Semanario VOZ 19 Febrero 2014.
Habla Carlos Lozano, candidato al Senado.
Carlos Lozano, candidato al senado por la UP en la lista de la Alianza verde. No. 38.
En medio de la gira nacional que lo ha llevado a visitar casi todo el
país, el candidato al Senado por la UP en la lista de la Alianza Verde
le respondió unas preguntas de coyuntura política a VOZ.
–¿Cómo ha sido la recepción de la gente con la Unión Patriótica (UP) y sus candidaturas de Senado, Cámara y Parlamento Andino?
–Muy positiva y entusiasta. Es cierto que renace la esperanza. Así lo
hemos constatado con Aída Avella, con quien hemos recorrido buena parte
del país. Y seguimos andando, haciendo vida al andar, hasta cumplir la
agenda el próximo 9 de marzo. La UP no se borró de la memoria de tantos
hombres y mujeres del pueblo que salen a las calles a recibirnos con el
mismo vigor y firmeza de hace casi tres décadas.
Es que el genocidio no logró sacarla de la memoria colectiva. De
alguna manera dirigentes como Mario Upegui y tantos otros en el resto
del país mantuvieron viva la llama upeísta e hicieron presencia con el
Partido Comunista en el Frente Social y Político y el Polo Democrático
Alternativo. Me ha llamado la atención la presencia de muchos jóvenes en
las marchas y caminatas. Lo hemos conversado con Aída, son muchachos y
muchachas que no conocieron la UP, pero que se han compenetrado con su
realidad y con el significado de la esperanza para la paz, la justicia
social y la unidad.
La presencia en Alianza Verde
–¿Su candidatura por la Alianza Verde en el No. 38 no riñe en
nada con las aspiraciones de paz con cambios defendidas por el Partido
Comunista y la UP?
–Como lo hemos explicado, nuestra presencia en la lista de la Alianza
Verde obedece a un acuerdo político del Partido Comunista, la UP y
otras fuerzas de izquierda y democráticas con los llamados
verdes-progresistas, para centrar la campaña electoral en el tema de la
paz y de un proyecto alternativo unitario con opción de poder.
Es una coalición que la entendemos en el camino de la construcción
del frente amplio por la paz. Este se construye con sectores de
izquierda y democráticos, más allá del Partido Comunista y de la UP. La
unidad no puede hacerse mirándonos el ombligo o no viendo más allá de
las narices. La paz es la tarea fundamental, difícil, porque debe ser
con democracia y justicia social y ello implica derrotar la resistencia
de la clase dominante, de la rancia oligarquía colombiana, como decía el
comandante Chávez, a los cambios avanzados y progresistas.
Esa renuencia a cambiar lo inamovible del sistema burgués y violento
es la causa del fracaso de tantos esfuerzos de paz en el pasado. El
acuerdo en la Alianza Verde es programático, está escrito y firmado por
todas las partes. Preservamos nuestra independencia y el derecho a la
objeción de conciencia en aquellos temas en que no coincidamos y que son
de principios.
–A propósito de la Alianza Verde, ellos definieron consulta
abierta para las elecciones del 9 de marzo y todo indica que será
candidato presidencial Enrique Peñalosa. Denos su opinión al respecto.
–No nos sentimos obligados con los resultados de la consulta de los
verdes y mucho menos, como es previsible, si la gana Enrique Peñalosa
con el respaldo de sus amigos uribistas. Nuestra candidata presidencial
es Aída Avella y no es negociable en una consulta en la que no estamos,
porque no creemos positiva la participación en ella de un personaje como
Peñalosa, enemigo de la paz y promotor del neoliberalismo.
Estamos abiertos a la unidad, a forjar un proyecto unitario
alternativo pero con la izquierda, con sectores democráticos y
progresistas. Para cambiar a Colombia mediante transformaciones
avanzadas y revolucionarias que nos coloquen en el huracán de los
cambios patrióticos y avanzados de América Latina.
Defender soberanía popular
–La revocatoria al alcalde de Bogotá Gustavo Petro sigue ocupando titulares…
–No podemos equivocarnos. Ya lo entendió el Polo casi a
regañadientes. A pesar de las diferencias tenemos que estar con Petro,
víctima de la extrema derecha que quiere recobrar el poder en Bogotá.
Uribe y Santos están detrás del complot de Ordóñez, este personaje
pintoresco es el títere de la derecha para recuperar la administración
de la capital y ponerla en función de los grandes intereses capitalistas
nacionales y transnacionales.
Esa es la contradicción: Petro tocó intereses muy fuertes por el
multimillonario negocio de las basuras en Bogotá. La defensa de lo
público es el punto del conflicto, de quienes creen que el Estado es
útil solo para proteger y beneficiar sus negocios y de quienes creemos
que es para proteger el interés común y social, para el beneficio de
toda la sociedad y con mayor razón de los trabajadores y las masas
empobrecidas por el sistema plutocrático de las minorías.
Quieren sacar a Petro para recuperar la loba que amamanta sus
negocios. Votaremos no a la revocatoria en el referendo y esta
coincidencia en defensa de lo público y de la soberanía popular nos
acerca en el objetivo fundamental: construir el frente amplio por la paz
y una opción de poder democrático y popular.
–En su cuenta de twitter @carloslozanogui usted señalaba que
los enemigos del proceso de paz están dentro y fuera del gobierno
Santos. ¿Cómo es eso?
–Por supuesto. Actúan dentro del Gobierno debido a la debilidad del
de Santos y a las concesiones que les hace a la extrema derecha. El
ejemplo más reciente fue la denuncia de las chuzadas ilegales y
criminales de la inteligencia del Ejército, investigadas por la Fiscalía
General de la Nación. Santos, en principio, estaba consternado y
respaldó la investigación judicial. Luego de la reunión con los
militares y de la suspensión temporal de dos generales, sencillamente
cambió la posición y defendió las chuzadas y demás actos ilícitos
calificándolos de legales.
Ocurrió después de la reunión con la cúpula militar en la cual, según
dicen, los generales lo apretaron. En un Gobierno firme y decidido a
defender la democracia y el proceso de paz, habrían sido destituidos el
comandante del Ejército y el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón,
simple marioneta de los altos mandos que defienden sus intereses en la
guerra. Los enemigos externos ya se conocen: el uribismo, los ganaderos,
los militares en retiro, las mafias que se han apoderado de negocios,
incluyendo el narcotráfico, todo un entramado siniestro que trabaja por
llevar el país al abismo de la confrontación.
–¿Cómo va el proceso de paz? Se discute la sustitución de
cultivos denominados ilícitos. ¿Ve posible un acuerdo de ese punto
cerca?
–Ojalá se llegue a un pronto acuerdo como lo deseamos los que
promovemos la solución política democrática. Pero en buena medida
depende de la voluntad de la clase dominante, siempre renuente a los
cambios en la vida nacional. La paz estable y duradera depende de los
acuerdos para fortalecer la democracia, la participación política de
todos los ciudadanos en igualdad de condiciones, y de mayor justicia
social. Lo importante es que hay diálogo. Hay que defenderlo, porque
mientras la guerrilla y el Gobierno estén sentados en la mesa de La
Habana habrá esperanza de paz.
Se requieren gestos del Gobierno, respeto a las protestas populares y
sociales, detener la persecución a los luchadores populares porque las
cárceles se están llenando de presos políticos, y dar garantías de
acción a las organizaciones de izquierda y sociales que se movilizan con
el pueblo.
–¿Hay garantías electorales?
–No las hay. La hostilidad y las amenazas contra los luchadores
sociales y populares; contra los candidatos de la izquierda, en
particular de la UP, así lo demuestran. Es un asunto de voluntad
política, de frenar a los que promueven los actos contra la democracia,
desde dentro y fuera del Gobierno. Ahí están los violentos, los que se
amparan en el terrorismo de Estado.
Para no hablar de las elecciones desiguales, del ventajismo a favor
de los partidos del Establecimiento, del clientelismo y la compra de
votos que campean en la campaña. Son elecciones a la colombiana. Este
campo exige una profunda reforma política que el Gobierno no acepta ni
siquiera en función de la perspectiva de la paz con democracia y
justicia social.
–¿Qué opina del voto en blanco?
–El voto en blanco, al menos en esta ocasión, es inocuo. Sería
positivo en las condiciones del célebre texto de José Saramago “Ensayo
sobre la lucidez”, pero estamos ante un proceso político en Colombia en
donde las contradicciones con la clase dominante son relevantes. El voto
en blanco, en este contexto, se coloca en el campo de la imparcialidad.
Ni chicha ni limoná.
http://www.youtube.com/user/nolascopresiga/videos?view=0&flow=grid