Septiembre 15 de 2014
Nubia Torres Victoria es hermana de Jorge Torres Victoria, alias
“Pablo Catatumbo” y miembro del secretariado de las FARC. Está en el
exilio hace 18 años y vive en Europa. Este es su testimonio acerca de la
persecución que ha sufrido por ser hermana de un guerrillero
Entrevista exclusiva para La Pluma. Por Fernanda Sánchez Jaramillo,
periodista, maestra en relaciones internacionales y trabajadora
comunitaria. Colaboradora de La Pluma.
FSJ: ¿Cómo ha sufrido usted la victimización y desde cuándo?
N: Desde que tengo uso de razón estoy sufriendo el hecho de “ser
hermana de”. Mis recuerdos de infancia y de adolescencia están
vinculados a tres allanamientos en la casa donde crecimos, que
realizaron militares armados en la madrugada.
Requisaban nuestras pertenencias, nuestros libros, nuestros armarios y
hasta el entretecho de la casa para buscar -según ellos- armas o cosas
vinculantes que jamás encontraron.
Estoy hablando de finales de los años 70 y principios de los 80. Mi
hermana mayor, Amparo, fue secuestrada por la mafia del cartel de Cali,
estuvo secuestrada y desaparecida por cuatro meses en los que no tuvimos
vida porque no sabíamos si la habían matado ni sabíamos por qué la
habían desaparecido.
Ella era nuestra hermana mayor y el único sustento económico de
nosotras las hermanas más pequeñas. En esos meses nuestra familia vivió
un auténtico calvario; además, ella tenía tres hijos pequeños que la
preguntaban a diario.
FSJ: ¿Cuál ha sido la respuesta de su familia a estos hechos?
N: En nuestro país se ha sembrado el miedo a la persecución. Sufrimos
aislamiento y soledad, otros familiares nos tenían miedo porque
relacionarse con nosotros les traía problemas. Por eso crecimos
ocultando en la medida de lo posible nuestro parentesco, como si se
tratara de un delito.
FSJ: ¿Qué consecuencias a nivel familiar ha tenido la victimización. ¿Ha significado ésta la ruptura de lazos familiares?
N: Ha significado ruptura de lazos familiares al tener que abandonar
el país para preservar la vida y no conseguir asilarnos en un mismo
país, sino cada una en un país diferente. Los reencuentros representan
un gran esfuerzo económico, coincidir en tiempos vacacionales y en
espacios comunes ha sido dificilísimo.
Los hijos nuestros no se conocen entre sí. La relación de primos y
sobrinos está dada sólo por compartir la misma sangre, ausente de
experiencias y anécdotas juntos porque ha sido imposible. Cuando mis
hijos estaban pequeños me preguntaban por qué ellos no tenían primos, ni
abuela como los demás niños.
FSJ: ¿Cómo se siente al ser perseguida por la pertenencia de
su hermano a la guerrilla, fue perseguida también por la pertenencia de
su otro hermano Ernesto Torres Victoria?
N: Nuestro hermano mayor era Ernesto Torres Victoria y su nombre en
la guerrilla era “Pablo”. Por eso Jorge, después de que él murió, tomó
su nombre, de él yo tengo pocos recuerdos, pues cuando él se fue a la
guerrilla yo estaba muy pequeña.
Yo me siento una víctima más. He sufrido las consecuencias de una
decisión que mis hermanos tomaron en su momento muy convencidos y que
respeto como si hubieran decidido ser curas o cualquier otra cosa.
Pienso que la gente debe perseguir sus utopías y luchar por ellas y eso
es lo que ellos han hecho. Esa fue su decisión, no la mía. Nosotros
fuimos perseguidos y utilizados políticamente por sus enemigos para
chantajearlos.
FSJ: ¿La incorporación de su hermano Jorge Torres Victoria al
estado mayor central y después en el secretariado aumentó el
hostigamiento contra ustedes?
N: Sí. Empezaron a señalarnos más. Nuestros teléfonos estaban
intervenidos, en los trabajos no mencionábamos nunca nuestro parentesco,
teníamos problemas para realizar cualquier transacción bancaria porque
fuimos acusados de manejar dineros de las FARC. Nada más lejos de la
realidad.
Nuestra hermana Yaneth, antes de ser secuestrada, pensaba montar un
negocio con sus ahorros fruto de 20 años de trabajo y fue investigada
hasta el último centavo. Mi otra hermana estaba en un hermoso proyecto
comunitario para, por medio de una cooperativa, hacerse a una vivienda y
salieron diciendo que era testaferra de la guerrilla. Debido a esa
persecución nunca pudimos salir adelante.
FSJ: ¿Hace cuantos años vive en el exilio? ¿Regresará a Colombia o se siente desterrada?
N: Regresé a Colombia en el año 1991 después de estudiar, becada, en
la antigua Checoslovaquia y juré no volver a ser extranjera en mi vida.
Pero el futuro que me esperaba fue diferente.
Después de mi regreso al país, mi hermana Amparo fue secuestrada. En
el año 1996 mi hermana Yaneth fue secuestrada, durante seis meses, por
el paramilitar Carlos Castaño sin tener ninguna noticia de ella en esos
meses y cuidando a su hijo de cuatro años. Salimos de Colombia porque
nadie nos garantizaba la vida, desde entonces no he regresado. Llevo 18
años en el exilio.
FSJ: ¿Es estigmatizada en el exilio por ser hermana de “Pablo
Catatumbo”? ¿Ha tenido que mudarse, cambiar de identidad, dejar
trabajos o relaciones por esta causa?
N: He vivido en tres países diferentes. Nunca he cambiado mi
identidad ni mi nombre pero sí he mantenido oculta mi relación con mi
hermano por temor a represalias. He tenido pretendientes que al
contarles este hecho han decido mejor no tener problemas.
Mis hermanas sí han tenido problemas laborales, yo no. Digo, creo que
no, pero al regresar de La Habana -en mi primer viaje- me despidieron
de mi empleo después de 12 años en una institución hospitalaria sin
darme ninguna explicación. Me queda la duda de si fue por mi viaje.
FSJ: ¿Ha perdido sus derechos como sujeta política, ciudadana
y mujer por el hecho de ser las “hermana de”? ¿Ha afectado esto la
construcción de su propia identidad?
N: Claro que sí. Como asilada he perdido mis derechos ciudadanos a
ejercer la política sin ser acusada de ser hermana de un guerrillero.
Como asilada no podía participar abiertamente en actividades de partido,
cualquiera que éste fuera. Siempre me recomendaron tener un bajo perfil
de participación. Vivir en el extranjero y asilada es como volver a
empezar, las amistades y las trayectorias recorridas se pierden.
FSJ: ¿Cómo viven ustedes como familiares el dolor del
secuestro y asesinato de su hermana Yaneth y luego el ataque contra su
reputación al ser presentada – por los medios de comunicación y en
series como Los Tres Caínes- como la amante de Carlos Castaño, su
verdugo? ¿Por qué no se pronuncian al respecto?
N: El tema de Yaneth es un capítulo bastante doloroso para nosotros y
me imagino que será lo mismo para las familias de todas las personas
secuestradas del conflicto. Pero da la casualidad de que Yaneth era una
mujer completamente apolítica e ingenua que no quería saber nada de la
realidad, que vivía inmersa en su trabajo y en su hijo y nunca participó
en una protesta.
Ella es una víctima inocente y acusar a las víctimas de su desgracia
es una infamia. Yo no he visto la serie de la que hablas, porque no vivo
en Colombia, no puedo opinar de eso. Pero lo que sí sé es que los
medios de comunicación no son inocentes inventando y difamando su
memoria. Pero ya que la mataron y desaparecieron su cadáver podrían como
mínimo respetar su memoria y nuestro dolor, así como el de su hijo.
FSJ: En las negociacio
nes en La Habana se discute el punto de
las víctimas. En Colombia se realizaron cuatro foros sobre el tema, se
realizaron foros internacionales con exiliados, en varias partes del
mundo, están viajando grupos de víctimas a La Habana, pero uno de los
asuntos menos tratados es la victimización de la que han sido objeto
familiares de la guerrilla. ¿Por qué tanto silencio, pensaron en algún
momento en participar en los foros nacionales?
N: Nuestro silencio es involuntario, más por desconocimiento de la
realización de dichos foros, ya que en los países donde residimos no se
da una cobertura total a los acontecimientos paralelos a la mesa de
diálogos de La Habana. Personalmente desconozco los mecanismos que se
utilizaron para escoger a las víctimas y cómo ofrecerse a participar.
FSJ: ¿En este proceso de paz se habla de reconciliación, de
que todas las personas victimizadas deben unirse. ¿Se ha imaginado
sentada junto a otras personas victimizadas por diferentes actores, qué
les diría?
N: Yo hago parte de este conflicto como víctima, como pueblo, como
población civil. Yo no he tenido participación activa en la guerra, por
lo tanto haré lo que decida el pueblo porque como colombiana amo la paz y
la reconciliación.
FSJ: ¿Qué tan pesado, emocionalmente hablando, es vivir siendo la hermana de un miembro del secretariado de las FARC?
N: Ha sido una carga emocional tremenda. Vivir perseguido,
ocultándote, aislados, asilados en países diferentes, soledades,
injusticias, persecución, en fin. Fue su opción de vida pero no lo
recrimino, los culpables de tanta sin razón han sido el Estado y sus
enemigos políticos que nos utilizaron como forma de chantaje emocional
para él y de persecución contra nosotros. Pero no consiguieron nada con
eso, solo hacernos padecer un sufrimiento inútil. Sueño con la paz y
espero que se firmen pronto los acuerdos para que los colombianos
podamos vivir en un país sin guerra y con justicia social.
Fernanda Sánchez Jaramillo, Especial para La Pluma, Bogotá, Colombia, 15 de septiembre de 2014