Señor
Santos, abandone la doble moral y aterricemos en soluciones reales que
contribuyan a la construcción de la paz con justicia social para
Colombia.
Jesús Santrich
Por
casualidad el mismo día que inicia el Foro sobre cultivos ilícitos y
narcotráfico convocado a instancias de la Mesa de conversaciones de Paz
en Bogotá, el presidente Juan Manuel Santos le miente a la Organización
de Naciones Unidas en su discurso pronunciado en el marco de la 68
Asamblea del ente internacional. ¡Juan Manuel Santos no debiera ser tan
falso! Los verdaderos narcotraficantes están del lado del régimen.
Un ejemplo concreto es el total involucramiento que tuvo siempre el Departamento Administrativo de Seguridad DAS en este sucio negocio, sobre todo en la época de gobierno del narco Presidente Álvaro Uribe Vélez.
Con
mentiras no se resuelven los problemas que generaron el conflicto
colombiano. Ningún beneficio para la paz trae un discurso sesgado en el
que se pretende colocar en los hombros de la guerrilla la
responsabilidad de la existencia del fenómeno del narcotráfico en
Colombia.
El
narcotráfico es un problema generado fundamentalmente por la miseria,
que las oligarquías que manejan el poder en nuestro país les han
impuesto a las mayorías nacionales. La pobreza y la desigualdad ahora se
profundizan con medidas neoliberales que le entregan la tierra, la
explotación mineroenergética y la soberanía a las trasnacionales. De
contera el desastre ambiental es el peor fenómeno que aparte del hambre
nos están dejando las políticas gubernamentales. Así las cosas el
discurso de Juan Manuel santos en la asamblea 68 de las Naciones Unidas
es una gran pantomima recargada de hipocresía.
Una
Colombia sin coca y sin conflicto sólo es posible acabando con la
miseria que le han impuesto al pueblo colombiano, empujándolo a
sobrevivir valiéndose de economías de rebusque e ilegales.
Por
lo demás el tráfico de cocaína, hace muchos años se convirtió en un
mecanismo de acumulación capitalista, ilegal e internacionalizado y el
narcotráfico en una especie de dispositivo político, utilizado por
diversos gobiernos entre los que se encuentran el de EEUU y el de
Colombia, para realizar acciones de represión y control social.
Particularmente
el Estado colombiano ha construido una interrelación muy compleja con
el narcotráfico: finge una lucha a muerte contra el fenómeno, pero se
aprovecha de él mediante el “blanqueo de dinero”.
Puede
resultar difícil establecer con precisión el oxígeno que le da el
narcotráfico a la economía colombiana, pero los dineros provenientes del
delito en cuestión, que entran a la economía nacional representan no
menos de tres puntos del Producto Interno Bruto. En general podemos
afirmar que en materia de lavado de activos las operaciones sospechosas
en no menos del 84%de casos las registran el encopetado sector
financiero; es decir esa lumpen-burguesía gansteril que nos gobierna.
Son estos los verdaderos responsables de la reproducción del problema y
no la guerrilla o los empobrecidos campesinos cultivadores de hoja de
coca, como se pretende.
Señor
Santos, abandone la doble moral y aterricemos en soluciones reales que
contribuyan a la construcción de la paz con justicia social para
Colombia.