En dos horas de charla íntima, Daniel Coronell habló de todo: su vida, el poder, Uribe, la paz y el peligroso oficio del periodismo cuando se hace a fondo
Daniel
Coronell Castañeda (Bogotá, 1964) recorre quince veces de lado a lado
el Salón Oslo, ubicado en el noveno piso del Club El Nogal. Imparte
instrucciones precisas para la realización de una entrevista exclusiva
que tendrá lugar en la ciudad de San Diego, California, con la actriz y
modelo mexicana Kate del Castillo, sobre sus vínculos con el reconocido
narcotraficante Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán.
Coronell pide a su secretaria en Colombia que envíe dos docenas de rosas de la tradicional floristería Don Eloy a la periodista Salud Hernández-Mora, quien contra todo pronóstico había presentado la víspera su más reciente libro –Recordar es morir-
en el auditorio de la Revista Semana atestado de gente, gran parte de
ellos periodistas y colegas de oficio del Presidente de Noticias de la
cadena Univisión, reconocida como la más importante de las cadenas para
el público hispano en Estados Unidos.
Como quien no quiere la cosa, Coronell
reveló algunos detalles inéditos de su oficio, como el que por ejemplo
tiene un amigo en Londres quien guarda en una caja fuerte documentos de
alto impacto periodístico como la entrevista exclusiva con Yidis Medina
que en su momento emitió en Noticias Uno, o las investigaciones realizadas por su equipo de acuerdo con las cuales el Carrusel de la contratación se habría llevado a cabo fuera quien fuera elegido alcalde de Bogotá.
Son las 8:40 de la mañana del viernes;
la mano izquierda del curtido periodista va repetidas veces de su mentón
a la cabeza, mientras que con la derecha sostiene un celular
iPhone color gris, desde el que verifica la locación donde tendrá lugar
la entrevista, quién será el maquillador y el enlace entre el asistente
de la actriz y su equipo periodístico.
Finalizada la llamada Coronell cierra
los ojos, toma aire y mira hacia el horizonte de la ciudad donde
aprendió a hacer periodismo. El agua aromática de frutos rojos que
pidiera hace un par de minutos está lista: “En ningún lugar del mundo
preparan aromáticas como las de aquí”, asegura el columnista más leído
del país y una de las personas más enteradas sobre lo que ocurre en
Colombia y la primera potencia del planeta.
En la portería del Club han quedado los
ocho guardaespaldas que lo acompañan día y noche durante su estadía en
Bogotá. Coronell habla con la misma voz pausada y sin aspavientos que le
permitió enfrentarse a un energúmeno Álvaro Uribe Vélez hace unos años.
-Qué pena la demora, pero he tenido que
atender una serie de llamadas que no daban espera-, se disculpa antes de
dar inicio a esta entrevista en la que incluso tuvo tiempo para recitar
el Prendimiento de Antoñito el Camborio en el camino de Sevilla, uno de
sus poemas preferidos autoría de Federico García Lorca.
“Antonio Torres Heredia, / hijo y nieto
de Camborios, / con una vara de mimbre /va a Sevilla a ver los toros. /
Moreno de verde luna / anda despacio y garboso. / Sus empavonados
bucles / le brillan entre los ojos (…)”.
¿Recordar es morir?
Este libro tiene el nombre de una
columna que escribí sobre el general en retiro Rito Alejo del Río,
porque todas las personas iban declarando en el proceso en su contra
eran asesinadas.
Fue una columna muy especial que escribí
en California porque ahí me llegó la evidencia de que había muerto un
testigo y que no era el primero, sino toda una seguidilla de testigos
que eran asesinados bajo el mismo modus operandi. Era una historia memorable y digna de contar porque recordaba las vendettas de Al Capone.
Fue la última columna que María Cristina
-mi esposa-, revisó, porque ella además es una gran editora -algo que
no se sabe-. Me dijo que nos iban a matar y entonces decidimos acordar
que esa era la última columna que ella miraba antes de publicar para
tranquilidad de los dos.
¿Ha pensado en su muerte?
Nunca me he tomado el trabajo de pensarlo, aunque me sorprendería mucho si llego a viejo, porque no creo que eso vaya a pasar.
¿Cuál ha sido el costo más alto que ha pagado por ejercer el periodismo en Colombia?
Las amenazas contra mi hija a partir del
año 2004 porque ser periodista en Colombia y estar amenazado es la
misma cosa: he recibido amenazas desde los 21 años, prácticamente desde
que comencé la carrera.
Las peores amenazas en mi contra
vinieron cuando descubrí el entrenamiento de los Paramilitares en el
Magdalena Medio por parte de un mercenario llamado Yair Klein, pero en
ese momento era muy joven; joven y soltero. Y cuando uno es joven se
imagina que morirse es algo que solo le pasa a los demás.
¿En qué momento de su vida pensó que se podía a morir?
Cuando las amenazas se centraron en
Raquel pasé los peores días de mi vida y maldije haber escogido esta
profesión. Odio las armas y tenía que dormir con una pistola al lado
-una Pietro Beretta 9 milímetros-, porque me prometí a mí mismo que me
iban a matar peleando antes de llegar a hacerle algo a mi hija.
¿Qué lo llevó a tomar la decisión de salir del país?
Nosotros vivíamos en un edificio en un
barrio de Bogotá donde estaba la última calle y de ahí en adelante sigue
la montaña. Al lado de ese edificio había una casa enorme que estaba
deshabitada la mayor parte del tiempo, pero con una numerosa escolta
armada porque pertenecía a Víctor Carranza.
Carranza casi nunca iba, pero cuando lo
hacía se notaba. Un lunes que era el día cuando descansábamos
usualmente, Raquel llegaba del Jardín Infantil y estábamos María
Cristina, Procesa -la nana del hermano mayor de María Cristina-, Raquel y
yo.
De un momento a otro comenzó una
balacera muy fuerte, así que salimos corriendo, nos ocultamos los cuatro
en el clóset de nuestro cuarto –que para nuestra fortuna habían
blindado los antiguos dueños-. Raquel me preguntó: “Papá ya vienen por
nosotros y nos van a matar. ¿Cierto?”.
Afortunadamente no pasó nada pero esa
noche caí en cuenta que Raquel vivía en una absoluta incertidumbre y que
era necesario irnos.
Luego publiqué una columna –Descubriendo al verdugo- en
la que narro todas esas amenazas y algunos me llamaron a entrevistar.
Recuerdo que iba frente al Club El Nogal y recibí una llamada de Julio
Sánchez Cristo.
Era cerca del medio día y Julio me dijo que me fuera para las instalaciones de Caracol Radio
donde me esperaba Claudia Morales, porque tenía información de un tipo
que se había aparecido en la sede de Caracol en Miami con información
del plan que tenían para matarme.
¿Qué hizo frente semejante noticia?
Con mi familia teníamos un viaje
programado de vacaciones para la Argentina, lo adelantamos y nos fuimos
para allá. Caminando en Buenos Aires recibí una llamada del Comité de
Protección a Periodistas de los Estados Unidos; me dijeron que estaban
muy preocupados por mi seguridad y me ofrecieron la posibilidad de salir
de Colombia, adelantando las gestiones correspondientes para que el
Knigth Fellowship me recibiera en la Universidad de Stanford durante un
año.
¿Quién lo quería matar?
Unos señores vinculados al narcotráfico en Medellín que tenían altas simpatías con el gobierno de la época.
¿En Estados Unidos tiene escoltas o armas?
No tengo ni escoltas y por supuesto tampoco armas; espero no tenerlas tan cerca nunca más.
¿Cuándo fue el último día que lloró?
El jueves pasado no puede evitar llorar
cuando recordé el trabajo que ha realizado María del Rosario Laverde,
correctora de estilo de Revista Semana, justo en el momento más difícil
de mi vida: ella me ayudó a reescribir la columna palabra por palabra
como quien le da sopita a un enfermo. Ese día diagnosticaron el cáncer
de mi hija Raquel y me costaba mucho trabajo armar cualquier frase.
María del Rosario me llamó muy
preocupada porque yo no escribía así, y se puso a la tarea de corregir
la columna frase por frase, con cada uno de sus sujetos, verbos y
predicados. Gracias al respaldo incondicional de ese día pude seguir
siendo columnista.
¿Cómo va el proceso de recuperación de su hija?
Estamos a punto de terminar la fase más
difícil de la quimioterapia y el resto del tratamiento concluye en
diciembre de 2017. Quizás seguirá siendo difícil pero va a ser menos
duro de lo vivido estos últimos meses.
¿Qué es lo que más admira de Raquel?
Raquel es una niña que tiene una visión
muy crítica del mundo. Me encanta ver que nunca le sirve un sí o un no,
sino más bien los porqués con respuestas serias; ella no traga entero y
eso me encanta.
En la generación en la que yo crecí la
obediencia era un factor en la que se determinaba si un niño era bueno o
no, pero yo creo que la desobediencia estimula la creatividad: la gente
que se guía por la costumbre o por las instrucciones de siempre nunca
es capaz de imaginar algo nuevo. Así que para mí la desobediencia es una
virtud.
¿Qué tanto ha significado para su vida el ejercicio periodístico?
El periodismo sido la segunda razón más importante en mi vida después de María Cristina, mi esposa.
¿Qué otras virtudes destaca en su esposa?
A ella solo se le recuerda presentando
noticias, pero de verdad es muy buena para corroborar datos e
información documental, contrastar información y cruzar datos. Una vez
nos llegó una información sobre un Senador quien tenía un negocio activo
de tierras con un narco-paramilitar de una zona. La información era
perfecta y cada pieza encajaba en la otra, pero a ella le pareció
demasiado bueno para ser cierto porque los documentos que nos hicieron
llegar estaban armados como una escaleta de investigación y me sugirió
revisar los documentos; así que le pedimos ayuda a Ignacio Gómez para
obtener copia de los documentos y una de las escrituras que era el
pivote de la columna resultó falsa.
¿Cómo supo que quería ser periodista?
Mi papá quería que yo fuera médico, pero
cuando estaba en quinto Bachillerato, recuerdo una noche que me llamó
mi tío -hermano mayor de mi papá quien fue una persona muy especial para
mí, y de alguna manera llenó parte de las ausencias de mi papá- me dijo
que mi papá había sufrido un accidente en Villavicencio.
Yo lo vi llegar a Bogotá; lo llevaron al
Instituto Neurológico y pensé que se iba a morir. Tuve una sensación
horrible aunque luego se recuperó; sin embargó decidí que si él quería
que estudiara Medicina lo iba a hacer.
Entré a la Escuela Colombiana de
Medicina pero uno de mis compañeros –quien es un reputado médico
ortopedista- me dijo que no tenía vocación, así que empecé a estudiar
periodismo aunque en realidad soñara con ser director de cine. Así que
estudié periodismo, me enamoré del periodismo y acá vamos.
¿De esos inicios cuáles fueron los momentos más complejos?
Había un proceso de negociación con las
Farc y se había conformado la UP como partido político, sus miembros
comenzaron a ser exterminados y a mí me tocó el cubrimiento del
asesinato de Jaime Pardo Leal, una persona a la que conocía y cuya
muerte me pareció algo estremecedor.
Vinieron unas manifestaciones muy violentas, y ese fue mi bautizo de fuego
en el periodismo. En Colombia han pasado muchas cosas y algunas han
mejorado pero esa violencia, ese gatillo rápido para resolver los
problemas no lo hemos podido acabar.
¿Qué opinión tiene del actual Proceso de Paz?
Lo que conozco me parece razonable y
estructurado porque tiene plazos de entrega de armas que me parecen
totalmente aceptables, muy por encima de la propaganda negra y las
descomunales imbecilidades que están diciendo, como aquella de estar
entregando el país al Castro-Chavismo y otras tonterías para convencer
ignorantes.
Creo también que la función del
reportero es la de tener una visión crítica del Proceso y que nosotros
no podemos dejar subordinar el periodismo al interés supremo de la paz
ni nada de eso.
Nosotros estamos para buscar la verdad y
si la verdad afecta el Proceso de Paz y lo daña era entonces que el
Proceso de Paz no merecía la pena.
¿Qué tanta confianza tiene usted en el Proceso?
Tengo mucha esperanza en que este
Proceso de Paz funcione, pero al mismo tiempo reconozco que mi deber
como reportero no es respaldar ese optimismo sino mostrar los lunares e
informar sobre lo que está funcionando mal.
Tenemos el deber de buscar lo que no
está funcionando y al mismo tiempo desmentir las mentiras que circulan
producto de una propaganda negra.
¿Si escucha la frase My name is Name en qué piensa?
Fue la primera columna periodística para El Nuevo Siglo sobre el tráfico de influencias de José David Name para ser nombrado en un cargo público en el exterior.
Curiosamente una de mis últimas columnas –Los pastores descarriados-
muestra esa actitud picaresca de la política en Colombia, ese descaro y
cinismo que sin embargo confirma que los villanos siempre o casi
siempre dejan huella. Nuestro trabajo es mostrar esas huellas,
configurar ese mapa que quieren hacer invisible a los ojos del público.
¿A usted le llegan los temas o los busca?
Ambas cosas; algunas veces me hacen
llegar pistas que sigo, en otros casos el olfato me dice que algo está
cocinándose. Por ejemplo, con el tema de los medicamentos para la
hemofilia tiene que haber un cerebro maestro que está enriqueciéndose
con ese tema y hay que irlo a buscar.
No podemos conformarnos con decir que se
están robando lo plata simplemente, ¡Hay que buscar a esos ladrones! La
gente imagina que la investigación es un trabajo glamuroso, como de
detectives que llegan a un bar ocultos tras una gabardina. Y los
periodistas investigativos nos parecemos más a los ratones de
biblioteca: leemos cientos de páginas para encontrar la frase con la que
se articula una pista”.
¿Los poderosos lo buscan para realizar sus investigaciones?
Sí, me buscan.
¿Qué tan sano resulta ese trato?
Es normal porque como el objeto de mi
trabajo es ser contrapoder debo tener una relación con el poder. Yo
hablo permanentemente con personas que tienen poder en este país, se
trató de una relación es más o menos cordial, dependiendo de quien sea, y
considero que tengo el deber de mantener activas esas relaciones.
¿Qué lo lleva a optar por las denuncias y no por la opinión como se hace regularmente?
No solo se opina con los adjetivos sino a
través de un proceso de selección y combinación que muestre los hechos
para que la gente forme su opinión. No reprocho a otros columnistas que
lo hacen de otra manera porque existe una tradición muy fuerte que los
respalda, pero creo que no es la única manera.
Recuerdo que cuando comencé a ser
columnista había un sentimiento unánime de respaldo al gobierno de la
época que era el de Uribe y las opiniones se habían ido tomando las
páginas de información. Yo quise hacer el proceso contrario. De la
columnas de opinión deben salir noticias y creo que algunas veces lo he
logrado.
¿Usted cree que la Organización Ardila Lülle abandonó a Vicky en su denuncia periodística sobre la Comunidad del Anillo?
Vicky Dávila nunca estuvo acompañada por
la Organización Ardila Lülle, fue su instrumento. Lo que pasa es que
cuando uno está allá ellos son amables, uno cree que es parte de una
familia, pero no, porque la familia son ellos y uno solo es un empleado:
alguien desechable que usan y botan.
A ella la usaron, y cuando ya no les
convino su trabajo, la botaron o le pidieron la renuncia prevalidos de
la existencia de una situación discutible o de un eventual error
periodístico. A Vicky no la sacan por sus errores sino por sus aciertos.
¿Habría publicado el video de la conversación entre el Ányelo Palacios y el exviceministro Carlos Ferro?
Lo hubiera editado pero sin lugar a
dudas lo hubiera presentado. Lo que pasa es que siempre resulta más
fácil hacer la alineación después del partido. Tomar decisiones de un
segundo para otro es una realidad de la que solo están a salvo los
periodistas de medios impresos. Decidir rápido prima sobre las
decisiones buenas. Es increíble y suena paradójico, pero es así.
Vicky me contó que le había dado la
orden a un integrante de su equipo de tener editado ese video para poder
publicarlo cuando llegara el momento. La orden no se cumplió y ella
tomo la decisión de sacarlo al aire porque la Procuraduría tenía la
intención de filtrarlo.
¿Usted la contrataría en Univisión?
Sí.
¿Si existe un tema de desvíos
multimillonarios de la comunidad judía en Colombia o de evasión del pago
de impuesto de alguno de sus integrantes la publicaría?
Claro que sí y lo he hecho y he publicado cosas que no le ha gustado a la Comunidad Judía. Además empezando en mi carrera lo hice con un judío que fue Yair Klein en Colombia cuando entrenaba paramilitares en el Magdalena Medio, eso no lo hizo un Palestino, lo hice yo.
¿Cuál es la diferencia entre hacer periodismo en Estados Unidos y Colombia?
El ABC es el mismo, pero en Colombia es
más interesante porque tiene más adrenalina porque allá hay unas cadenas
de intermediación más largas entre el periodista y la fuente que hacen
que eso sea difícil de que eso pase.
Aquí yo levanto el teléfono y llamo al
Ministro de Defensa y por mucho tiempo que se tome en devolverme una
llamada lo hacen al día siguiente; en Estados Unidos si llamo al
Secretario de Defensa, me van a pasar al Jefe de Relaciones Públicas de
la subsección hispana y me preguntará por qué es que quiero hablarle, y
con suerte lograré hablar con alguien del staff de la Secretaría de Defensa.
Eso hace que el periodismo se demore más
y tenga menos sensaciones directas, pero el periodismo en Estados
Unidos tiene muchos desarrollos de los que debemos aprender.
¿Cuál es el mayor reto suyo ante la presidencia de noticias en Univisión?
Univisión se está poniendo
pantalones largos porque somos una referencia para el mercado hispano
pero también para el mercado en general sin importar el idioma: hemos
logrado ser la alternativa en televisión más vista en los Estados
Unidos, donde aunque sabemos que hay 55 millones de hispanos frente a
400 millones de habitantes, somos la alternativa más importante.
¿Qué tanto interés tiene por el Canal Uno?
Tengo mucho interés en salvar esa alternativa independiente que es la información de Noticias Uno
y voy a esforzarme para que eso siga vivo; no solo por la subsistencia
del gran equipo que lo integra, sino por la necesidad y el derecho a
tener información televisiva independiente que tienen todos los
colombianos.
¿Cuál es su opinión respecto a la posición editorial del Noticiero RCN frente al Proceso de Paz?
No la conozco porque no sigo a RCN.
La senadora Claudia López cuestionó al aire la postura de ese canal frente al proceso…
Respaldo totalmente la posición de
Claudia López porque a uno no lo pueden llevar para instrumentalizar una
posición. Si ellos la tienen, entonces que respondan editorialmente,
pero que no lleven lechugas a adornar su bisteck.
¿Qué pasó con las Unidades Investigativas en Colombia?
En Colombia hay unos periodistas muy destacados que hacen muy buen trabajo. Esta Marta Soto en El Tiempo, Ricardo Calderón en Semana, Norbey Quevedo en El Espectador, Ignacio Gómez en Noticias Uno; mire, por ejemplo, lo que vienen haciendo en Bucaramanga con Vanguardia Liberal. Todo eso muestra que hay un periodismo investigativo en Colombia.
Pero hacer investigación cuesta dinero y
como los medios no están pasando por su mejor momento, están
invirtiendo menos en investigación. De muchas investigaciones se
concretan unas muy contadas, y visto desde la perspectiva de contadores y
financieros resulta muy poco productivo.
Visto como Presidente de Noticias de
Univisión, si uno hiciera una relación contable de costo beneficio,
nunca haría investigación, aunque cuando resulte se paguen todos los
esfuerzos.
¿Cuál es su opinión respecto al caso del periodista Juan Carlos Giraldo?
Mientras no haya pruebas concluyentes
seguiré pensando que Juan Carlos Giraldo es inocente, porque lo conocí
hace muchos años cuando él era un periodista que estaba empezando en Colprensa; yo era el Jefe de Redacción del Noticiero Nacional y lo llevé a la televisión.
Giraldo ha trabajado conmigo en TVHoy, luego en el Noticiero CM& y cuando me nombraron director de Noticias RCN fue una de las poquísimas personas que llevé a trabajar conmigo.
¿Qué tipo de libros le han servido para escribir sus columnas?
Novela negra y policiaca. En algunas ocasiones creo que me alimento con literatura, aunque basada en hechos reales. Hay una columna –El hombre que sabía demasiado-
que empieza con la descripción de un cadáver que tenía atado un
escapulario al pie izquierdo; todos hechos reales porque logré acceder
al expediente forense, y que me pareció que contribuían a comprender el
grado de criminalización del poder que ha logrado en algunas regiones de
Colombia.
También leo mucha poesía, me gustan las
novelas y Mario Vargas Llosa es uno de mis escritores preferidos: su
oficio y el uso que hace del lenguaje, aunque estoy en desacuerdo con
muchas de sus posturas políticas ¡Qué maestría manejando el lenguaje! Al
nivel de García Márquez o Julio Cortázar.
Otro autor que me gusta es Philip Kerr, ya he leído tres veces Una investigación filosófica,
sobre la persecución de asesinos en serie, que me parece una maravilla.
Hoy día sigo leyendo el romancero español y el romancero gitano de
García Lorca, porque ahí está la música del español. Si uno quiere
escribir bien debe leer.
¿Le gustaría incursionar en la literatura?
Me gustaría pero no creo que vaya a poder hacerlo.
¿Qué tanto cine colombiano ve en Estados Unidos?
No tengo la fortuna de ver muchas
películas colombianas pero estoy viendo mucho cine latino. En Miami voy a
dos lugares con frecuencia y allá he visto unas películas que me han
impactado: El Clan y No.
La primera me impresionó de manera
sobrecogedora porque sé lo que ha significado el secuestro en nuestro
país y además me pareció una narración enteramente periodística. La
segunda cuenta la historia de la caída de augusto Pinochet en Chile a
través de una historia bien contada.
¿Se siente exiliado o como un periodista que fue a trabajar a los Estados Unidos?
A veces me siento un exiliado y en otras
como un ciudadano de ninguna parte, con esa sensación de estar ahí pero
sin ser parte de eso, porque en algunas ocasiones -con menor o mayor
grado de cortesía- te lo hacen saber.
Pese a tratarse de un país muy abierto y
acogedor con los inmigrantes, hay unos lugares y unos temas donde hay
pequeños códigos que te indican que tú no eres bienvenido.
En otras ocasiones siento que soy un
privilegiado al dirigir un noticiero que ayuda a las personas más
necesitadas. Creo que ha sido una bendición que gracias a la confianza
de Isaac Lee y a la de Univisión como compañía yo haya tenido la
oportunidad de estar trabajando en este momento histórico.
Procuro hacer el esfuerzo de realizar el
mejor periodismo para los hispanos gracias a personas como Gerardo
Reyes, a cargo de la Unidad Investigativa, o de Echavarría, quien ha
creado una plataforma de noticias que -lo digo sin falsas modestias- va
ser la más importante del mundo de habla hispana antes de un año.
Univisión será una referencia
periodística universal por la fuerza de su plataforma digital y tal como
ha sido su fuerza en la plataforma televisiva, lo que están haciendo
ahora tendrá un carácter histórico para el periodismo digital.
¿Cómo es un día en su vida?
Me levanto muy temprano, a las 5:00 de
la mañana. Reviso los periódicos del mundo, aunque primero leo los de
Colombia -una costumbre incurable- y después paso revista a los
periódicos de cada estado de los Estados Unidos para estar enterado de
lo que está sucediendo.
Antes me costaba mucho trabajo porque
quería dormir otro poquito, pero la decisión de haber dejado el
cigarrillo de hace 10 años sin ningún tipo tratamiento –llegué a fumar
hasta tres paquetes diarios- contribuyó muchísimo. Era una promesa que
le había hecho a Raquel.
¿Pasa revista a los periódicos de 50 Estados y además los de Colombia?
Para nosotros en Univisión cada parte de
Estados Unidos es un mundo diferente y esté donde esté debo revisar la
información sobre Colombia: es una costumbre que no he podido superar
porque si no leo la prensa colombiana me siento desnudo.
¿Tiene alguna una fijación con el expresidente Álvaro Uribe Vélez que difiera del trato que le da al presidente Santos?
No ¿Quién tumbó al ministro Peñalosa?, ¿El espíritu Santo?
¿J.J. Rendón se fue de la campaña, por quién? Pregunto, ¿fue por una investigación de RCN, o por quién?
El Defensor del Pueblo que era aliado
del Presidente Santos, ¿por qué se fue? ¿Porque vino el Ángel de la
guarda a tumbarlo? Esas son investigaciones mías sobre el gobierno de
Santos.
Ahora bien, Álvaro Uribe Vélez va seguir
siendo objeto de escrutinio periodístico mientras persista en su
enfermedad de poder; si no tuviera la necesidad de seguir ganando y
manejando porciones de poder de la manera en que lo hace o de la manera
obscena en que quiere hacerlo, seguramente dejaría de ser interés
periodístico.
Fíjese, por ejemplo, que rara vez escribo sobre los expresidentes Belisario Betancurt o Andrés Pastrana.
¿Justo Pastor Perafán contribuyó económicamente a la creación de NTC?
El expresidente Uribe Vélez ha venido
afirmando eso desde el 2001 –hace ya 15 años- sin nada que lo sustente.
Durante ocho años hizo todo lo posible para enviarme a la cárcel pero
logré superar una investigación de unos de sus Fiscales, junto con una
investigación administrativa abierta por iniciativa de Luis Guillermo
Giraldo con papeles en la Comisión Nacional de Televisión. ¡Jamás han
logrado hacer de ese chisme nada más que un chisme!
La paradoja es que cada vez que denuncio
algo sobre el expresidente Álvaro Uribe salen con eso de que yo fui
socio de Pastor Perafán: los hijos de Uribe entraron a la Casa de Nariño
siendo estudiantes y salieron con un patrimonio de US 80 millones de
dólares porque fui socio de Perafán; compré los votos para la reelección
porque fui socio de Perafán; hubo chuzadas en el DAS porque fui socio
de Perafán.
¿Usted cree que al expresidente Uribe lo puede juzgar una Corte Internacional?
Al expresidente Álvaro Uribe Vélez nunca le ha pasado nada y no le va pasar nada.