domingo, 30 de junio de 2013

PABLO CATATUMBO: "TAMBIEN SOY VICTIMA, FUI TORTURADO Y SECUESTRADO"

El director de VOZ conversó con el comandante Pablo Catatumbo, miembro del Secretariado de las FARC-EP e integrante de su delegación de paz en La Habana. Hablaron de varios temas y el dirigente guerrillero hizo sus propias reflexiones sin eludir las preguntas
 
Pablo Catatumbo 2
  
Carlos A. Lozano Guillén

Pablo Catatumbo fue uno de los últimos integrantes incorporados a la delegación de paz de las FARC-EP, proveniente de las montañas de los departamentos del Cauca y del Valle del Cauca, epicentro de agudos combates y donde es de alta intensidad la confrontación armada. En poco tiempo, Catatumbo se puso al día del funcionamiento de la Mesa de Diálogos y del contenido del debate en seis meses de conversaciones, enriquecidas con la participación ciudadana, en particular de organizaciones agrarias, sociales y populares. Reconoce que es definitiva la participación popular. Para él es la presencia a distancia del constituyente primario.


Valora el significado del “acuerdo parcial” sobre el tema agrario: “Lo logrado es un gran paso en el camino hacia la democratización de las estructuras rurales de nuestro país”, señala sin exageración. Los demás puntos también serán difíciles, requieren del tiempo razonable, aquel que no es eterno ni indefinido, pero sí el estrictamente indispensable para llegar a un acuerdo concreto y sostenible de paz con democracia y justicia social.


Pablo Catatumbo dice con ironía que el diálogo de paz no es un reinado de belleza, es difícil y complejo. Habla con profundidad de los logros de la Mesa y del futuro en medio del análisis políticos que demuestra contradicciones y dificultades, pero también enormes posibilidades de un final feliz y no precisamente como en una telenovela rosa, sino en el nuevo estadio político, social y económico de otra Colombia posible.


Cuando ya estaba editada la entrevista se precipitaron los acontecimientos políticos a raíz de las erráticas actuaciones y posiciones del presidente Juan Manuel Santos, como darle credibilidad a que las FARC son las responsables de las amenazas a sindicalistas, la reunión con el golpista Henrique Capriles y el anuncio de la integración de Colombia al pacto militar agresivo de la OTAN, que desataron la crisis de las relaciones con la República Bolivariana de Venezuela y un enérgico comunicado del Secretariado de las FARC en que asegura que “en el limbo se encuentran los diálogos de La Habana”.


No se conoce aún qué incidencia haya tenido el comunicado de las FARC en el inicio del décimo ciclo de conversaciones, pero lo cierto es que se ha perdido bastante confianza. Es un retroceso después del avance histórico que significó el acuerdo reciente. Detrás de ello está la mano de Washington, las declaraciones de Santos y la bienvenida a Capriles coincidieron con la visita a Bogotá del vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden. No existe duda de que Santos debe dar señales claras de voluntad para recuperar la confianza, si alguna vez la tuvo.

Lo aprobado


–¿Qué fue lo que se aprobó y que beneficios concretos tiene para la población campesina y la soberanía alimentaria?


–Como principios del acuerdo parcial a que se ha llegado en La Habana, se establecieron el respeto por la naturaleza y la participación incluyente de las comunidades del campo colombiano en todo lo que habrá de desarrollarse a partir de la implementación de lo convenido. Un asunto cardinal en este primer punto de la agenda es haber logrado el compromiso del gobierno de formalizar la propiedad de miles de campesinos y campesinas que han sido partícipes de procesos de colonización. Esto es un hecho muy importante para el campesinado colombiano, que durante toda la historia patria ha sido sistemáticamente excluido del régimen formal de propiedad de la tierra.


Es pertinente destacar esta cuestión, pues es un gran paso en el camino hacia la democratización de las estructuras rurales de nuestro país. Acompañado de esto, se plantea el cierre definitivo de la frontera agrícola colombiana, cerrándole el paso a la explotación intensiva, sin perjuicio de las comunidades rurales. Igualmente acordamos la creación de un fondo de tierras, que aunque no ha sido aún bien definido está destinado a la provisión gratuita de tierras a campesinos sin tierra, o con tierra insuficiente, afrodescendientes e indígenas.


Acompañamos este logro con la definición de un nuevo catastro del campo colombiano, que no se hace desde hace 54 años, buscando un reordenamiento productivo y socioambientalmente sostenible.

Todas estas reformas estarán validadas con la puesta en marcha de programas de desarrollo con enfoque territorial, planes nacionales que acompañarán los procesos productivos y que tendrán importantes impactos en lo productivo, el desarrollo social y el abastecimiento alimentario, a la vez que coadyuvarán al plan de suprimir la pobreza extrema, entre otras metas que forman parte de la reforma rural integral, en la búsqueda del buen vivir de todos los que labran el campo, con condiciones dignas y participación democrática.

Temas pendientes


–En la declaración de la delegación de paz de las FARC-EP se plantea que quedan pendientes unos aspectos puntuales que deberán retomarse antes del acuerdo final. ¿Cuáles son?


–Sí, en realidad dentro del acuerdo parcial quedaron varios temas pendientes, algunos de ellos, por su importancia, muy sensibles y yo diría que fundamentales para alcanzar un acuerdo final satisfactorio para ambas partes. En todo caso existe el compromiso de que al final del proceso se volverá sobre esos temas. Entenderá usted que existen cláusulas de confidencialidad en la Mesa que se ligan al principio rector del Acuerdo de La Habana: “Nada está acordado hasta que todo esté acordado”. Por ello no puedo referirme con más precisión a esos puntos en cuestión.


–Lo entiendo muy bien… ¿Está más cerca el acuerdo político de paz, a pesar de las salvedades puntuales?


–El acuerdo parcial frente al primer punto es un paso importantísimo. Queda aún un buen trecho por recorrer, pero se demuestra que con voluntad política y escuchando los clamores del país nacional, es posible avanzar y obtener triunfos en las batallas de la paz.


–Está en turno el segundo punto de la participación política, es un tema importante y de trascendencia para el futuro de la democracia. Algunos lo reducen a la participación de las FARC en el espacio político. ¿Cómo sustentan las FARC-EP la posición al respecto? ¿Qué propuestas llevan?


–Se habla mucho que nosotros entendemos participación política simplemente como nuestra presunta participación parlamentaria. Pero esa no es la esencia de nuestras banderas ni nuestra principal inquietud. En Colombia no ha habido nunca una verdadera democracia. Lo que nos mueve en este punto preciso es buscar elementos para que se dé una verdadera instauración de la democracia en Colombia. Usted sabe que hacer política de oposición al establecimiento en Colombia es una cuestión supremamente difícil, es casi un acto heroico que muchos han pagado con su vida. Lo que queremos es abrir un debate nacional para que entre todos logremos realmente un país pluralista, participativo, incluyente.


Hemos leído las propuestas que partidos, movimientos sociales e individuos realizaron en el pasado Foro de Pensamiento de la Universidad Nacional y las Naciones Unidas, y no sabe usted cuán identificados estamos con los planteamientos de ese torrente de opiniones tan diverso. De esa participación política es que hablamos, la de las amplias y diversas mayorías que debaten y construyen en colectivo.

La participación política


–A propósito del segundo punto de participación, ¿cómo lograr mayor intercambio con los sectores populares en la Mesa? ¿Cómo hacer que este proceso no sea tan cerrado como hasta ahora?


–Es que eso es una determinación que ha querido imponer absurdamente el gobierno de Santos, pretendiendo que es posible avanzar en un acuerdo sin la participación de los distintos sectores sociales y populares, sin que estos dejen sentir sus voces en la Mesa, lo que en la práctica se ha venido quebrando, con la movilización del pasado 9 de abril, las que se tendrán que repetir sucesivamente, igual con los foros, tanto en el agrario como el de participación política y la realización de diversos certámenes en que las FARC han venido interlocutando con diversos sectores de la población.


Las comunidades en su sabiduría y creatividad popular sabrán inventar mecanismos de participación, a través de asambleas, foros, cabildos, o cualquier otra forma deliberativa, realizarán sus propuestas por sector social, en los que llamamos especialmente a los sectores urbanos, de mujeres, jóvenes, trabajadores, LGBTI, entre otros, a pronunciarse y a sumarse; para ellos están las páginas de internet, tanto la establecida en la Mesa conjuntamente con el gobierno, como las que aparecen en “Foro permanente” o “Pueblo pa la mesa”, ahí se recepcionan sus propuestas y pueden estar seguros que nosotros las tendremos en cuenta.


Por lo demás, ni la soberanía política de las FARC-EP ni el protagonismo principal del constituyente primario son asuntos que puedan ponerse en discusión.


–Se especula mucho con el tema de las víctimas, algunos creen que allí está el “nudo gordiano” del proceso. ¿Cómo lo entienden ustedes?


–Nosotros somos plenamente conscientes de que todo conflicto interno como éste deja víctimas y genera heridas que son difíciles de curar, víctimas del conflicto. Pero nadie debe olvidar la responsabilidad del Estado y de la clase dirigente en el origen y en la génesis de ese fenómeno que ha dado en llamarse “la violencia” en Colombia y con toda esta tragedia que nos ha correspondido vivir a todos los colombianos y colombianas. Y los farianos y farianas nos incluimos allí también, pues hemos sido igualmente víctimas de persecución política, de asesinatos, desapariciones, desplazamientos.

“Soy una víctima”


–¿Usted se considera víctima?


–Mire: a mí me torturaron en las famosas caballerizas del batallón Pichincha en la época de Turbay, posteriormente me secuestró el MAS conjuntamente con el tristemente célebre Batallón Charry Solano y me recluyeron y torturaron en instalaciones del ejército en Bogotá, perdí a un hermano en esta guerra, una hermana mía fue asesinada por Carlos Castaño, y mi familia tuvo que asilarse y salir del país. Similar situación vivieron Alfonso Cano, Timoleón Jiménez, Iván Márquez, Ricardo Téllez, Simón Trinidad, Andrés París, Jesús Santrich, Solís Almeida, Camila Cienfuegos y combatientes de casi todos los bloques de las FARC-EP.


–¿Víctimas es un tema tabú para ustedes?


–Para nosotros ese no es un tema tabú, ni mucho menos. Las víctimas del conflicto, afortunadamente, son un sector social cada vez más deliberativo, organizado, y eso nos parece un avance para la comprensión y el debate público nacional y también para la búsqueda de salidas políticas. Por ello hemos planteado la posibilidad de la conformación de algún instrumento de veeduría al tema, con participación de la comunidad internacional, de organismos humanitarios y, como no, de nosotros, como fuerza insurgente y parte del conflicto.


Con lo que no estamos de acuerdo es con el ruido mediático que pretenden generar algunas ONG vinculadas a la inteligencia militar y a la reacción, que muestran cifras y testimonios sin sustento alguno, fabricados en los batallones, como caballito de batalla en contra de la paz y de la búsqueda de un acuerdo.

No a la reelección de Santos


–¿Qué posición tienen las FARC sobre las aspiraciones reeleccionistas del presidente Santos?

–Lo hemos señalado suficientemente: la paz es un objetivo supremo de la nación colombiana, y debe estar por encima de intereses personales, partidistas o económicos. El presidente Santos, de acuerdo a la legislación vigente actualmente en Colombia, está en su derecho de lanzarse a la reelección, de eso no hay duda.


–¿Quiere decir esto que apoyan la reelección?


–No, no la apoyamos, nosotros somos la verdadera oposición al gobierno de Santos, no nos gusta su programa político ni su plan de desarrollo basado en la reprimarización de la economía y en su entrega del país a las corporaciones financieras y a la voracidad de las transnacionales. Tampoco nos gusta el régimen político que él representa por oligárquico y excluyente, además las FARC-EP no participan del escenario electoral ni lanzamos o apoyamos candidaturas.


Me remito al comunicado del Secretariado previo a las elecciones pasadas de alcaldes y gobernadores: allí está muy claro el horizonte táctico que hemos trazado para esta coyuntura. Sería además un despropósito total apoyar la reelección de un gobierno al que al tiempo se combate en toda la geografía nacional, como efectivamente lo hacen las guerrilleras y guerrilleros de las FARC-EP.


–En las filas de la izquierda se plantea un proyecto alternativo unitario para defender el proceso de paz de La Habana, exigir la apertura de diálogos con el ELN y el EPL y para convertir a ese movimiento amplio en opción de poder. ¿Qué opinión les merece?


–Pues que saludamos efusivamente dicha alternativa. La Mesa de La Habana es un logro de todo el pueblo, y su eventual fracaso sólo beneficia a la extrema derecha ultramontana y a quienes se oponen a los cambios político-sociales que Colombia necesita. Por ello es el clamor popular, ese mismo que se expresó el 9 de abril pasado, quien debe buscar senderos de unidad para ampliar el radio de acción de la lucha por la paz.


Nos parece de gran importancia que se abran escenarios de diálogos con la insurgencia toda, pues sabemos que los compañeros del ELN y del EPL tienen mucho que aportar en este momento, y que sin la participación deliberante y propositiva de ellos, no es posible avanzar hacia la paz con justicia social.


–Se habla entre periodistas y analistas que en los seis puntos hay unos difíciles y otros fáciles. ¿Cuáles son para las FARC los difíciles y cuáles los fáciles?


–Hombre, en estos temas tan trascendentales me parece que no hay cosas fáciles. La paz es una tarea titánica, y no podemos abordarla con pensamientos simplistas. Es mejor hacerle despacito y con buena letra, que metidos en una carrera loca de la que tengamos que arrepentirnos prontamente, para que sea nuestro pueblo al que le toque pagar el pato. Mire usted los procesos anteriores, y mire la realidad colombiana contemporánea: ¿Trajeron la paz a Colombia?

¿En dónde están los avances de esos procesos de paz tan mediáticos y supuestamente ágiles? Lo que pasa es que mediáticamente los grandes medios han vendido la idea de que se puede cubrir los diálogos como si del reinado de Cartagena se tratara, y así no es la cosa. Las FARC-EP tenemos una enorme responsabilidad con nuestro pueblo, y no vamos a actuar a la carrera en un tema que es vital para la vida de millones de compatriotas y para el futuro de nuestra patria.