Por: Tony López Rodríguez. (*)
Jueves 06 de junio 2013.
En las últimas horas los mandatarios de
Venezuela y Colombia se refirieron al incidente diplomático entre ambos
países, ocasionado por el recibimiento que hizo el presidente Juan
Manuel Santos al terrorista venezolano Henrique Capriles Radonski, en la
Casa de Nariño. Ambas declaraciones, analizadas atentamente, expresan
el interés de los mandatarios de buscar la superación de este incidente
que nunca debió de acontecer.
Las declaraciones del presidente
Nicolás Maduro reflejó un alto sentimiento de responsabilidad sensatez y
absoluta madurez como corresponde a un Jefe de Estado, al declarar que
su gobierno está en disposición de tratar la controversia en el plano
diplomático y político, siempre que haya un absoluto respeto al gobierno
democráticamente electo por los venezolanos, la soberanía y la
independencia de su país. Expresó que su canciller Elías Jaua está
instruido por su Gobierno para reunirse con la parte colombiana y
entregar las pruebas que demuestran que desde Bogotá se están
desarrollando acciones conspirativas contra la República Bolivariana de
Venezuela.
Por su parte el presidente Santos, también expresó
el interés de superar el incidente que él calificó como un “mal
entendido”. Con está declaración, de hecho y de derecho el presidente
admite que él y su Gobierno cometieron un grave error al recibir a un
sujeto cuya trayectoria política en los últimos años lo señalan, no ya
como un representante de la extrema derecha política venezolana, sino
como un activo líder incitador a la violencia que el pasado 15 de abril
provocó la muerte de 11 ciudadanos venezolanos opositores a Capriles o
simples ciudadanos inocentes, incluyendo un niño, un centenar de heridos
y cuantiosos daños materiales. Acciones realizadas de manera consciente
y con toda la intencionalidad de provocar el caos y la
desestabilización en Venezuela, de ahí el carácter terrorista del señor
Capriles Radonski.
No es una manipulación política ni
mediática calificar de terrorista al señor Capriles, su accionar y sus
antecedentes así lo confirman, está documentado que fue un activo
participante en el Golpe de Estado del 2002 y cumpliendo, entre otros,
con ese objetivo golpista encabezó una horda de facinerosos en el ataque
artero que realizaran contra la embajada cubana en Caracas. En este
nuevo escenario político venezolano Capriles fue más lejos, ordenó
atacar y asesinar no sólo a sus compatriotas chavistas, sino también a
los centros médicos atendidos por profesionales cubanos a quienes sus
peones en las redes sociales acusaban de estar escondiendo urnas y
apañando un supuesto fraude electoral. ¡Que vergüenza!
Precisó
el mandatario colombiano que deseaba solucionar la controversia por la
vía diplomática, como se había acordado con el desaparecido líder
bolivariano Hugo Chávez Frías en San Pedro de Alejandrino, vía que
siempre utilizarían para conversar sobre las relaciones bilaterales en
privado y no públicamente. Precisamente allí está el grave error del
mandatario neogranadino. Si ese fue el acuerdo, ¿por qué el Presidente a
través de su canciller o directamente no conversó previamente con la
parte venezolana y les anunció que por H o B razón recibiría a Capriles
Radonski?
El presidente es un hombre de mucho talento,
inteligente, graduado en Harvard, varias veces ministro y conoce muy
bien las normas y las practicas diplomáticas, más aún, cuando no se
trata de recibir a un simple opositor de un gobierno con el cual se
mantienen cordiales relaciones diplomáticas, se trata de un personaje
que está acusado y bajo sospechas de ser responsables de graves crímenes
y violaciones al derecho y a la Constitución de su país. Por otro lado,
no es cierto que fue una visita privada al recibirlo en la Casa de
Nariño, ese fue un reconocimiento político a un sujeto cuyas acciones
perjudican hasta el propio interés del mandatario colombiano no sólo en
su empeño de Paz, incluso en sus intenciones reeleccionista. Resulta muy
extraña esta conducta presidencial, salvo que ello obedezca a un
interés de un poder foráneo superior.
Analicemos: el
recibimiento de Capriles Radosnki se realiza a cuarenta y ocho horas de
la visita del Vicepresidente Joe Biden, a Bogotá. A una escasa semana de
la celebración de la cumbre de los países latinoamericanos de la costa
pacifica en Cali, Colombia, con la asistencia de Perú, Chile y Méjico.
Costa Rica y España como observadores. La visita de Biden a Brasil y a
Trinidad Tobago, donde además se encontró con los líderes de los países
caribeños. Apenas a un mes de la visita del presidente Barak Obama a
Méjico y Costa Rica y al encuentro de este con los mandatarios
centroamericanos. Obviamente que las visitas de los máximos dirigentes
estadounidense a estos países tienen un objetivo e interés político y
económico determinado.
En Colombia, darle respaldo al
presidente Santos para que fortalezca el trabajo en el esfuerzo de
consolidar la llamada Alianza del Pacifico todo dirigido contra el
MERCOSUR y UNASUR. A Brasil para convencerlo de que como país rico y
emergente puede integrarse en una alianza económica con Estados Unidos
para beneficios mutuos. A los caribeños y centroamericanos prometerles
una mejor relación económica mediante la supuesta integración de
mercados con Estados Unidos y obviamente con la lógica intención de
dividir y deslegitimar las posibilidades seguras de Petrocaribe dada la
supuesta fragilidad y critica situación económica de Venezuela que los
enemigos de la Revolución Bolivariana vienen pregonando en una gran
campaña mediática muy especialmente desde Colombia, Perú, Chile y
algunos medios de prensa Argentinos. Obviamente también apuntan contra
el ALBA y la CELAC.
En este escenario, la oligarquía bogotana
teniendo en el presidente Santos su más alto exponente maniobra
políticamente y se cuida de no desobedecer los lineamientos de
Washington, hay que cumplir con los deberes del norte aún a riesgo de
poner en peligro sus aspiraciones tanto reeleccionista como de
convertirse en el Presidente que lograría la Paz para su pueblo que
tanto lo merece y que le reservaría un sitio de honor en la historia de
Colombia. Santos sabe perfectamente que Capriles Radonski es un viejo
aliado de su más peligroso adversario político el ex presidente Uribe
Vélez y comparte con él no sólo su ideología fascista, sino que fue
favorecido en todos estos años por Uribe para realizar acciones
desestabilizadoras contra el gobierno bolivariano con el respaldo del
narcoparamilitarismo.
El presidente Santos Calderón conoce a
cabalidad que una retirada de Venezuela de las conversaciones de Paz en
La Habana coloca a la Mesa de Negociación en una seria encrucijada, la
presencia venezolana como acompañante no es sólo importante para las
FARC-EP hoy por hoy para el gobierno colombiano y especialmente para el
presidente Juan Manuel Santos, este proceso es estratégico para sus
aspiraciones continuista, la correlación de fuerza internamente favorece
más a los sectores que la apoyan nacional e internacionalmente,
incluido el gobierno estadounidense que durante la visita de su
vicepresidente lo respaldó. Estoy convencido que la prudencia y lucidez
del presidente Maduro y su equipo gubernamental, por lo que representa
para el pueblo colombiano y la integración latinoamericana, preservaran
los diálogos de Paz. Hay que advertir que en el breve periodo de tiempo
que ha gobernado Venezuela siempre ha respetado a sus vecinos y
especialmente al gobierno de Santos y esa conducta hay que reciprocarla.
En
el plano económico a pesar de lo que dicen algunas publicaciones
colombianas en su desaforada campaña contra el gobierno del presidente
Maduro, no es Venezuela quien se afecta comercial y económicamente, es
el empresariado agroindustrial colombiano el que sufriría un severo
golpe y por ende la economía neogranadina, ya esa historia la vivieron
cuando Uribe Vélez en su cruzada contra el presidente Chávez, provocó la
crisis diplomática y comercial que llevó a un decrecimiento en el
intercambio comercial de 5000 mil millones de dólares anuales a casi 300
millones, afectando a casi un millón de trabajadores colombianos que
perdieron sus empleos, una crisis en la industria de montaje
automovilística y severo golpe a sectores agroindustriales entre ellos a
Colanta y entre otros sectores a los integrantes del Sindicato
Antioqueño. ¿Estará el presidente Santos dispuesto a perder el terreno
avanzado, que beneficia a su país, en el intercambio comercial y
económico con Venezuela?
Por último, las declaraciones del
Presidente Santos anunciando que gestionaría el ingreso de Colombia en
el tratado de Atlántico Norte (OTAN) es un anuncio muy serio y peligroso
para la región, no sólo para Venezuela que es para Estados Unidos y sus
aliados el enemigo inmediato, también entra en contradicción con los
acuerdos de UNASUR y lo refrendado por los ministros de Defensa de esta
instancia suramericana.
Acaso Estados Unidos estará planeando
usar el esquema europeo de intervención militar como lo hizo en Libia
utilizando a Francia y la Gran Bretaña como fuerza de ataque y
ocupación. ¿A Colombia para intervenir en algún país vecino?. No cabe
duda, de dar un paso como este, se demostraría que la conspiración
contra Venezuela está en marcha.
(*) Tony López Rodríguez es Periodista y analista internacional cubano.
(*) Tony López Rodríguez es Periodista y analista internacional cubano.