(Ibagué, diciembre 7 de 2012) La reacción del presidente de la república Juan Manuel Santos Calderón por el fallo de la Corte Internacional de Justicia, CIJ, que le quitó a Colombia 75 mil millas de mar territorial, no puede producir más que hilaridad y bien podría decirse que son simples lágrimas de cocodrilo. ¿Cuál dolor de patria? Más bien resulta decir: “Dolor de reelección presidencial”. Eso es lo que siente el presidente Santos, lo demás no le importa un higo.
El presidente Santos es hijo de esa pútrida camarilla que se confabuló con
la CIA para asesinar a hombres egregios como Jorge Eliécer Gaitán, el general
Rafael Uribe Uribe y tantos prohombres que la verdadera historia recuerda con
dolor y con horror.
De esa entraña es el presidente de la república, que ante los medios
tartamudeando, aparenta sentir dolor de patria por la pérdida de esa gran
franja de mar, pero que en realidad su preocupación extrema es la embolatada
reelección presidencial, vuelvo y digo.
¿Qué ha hecho la burguesía por esas comunidades adyacentes a esta zona como
San Andrés, Providencia y otras? La pobreza en San Andrés es alarmante y la
única respuesta gubernamental es la militarización. ¡Qué horror!
Santos es además, un presidente que no tiene palabra, con mucha facilidad
cambia de parecer sin importar lo más sagrado de nuestros abuelos como era la
palabra empeñada. Esa palabra empeñada valida más que miles de documentos
firmados y con testigos. Para la muestra un botón: Dijo que respetaría el
fallo, ahora dice que no. Santos es un tahúr pero un mal perdedor.
El pueblo tiene que asumir una postura internacionalista. Debe saber que el
obrero no tiene patria. Por eso resulta coherente la reflexión de Gustavo
Petro, alcalde mayor de Bogotá, cuando afirmaba que de qué se lamentaba el gobierno si todos los
días está entregando la soberanía nacional. Es como una doble moral, solo para
engañar incautos y analfabetos políticos.
El pensamiento de Bolívar retumba por el Caribe afirmando que la patria es
América desde Méjico hasta Cabo de Hornos. Las fronteras son barreras que no
deben dividir a los pueblos. Por el contrario, los debe hermanar. Acercar.
Sentimos nuestro territorio, pero sentimos con más fuerza la presencia viva
de nuestros pueblos. Marx lo dijo de todo corazón: “Obreros de todos los
países, unidos”. Que nada nos desuna, que todo nos una, porque el enemigo común
es el sistema capitalista y sus gobernantes entreguistas e intrascendentes de
la talla de Santos y su combo gobernante. “El gobierno tiene la metralla
homicida para los colombianos y una temblorosa rodilla en tierra ante el oro
americano”, lo dijo también sin rodeos el caudillo liberal Jorge Eliécer
Gaitán. ¿Quién podría decir lo contrario?
http://www.pacocol.org/index.php/noticias/1616-santos-hace-parte-de-la-apatrida-burguesia-colombiana