27 de Septiembre de 2014
SEMANA se
abstiene de revelar los documentos estratégicos que afectan la
seguridad nacional que fueron filtrados. No obstante, publica algunos
que no comprometen la seguridad nacional, como estos informes con el
rótulo de reservado y el logo del Comando General de las Fuerzas
Militares elaborados por analistas de inteligencia militar.
Decenas de informes de las Fuerzas Militares terminaron en manos de civiles.
Desde hace varios meses existe una gran
preocupación en la cúpula del Comando General de las Fuerzas Militares y
la Central de Inteligencia del Ejército. El motivo del desvelo tiene
que ver con un asunto que puede comprometer la seguridad nacional si
llega a manos equivocadas. Decenas de documentos confidenciales que
debían ser conocidos únicamente por un muy reducido grupo de altos
mandos terminaron en poder de civiles que nada tienen que ver con las
Fuerzas Militares. Parte de esa información fue usada con fines
políticos pero mucha quedó volando e incluso alguna de esa información
estratégica está en poder de gobiernos extranjeros.
SEMANA tuvo acceso a decenas de esos
documentos, informes, mapas y fotografías clasificadas. Esta revista se
abstiene de publicar la mayoría de esos documentos por tratarse de
asuntos que comprometen seriamente la seguridad nacional. Otros de esos
documentos filtrados contienen información extensa, detallada y muy
confidencial sobre la guerrilla.
Uno de estos es un extenso informe de 533
hojas en donde hay detalles y fotos sobre decenas de jefes y mandos
medios de la guerrilla. Los archivos contienen información sobre cada
una de las estructuras de las Farc, sus finanzas, componentes militares,
políticos y áreas de influencia. También contiene datos reveladores,
información sobre centenares de subversivos, desde los comandantes hasta
los más rasos pasando por los mandos medios de ese grupo. El extenso
documento tiene datos clasificados sobre el ELN, sus estructuras, jefes,
entre otros y, en menor medida, sobre bandas criminales.
Otro de los documentos a los que tuvo acceso
esta revista y que guarda el carácter de reservado tiene 76 páginas y
se titula ‘Análisis cuantitativo y cualitativo de las capacidades
críticas de agresión’. Fechado el 16 de septiembre de 2013 contiene un
completo estudio no solo del estado de algunas estructuras de las Farc
sino de las debilidades de unidades del propio Ejército denominado
‘zonas grises’ y ‘límites jurisdiccionales donde se presentan vacíos
operacionales’. Se trata de un escrito altamente confidencial, elaborado
por analistas de la Central de Inteligencia Militar, pues contiene
observaciones precisas sobre fortalezas y debilidades de los subversivos
y del propio Ejército. Estos documentos anteriores tienen rótulos de
reservado y contienen los logos del Comando General de las Fuerzas
Militares.
Otro de los informes es una lista de
documentos elaborados por las Regionales de Inteligencia Militar,
conocidas como Rimes, y que orgánicamente dependen de la Central de
Inteligencia Militar. Uno de estos, de la Rime 4 y de 48 hojas de
extensión, está titulado ‘Dispositivo-composición-fuerza enemigo, cuarta
división’. Se trata de una presentación en donde está la estructura del
bloque oriental de las Farc.
Contiene varios ‘mapas de guerra’ en donde
se muestran cuáles son las áreas consolidadas por el Ejército y ‘las
áreas de confrontación e información estratégica sobre el enemigo’.
Tiene además mapas tácticos en todo el territorio que muestran dónde se
mueven diferentes frentes de las Farc y el ELN, así como quiénes son los
jefes en cada zona y con cuántos hombres cuentan.
Otros datos clave de inteligencia militar
que se filtraron tienen que ver con una serie de fotos aéreas tomadas
desde aviones de reconocimiento del Ejército. Ese tipo de imágenes son
utilizadas también para planear operaciones sobre terreno y para diseñar
los planes de movimientos y ataque de las tropas del Ejército. SEMANA
se abstiene de dar más detalles para no entorpecer las operaciones
militares.
De igual forma los archivos completos de
varios computadores, USB o memorias extraíbles que han sido incautadas
en diferentes operaciones militares también terminaron en la calle.
Soldado advertido…
Los anteriores son tan solo algunos de los
documentos en poder de SEMANA. Los informes son de varios años y van
desde 2008 hasta finales de 2013. A pesar de que algunos son antiguos no
por eso pierden su carácter de clasificados y secretos pues contienen
información valiosa. No solo sobre la guerrilla sino sobre las propias
Fuerzas Militares y el Ejército. Legalmente ninguno de esos documentos
puede, ni debe, ser conocido y mucho menos terminar en manos de
cualquier civil. Esa fuga de información ocurrió entre octubre del año
pasado y mediados de este año.
Parte de dicha fuga se descubrió pocos días
después de la captura del hacker Andrés Sepúlveda el pasado 5 de mayo.
La Fiscalía en ese entonces reveló que Sepúlveda tenía documentos
reservados de inteligencia militar, aunque aquella vez no aclaró cuáles.
No obstante, SEMANA estableció que incluso desde antes del episodio del
hacker, en marzo y abril de este año, altos mandos en el Comando
General de las Fuerzas Militares recibieron informes confidenciales en
los que los alertaban sobre la fuga de información clasificada.
Aunque inicialmente la identidad de quien
alertó en el interior de las Fuerzas Militares sobre la fuga era
desconocida, en poco tiempo salió a la luz pública una pista de quién
podría haber prendido las alarmas. Se supo gracias a una rueda de prensa
que dio el comandante de la Fuerza Aérea, general Guillermo León, pocos
días después del arresto de Sepúlveda. En un acto inusual el oficial
‘quemó’ a uno de sus agentes de Inteligencia al contar quién era y
confirmar dónde trabajaba. El hecho causó sorpresa entre la comunidad de
inteligencia, especialmente porque el propio León fue jefe de
Inteligencia de la FAC. El hombre que quedó en la picota por cuenta de
esto fue Yesid González. “…Es un agente de Inteligencia que es civil y
miembro de la Fuerza Aérea, pero tiene funciones en el Comando General
de las Fuerza Militares… Pertenece a la Fuerza Aérea, pero su trabajo se
desarrolla en el Comando”, dijo el general el 21 de mayo pasado.
González es un analista en seguridad
informática y en ese mundo es conocido como Bambino. SEMANA estableció
que González fue enviado en comisión al inicio de este año a una unidad
elite conocida como Regional de Inteligencia Militar Estratégica
Conjunta (Rimec), adscrita al Comando General de las Fuerzas Militares,
cuyos blancos cubren aspectos y objetivos por fuera de las fronteras del
país. SEMANA intentó, infructuosamente, buscar a González en el Comando
General y en la FAC en donde inicialmente dijeron que estaba en
comisión en el Ejército y había salido con unos días de permiso. Y en
otras llamadas sencillamente dijeron que no lo conocían, ni sabían quién
era. En las comunidades de hackers y expertos en informática tampoco
dan razón de su paradero.
Lo cierto del caso es que pese a las
múltiples advertencias poco se hizo por controlar la fuga o determinar
cómo y quiénes filtraron datos secretos que acabaron, entre muchas otras
manos, en las del tristemente célebre hacker. Curiosamente tal vez la
única medida que se intentó y que demuestra que el alto gobierno sabía
de la fuga de información fue el decreto 857 el pasado 2 de mayo. En
este se fijaron las pautas a los jefes de la inteligencia en el país
sobre el manejo de la información, las fuentes, los agentes y la
confidencialidad.
Lo único cierto es que los informes
filtrados son documentos con estricto carácter confidencial y que solo
deben conocer un puñado de personas, entre las que están el comandante
de las Fuerzas Militares, el jefe de Inteligencia del comando, conocido
como J2 y los jefes y directores de las diferentes centrales y
regionales de Inteligencia. Parte de esos documentos fueron conocidos
por el ecuatoriano Daniel Bajaña, que trabajaba con Sepúlveda, y quien
mantenía contactos con miembros de la Inteligencia de Ecuador.
La fuga de información que tiene que ver con
la Central de Inteligencia Militar coincide con el periodo en el cual
se desempeñó como jefe de esa unidad el general Mauricio Forero. En
febrero de este año, el nombre de este oficial salió a la luz pública a
raíz del escándalo de interceptaciones ilegales en la llamada sala gris,
que estaba en esas instalaciones militares. Ese escándalo fue
simultáneo con el de la fachada Andrómeda, revelados ambos por SEMANA.
Como consecuencia de la denuncia fueron relevados de su cargo el general
Mauricio Zúñiga, jefe de Inteligencia en ese momento, y el general
Jorge Andrés Zuluaga, jefe de la Central de Inteligencia Técnica del
Ejército (Citec). Aunque Forero había resultado involucrado no fue
relevado de su cargo, y por el contrario fue ascendido como jefe de
Inteligencia y Contrainteligencia del Ejército, cargo que actualmente
desempeña.
Otra gran parte de los documentos secretos
perdidos salieron del Comando General de las Fuerzas Militares. Desde
febrero de este año, esa comandancia está a cargo del general Juan Pablo
Rodríguez, quien hasta entonces se desempeñó como comandante del
Ejército.
Voceros de las Fuerzas Armadas informaron
que no responderían ninguna pregunta porque, según ellos, “violaban la
reserva sumarial y se trataba de asuntos de seguridad nacional”.
Resolver el misterio de cómo un gran cúmulo
de información confidencial de seguridad nacional terminó prácticamente
en la calle, es una de las razones por las cuales el pasado 12 de
septiembre el Ministerio de Defensa anunció una comisión especial
liderada por el vicealmirante César Augusto Narváez y generales de cada
una de las Fuerzas Militares y la Policía.
Este episodio es un palpable campanazo de
alerta para que se revisen todos los protocolos de seguridad que se
necesitan para proteger la información de Inteligencia de la fuerza
pública. Para nadie es un secreto la importancia táctica y estratégica
que significa el trabajo de inteligencia y el valor de esa información
para luchas contra flagelos como la guerrilla, el narcotráfico, las
bandas criminales, el contrabando, etcétera. En un mundo globalizado,
lleno de hackers mercenarios, y de enemigos tratando de ganar espacios,
es crucial blindar y proteger la información de inteligencia. Eso
permitirá que el Estado tome mejores decisiones y que los ciudadanos
puedan dormir más tranquilos.