miércoles, 16 de enero de 2013

FORO AGRARIO CON ENFOQUE INTEGRAL: EL MODELO SÍ SE DISCUTE. Enero 9 de 2013.

Organizaciones sociales y populares fueron escuchadas en su visión agraria del país. 
Paz pasa por la trasformación del campo colombiano.
Por. Hernán Camacho. 
Edición Digital Semanario VOZ.
La asistencia al Foro Agrario fue representativa. Al menos 1300 personas y medio millar de propuestas fueron recogidas. Foto Marcha Patriótica.

La cita se cumplió y los plenipotenciarios de la insurgencia y el gobierno nacional sentados a la Mesa de negociación en La Habana, tendrán un nuevo aporte de la sociedad civil, las organizaciones sociales y populares, los campesinos, los afrodescendientes, las mujeres, los LGBTI, los empresarios, los gremios del agro y los 1300 invitados al foro de Política de Desarrollo Agrario con Enfoque Territorial.
A finales de noviembre pasado fue convocado por los voceros de las comisiones negociadoras, quienes de manera conjunta echaron a andar la participación mediante un foro para compartir ideas sobre el primer tema del Acuerdo para la Terminación del Conflicto. Por el resultado obtenido los invitados manifestaron su complacencia y solicitaron ampliar con nuevos mecanismos su participación en la Mesa.

La Organización de Naciones Unidas y el Centro de Pensamiento de la Universidad Nacional fueron los mandatados para organizar el Foro Agrario. Tres días de deliberaciones en 20 mesas de trabajo cada una de ellas con 60 participantes, un relator y un moderador, fueron el escenario predilecto para encontrar consensos, visiones de paz, ratificar disensos, pero lo más importante, enviar un voto de confianza a las comisiones de paz, “Aquí discutimos las ideas, llegamos o no a acuerdos sobre el país, pero lo más importantes fuimos tolerantes con la idea diversa”, le dijo a VOZ uno de los participantes.

Los que llegaron

La primera jornada sirvió para la llegada de las delegaciones y para el rechazo generalizado por la actitud hostil del presidente de la Federación Colombiana de Ganaderos, Fedegán, José Félix Lafaurie, de no asistir al Foro y calificarlo como un escenario para legitimar la insurgencia y de complicidad con el terrorismo. Los duros cuestionamientos al Foro venidos de la asociación ganadera más grande del país, no la única, causaron malestar en los invitados y hasta en el gobierno nacional pues el propio presidente Santos manifestó que esa posición política la tienen quienes desde el principio están en contra de sentarse a conversar con las FARC-EP.

La actividad ganadera tiene a su haber el 38.6% de la tierra cultivable del país, cifras que sustentan la necesidad de la redistribución de la tierra y superar los índices de miseria, pobreza y desigualdad del campo colombiano. No obstante, no solo los datos de acaparamiento de tierra acompañan a Fedegán, también los serios cuestionamientos de promoción, fortalecimiento y apoyo del paramilitarismo en vastas regiones. Tales cuestionamientos han dejado encartados a su presidente actual, José Félix Lafaurie y su antecesor Jorge Visbal. Los dos, acusados de ser los mayores auspiciadores de la violencia en el país según versiones de jefes paramilitares extraditados. “Ellos son el enemigo no agazapado de la paz”, comentó la representante a la Cámara Ángela Robledo quien asistió al Foro.

Insumos y respaldo a paz

Para uno de los organizadores del Foro, Bruno Moro, coordinador residente del sistema de las Naciones Unidas en Colombia, la paz llega solamente con la masiva participación política. En la primera jornada Bruno Moro abrió las discusiones y le dio la bienvenida a todas las regiones del país que de manera representativa acudieron a la convocatoria, entre ellas la Mesa de Unidad Agraria, que agrupa organizaciones rurales de carácter nacional que luchan por la defensa del agro, la reforma agraria y la paz. A cargo de la ponencia de la Mesa Agraria estuvo Eberto Díaz, Presidente de Fensuagro, una de las organizaciones más representativas del campesinado colombiano.

“Como lo definió el mandato rural en el 2003 el campo requiere de profundas transformaciones sociales, económicas y políticas a través de la puesta en marcha de unas políticas públicas y del fortalecimiento del poder agropecuario y el apoyo a la economía campesina, garantizando y haciendo extensivos los derechos y garantías democráticas siendo la soberanía alimentaria y la autonomía alimentaria nuevos elemento que aseguren la nutrición al pueblo colombiano”, indicó.

Otra visión

Entre las ponencias presentadas en el marco del foro de contextualización previo al inicio de trabajo en las mesas, muchas posiciones se desvelaron, entre ellas la posición de la Sociedad de Agricultores de Colombia, SAC, a cargo de Rafael Mejía quien sostuvo la necesidad de incrementar las alianzas público-privadas para fortalecer el campo como única vía para generar más y mejores empleos. Al final de los tres días de trabajo Mejía dio un agradecimiento a los asistentes por la participación y entregó un balance satisfactorio de las deliberaciones, pues a pesar de las diferencias en las concepciones sobre el campo colombiano, fue un escenario de mutuo aprendizaje entre campesinos y empresarios. “Vine a que me escucharan con respeto y educación y lo logramos, también dijimos que veníamos a escucharlos con respeto y educación. Y lo logramos” comentó.

El campesinado presente

De otra parte, la Asociación de Zonas de Reserva Campesina, ANZORC, presentaron una ponencia que animó el debate “La paz de los campesinos es la justicia social”. La presentación estuvo a cargo de Olga Lucía Quintero, vocera de la Asociación Campesina del Catatumbo, Ascamcat, quien hizo un recorrido histórico de las causas del conflicto colombiano, todas ligadas a la tierra y al despojo del campesinado colombiano. “Si bien el régimen político y económico se ha basado en la exclusión de los más amplios sectores de la sociedad, no dudamos que tal exclusión se ha ensañado en contra nuestra” señaló la líder campesina, quien además llamó la atención de la concentración de la tierra de la que dice se manifiesta en un coeficiente Gini por encima del 0,8. Como plena prueba de los mayores indicadores de pobreza que afectan al campo, además, de la violencia política, y una contra reforma agraria que ha dejado entre 8 y 10 millones de hectáreas de tierra despojada a los pobladores.

Olga Quintero hizo un reclamo histórico: “En las últimas décadas, la única forma en que el país volvió sus ojos a nosotros, fue para mirarnos con desconfianza o con una inactiva compasión, trajinar por las calles de sus ciudades y edificios oficiales, hacinarnos en barrios marginales, intentado sobrevivir, escondernos, reorganizarnos, y reclamar algo de lo nuestro, a un Estado indolente e incapaz de hacer justicia. Ni la declaración del estado de cosas inconstitucional de la Corte Constitucional, las presiones de la comunidad internacional, ni la movilización social han logrado reversar el desarraigo y la injusticia”.

El llamado de la vocera de Ascamcat, fue a miles de organizaciones sociales y populares, pero también a los hombres y mujeres del común a movilizarse por la paz y a erradicar sin temores una de las causas del conflicto: “La estructura agraria del país, caracterizada por la concentración de la tierra y del poder ligado a ella, es responsable de la desigualdad y la exclusión de las comunidades agrarias. Esa estructura agraria debe ser erradicada y reemplazada por una en la que se desconcentren la tierra y el poder. Las relaciones sociales, políticas y económicas en el campo y con el campo, deben estar basadas en la justicia”.

Participación de PCC

De igual manera el Partido Comunista Colombiano asistió al Foro y aportó su opinión: “Tenemos el fenómeno sociohistórico de la concentración de la propiedad rural. Un mínimo de propietarios es dueño del 52% de la tierra. Luego, los títulos mineros, expedidos sin control y a espaldas de las comunidades rurales que se convierten en la titulación del despojo. Hoy asistimos a una crisis agraria del monocultivo, de los cultivos redireccionados a la producción de agrocombustibles y al asedio generalizado de la agrominería. El modelo de reprimarización económica bajo el control del gran capital financiero transnacional no se limita al saqueo de los recursos, al monocultivo, al control monopólico de los recursos hídricos y energéticos exportables sino que intenta apropiarse de territorios enteros para la más intensa explotación extractiva. La destrucción del medio ambiente, en medio de los efectos del cambio climático, amenaza con la destrucción de espacios y recursos”.

Del otro lado de la Mesa

Del máximo jefe de las FARC-EP, se conoció un mensaje enviado al Foro en donde saludó la participación y expuso los puntos de vista de la política agraria colombiana que han sido origen del conflicto y que siguen siendo latentes: “Los campos de Colombia incluidas selvas y páramos, están destinados a convertirse en una atractiva acuarela en la que cada color señale un prestante renglón empresarial, según se trate de explotación minera, de hidrocarburos, carbón u otros minerales, proyectos agroindustriales, de combustibles, obras de infraestructura, modernas extensiones de territorio dedicadas a la producción de alimentos para la exportación, gigantescas explotaciones madereras y haciendas al servicio de la explotación intensiva de ganado.

Todo ello implica regularizar los títulos de propiedad, tierras que finalmente terminarán siendo de dominio exclusivo de las poderosas firmas inversionistas, bien sea porque se reclamen poseedores de buena fe o porque los pequeños y medianos campesinos sean obligados a asociarse con ella, no pudiendo resistir las enormes presiones del crédito y el mercado y terminen por cedérsela de uno u otro modo. En esa dirección van las políticas santistas de tierras”. Timoleón Jiménez señaló que la dirección de la política pública de tierras del gobierno Santos va dirigida a que el campesino, el pequeño y mediano propietario rural, se transformen en modernos siervos empobrecidos vinculados a pujantes consorcios de crédito expropiados de sus tierras.

Pluralidad y coincidencias

Un destacado elemento que dejó la participación social en el Foro, es la radiografía del país y la necesidad de una profunda reestructuración de la producción, desarrollo y aprovechamiento del agro. La concentración de la propiedad, los usos del suelo colombiano, los impactos de la megaminería en el ambiente, la soberanía alimentaria y la pobreza rural en aumento fueron los argumentos decantados en las jornadas de trabajo.

Aunque en el Foro no se agota la participación social en la paz, se cumplió el primer acuerdo de la Mesa, explicó el profesor Jairo Estrada, quien fue parte de una de las comisiones de organización, pues manifestó que el solo hecho de haber realizado el Foro es significativo, pero más allá de los documentos recogidos está la pluralidad de expresiones de la sociedad colombiana que acogieron el llamado.

El común denominador en las discusiones fue encontrar lecturas similares entre organizaciones, gremios e invitados. La extranjerización y el acaparamiento de la tierra, además de la ausencia de desarrollo integral rural, vías de comunicación, acceso al crédito y desarrollo tecnológicos son las preocupaciones que ocuparon un importante puesto en las conclusiones. Al igual que las Mesas Regionales por la Paz, convocadas por el Congreso de la República, el medio millar de propuestas traídas por los invitados quedarán consignadas por la ONU para ser sistematizadas y entregadas a los embajadores de Cuba y Noruega para ser entregadas en La Habana, el próximo 14 de enero luego que reanuden tareas los negociadores de las FARC-EP y el gobierno.

Entre las propuestas se destaca la de la dirigente de izquierda liberal, Piedad Córdoba, quien pidió se conformara un Foro Abierto Ciudadano Por la Paz, que de manera permanente sirva de interlocutor entre la ONU, la UN y la Mesa de conversaciones. La propuesta surge en la idea de involucrar mayor participación social de los sectores que no fueron invitados al Foro y que reclamaron su presencia.

Al finalizar el evento, las comisiones conjuntas de organización invitaron al sacerdote Francisco de Roux, para entregar algunas reflexiones en las que señaló que efectivamente se debe conversar sobre el modelo de desarrollo porque el que hemos tenido, dice De Roux, ha producido inequidad, está en el corazón del conflicto, tiene que ver con la migración salvaje del desplazamiento forzado, y tampoco ha logrado el crecimiento económico del campo. Y reiteró que con el Foro queda claro que “sí podemos discutir el modelo sin matarnos”. En el fondo se discute el modelo de desarrollo para la gente y no los millones de toneladas de riquezas o saqueo cuyas víctimas son campesinos, también colombianos.