusieron orden a la terrible crueldad que imperaba en la guerra
partidista de los 50. “Las guerrillas liberales actuaban como hordas de
la venganza, usaban los mismos métodos de sus adversarios chulavitas,
aplicaban el corte de franela, quemaban aldeas, violaban mujeres y niñas
y se repartían los botines como cuatreros. Y fueron los llamados
“comunes”, o sea los guerrilleros comunistas, quienes enfrentaron esos
desmanes e impusieron reglas que atenuaron el impacto de aquella
violencia desenfrenada, cargada de odio y venganza. Incluso, eso les
valió ser declarados enemigos a muerte por los liberales, que después de
la amnistía de Rojas Pinilla se pusieron al servicio de la aniquilación
de Marulanda y sus hombres, como ocurrió con Charro Negro en Gaitania”.
Sobre otro coro, más o menos con los mismos cantantes, que exige
cárcel y castigo ejemplar para los jefes insurgentes que hoy están
buscando la manera de hacer política sin el uso de las armas, Pablo
Catatumbo no se mete en pantanos jurídicos. Es pragmático e irónico a la
vez: “Yo no tendría problema en pagar unos años de cárcel. Pero, eso
sí, ahí también tendrían que estar todos los generales de los últimos
años, no pocos ex presidentes, ex ministros, embajadores, empresarios
del campo y la ciudad, etc, etc”. Y remata el tema con una estadística
que encontró hace poco, leyendo una biografía de Gerry Adams, el líder
del IRA que encabezó los acuerdos de paz con el Reino Unido. Según el
jefe rebelde, de 28 acuerdos de paz conseguidos en el mundo en los
últimos 30 años, el 60 por ciento ha terminado con reformas a la
Constitución que le han dado un vuelco político a esas naciones. Si la
naturaleza de un conflicto es política, como en el caso de Colombia, la
salida a éste no puede ser jurídica sino política”.
Sobre el llamado Marco Jurídico para la Paz, se limita a decir que
esta iniciativa del gobierno no está en consonancia con el espíritu de
bilateralidad en las decisiones de fondo con el que se dio inicio a los
diálogos. “Es el mismo defecto que tiene el referendo por si acaso que impulsa el gobierno como mecanismo de refrendación de eventuales acuerdos”.
Además de estar leyendo a Gerry Adams, el miembro del Secretariado de
las Farc le mete muela por estos días a una extensa biografía del
mariscal Bernard Law Montgmery titulada Memorias de la Guerra en la que el exitoso militar, popularmente conocido como Monty
durante la Segunda Guerra Mundial, se refiere a la relación entre los
altos mandos militares y los gobernantes. “Montgomery asegura que el
papel de los militares no es glorificar la guerra y advierte que los
generales deben aconsejar a los gobernantes que hagan todo lo posible
para impedir las confrontaciones”.
No hay duda de que, con la cita de Montgomery, Catatumbo está
mandando un mensaje a los oficiales de las Fuerzas Militares de nuestro
país, más aún cuando remata diciendo que “una rescatable excepción a la
glorificación de la guerra en nuestro medio fue el general Alberto Ruiz
Novoa quien recomendó al presidente Guillermo León Valencia no atacar a
los campesinos de Marquetalia, lo cual le costó la baja inmediata”.
-Decía Jacobo Arenas en los preámbulos de los diálogos con el
presidente Belisario Betancur que se veía echando discursos en la plaza
pública. ¿Pablo Catatumbo se ve en esas?
-La verdad, no me veo echando discursos ni siendo parlamentario. Ese
mundo del Congreso me desagrada sobremanera. Preferiría poder dedicarme a
la enseñanza, al mundo académico. Pero hago parte de la dirección de
una organización y mis decisiones están supeditadas al bien general. Así
que si toca, toca.
-¿Dónde está el gran obstáculo para que las Farc entren de lleno a la política?
-La pepa del tema de participación política son las garantías y la pepa
de las garantías es el desmonte definitivo del paramilitarismo.
Respecto a las garantías, es increíble que, a pesar de ser norma
constitucional, no haya hoy en Colombia un verdadero Estatuto de la
Oposición. Y es un anacronismo que la fuerza pública todavía actué bajo
la doctrina del enemigo interno, una doctrina que pertenece a los
tiempos de la guerra fría. Es al amparo de ésa doctrina que hoy el
paramilitarismo sigue siendo una realidad como lo ha sido en los últimos
30 años. Si el Estado no toma medidas radicales para desmontar a los
grupos paramilitares, cualquier acuerdo al que eventualmente lleguemos
sería letra muerta.
Los otros dos puntos claves respecto a la participación política son
la aprobación de una reforma que cambie el actual Sistema Electoral y
que la oposición tenga acceso equitativo a los medios de comunicación.
-Varios analistas coinciden en que si no hay avances sino
incertidumbres en el proceso de paz, la reelección se Santos está
embolatada…
-Pues si eso es así, el propio gobierno es el que tiene la llave de
la reelección. No es sino que le ponga voluntad a la salida política,
pues de nuestra parte hay total decisión de avanzar, de llegar a
acuerdos. El balón de la reelección está en el campo del gobierno no en
el de las Farc. Si el Presidente se decide a modernizar y profundizar la
democracia, a acabar con el Frente Nacional que todavía existe, se
aclimataría la firma de un pacto que ponga fin a 50 años de guerra.
-¿Cómo ve Pablo Catatumbo la hipotética escena de Santos contra Santos en la disputa por la Casa de Nariño?
-Ahí si me toca estar de acuerdo con el señor Presidente cuando dijo que eso no sería serio.
Camila Cienfuegos, la pilosa compañera de Catatumbo desde hace mas de
10 años, irrumpe en la escena de esta entrevista y nos da la mala
noticia de que el comandante guerrillero debe atender una reunión en la
Embajada de Noruega (uno de los países garantes de los diálogos), así
que dejamos para el día siguiente el final de nuestra conversación. El
entrevistado apura el último sorbo de Tropicola y guarda los libros de
Adams y Montgomery en su maletín. “No se olvide de mandarme la más
reciente novela de Vargas Llosa, ése man será lo que sea pero es un
fabuloso escritor”, comenta Catatumbo y se va.
Espere mañana
-”El General Valencia Tovar volvió bolivariano a Jacobo Arenas”.
-”El mejor homenaje que se le ha hecho a Manuel Marulanda también fue de Valencia Tovar”.
-”Soy adicto a la radio. La radio colombiana es muy buena, lástima que manipule tanto la información”.
-De Heminguay a Maupassant, pasando por Zolá, Gorki, Faulkner, Miguel
Hernandez, Gabo, Kafka y Barba Jacob (sin olvidar a Álvarez
Gardeazábal)…banquete literario con Catatumbo en La Habana
Foto portada: ecuavisa.com