Edición Digital de VOZ
A ninguna persona o institución beneficiaria de las múltiples formas de
violencia, le conviene la paz. Quienes han estudiado el problema de la tierra
en Colombia saben que la gran mayoría de los poseedores de grandes latifundios
rurales en nuestro país, lo han adquirido mediante fraude y trampas a la ley o
con el boleteo y las amenazas directas de grupos armados al servicio de los
geófagos nacionales. La prueba de este aserto la encontramos en los numerosos
libros que se han ocupado de la historia de la violencia en nuestro país. A una
buena parte de los miembros de Fedegán no les conviene un acuerdo político que
incluya la revisión de títulos de la propiedad agraria.
Por esas circunstancias, los lectores de una columna aparecida en el diario
El Nuevo Siglo titulada Fedegán es Colombia, están desconcertados. Unos están
creyendo que hace parte de las bromas que suelen publicarse en las fechas
próximas al día de los Inocentes. Otros por el contrario consideramos que el
tal politólogo ignora la historia de Colombia. Le hubiera bastado leer La
Violencia en Colombia, de Orlando Fals Borda, Eduardo Umaña Luna y Monseñor
Germán Guzmán Campos para que hubiera corregido la supina ignorancia sobre la
problemática de la tierra que acusa, dada la naturaleza del contenido del
artículo referenciado. Claro, existe otra posibilidad, sencillamente que el
objeto del artículo sea una consciente manipulación para tratar de entorpecer
el hasta ahora esperanzador proceso de paz que se realiza en La Habana.
Toda vez que se ha iniciado un proceso de paz en el país, los latifundistas
no solo han expresado su oposición, sino que han iniciado una labor
manipuladora de la opinión pública con la intención de movilizar a los sectores
populares y a los grupos de presión, en contra de posibles salidas al conflicto
social-armado que lastra el desarrollo nacional e impide que sectores
auténticamente democráticos que se vieron obligados a empuñar las armas para
proteger sus vidas, puedan participar en la lucha política legal. En esta forma
iniciaríamos la verdadera senda democrática.
Entonces, los cuerpos colegiados remozados con líderes progresistas,
diseñarían el marco jurídico-político reformatorio del entramado legal que
auspicia y sustenta el latifundio improductivo y el poder violento de los
terratenientes agremiados en Fedegán, únicos beneficiarios de más de 200 años
de una legalidad e institucionalidad excluyente y antidemocrática. Ese día la
tierra sería puesta al servicio del desarrollo humano y económico de los
trabajadores rurales y sus familias, con lo cual se empezarían a crear las
condiciones para una convivencia sólida en el campo colombiano. Con este
proceso, nuevos gremios de pequeños y medianos propietarios rurales, sembrarían
de paz a Colombia.
Etiquetas: Dialogo de paz, fedegán, josé ramón llanos, lucha por la tierra,
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