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Artículo publicado en El Tiempo del domingo 8 de abril de 2012, página 7, aunque con el título original cambiado, que era “Ya vamos llegando…” y con algunas frases mutiladas por razones de espacio, según le explicaron al autor. La frases que están en negrilla fueron suprimidas en la edición que hizo El Tiempo.
“Hay mayor expectativa de paz”
*Carlos A. Lozano Guillén
Las liberaciones humanitarias del pasado lunes 2 de abril y la renuncia a las retenciones de personas por razones económicas, actos unilaterales de la guerrilla de las FARC-EP en los últimos meses, surgidos del diálogo epistolar de cara al país y al mundo del grupo de “Colombianos y Colombianas por la Paz” (CCP), liderado por Piedad Córdoba, son dos hechos históricos, que el establecimiento colombiano no ha sabido interpretar en toda su magnitud.
La promesa de liberar a diez miembros de la Fuerza Pública, hecha por el Secretariado insurgente desde diciembre del año pasado, la cumplió a pesar de los obstáculos del Gobierno Nacional que primero vetó la presencia de Brasil en la logística de la misión humanitaria y después se retractó de la autorización para que el grupo de “Mujeres del Mundo por la Paz” visitara las cárceles, con la misión de verificar la situación de los 7.500 prisioneros políticos, no sólo combatientes. Decisión intransigente que mantiene, pese a las liberaciones recientes y del compromiso fariano de suspender los llamados secuestros extorsivos.
Los gestos humanitarios y los llamados de paz dialogada de la guerrilla, no son “suficientes” a juicio del presidente Juan Manuel Santos, con el respaldo de los grandes medios de comunicación, porque “se requieren más gestos”, es la frase que repite una y otra vez, para salirle al paso al clamor de amplios sectores del país y del exterior que respaldan un escenario de solución política pacífica y democrática del conflicto.
Todo indica que la llave de la paz está amarrada a la mano del mandatario colombiano, porque no ha logrado reunir el consenso del establecimiento, inclusive de la “Unidad Nacional” y el pleno respaldo de Washington que sigue aupando la salida militar e interviniendo de forma abierta y grosera en el conflicto interno. Se repite la historia, con relación a la soledad en que quedaron los mandatarios que intentaron resolver el conflicto por la vía del diálogo. Fue más efectiva la acción de “los enemigos agazapados de la paz”.
Ahí está la verdadera talanquera para que el Gobierno diga cuáles son sus iniciativas de paz y las propuestas de diálogo, en forma pública y convocando al país a pensar más en la salida civil que en la vía militar. Porque si de gestos de paz se trata, habría que preguntar: ¿Cuáles son los gestos de paz del Gobierno? Las ejecuciones judiciales (“falsos positivos”), la violación de los derechos humanos, la ejecución de los campesinos desplazados de sus tierras, las amenazas e intimidaciones contra opositores y activistas de ONG y de organizaciones populares, continúan con la extensión del paramilitarismo (llamado ahora Bacrim) de evidentes nexos con políticos regionales, empresarios y miembros de la Fuerza Pública. Y en materia social, la agenda legislativa gubernamental es de mayor dosis de neoliberalismo y de agravación de las condiciones de vida del pueblo. Factores, entre otros, viejos y nuevos, que alimentan las causas del conflicto.
Con todo, el país está en otro momento, no obstante las contradicciones del proceso político. Como han dicho Piedad Córdoba y CCP: “Ya vamos llegando…”, haciendo alusión a la estrofa de la famosa canción de Jairo Varela del Grupo Niche. En el país existe una mayor expectativa de paz, en medio de coros guerreristas que nunca faltan.
El capítulo de la paz es el que se abre ahora, después de cerrar el de las liberaciones de los retenidos por razones del conflicto, pero, obvio, con compromisos humanitarios bilaterales y la verificación del cumplimiento de la derogatoria de la ley 002 de las FARC-EP y de la situación de los prisioneros políticos en las cárceles del país, aunque sin perder de vista que lo fundamental es abrir el escenario de paz, con una agenda concreta y sin los condicionamientos que a la hora de la verdad son talanqueras inamovibles. Ojalá que los guerreristas dentro y fuera del Gobierno dejen actuar al presidente Santos, si es que en verdad quiere pasar a la historia como el hombre de la paz en un país agobiado por un conflicto de más de cinco décadas. Lo más importante es la acción de la sociedad colombiana por la paz con democracia y justicia social.
*Director del semanarioVoz e integrante de CCP