El Espectador 29 de Septiembre de 2014
Por sus obras los conoceréis. Como los de la Alemania de Weimar, así obran aquí los de la extrema derecha.
Esta comparación es necesaria. La república de Weimar, como se le
llamó al régimen que existió en Alemania entre 1919 y 1933, sucumbió
ante la subversión que desde dentro protagonizó la extrema derecha. Si
no se le pone freno a los embates del uribismo contra la paz y las
instituciones, algo similar podría ocurrir en Colombia.
Luego de
la debacle militar alemana en el Frente Occidental, los partidos de
centro-izquierda le pidieron al Káiser Guillermo II que abdicara.
Establecieron la república, negociaron un armisticio con los Aliados,
pero luego se vieron obligados a firmar un gravoso tratado de paz, el
Tratado de Versalles. El recién instalado gobierno socialdemócrata se
vio inmediamente atacado por la derecha tradicionalista, aristrocrática y
militarista. Esa derecha hizo de la mentira y la obstrucción sus
principales medios de lucha. Años después le dio su bendición a un líder
carismático con una plataforma populista llamado Adolf Hitler.
Durante
el primer año de la República de Weimar se realizó en el Parlamento una
investigación acerca de la derrota alemana. Hindeburg, quien había sido
el comandante en jefe del ejército, fue llamado a declarar. Al
principio, evadió la citación, mas luego compareció después de haber
recibido un requerimiento formal. Hindenburg no admitió preguntas ni
interpelaciones. Leyó una declaración como si todo el mundo tuviera que
aceptar que lo dicho proviniese de la más firme e indiscutida autoridad.
Su desprecio hacia el procedimiento democrático quedó patente en su
negativa a contestar preguntas.
Tan grave como ese desprecio fue
el hecho de que Hindenburg le dio credibilidad al mito de la “cuchillada
por la espalda”: el embuste de que Alemania había ganado la guerra en
el frente militar, pero la perdió por la traición que le hicieron los
políticos en el frente civil. La verdad es que Ludendorff, el
lugarteniente de Hindenburg, fue el primero en pedir un armisticio
después de que su ofensiva de primavera no diera los resultados
esperados. Hindenburg lo secundó y le pidió al Káiser la iniciación de
negociaciones de paz. Cuando el Presidente Ebert le preguntó si
Alemania, en caso de negarse a firmar el Tratado de Versalles, podía
resistir a los Aliados, Hindeburg le comunicó que el ejército no estaba
en condiciones de enfrentarlos.
La respuesta de Uribe y de sus
seguidores al debate que promovió Cepeda parece un calco de los métodos
de esa extrema derecha alemana. Ignoró a su contradictor – no le prestó
mayor atención, y recurrió al procedimiento de contra-atacar para
modificar los términos del debate con el fin de evadir cualquier
responsabilidad por acción u omisión en los hechos a los cuales fue
asociado. Su partido ha sido el propagador de los infundios más
delirantes, los que sin embargo siguen siendo repetidos sin
cuestionamiento por parte de sus seguidores: que Santos le va a entregar
el país a las FARC, que su ideología es castro-chavista, etc, etc.
La
paz la tenemos que hacer todos los colombianos con todos nuestros
compatriotas. Pero la paz la tenemos que hacer con verdad, con justicia y
con democracia, no con su negación, como parece ser el caso de los
métodos del Centro Democrático.
Docente de la Universidad Nacional *
https://www.youtube.com/user/nolascopresiga/videos