miércoles, 23 de octubre de 2013

A UN AÑO DE LOS DIALOGOS PARA LA PAZ EN COLOMBIA. ¿QUIENES PONEN LOS ABSTACULOS PARA SU CONSECUCION?

Por: Dax Toscano Segovia.
Sábado 19 de Octubre de 2013.
Comandante Iván Márquez (D), junto a representantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Ejército del Pueblo (FARC-EP), arribando para la continuación de las conversaciones que sostienen por tercer día consecutivo con el gobierno de ese país, en el Palacio de las Convenciones, en La Habana, el 21 de noviembre de 2012. Foto: Marcelino Vázquez/AIN
 Foto: Marcelino Vázquez/ AIN

Ha transcurrido un año desde que se hiciera público el inicio de los diálogos en busca de la paz para Colombia entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC-EP. 

El 18 de octubre de 2012, en Oslo, capital de Noruega, las delegaciones de ambas partes presentaron a la comunidad internacional y, fundamentalmente, al pueblo colombiano, sus primeras ideas con miras a alcanzar un acuerdo que posibilite la consecución de la paz que la mayoría de colombianas y colombianos desean para su pueblo.
Los delegados del gobierno colombiano, encabezados por Humberto de la Calle, expresaron claramente su posición y su objetivo fundamental: el logro de la paz pasa por la entrega de armas por parte de las FARC-EP para que de esta manera puedan participar, bajo los márgenes del orden legal e institucional existente en Colombia, en la actividad política. 

En relación a los cambios fundamentales para acabar con la situación de hambre y de miseria del pueblo colombiano, el delegado del gobierno no planteó nada fundamental, más allá de una declaración retórica en la que dijo: “El Gobierno ha puesto en marcha una agenda audaz para introducir cambios sociales profundos en nuestra sociedad. Tiene una agenda progresista. El Gobierno ha reconocido la inequidad y la desigualdad existente en Colombia, pero no se limita al diagnóstico. Hoy hay en marcha una transformación de la realidad social en Colombia. Y las Farc tienen la posibilidad de unirse a ella, sin dejar su condición de contraparte al sistema, para catalizar el proceso.

Sobre las causas de esa inequidad y desigualdad, el representante del gobierno no dijo absolutamente nada, aunque hay que reconocer que por lo menos se hizo referencia a la necesidad de llevar adelante una política de restitución de tierras. Sin embargo, Humberto de la Calle no dijo quiénes han sido los que han despojado de la tierra a los campesinos colombianos, ni el qué contexto histórico en que se produjo dicho despojo, lo que sí hizo el delegado de las FARC-EP, Comandante Iván Márquez, en su intervención. 

Por el contrario, Humberto de la Calle manifestó su molestia frente a los planteamientos hechos por el líder guerrillero sobre las causas reales del conflicto en Colombia. La respuesta de la Calle fue agresiva y tajante: “ni el modelo económico, ni la doctrina militar, ni la inversión extranjera están en discusión”. 

El 12 de octubre de 2013 el delegado del gobierno volvió a ratificar que esos temas no forman parte de la agenda pactada con las FARC-EP. 

¿Cuál es el modelo económico que está defendiendo el gobierno? El modelo neoliberal, privatizador, explotador. ¿Cuál es la doctrina militar que no quiere modificar el régimen de Santos? La doctrina de la seguridad “democrática”, que se caracteriza por el ejercicio de la represión brutal de la oposición política de izquierda, por la criminalización de la lucha social y, fundamentalmente, por la pretensión de doblegar militarmente a la insurgencia colombiana con la ayuda de fuerzas extranjeras, principalmente de EEUU e Israel. 

El gobierno llegó a la mesa de diálogos con la creencia de que las FARC-EP asistían a la misma, debilitadas, desmoralizadas y al borde de la derrota, por lo que no les quedaba más que claudicar, firmar su rendición incondicional y entregar las armas. 

¿Cuáles son las razones por las que a lo largo de este año el gobierno de Juan Manuel Santos ha expresado su molestia frente a los pronunciamientos de las FARC-EP? 

Desde Oslo hasta La Habana, en lo que va de este año de conversaciones, lo que ha generado el disgusto del gobierno es que las FARC-EP hayan dado a conocer y explicado con profundidad las causas fundamentales del conflicto colombiano, así como las soluciones reales que podrían darse a las mismas a través de un programa mínimo de reformas democráticas del orden político y económico imperante en el país. 

El gobierno colombiano, amparado en un poderoso aparato de propaganda, con el respaldo además de los medios de comunicación privados, puestos al servicio del establishment, se cree con el derecho exclusivo de hacer puntualizaciones, acusaciones y señalamientos contra las FARC-EP. Pero cuando la insurgencia fariana, basada en realidades concretas y objetivas, ha pedido al Estado colombiano que responda por los problemas del país, se las acusa de querer entorpecer los diálogos con declaraciones fuera de lugar.

En Oslo, el enojo de Humberto de la Calle se debió a que el Comandante Iván Márquez hizo una explicación profunda de las causas del conflicto colombiano y de la violencia en el país, responsabilizando fundamentalmente al Estado y sus aparatos militares y paramilitares, así como a la oligarquía colombiana, del despojo de las tierras de los campesinos, del desplazamiento de millones de personas, de los crímenes de lesa humanidad perpetrados contra todas y todos quienes se oponen al orden injusto y explotador que impera en Colombia, como el genocidio cometido contra la Unión Patriótica, así como el asesinato de campesinos para hacerlos pasar como guerrilleros muertos en combate, en lo que eufemísticamente se conoce con el nombre de “falsos positivos”. 

Se resintieron los delegados del gobierno porque los comandantes de las FARC-EP tocaron fibras sensibles, que exaltaron los ánimos de estos miembros de la oligarquía política y económica colombiana. La actitud prepotente de la oligarquía santanderista, encrespada frente a las verdades dichas por el Comandante Iván Márquez, se hizo evidente. Y así ha sido a lo largo de estos 12 meses. 

Ese 18 de octubre de 2012, medios privados colombianos como Caracol y RCN, demostraron al servicio de qué intereses están. Mientras pasaron completa la intervención de los delegados del gobierno en Oslo, cortaron la transmisión de la intervención del Comandante Iván Márquez cuando hacía uso de la palabra, en nombre de las FARC-EP. 

En general, esa ha sido la actitud de los medios privados colombianos: la de difundir completamente los mensajes del gobierno y, por otro lado, censurar los mensajes de las FARC-EP, ya sea no difundiéndolos o editándolos a su gusto y capricho. Cuando se atreven a publicar ciertas declaraciones de los comandantes insurgentes, muchas veces las sacan de contexto,  a la vez que las estigmatizan.

Por supuesto que una vez instalada la mesa de diálogo en La Habana-Cuba, las y los periodistas colombianos y de otras latitudes fueron a la caza de los comandantes guerrilleros para “exigirles” que respondan a las preguntas formuladas por ellos, en base, casi siempre, a las informaciones del gobierno y de los aparatos de inteligencia colombianos. No han disimulado su posicionamiento en el conflicto colombiano a favor de los detentadores del poder. Como loras o papagayos hacen sus preguntas, fundamentalmente, en relación a las afirmaciones que, maliciosamente, hacen los servicios de inteligencia colombianos contra las FARC-EP. El periodista de Caracol, Diego Fajardo, preguntaba el pasado 23 de enero de 2013 al Comandante Iván Márquez sobre las supuestas tierras que la insurgencia habría arrebatado a los campesinos. Cuáles eran las fuentes del periodista, le indagó Iván Márquez, ante lo cual Fajardo respondió que el ejército colombiano. No pudo más que causar risa con su confesión.

El posicionamiento de la gran industria mediática en Colombia no debe causar sorpresa. Lo contrario sería extraño. Los medios privados colombianos y sus mercenarios de la palabra o de tinta, responden a los intereses de los grupos económicos representados por Sarmiento Angulo, Ardila Lülle o la familia Santo Domingo, propietarios de los medios de comunicación en Colombia.

Históricamente, la industria mediática colombiana no han mostrado mayor interés en la búsqueda de la paz, por medio de la solución de los problemas fundamentales que vive el país. Solo han abogado por la desmovilización de las guerrillas. 

Esta gran industria mucho menos ha sido artífice de un proceso de concienciación a través del cual la población, en general,  exija al poder establecido que se respete el derecho a disentir, a estar al otro lado de la orilla sin que le maten, sin que le asesinen. Por el contrario, los medios colombianos han sido cómplices en la falsificación de la historia por parte del poder, en el ocultamiento de los problemas sociales reales que vive el país. 

Los periodistas de esos medios, llenos de ínfulas y odio, hacen preguntas marrulleras cuando hay una rueda de prensa con los Comandantes de las FARC-EP, a la vez que lanzan acusaciones perversas, sin fundamento. Demuestran su postura ideológica, pero también su falta de investigación. A través de su actividad contribuyen para que la guerra continúe. Así lo hacen los editorialistas de los periódicos El Tiempo o El Espectador de Bogotá como el uribista Fernando Londoño, los paraperiodistas José Obdulio Gaviria o Salud Hernández y otros, no tan venenosos, como Antonio Caballero y María Jimena Duzán.  

Caballero, en un escrito titulado  “La Harley-Davison”, publicado el 22 de junio de 2013 en la revista Semana, escribió con burla: “Nunca, desde los tiempos del Caguán, habían tenido las Farc tal presencia mediática: la holandesita bonita, el ciego que echa chistes, el barrigón que escupe fuego. Entrevistas, y todas sus propuestas en primera página.” 

Ellos creen que pueden ofender, sin que se les pase la cuenta. Pero si el Comandante Jesús Santrich, con el buen humor que lo caracteriza, lanza una broma, ellos son capaces de crucificarlo por su “falta de seriedad”. ¡Hipócritas!   

María Jimena Duzán, en cambio, en carta dirigida al Comandante en Jefe de las FARC-EP, Timoleón Jiménez, lanza una arenga en la cual acusa a la insurgencia de ser temibles victimarios, permeados por el narcotráfico y de ser, además, los responsables de que entre la población haya desinterés sobre los diálogos, así como del estancamiento en las conversaciones que se llevan adelante en La Habana.  Al final de su diatriba dice que ojalá su carta sirva para un intercambio epistolar productivo y no para incentivar la cizaña. 

Primero lanza un sinnúmero de cizañas para luego decir que espera que no haya cizaña. Realmente son expertos en sofismas. Ataca con golpes bajos y se victimiza. Lanza acusaciones falsas con el objetivo de dañar la imagen de las FARC-EP y se hace la inocente. Sería bueno que la señora Duzán mandara una carta a Uribe o al propio Santos con el mismo ímpetu que lo hace con el Comandante Timoleón Jiménez. Al primero debería reclamarle sus vínculos con el narcoparamilitarismo, su responsabilidad con la perpetración de crímenes de lesa humanidad, así como por su postura desfavorable a los diálogos de paz y, al segundo, debería pedirle que explique por qué no quiere discutir lo que es necesario discutir en La Habana para solucionar los problemas que atañen a la mayoría de colombianas y colombianos o por qué no quiere establecer una tregua bilateral entre las fuerzas combatientes. ¿Se atreverá Jimena Duzán? 

“Las FARC deben responder por las víctimas”, claman en los medios colombianos a diestra y siniestra. Lo extraño es que nada dicen sobre la necesidad que el Estado colombiano y sus fuerzas militares y paramilitares respondan por las víctimas que han provocado en una política diseñada no solo para reprimir, sino para exterminar a las fuerzas populares, revolucionarias en Colombia. Esas víctimas no existen para los periodistas serviles. Dedicados a pedir gestos a la insurgencia, son los que menos gestos hacen en favor de la paz con justicia social. 

Eso sí, son expertos en distorsionar, en tergiversar, en definitiva, en manipular, en engañar, en mentir. Que si Iván Márquez tiene una moto Harley Davison, que las FARC-EP son dueños de tierras apropiadas por el despojo de los campesinos, que las FARC secuestran cuando capturan en combate a los soldados a los que se enfrentan, que las FARC-EP no están cumpliendo con los acuerdos preliminares, que las FARC ponen trabas al proceso. Se inventan cada cosa con la intención manifiesta de dañar a la insurgencia y sus Comandantes.

Manuel decía que llueva o haga calor, siempre resultaba que la culpa de todo, para los medios, era de las FARC. 

Volvamos al gobierno y sus delegados. Desde el principio fueron ellos los que con prepotencia pusieron los obstáculos. Incluso en cosas tan sencillas como la pretensión que por parte de la insurgencia se pronuncie exclusivamente el Comandante Iván Márquez, sin comprender que las FARC-EP funcionan como un cuerpo colegiado, democrático. 

Qué absurdo pretender silenciar a las voces de la insurgencia. Pero eso es lo que pretenden con el pretexto que eso le quita seriedad a los diálogos y que se crean falsas expectativas con las declaraciones de las FARC-EP. 

Si a las FARC, que han luchado cincuenta años para hacerse oír se les pretende obligar a callar, qué pasa con el pueblo que no tiene las armas para defender su derecho a expresarse en un país en el que solamente por opinar diferente al orden establecido, constituye de por si un delito y, además, un peligro para la vida misma. 

A propósito de esto, por qué el gobierno de Santos quiere resolver las cosas en forma vertical sin contar con la participación del pueblo. 

Ha sido la insurgencia fariana la que ha hecho un llamado permanente para que todos los sectores de la sociedad colombiana participen directamente en los diálogos de paz, tal como está estipulado en los acuerdos preliminares para llevar adelante los mismos. Mientras el gobierno se niega a aceptar la participación directa del pueblo, las FARC-EP, han recogido las propuestas de los diversos sectores que, pese a la censura, se han reunido para presentar sus aportes a la paz de Colombia. Más de 200 propuestas han sido presentadas por las FARC-EP en las que se reflejan, en gran medida, esos planteamientos de las organizaciones del pueblo colombiano. 

¿Cuál ha sido la respuesta del Estado colombiano, que se jacta de ser democrático, ante el llamado de las FARC-EP para que los diversos sectores den a conocer sus planteamientos sobre los diálogos de paz? Los han acusado de estar financiados por las FARC-EP, de hacer turismo político en La Habana y hasta se los ha pretendido criminalizar. De igual manera, la propaganda al servicio del orden establecido ha estigmatizado a quienes, de una u otra forma, quieren contribuir con su granito de arena para que se alcance la paz, tal como ha sido el caso de Álvaro Leyva Durán.  

¡Cuánta miseria humana! 

Sigamos recordando algunos episodios para comprender quienes son los que ponen trabas para la paz.
Ante los acuerdos preliminares entre las FARC-EP y el gobierno colombiano sobre el punto uno de la agenda, relacionado con el problema de la tierra, fue el presidente de la Federación de Ganaderos de Colombia, José Félix Lafaurie, el que manifestó exaltado su rechazo a los mismos. Y que decir de Uribe y sus secuaces como “Facho” Santos, enemigos declarados de la paz. 

¿Por qué la prensa no ha sido tan dura con ellos? Tendrán sus razones. 

Pero sigamos haciendo memoria. 

Recordemos por ejemplo que fueron las FARC-EP las que propusieron un cese al fuego bilateral y que ante la negativa del gobierno, en un gesto de buena voluntad, cesaron las acciones militares unilateralmente desde el 20 de noviembre de 2012, hasta el 20 de enero de 2013. Pero creyeron que el cese al fuego implicaba el bajar las armas para que el ejército colombiano le llene de plomo a las y los guerrilleros farianos. Entonces, cuando el ejército atacó y las FARC-EP dieron respuesta militar, dijeron que estas estaban  mintiendo. 

Definitivamente cuanta mierda lanzan los medios y la propaganda del gobierno colombiano.  

El ministro de la guerra, Juan Carlos Pinzón, es uno de los azuzadores de tanta mentira y engaño para desacreditar a las FARC-EP y, así, continuar con el conflicto. Como él no es el que combate, no le importa que otros vayan al campo de batalla a morir. 

¿Por qué los medios privados de comunicación en Colombia no dicen nada sobre la postura guerrerista de este señorito? 

El gobierno que supuestamente quiere la paz, dice que hay que arreciar la ofensiva militar y cuando las FARC-EP dan respuestas militares precisas, en cambio manifiestan que ellas son enemigas de la paz. ¡Farsantes! 

El gobierno de Santos se llena la boca diciendo que defiende la democracia, cuando en realidad lo que hace con sus acciones es perpetuar un régimen mafioso, oligárquico, antidemocrático. No fue acaso el gobierno de Juan Manuel Santos el que reprimió brutalmente el paro agrario y campesino, en el que las fuerzas del orden provocaron la muerte de personas y detenciones injustas de líderes sociales comprometidos con la lucha social, acusándoles de vínculos con la insurgencia. 

Por otro lado, por qué el gobierno colombiano se niega a dar a conocer  públicamente lo alcanzado en la mesa de diálogos. 

Seamos claros: Si el gobierno colombiano está convencido que  la mayoría de personas rechazan a la guerrilla, por qué tiene miedo a que se escuchen los pronunciamientos de las FARC-EP. 

El gobierno de Santos debería aprender a confrontar ideas en un plano de igualdad de oportunidades para las partes. ¿No dicen ser defensores de la libertad de expresión? 

Las FARC-EP han hecho públicas sus propuestas. ¿Cuáles son las del gobierno? 

Juan Manuel Santos en verdad parece ser un tahúr. Como un jugador de póker quiere embaucar al mundo entero, claro está, ayudado de su aparato de propaganda y de la industria mediática. 

Quiere resolver el conflicto vía decreto, desde arriba, en forma unilateral. Nadie niega que quiera la paz. Pero una paz que les garantice hacer lo mismo que hacen hoy, sin destinar dinero para la guerra abierta contra la insurgencia revolucionaria y, de esa manera, consolidar una nueva etapa del estado mafioso colombiano. 

El señor de la Calle habla del Estado democrático y de la legalidad de sus instituciones. ¿Democracia en Colombia donde el Estado oligárquico ha reprimido al pueblo, desaparecido sindicalistas? ¿Instituciones legítimas, cuando muchos de los congresistas colombianos estuvieron auspiciados por el narcoparamilitarismo? 

El señor Humberto de la Calle olvida, además, que el acuerdo general consta de un preámbulo vinculante, que quieren hacerlo desaparecer como por arte de magia. Además, si se trata de lograr la paz, ahora que hay una oportunidad valiosa, ¿por qué no discutir la política económica, la doctrina militar, si el fin más preciado es la paz?

Queridas y queridos lectores, analicen lo acontecido a lo largo de este año y saquen sus propias conclusiones de quiénes están a favor y quiénes están en contra de la paz.