El Nobel calificó a ese país de "amenaza para la paz mundial". Fue declarado persona no grata.
Cuando el gobierno de Benjamín Netanyahu hizo pública su decisión de declarar persona no grata al escritor alemán y Premio Nobel de Literatura Günter Grass, en rechazo a la publicación de un manifiesto político-literario escrito en forma de poema, enfrentó a los alemanes a una delicada disyuntiva: mantener o no la estricta política de autocensura a la hora de criticar a Israel.
Para los alemanes, ese debate, plagado de espinas, marcado desde hace décadas por el pasado nazi y el recuerdo del Holocausto contra el pueblo judío, se reactivó el miércoles santo, a raíz de la reaparición literaria de Günter Grass.
Sus lectores daban por hecho que, a sus 84 años, el autor de 'El tambor de hojalata' ya no escribiría más, pero el autor se reportó nuevamente para asumir la impopular tarea de romper con lo que llamó "el silencio general" y la "hipocresía de Occidente" frente a la política armamentista de Israel y sus planes de ataque preventivo contra Irán.
Decidido a que su voz llegara lejos, Grass publicó sus nueve estrofas en cinco diarios internacionales: los alemanes 'Die Süddeutsche Zeitung', de Múnich; 'Die Welt', de Hamburgo, 'El País', de Madrid; 'La Reppublica', de Italia, y 'Le Monde', de París.
En el poema, titulado en español 'Lo que hay que decir', Grass se refiere a Israel como "una potencia nuclear que pone en peligro la quebradiza paz mundial" y que, además, se encuentra fuera de control porque es "inaccesible a toda inspección".
Dice también que sabe que la condena por romper ese silencio será la de ser tildado de "antisemita". Con voz templada y "envejecida", como él mismo la define, el escritor ajusta cuentas con su propio país, a quien condena por dotar a Israel de "un nuevo submarino de guerra capaz de aniquilar una región donde no se ha comprobado la existencia de una sola bomba".
Grass se refiere a la reciente decisión del Parlamento alemán, hecha pública el martes por el ministro de Defensa, Thomas de Maziere, de enviar, en los próximos meses, el sexto de una flotilla de submarinos de guerra, de fabricación germana, con que Alemania viene dotando desde hace 50 años a Israel para su defensa.
El submarino, que pertenece al llamado grupo Dolphin, fue fabricado en el puerto de Kiel por una filial del consorcio Thyssen. Según los expertos, está capacitado para ser equipado con misiles atómicos de largo y mediano alcance.
'Con mi última tinta'
Tras la publicación de su poema, Grass dijo el jueves, en entrevista con la televisión alemana, que fueron el envío de "esa arma de destrucción hecha en Alemania" y la reunión llevada a cabo en Washington, en marzo pasado, entre el presidente estadounidense, Barack Obama, y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, los dos factores principales que lo llevaron a jugarse su autoridad intelectual al escribir y publicar la pieza literaria.
En la mencionada cita de los dos mandatarios, el Gobierno estadounidense le aseguró al israelí que respetaría su derecho de decisión unilateral en caso de ordenar un ataque preventivo contra Irán.
"Envejecido y con mi última tinta (...), lo admito, no sigo callando / porque hay que decir / lo que mañana podría ser demasiado tarde / y porque suficientemente incriminados como alemanes / podríamos ser cómplices de un crimen", reza la octava estrofa del poema, en el que el autor dice quedar a la espera de que el mundo occidental "se libere del silencio" y exija no solo a Irán sino también a Israel el control permanente y sin trabas de una instancia internacional efectiva, que "restrinja el potencial nuclear israelí y las instalaciones nucleares iraníes".
El Gobierno israelí no ahorró adjetivos para condenar el escrito. Incluso antes de conocerse la declaratoria de persona no grata, el portavoz oficial dijo: "Grass se comporta como el oficial de la SS que nunca ha dejado de ser". El autor reveló en su autobiografía, publicada en el 2007, que se alistó voluntariamente en las filas de la SS (escuadrones de seguridad del partido nazi) a los 17 años.
El crítico literario más influyente de Alemania, Marcel Reich-Ranicki, calificó de "repugnante" el contenido del poema. Sin embargo, tímidamente comienzan también a abrirse paso las voces que proponen una segunda lectura del texto y su contextualización, no solo en el pasado germano, sino en el presente del mundo.
Jakob Augstein, en su columna para esta semana en 'Der Spiegel', revista fundada por su padre, Rudolf Augstein, dice que Grass está en lo correcto y que, lejos de ser un antisemita, es "un realista". "Lo que ha hecho es proponer que se revise esa posición germana, proclamada por la canciller Ángela Merkel, de prometerle a Israel que su seguridad es asunto de Estado de Alemania, porque bajo esa promesa, si Israel se va a la guerra contra Irán, soldados alemanes deberían ir a luchar por la defensa de Israel, en un escenario de ultimátum para el mundo entero".
Para EL TIEMPO
Berlín